PROMESA

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jueves, 31 de marzo de 2016

MI IDENTIDAD EN DIOS- CONSTRUYENDO MI CASA

Si Yhwh no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Yhwh no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.” (Salmos 127:1)

Cada cristiano pertenece a una familia. Ya hemos aprendido que somos tanto de una familia natural como de una familia espiritual. Nuestros padres, abuelos, esposo o esposa, hijos y nietos forman la familia natural. Nuestros hermanos en la fe, pastores y discípulos, es decir la Iglesia, son la familia espiritual. Ambos son importantes y debemos cuidarlos. En ambas familias necesitamos desarrollarnos. Tanto la familia natural como la espiritual deben ponerse en las manos del Señor. “Si Yhwh no edificare la casa” de nada vale, no tendremos éxito, fracasaremos. Oremos entregando al Padre nuestras familias espiritual y natural.

Todo lo que existe fue alguna vez creado o inventado. Mire a su alrededor y descubrirá personas, animales y cosas. En el idioma nombramos a aquellos como “sustantivos”, es decir algo que tiene sustancia, existencia. Si usted ve una lavadora de ropa, sabe que fue inventada por expertos ingenieros que conocían de mecánica y electricidad. Al mirar a su mascota tan querida, sabe que Dios la creó; hasta el agnóstico que cree en la evolución dice que salió de alguna parte, acaso otro ser vivo, pero nada se hace solo. Todo tiene una generación. Lo mismo sucede con las personas.

Todo implica una edificación. Esa edificación es un orden, es ciencia, conocimiento, inteligencia, planificación. La Palabra de Dios dice “mi embrión vieron tus ojos” expresando así que Dios ya conocía nuestra existencia, que Él planeó aún nuestro código genético. “Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.” (Salmo 139:16)

La creación, generación y desarrollo de una vida es como la construcción de un edificio, paso a paso, ladrillo a ladrillo. ¿No será del mismo modo la familia? 
La edificación de la casa.
La edificación de una casa puede servirnos de modelo para la edificación de la familia. Veamos: para construir una casa necesito primero un arquitecto, es decir alguien con mucha creatividad e imaginación que diseñe un edificio amplio, claro, bello y sólido. Justamente las características que requiere una familia: amplitud de movimientos o libertad para actuar sin caer en el libertinaje; la luz de la Palabra de Dios que da claridad a las mentes; la belleza del amor en todas las relaciones y la solidez de la fe en Jesucristo. ¿Qué Arquitecto puede ofrecernos todo esto? Obviamente Dios es el Único que diseñará una familia feliz.

En segundo lugar necesito buenos constructores que sepan interpretar los planos y reunir los materiales para desarrollar la obra. Éstos son los padres y esposos que edifican el hogar conforme a la voluntad del Señor.

En tercer lugar están los materiales: ladrillos o piedras, cemento, estructuras metálicas, puertas y ventanas, techumbres. La Biblia, cuando habla de la Iglesia, se refiere a ella como un edificio espiritual hecho de piedras vivas: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, / vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1 Pedro 2:4,5)

Las piedras son las personas. La familia está conformada por personas. Los buenos constructores deberán levantar el hogar con esas piedras: sus hijos. Por eso Jesucristo nombró a Cefas como Petros, o sea “Piedra”. Él sería una piedra para edificar el edificio divino. Nuestros hijos también son “Petros” con los que edificamos la Familia.

¿Cómo se unirán esas piedras vivas? Con una materia que les brindará unidad y firmeza: el amor, la fe y la esperanza. El cemento, la arena y el agua son la mezcla perfecta para unir los ladrillos. El amor y todas sus virtudes permiten la aceptación y cuidado de unos a otros; la fe da solidez espiritual y la esperanza trae conocimiento y convicción acerca de Dios. Meditemos en cómo estamos construyendo nuestro hogar, en qué estamos fallando y que material requiere nuestra mezcla.

El diseño de la casa.
“Si Yhwh no edificare la casa” significa “si Dios no construye nuestra familia” Él es quien debe construir mi familia, mi iglesia, mi vida, mi persona. ¿Estás permitiendo que sea Dios quien construya tu vida o todavía eres tú tu propio arquitecto? Él tiene los planos para tu casa, no te pongas tú a hacer de arquitecto. Hay un refrán que dice “pastelero a tus pasteles”. No juegue a ser Dios. Su vida ya no le pertenece a usted sino que tiene un patrón. El Dueño de su vida ahora es Dios. Entonces no se ponga a improvisar la construcción de su vida, el edificio de su Iglesia o la edificación de su familia. Construya todo esto utilizando los planos de Dios.

¿Dónde están los planos de Dios para la edificación de la familia, de la Iglesia y de nuestra persona? En la Biblia encontramos el diseño de Dios para todo ello. ¿Conoce usted exactamente los planos de Dios para la familia? Le recomiendo que desde ahora comience a investigar en su Biblia cuáles son esos planos.

“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. / Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1 Corintios 3:10-11) Queda claro entonces que Dios es el arquitecto, es Él el Dueño de la obra, el que dirige toda edificación. Por tanto Él edifica a la familia.

