PROMESA

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martes, 14 de julio de 2015

COMO SIEMPRE ÉL DANDO EL EJEMPLO

Dios nos dice una y otra vez que Cristo era la "luz", el EJEMPLO de cómo debemos vivir. Es increíble el número de ministros que se dicen cristianos y aceptan esa afirmación, pero razonan, y discuten, y SIGUEN DISCUTIENDO contra el ejemplo perfecto de Cristo que guardó el sábado y demás leyes de Dios.

Hablando de Jesús, el Evangelio de Juan dice: "En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron [o comprendieron]" (1:4-5). La verdad es que hasta el día de hoy la mayoría de los devotos de esa "Luz" siguen sin comprenderla.
Más tarde, Cristo dijo: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (8:12).¿Qué significa "el que me sigue"? ¿Acaso alguna persona puede rechazar las enseñanzas de Jesús, negarse a seguir su ejemplo y enseñanzas, y aún así llamarse su "seguidor"? En 1 Pedro 2:21-22, el apóstol nos dice por inspiración de Dios: "Para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas. Él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca".
Sí, ¡Cristo nos dio ejemplo en todo! El apóstol Pablo vuelve sobre este tema diciendo: "Sed imitadores míos, así como yo lo soy de Cristo" (1 Corintios 11:1). Por tanto, debemos ser "imitadores" de Jesucristo, y no solo seguirlo libremente de acuerdo con nuestro propio razonamiento humano.Hacia el final de su vida, el apóstol Juan dijo: "El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo" (1 Juan 2:6).
¿Cómo anduvo Jesucristo? El sermón del monte ha sido considerado como la ESENCIA misma de las enseñanzas de Cristo. En este Jesús dijo: "No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir [cabalmente], porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy PEQUEÑOS y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el Reino de los Cielos" (Mateo 5:17-19).
Jesús no vino para abolir los diez mandamientos que Él mismo había traído de parte del Padre en el Antiguo Testamento. Más bien, vino para darles su expresión plena, para mostrar su sentido espiritual. En realidad, los hizo aún más estrictos. Por ejemplo, explicó que el séptimo mandamiento que prohíbe el adulterio, prohíbe mucho más que las relaciones sexuales con alguien diferente del cónyuge; también prohíbe codiciar a otra persona (vs. 27-28). Y, como acabamos de ver, Jesús dijo que para ser "grande" en su Reino venidero hay que guardar e incluso enseñar los mandamientos "muy pequeños". ¡Cuánto más el mandamiento de PRUEBA que señala al verdadero Dios Creador!completamente falso! La Biblia dice que Él era "sin pecado" (Hebreos 4:15), y "el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). Sabemos que Cristo jamás infringió la ley de Dios, ni el cuarto mandamiento sobre el sábado, ni ninguno otro. Si Jesús hubiera quebrantado el sábado, habría traído para sí la paga del pecado, que es la muerte (Romanos 6:23), y por tanto no podría ser nuestro Salvador. Está claro que Jesús nunca quebrantó ni siquiera el más pequeño de los mandamientos de Dios, ni enseñó a los hombres a hacerlo. Al contrario, dijo: "Yo he GUARDADO los mandamientos de mi Padre" (Juan 15:10). Hay quienes utilizan Juan 5:18 para probar que Jesucristo quebrantaba el sábado: "Por esto los judíos aun más intentaban matarlo, porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre…". Los judíos acusaban a Jesucristo de haber quebrantado el sábado, porque había sanado completamente a un hombre que llevaba 38 años enfermo (ver Juan 5:5-9). Jesucristo mismo responde a esta falsa acusación en Juan 7:23-24: "Si recibe el hombre la circuncisión en sábado, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sané completamente a un hombre? No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio".
Desde el comienzo de su ministerio Jesús sentó la norma que cumpliría durante toda su vida: "Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado entró en la sinagoga, CONFORME A SU COSTUMBRE, y se levantó a leer" (Lucas 4:16). En Lucas 13:10 leemos: "Enseñaba Jesús en una sinagoga en sábado". Por supuesto que debemos seguir el ejemplo de Cristo guardando el mismo día de reposo que Él guardó. Y, ¿cuál era ese día? El mismo, por supuesto, que estaba guardando el pueblo judío a su alrededor: ¡el sábado!
En realidad, el día de descanso (y así lo han entendido siempre los judíos) se guarda desde el ocaso del viernes hasta el ocaso del sábado. De hecho, todos los días en el calendario de Dios van de un ocaso a otro; la noche primero y luego el día (ver Levítico 23:32; Génesis 1:5-31). Dios NO dispuso que los días comiencen y terminen a la medianoche, como calcula el hombre con sus relojes. En esa época ni siquiera había relojes como los nuestros, sino el "reloj" GRANDE de Dios en el cielo; el Sol y las estrellas que sirven para ajustar TODOS los calendarios hechos por el hombre, aun hoy. Recordemos que al principio Dios dijo: "Haya lumbreras en el firmamento de los cielos para separar el día de la noche, que sirvan de señales para las estaciones, los días y los años" (Génesis 1:14). Por eso, cuando guardamos los días que Dios santificó, vemos que se basan en la creación misma, la cual, marcando el tiempo mediante los cuerpos celestes, ¡señala hacia el CREADOR de todo lo que existe!
A propósito, el hecho de que Cristo guardara el mismo día de reposo que los judíos, demuestra que no se había perdido el conocimiento del día correcto desde tiempos lejanos, como dicen algunos. Recordemos que antes de su encarnación, Cristo les había recordado a los israelitas muy claramente cuál era el verdadero día de descanso (ver Éxodo 16).
¿Acaso no iba a guardar el día correcto durante su vida humana? ¡Por supuesto! Lo haría aunque los judíos estuvieran equivocados en cuanto al día… pero no lo estaban. ¡Cristo era Señor del día que los judíos estaban guardando! (ver Marcos 2). Y desde entonces hasta hoy, la semana de siete días ha permanecido sin alteración. ¿Cómo podemos estar seguros? Los judíos siguieron observando el sábado aun después que se dispersaron. Si se hubiera perdido el ciclo semanal, los judíos en un lugar del mundo estarían guardando un día y los de otros lugares estarían guardando otros días. Pero, ¿qué encontramos? En todas las naciones por donde se ha dispersado el pueblo judío, sigue guardando unánimemente el MISMO DÍA; ¡el sábado! Por tanto, el sábado sigue siendo el séptimo día del ciclo semanal que comenzó en la creación.

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