Los constructores de la casa.
Cuando no ponemos al Señor primero en nuestras acciones, cuando no le preguntamos a Él cuál es Su voluntad, cuando no le damos a Él el Señorío, cuando no le reconocemos como el Jefe en la obra que pretendemos hacer –y aquí entra también la formación de una familia- nuestro trabajo se vuelve vano, vacío, sin sentido. “En vano trabajan los que la edifican” es una advertencia a todo constructor. Cada uno es constructor de su propia vida, constructor de familia y constructor de Iglesia. No nos consideremos fuera de esta última responsabilidad porque no somos pastores, maestros o evangelistas; todos los cristianos hemos sido llamados a construir la Iglesia, porque somos sus obreros. Esto se comprueba cuando el Apóstol explica que el trabajo de los ministros de Dios es capacitar a todos los hermanos: “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12)

El propósito de la casa.
Todo trabajo tiene un objetivo o propósito. Un obrero está picando el asfalto de un camino; usted se acerca y le pregunta: ¿Por qué está haciendo esto usted? El obrero no le contestará: No lo sé. Él sabe perfectamente la razón de hacer ello, renovarán el pavimento. Este es su propósito. Siempre se trabaja con un propósito: el profesor hace clases para que sus alumnos aprendan, el abogado defiende a su cliente para que no vaya a la cárcel, el auxiliar barre la calle para que la ciudad esté limpia, etc. puede que alguien trabaje sólo con el propósito de ganar dinero. Aunque no es el objetivo correcto, es en sí mismo un propósito.

¿Cuál es el propósito de casarse? ¿Sólo tener permiso de Dios para tener relaciones sexuales? ¿Será para no sentirnos solos? ¿Para librarme de la autoridad de mis padres? Estos no son los propósitos correctos de alguien que se casa. Los correctos propósitos del matrimonio los ha entregado Dios, Él diseñó el matrimonio para que un hombre y una mujer sean “una sola carne” con el propósito de:
a) Amarse. Esto significa cuidarse, tener paciencia el uno con el otro, tolerarse, conocerse, acogerse, satisfacerse mutuamente.
b) Procrear. Tener hijos, si están en edad de hacerlo en lo natural. No perder de vista el tener “hijos espirituales”.
c) Formar una familia.
d) Adorar a Dios. Unidos ambos dedicar tiempo a orar, alabar, leer la Palabra de Dios y servirle en la Iglesia.

El Señor Jesucristo enseñó una parábola en la que nos advierte qué sucede cuando los seres humanos no construimos nuestra casa conforme al diseño dado por Dios:

46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? 47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. 48 Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. 49 Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.” ( Lucas 6:46-49)
Nadie trabaja por nada, si soy novio o novia quiero ser feliz en mi matrimonio y formar una familia feliz. Para poder lograrlo la Biblia nos enseña que el matrimonio cristiano debe edificar la familia guiado por Dios. Como los policías y autoridades guardan la ciudad, así Adonai guarda nuestra vida. En vano vela el cristiano, si Dios no vela por él, como de nada sirven los guardias si Dios no es el Guardia. Ningún esfuerzo de los esposos tendrá fruto si no ponen su familia en manos de Él.

Hemos aprendido que formar una familia es como la edificación de la casa, en que hay un arquitecto que la diseña, un constructor que dirige la construcción, planos que nos orientan sobre su diseño, obreros que siguen exactamente las indicaciones y materiales adecuados para edificarla. El diseño de la casa o familia lo da Dios en Su Palabra. Los constructores de la familia son los esposos cristianos y el propósito de la casa es el amor, la procreación, la formación de una familia y la adoración a Dios. ¿Está usted siguiendo el diseño de Dios para construir su vida, su iglesia y su familia?

miércoles, 30 de marzo de 2016

MI IDENTIDAD EN DIOS- FORMANDO UNA FAMILIA ETERNA

El mayor anhelo de Dios en la eternidad fue gozarse de Su amor. Por eso es Trino. Siendo Uno, concibe la paradoja de ser Tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Siendo Trino, crea seres celestiales que le sirven y adoran: querubines, serafines, tronos, dominios, principados, potestades, virtudes, arcángeles y ángeles. Mas luego crea otro tipo de seres, capaces de reproducirse, a diferencia de los seres angélicos, ser libres para servirle y con una conciencia de bien y mal: los humanos. Siempre ha querido Él tener una familia eterna y por ello creó al ser humano, para tener una familia eterna, que se relaciona con Él en amor.
El propósito de Dios al crear al hombre fue fundar una familia eterna. El propósito que Dios puso en el hombre fue: fructificar, multiplicarse, llenar la Tierra, sojuzgar la Tierra, señorear sobre la Tierra, cultivar y guardar la creación, estudiar y nombrar la creación, ser una sola carne con la mujer, procrear, crecer, temer a Dios y guardar Sus mandamientos. Pero también es formar una Familia eterna. El propósito de Dios al crear al Hombre fue fundar Su familia.

La familia humana. La Humanidad forma una sola familia, constituida por hombres y mujeres pecadores, unos arrepentidos que han creído en Jesucristo, el Hijo de Dios y Salvador del mundo; otros no arrepentidos y que han rechazado o desconocen el mensaje del Evangelio de Jesucristo. Ambos mundos o reinos forman la “familia humana”. Lamentablemente ambos no son la Familia eterna de Dios. Sólo los que han creído en Jesucristo podrán vivir eternamente con Dios Padre y formar la Familia eterna. Los demás irán a perdición eterna en el Infierno.

La familia eterna de Dios. Ya está claro que para pertenecer a la Familia eterna de Dios existen las siguientes condiciones: a) ser humano; b) ser nacido del agua y del Espíritu Santo; c) obedecer a Dios escuchando y haciendo Su Palabra. La familia de Dios no es pasajera, no se pertenece a Su Familia por un tiempo sino para siempre. Alguien que hoy es de la Familia, mañana no puede dejar de serlo; usted no elimina de su familia a un miembro, aunque sea “la oveja negra”. Tampoco usted puede decidir dejar de ser de la familia porque no le gustó algo de ella. Quizás se aparte o reniegue de su sangre, pero jamás dejará de ser su familia. Así es la Iglesia y su pertenencia a ella. Si usted es salvo ya pertenece a la Familia de Dios; si usted escucha la Palabra de Dios pero no la hace, quizás no vaya a disfrutar de los galardones del Señor en Su Reino, pero Él no le echará de Su Familia eterna. Lo más propio de alguien es que aprecie a su familia y respete sus valores; lo normal en un hijo de Dios es amar y respetar a Dios y Su Palabra.

El padre de la Familia eterna. La familia eterna de Dios ha sido pensada, sentida y creada por Dios. Él es su Padre. Dios es y será siempre la máxima autoridad en Su Familia, Él dice la primera y última palabra en la Iglesia. La Familia de Dios tiene un Padre, pero este Padre no es como los padres humanos. El padre humano no puede decidir como será su hijo, cuanto tiempo vivirá y cómo será su carácter; tampoco conoce cuál será su destino, aunque conozca muy bien a su hijo, ni puede decidir el día que dejará esta vida. Si el padre es cristiano, tampoco puede traspasar su fe al hijo, aunque utilice todo el esfuerzo y capacidad para hacerlo, porque sólo Dios y Su Espíritu Santo pueden tocar el corazón humano íntimamente. Por lo tanto es muy distinto ser papá en esta Tierra a ser el Padre de la Familia eterna. El Padre Dios es Creador, Omnipotente, Omnisciente, Absoluto, Santo, Perfecto. Para una Familia eterna se necesita de un Padre Eterno.

¿Tiene esta familia una madre? Si estuviéramos hablando en términos humanos podríamos razonar erróneamente así: “Ya que la Iglesia es la Familia de Dios, y Éste es el Padre de esa Familia, entonces, al igual que la familia humana, la Familia eterna de Dios debe tener una madre; es más, necesita una madre, una Madre divina” Así argumentan algunos, basados en la comparación de la familia humana con la familia celestial, y llegan a una conclusión falsa. De este modo surgen las herejías. Una herejía es un error en materia de fe, sostenido con pertinacia; una sentencia errónea contra los principios ciertos de una ciencia o arte. También puede llamarse así a un disparate o acción desacertada. Tampoco debemos pensar que Dios sea masculino o femenino, puesto que éstas son distinciones de género; Dios es neutro. Él no es hombre ni mujer. Por eso no podemos hablar de una Diosa ni de un Dios masculino. Jesucristo ascendido a los cielos es Dios y Hombre, pero hombre no en el sentido sexual sino de su calidad de Hijo del Hombre. En definitiva, Dios no necesita de una Diosa ni de una madre celestial. Dios Padre requirió de una mujer para hacer nacer a Su Hijo Jesucristo como humano en la Tierra, ya que el Hijo es eterno y ya existía en la eternidad como Verbo de Dios, Unigénito del Padre. Para ese efecto, para hacerlo nacer como humano, escogió una mujer virgen y envió a uno de sus mensajeros angélicos a anunciárselo: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.” (San Lucas 1:31) María se preocupó de saber cómo sería madre: “Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. / Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” (San Lucas 1:34,35) Esta madre concebiría en su útero un hijo, sin intervención humana sino del Espíritu Santo. Llamar a la virgen María “Madre de Dios” mueve a error, ya que se puede concluir equivocadamente que Dios tiene madre, siendo un Ser increado. El hecho de que el Padre utilizara a María como receptáculo de Su Hijo nacido en carne, no convierte a María en un ser divino, como no nos convierte en divinos a quienes llevamos el Espíritu Santo en nuestros corazones.

¿Por qué la familia eterna no tiene madre? La Familia eterna de Dios es creada en Jesucristo. “Grande es este misterio” (Efesios 5:32) dice el Apóstol “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,” (Efesios 5:29) queriendo decir que la Iglesia es de la misma carne o naturaleza que Jesucristo, así como marido y mujer son “una sola carne”, una unidad de pensamiento, sentimiento y acción. Luego agrega: “porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.” (Efesios 5:30) y así queda confirmado que la Familia de Dios es una extensión de los huesos y la carne del Salvador. ¿Qué será primero: el matrimonio humano o el matrimonio celestial entre Cristo y Su Iglesia? Al parecer, para Dios está primero el segundo; para Él tiene mayor importancia esta relación Cristo-Su Iglesia que la relación hombre-mujer, siendo esta última sólo un reflejo de la relación de Jesucristo con Su Cuerpo Místico. Entonces así se explica lo siguiente: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.” (Efesios 5:31) Si quisiéramos encontrar una “madre” a la Familia de Dios, tendríamos que remitirnos necesariamente a Cristo, el Verbo creador de Dios, ya que de Él proviene la Iglesia. Ésta ha sido sacada de sus huesos y ha nacido del agua y de la sangre que manaron de su costado. Como dice el Espíritu Santo: “Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. / Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. / Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.” (1 Juan 5:6-8)

¿Qué es ser padre y qué es ser madre? Ser padre es ser progenitor como lo es también ser madre. El padre o papá es el que deposita el espermatozoide que fecundará el óvulo de la madre o mamá. Ambos son partes de un mecanismo que hacen una totalidad, el ser humano. A esta unidad la Biblia llama “una sola carne”. La madre por sí sola no puede tener un hijo, como tampoco puede el padre por sí sólo. Ambos se necesitan. Este es el procedimiento creado por Dios para dar vida al ser humano. Sin embargo no utilizó tal procedimiento para crear a Adán, el cual fue hecho con el polvo de la tierra: “Entonces Yhwh Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” (Génesis 2:7) El primer hombre nació inmediatamente adulto y de una manera diferente a la nuestra, que nacemos por cría viva, luego de una gestación en el vientre materno. En cambio Adán fue “gestado” sólo en el pensamiento de Dios: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). Eva fue “clonada” a partir de un hueso de la costilla de Adán. La palabra “clon” utilizada hoy por la ciencia viene del vocablo griego utilizado para “retoño”, y se refiere a un “conjunto de células u organismos genéticamente idénticos, originado por reproducción asexual a partir de una única célula u organismo o por división artificial de estados embrionarios iniciales.” Cuando Moisés escribió el Génesis, nadie sabía que un procedimiento así fuese posible, como hoy sí lo pueden hacer los científicos en laboratorio y reproducir un animal idéntico a otro, sólo tomando una de sus células. Vemos, entonces, que ya tenemos tres maneras de nacer: a) del polvo con espíritu de vida; b) clonado a partir de una célula de otro; c) por gestación y cría viva. Los dos primeros nacen ya adultos y el último, que es el modo en que nosotros nacimos, comenzamos como bebés. Otro modo de nacer es d) del Espíritu Santo por medio de mujer, la modalidad que utilizó el Señor para hacerse hombre. Sólo en el modo en que nosotros nacemos hay intervención de varón. En todos los casos restantes interviene sólo Dios, y en el caso de Jesús, se utiliza una mujer por receptora. Pregunto: ¿toda concepción de vida tiene un padre y una madre? No necesariamente, pero siempre mediará la intervención de Dios.

La madre tiene en el vientre a sus hijos. Podríamos definir una madre como aquella que tiene en el vientre a sus hijos. Desde este punto de vista, ni Adán ni Eva tuvieron madre. No estaba en el pensamiento de Dios tener una Familia eterna con una “madre”. De haber sido así, habría puesto una madre para Adán. A Eva se le presenta como “la madre de los vivientes” que es el significado de su nombre. No hay un vientre que tuviera a Adán, no hay un útero que cobijara al primer hombre, por lo tanto una Teología que intente dar una madre a Adán es insostenible. Que Jesucristo, siglos después, estuviese en el vientre de la virgen María no significa que ella fuera Dios, Diosa o Madre de Dios.

Una mujer bienaventurada. La elección de María es como la elección que Dios hizo de los antiguos patriarcas. Dios llamó a Abraham por su fe e inocencia, a Noé porque fue humilde y obediente, a Moisés porque era sincero y dispuesto a seguir Su Palabra. Así también llamó a los profetas. Pero, sobre todo, llamó a todos porque así Él lo quiso; “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (Efesios 1:5) Los humanos pecadores siempre tendemos a justificar en nuestras capacidades las elecciones del Señor. Jesucristo escogió a los Doce siguiendo Sus consejos Divinos; no pretendamos conocer ni verificar las razones de sus juicios. ¿Sería Pedro el más adecuado varón para apacentar Su Iglesia? Si Él le puso por sobrenombre “Petros” ¿es que sería sólo una piedra encontrada en su camino? ¿Acaso Él nos escogió por nuestras bondades, buenas acciones, cualidades… y nos sacó de las tinieblas por algo bueno que teníamos? El mismo razonamiento apliquémoslo a los hombres y mujeres de la Antigüedad. Abraham, David, Isaías, Daniel, Pablo, Juan, Priscila y Aquila, no eran tan especiales o buenos como para ser elegidos. Fueron sencillamente “bienaventurados” con la gracia de Dios. La “gracia” es el favor inmerecido. María es una mujer bienaventurada porque fue escogida por Dios para ser la madre de Jesús. Dios necesitaba una mujer hebrea, de la tribu de Judá, dedicada al Señor, conocedora de las Escrituras y dispuesta a obedecer con fe. Del relato de los Evangelios podemos inferir que ella es tan humana como cualquier madre, pero no es Dios sino la bienaventurada madre de Jesús. Los siglos la han llamado “bienaventurada” y muchos han exagerado dándole un papel que ella misma rechazó. “Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. 2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. 3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. 4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. 5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.” (San Juan 2:1-5)

No podemos creer en la deidad de María. Los cristianos creemos en Un solo Dios, Trino, Padre-Hijo-Espíritu Santo. No podemos creer en la deidad de María, aunque respetamos su persona como mujer escogida y bienaventurada por Dios para ser la madre de Jesús. Tampoco podemos llamarla “Madre de Dios” pues Dios no puede tener una progenitora. Tal vez alguien quiera decir que ella puede constituirse en madre de Dios, en el sentido de protectora, que dio a luz a Jesús, que lo tuvo en su vientre, en fin mil razones humanas, pero ella no es Dios, ni parte de la Trinidad, ni un dios menor, es simplemente una mujer santa. De lo contrario estaríamos haciendo de nuestra fe una religión politeísta, con varios dioses, cosa que es una ofensa al Señor. Creer que María es Dios, es parte de Dios o una Persona de la Trinidad, es una herejía. Estamos seguros que ningún cristiano que entienda bien la Teología Cristiana puede afirmar algo así.

Dios es Padre pero no a la manera humana. Ciertamente Dios es Padre, pero no a la manera humana. La Paternidad Divina tiene las siguientes características: a) Dios Padre es Creador; b) Dios Padre ama a Sus hijos en su totalidad; c) Dios Padre conoce la condición espiritual de Sus hijos; d) Dios Padre ha salvado a Sus hijos por medio del sacrificio redentor de Jesucristo; e) Dios Padre no abandonará jamás a Sus hijos y les habilitará con el Espíritu Santo para que puedan hacer Su voluntad.

Diferencias entre el Padre Dios y el padre humano. Si comparamos a Dios Padre con el papá humano, nos encontraremos con muchas diferencias. Veámoslo en el siguiente esquema:

Dios Padre:                                                                              Papá humano:
· Es Creador.                                                                        · Es progenitor.
· Ama a Sus hijos completamente.                                           · No siempre ama a sus hijos.
· Ama con amor divino.                                                          · Ama con amor humano.
· Conoce la condición espiritual de Sus hijos.                           · No logra conocer en profundidad el                                                                                                espíritu que gobierna a sus hijos.
· Ha salvado a Sus hijos por medio                                         . No puede dar la salvación a sus hijos
 del sacrificio redentor de Jesucristo.
· No abandonará jamás a Sus hijos.                                         · Puede abandonar a sus hijos.
· Dará a Sus hijos el Espíritu Santo                                   · No puede dar el Espíritu Santo por sí        para que puedan hacer Su voluntad.                                    mismo.                                                                          
· Es Dios.                                                                           · Es hombre.
· Es Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente.                  . No tiene todo poder, sólo está en un                                                                                                 lugar a la vez y no lo sabe todo.


Diferencias entre el padre humano y la madre. También podemos comparar las capacidades y funciones del papá humano y la mamá. Ambos juegan un rol fundamental en la vida del ser humano, ambos son necesarios.

papá humano:                                                                                mamá:
· Es progenitor, fecunda el óvulo.                                         · Se embaraza, cobija al feto y da a luz.
· No pare al hijo.                                                                 · Pare al hijo con dolor.
· No alimenta al hijo de su propio cuerpo.                            · Alimenta al hijo de su seno con leche                                                                                              materna.
· Está cerca del hijo y le expresa amor.                                . Está muy cerca del hijo y le expresa                                                                                                   amor.
· Trabaja para sustentar el hogar, la alimentación,               · Cuida a los hijos, prepara sus alimentos
   vestido y vivienda de la familia                                        vestuario, se preocupa de la casa                                                                (en la mayoría de los casos)     
· Pasa los fines de semana con sus hijos y familia.               .  Pasa mucho tiempo con los hijos.
· Es modelo masculino para sus hijos.                                  · Es modelo femenino para sus hijos.
. Da seguridad.                                                                    · Da ternura, cobijo.
· Entrega valores.                                                                 · Entrega valores.

Diferencias entre el Padre Dios y la mamá. Si tomamos las anteriores características de la mamá y hacemos una comparación con las características del Padre Dios, obtendremos el siguiente cuadro:

Padre Dios:
. Es Creador del ser humano y permite la procreación hombre-mujer.
· Permite el parto.
· Posibilita la alimentación física y espiritual de la persona (alimentos y Palabra de Dios)
· Está más cerca de Sus hijos, que el papá y la mamá.
· Se ocupa integralmente de Sus hijos, atendiendo a todas sus necesidades: corporales, mentales y espirituales.
· Está siempre con Sus hijos, vive en ellos en la Persona del Espíritu Santo.
· Es modelo a Sus hijos, en la Persona de Jesucristo.
· Da seguridad y amor, da la salvación, la renovación, la transformación y la sanación.
· Escribe Sus mandamientos en el corazón de Sus hijos.
Mamá:
· Se embaraza, cobija al feto y da a luz.
· Pare al hijo con dolor.
· Alimenta al hijo de su seno con leche materna.
· Está muy cerca del hijo y le expresa amor.
· Cuida a los hijos, prepara sus alimentos y vestuario, se preocupa de la casa (en la mayoría de los casos)
. Pasa mucho tiempo con los hijos.
· Es modelo femenino para sus hijos.
· Da ternura, cobijo.
· Entrega valores.

De este esquema entendemos que Dios Padre es más importante aún que la madre, porque sacia todas las necesidades del ser humano; que tanto la mamá como el papá son un medio o instrumento utilizado por Dios para nuestra formación, crecimiento y felicidad eterna. Además se puede concluir que ante un Dios Padre tan completo y satisfactorio para el Hombre, no es necesaria la existencia o presencia de una “madre divina”. Pensar en una Diosa significaría menoscabar el rol del Dios Todopoderoso.

Fuimos adoptados hijos Suyos. Ya que tenemos un Padre, que es Dios, pertenecemos a Su Familia; ahora somos Sus hijos. Él nos adoptó porque quiso y para un propósito: “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, / para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:5,6)
Ser hijos de Dios. Antes de conocer a Jesucristo seguíamos una fuerza espiritual que nos arrastraba al pecado y la desobediencia al Padre Eterno. Esta fuerza de oscuridad es Satanás, el gobernante espiritual del mundo. Lamentablemente hay personas que, aún sabiendo de esta realidad espiritual del reino de tinieblas, persiste en no seguir a Jesucristo. Son los llamados “hijos de desobediencia” Esas personas religiosas pero desobedientes al Espíritu Santo, son muy dañinas y peligrosas para la fe, debiendo nosotros evitarlas. En cierto modo todo ser humano es un hijo del Creador, porque fue creado por Dios, pero si no se vuelve a Él y cambia su manera de actuar, sólo causa la ira del Padre y es un “hijo de ira” No es el deseo de Dios que seamos hijos de ira ni hijos de desobediencia, sino hijos de Dios, auténticos seguidores y discípulos del Señor Jesucristo y del Padre Celestial.

“en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, / entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” (Efesios 2:2,3)


martes, 29 de marzo de 2016

LLAMADO PROFÉTICO A DESPERTAR - DENNY CLINE

El tema de la reforma de la Iglesia es algo grande. En consecuencia, es demasiado pretencioso incluir demasiados aspectos en un pequeño artículo. No me considero un experto en este tema. Sin embargo, es bueno accionar el botón de pausa en lo que siempre hicimos y preguntar por qué hacemos lo que hacemos como Iglesia. Esto es especialmente cierto si nuestros previos “por qué” no están dando los frutos que esperamos.
Diría que este artículo es más como un “despertador profético” para la Iglesia de USA y en Occidente. Léalo teniendo esto en mente, estoy seguro que varios asuntos que quedaron a un lado vendrán a su mente. Eso es bueno, porque necesitamos estar pensando sobre posicionarnos para ser parte del mayor mover de Dios en la historia.
Primera pregunta: ¿Qué es la reforma de la Iglesia?

En mi estudio limitado, comparado con otros importantes en la historia de la Iglesia, diría esto: Creo que se trata de reformar para volver al diseño original de Dios para la Iglesia. Esto incluye dejar a un lado cosas que nos debilitan y nos distraen, y derribar los muros que nos dividen, mientras los reemplazamos con puentes que nos mantienen unidos.
Creo que también incluye, pero no de manera exclusiva, nuevos modelos, formas de comunicar el Evangelio y alcanzar a los perdidos. Pero esto no debe ser con un Evangelio diferente (las buenas nuevas del Reino), o un Jesús diferente al de la Biblia. La Persona, la obra y el mensaje de Jesús es eterno, sin importar los cambios culturales.
Es importante mantenerse en el fundamento por el cual Jesús, los apóstoles y los profetas, entregaron sus vidas para dar a luz a la Iglesia. La Iglesia temprana estaba más enfocada hacia fuera que hacia dentro. Cuando leemos el Libro de Hechos, vemos una Iglesia que se mueve llena de pasión, propósito y poder.
Dos necesidades clave en la reforma actual de la Iglesia

La denuncia de Martín Lutero estaba garantizada debido a la herejía y la corrupción en la jerarquía del liderazgo de la Iglesia de su tiempo. Esa reforma abrió el camino para los miles de nuevos movimientos y denominaciones que contamos hoy. Incluso impulsó el surgimiento de nuevos misioneros que fueron enviados por todo el mundo. Sin embargo, luego de siglos, en la Iglesia actual de Occidente estamos más enfocados en la doctrina correcta y en algunas prácticas, pero no demasiado en “ir”. Sin embargo, esto está cambiando.
En la mayor parte de la Iglesia, el enfoque es más la idea de aprender sobre “qué significa ser un cristiano”, en lugar de“ser un discípulo de Jesús”. Tenían una mentalidad de Reino y estaban enfocados en la sociedad para hacer las obras que hizo Jesús. Es como si la Iglesia de Occidente viviera en una burbuja, sin ver a las otras naciones del mundo y lo que está ocurriendo allí. Así es como lo veo, hay dos necesidades clave en la reforma de la Iglesia de hoy:
1. Volver al Evangelio simple del Reino, enfocado en ser como Cristo mientras hacemos las obras que Él hizo. Predicar las Buenas Nuevas, hacer discípulos de Jesús, sanar a los enfermos, echar fuera demonios, sanar a los quebrantados de corazón, ayudar a los pobres e incluso resucitar a los muertos. Y hacerlo con el mismo corazón compasivo y amoroso de Jesús.
2. Restaurar a las familias. La clave para el avivamiento y la reforma es la restauración de las familias. Creo que esto es cierto debido al ataque masivo contra las familias por todo el mundo y la destrucción de esta estructura. Esto es verdadero en los niveles más profundos de entendimiento para ser funcional, amando a las familias de cada manera posible. La familia es como la raíz de un árbol cuyas ramas alcanzan cada nivel de la sociedad.
¿Cómo implementamos la reforma?

¿Cómo ocurre esto? Bien, primero debemos hacer una revisión del corazón y volver a la razón por la cual murió Jesús. Sí, Él murió para perdonar nuestros pecados individualmente, pero finalmente Dios está apasionado por tener una familia como su único Hijo, Jesucristo. Entonces, necesitamos despertarnos y caminar la manera como vemos a la familia, más allá de la Iglesia. El Evangelio simple es para todos los que no nacieron de nuevo. Jesús hizo discípulos antes que nacieran de nuevo. ¡Selah!
Vivir para Jesús y alcanzar a aquellos necesitan relacionarse con Él, debe ser una prioridad en nuestra mente y en nuestro corazón. Sentarse en la Iglesia, aprender semana tras semana y no hacer nada, va en contra de todos aquellos que están en la Iglesia y los que deben encontrar a Cristo. Nadie necesita permiso para que al salir de un servicio congregacional, haga con amor las obras de Jesús.
Amar es un verbo. Sabemos cuán importante es el amor y que necesitamos experimentar el amor de Dios como hijos e hijas, pero si solo es un mensaje y no algo que nos mueve a la acción, es egoísta y no tiene que ver con el amor. Si somos abrumados por el amor de Dios, en algún punto somos movidos a amar como Jesús. El amor de Cristo está lleno de pasión, propósito y poder para cambiar al mundo.
Ese amor está impactando al mundo a escala masiva con decenas de miles viniendo a Cristo todos los días en muchas naciones. Parece que la Iglesia en Occidente se está despertando, aun cuando tuvimos tiempos de renovación, avivamiento y mucho equipamiento. Todo eso está bien. Solo necesitamos ver desde la perspectiva del Cielo y no desde la perspectiva del cristianismo Occidental, para que todo esto adquiera híper-velocidad. Todos debemos anhelar otro derramar del Espíritu Santo como en el Libro de los Hechos.
La evidencia es una Iglesia llena de osadía, poder y actividades que transforman al mundo. Hoy deberíamos estar viendo por lo menos este nivel de influencia. Si los primeros discípulos esperaron y se prepararon para el primer Pentecostés, haríamos bien en reformarnos y prepararnos para ser parte del mayor derramar del Espíritu en la historia.
Los medios de comunicación en USA no reportan mucho más en estos días que los temas malos, las últimas noticias políticas y el entretenimiento. Es una vergüenza que los medios de comunicación no reporten los cientos de miles de musulmanes que vienen a los pies de Jesús en Pakistán. Tampoco sobre los Hindúes en India, los Budistas y los comunistas en China que se entregan a Cristo.
Sin mencionar que existen miles cada día que se entregan a Cristo en África. También puedo mencionar muchas otras ciudades de Sudamérica y un crecimiento vertiginoso en Rusia. En este momento nos encontramos ante el mayor movimiento de Dios en la historia del mundo. Sin embargo, la Iglesia en Occidente sabe muy poco acerca de esto.
Encontramos dos ejemplos en videos recientes que estuve observando. En el primero, cerca de 500000 personas asistieron a una cruzada en Pakistán durante una semana, celebrada por un ministerio que conozco muy bien. Cerca de la mitad se entregó a Cristo con sanidades masivas, milagros e incluso tres resucitados en el escenario. Otra ocurrió hace poco este año cuando en Pakistán un millón de personas, la mayoría musulmanes, oyeron el Evangelio y se reportó cerca del 80% de personas nacidas de nuevo en una sola reunión. Las fotos de la multitud y la gente respondiendo al Evangelio son asombrosas.
No necesitamos ser evangelistas apostólicos para extender el Reino de Dios

Oro en la intimidad: “Padre, abre nuestros ojos y nuestros corazones para darnos cuenta que el mundo no termina en los EEUU o en la Iglesia de Occidente. Padre, derrama tu Espíritu sobre los EEUU y la Iglesia de Occidente para que experimentemos otro gran despertar”.
Amo a este país. La única esperanza para nuestra nación es otro gran despertar. La lámpara de los EEUU debe ser una luz para las demás naciones del mundo. Entonces, es importante no perderla. Eso significa que las prioridades de la Iglesia en los EEUU deben cambiar para ser más como la Iglesia que Jesús equipó y por la cual entregó su vida.
Cuando Él derramó su Espíritu luego de la resurrección, la Iglesia nació en poder. Extendieron el Reino como su prioridad. Eso no es un reproche sino un llamado a nuestra grandeza. Tenemos lo mismo que cualquier otro creyente en el mundo. No debemos desperdiciarlo o utilizarlo solo para nosotros mismos. Dios ve a todos como su familia, aun cuando no lo saben.Algunos rechazarán a Cristo, pero necesitan oír el Evangelio. Este es nuestro trabajo de amor.
Como Iglesia, necesitamos ir hacia aquellos que aún no conocen a Dios o no oyeron las Buenas Nuevas. Hay muchas maneras para hacer esto. Podemos hacer esto con acciones de amor, compasión, sanidad, entrega sacrificial y cada don del Espíritu en el fruto del Espíritu, como portadores de su presencia.
No necesitamos ser evangelistas apostólicos para extender el Reino de Dios. Cada parte del Cuerpo puede hacer aquello para lo cual fue diseñada, como hijos e hijas de Dios, para extender su Reino. Un mover de Dios por medio de todos los santos producirá una auténtica unidad en amor en la Iglesia. Podemos hacer esto en los EEUU.
Reformemos. Comencemos un gran despertar. Hagamos famosos a Jesús.

Denny Cline

MI IDENTIDAD EN DIOS - MISIÓN ( Parte III)

EL HOMBRE Y LA MUJER, SER UNA SOLA CARNE.
Dice la Biblia: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:24)
Ser una sola carne va más allá de unirse sexualmente con una persona del otro sexto. Ser una sola carne es ser un solo proyecto. Hay matrimonios en que el hombre y la mujer tienen distintas formas de entender la vida, diferentes valores, distintos principios; educa cada uno a sus hijos de un modo diferente al otro y los hijos no encuentran unidad de pensamiento ni de sentimientos en sus padres. La voluntad del Creador fue que Adán y Eva formaran un solo ser, con iguales sentimientos, pensamientos, ideales, valores, con un mismo proyecto.
El hombre y la mujer dejan a sus padres para emprender un camino nuevo, una nueva aventura, la de vivir un proyecto distinto al de sus progenitores. Así tiene que ser para que se renueve la vida. Si Dios no lo hubiese planeado de ese modo, seguiríamos repitiendo el mismo esquema siempre, bajo el mando de nuestros abuelos. Pero Él no lo quiso así, sino que el hombre dejara el hombre a su padre y a su madre para formar un hogar joven, nuevo, con renovadas esperanzas, que corrigiese cualquier error pasado y tomara nuevas soluciones. Es bueno que así sea, Dios lo ha querido así.
El hombre se une a su mujer, ambos se gustan y se aman, y juntos construyen un matrimonio y una familia. Ambos hacen un hogar con sus hijos. La casa es el edificio que alberga a la familia, pero el espíritu que une a los esposos y cuida el desarrollo y felicidad de sus hijos, eso se llama hogar. Formar un hogar es más importante que construir una casa; así como edificar una comunidad cristiana o iglesia es mejor y más importante que construir un templo.
PROCREAR
“Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella.” (Génesis 9:7)

La Palabra de Dios utiliza aquí tres términos que nos pueden parecer sinónimos: “fructificad y multiplicaos; procread”
a) Fructificar es “dar fruto”. Ya hemos visto que nuestro Creador desea que demos frutos en todo aspecto: en obras, en virtudes, en nuevas vidas.
b) Multiplicar se refiere a “aumentar el número o la cantidad de cosas de la misma especie” sobretodo hablando de lo que se multiplica por generación. Si fructificar es producir un fruto, un resultado, multiplicar es ampliar numéricamente ese resultado. Dios desea que los seres humanos nos multipliquemos en hijos biológicos y en hijos espirituales. En todos los campos de la actividad humana –las artes, la ciencia, el deporte, la religión, etc.- se plantea este desafío a todo hombre.
c) Por último, “procrear” es “engendrar, multiplicar una especie” Si fructificar es producir un resultado y multiplicar es ampliar numéricamente ese resultado, procrear es el modo o la operación misma de cómo se logra el resultado. La procreación es posible sólo con la intervención de tres: el hombre, la mujer y Dios. Procreamos otras vidas humanas, es el deseo del Señor. También procreamos otras vidas espirituales; para ello intervienen Jesucristo y Su obra redentora (ya realizada en la cruz, la sangre), la Palabra de Dios (anunciada por nuestros labios, el agua) y el Espíritu Santo. “Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.” (1 Juan 5:8)
CRECER.
Crecer es una palabra de moda. Todo el mundo habla de crecer: crecer como persona, crecer espiritualmente, crecer en fe, en amor, etc. los organismos vivientes crecen de dos maneras: en estatura (un árbol se hace más alto) y en cantidad de células, se ensanchan, se engrosan (una mascota engorda). Los seres humanos agregamos otra forma de crecer: interiormente en nuestra filosofía de vida o modo de enfrentar las dificultades. Así, una persona crece cuando cumple años, pero también cuando desarrolla ciertas cualidades. Un grupo humano igualmente puede crecer en cantidad y en calidad. No siempre se dan ambos crecimientos simultáneamente.
El crecimiento, es clave para enfrentar al enemigo. El enemigo puede ser un defecto, un vicio, un contrincante, una entidad espiritual, etc. Sólo podemos presentarle frente “creciendo” en cantidad de virtudes como la fe, la fortaleza, la templanza, el amor. Multiplicarnos en número nos ayudará para la oración comunitaria y colectiva, para solidarizar con los hermanos y el prójimo y para ejercitar el amor. El Señor nos sugiere un principio y una misión: crecer para que el enemigo tiemble y sea derrotado.
 TEMER A DIOS Y GUARDAR SUS MANDAMIENTOS.
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. / Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.” (Eclesiastés 12:13,14)

Al término del libro del Eclesiastés, que muchos piensan fue escrito por el sabio Salomón, éste expresa el propósito de su discurso. Bien puede ampliarse este concepto a toda la Biblia. El objetivo del Libro Sagrado es que temamos a Dios y obedezcamos Sus mandamientos. Claramente en este texto el Espíritu Santo nos indica otro aspecto de la misión del hombre: temer a Dios y guardar Sus mandamientos.
El temor de Dios es uno de los siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, poder, conocimiento, temor de Yhwh y justicia (Isaías 11:1-5). Dice acerca del Mesías: “Y reposará sobre él el Espíritu de Yhwh; espíritu de… temor de Jehová.” (v.2) Consiste en la disposición que el Espíritu pone en el alma para que se porte con respeto delante de la majestad de Dios y para que, sometiéndose a Su voluntad, se aleje de todo lo que pueda desagradarle. El primer paso en el crecimiento cristiano es la huida del mal. Esto es lo que consigue el don o espíritu de temor. Por ello se dice que es la base de todos los demás. Se empieza a gustar de Dios cuando se le empieza a temer, y el don de sabiduría perfecciona recíprocamente este temor. Los efectos del temor de Dios son: continua moderación, santo temor, profundo anonadamiento delante de Él; gran horror de todo lo que pueda ofenderlo y una firme resolución de evitarlo; vergüenza cuando se cae en falta y vigilancia sobre las inclinaciones desordenadas. El pecado opuesto al temor de Dios es el espíritu de orgullo, de independencia y de libertinaje: sigue sólo las propias inclinaciones, sin soportar ninguna sujeción. El fruto del Espíritu Santo que corresponde a este don es la templanza. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, / mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22,23) Quien teme a Dios, dice Eclesiastés, guardará Sus mandamientos.
Los mandatos de Dios son muchos en toda la Biblia. En el Antiguo Testamento se resumieron en 10, el Decálogo entregado por Yhwh a Moisés. Jesucristo, en el Nuevo Testamento, nos entregó un nuevo mandamiento “que os améis unos a otros como yo os he amado” e hizo un resumen de la Ley en la fórmula amor a Dios + amor al prójimo + amor a sí mismo. Los mandamientos de Dios son las órdenes de Él para que el ser humano viva feliz. Todo lo que es bueno y hace bien a todos y no ofende al Señor, eso es un mandato de Él.
Guardar los mandamientos es cumplirlos. Podemos conocer todos los mandamientos de Jesucristo, más de 90 según un estudioso, memorizarlos, enseñarlos… pero otra cosa es cumplirlos. Necesitamos esforzarnos en poner por obra los mandamientos de Dios. El apóstol Santiago enseña: “22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.” (Santiago 1:22-25)
El todo del hombre se refiere a lo más importante, aquello que llena todas sus expectativas, sus sueños, sus anhelos, el sentido de la vida. El todo del hombre, asegura el Eclesiastés, es Temer a Dios, y guardar sus mandamientos.
Las obras del hombre es todo lo que hace: lo que habla, lo que toca, lo que construye con sus manos, lo que deja de hacer, lo que provoca. Todo ello es producto de las motivaciones de su corazón, de sus sentimientos, de sus ideas e imaginación, de sus deseos y frustraciones. Se puede conocer el corazón de un hombre por sus acciones y obras, como dijo Jesús: “Por sus frutos los conoceréis” (San Mateo 7:16). Tanto las obras buenas como las obras malas nacen de lo más profundo del ser: “18 Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. 20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.” (San Mateo 15:18-20)

El juicio de Dios para los incrédulos y para los creyentes es distinto. A los incrédulos los juzgará conforme a su comportamiento un día en el Juicio Final: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. / Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.” (Apocalipsis 20:11,12) Todos ellos serán juzgados según sus obras y como ningún humano es perfecto por ser pecador, ninguno será hallado inocente. Además se examinará si es salvo, es decir si creyó en Jesucristo, lo cual deberá constar en el “libro de la vida”: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:15)
Los creyentes ya fueron juzgados en Cristo. Jesucristo tomó sobre Sí nuestro pecado, Él pagó el precio de nuestras culpas, así es que los cristianos no serán juzgados para condenación. Sólo comparecerán ante el Tribunal de Cristo para ser recompensado o avergonzado. En ese tribunal se recibirá o dejará de recibir el galardón, el cual es la visa para participar en el Reino milenial (2 Corintios 5:10)

Hay muchos pensamientos, hechos, deseos y sentimientos nuestros que permanecen encubiertos. Son aquellas cosas que nos avergüenzan, lo que no nos atrevemos a reconocer en público, actos y deseos pecaminosos que sólo son conocidos por Dios. Es necesario que presentemos al Señor todo aquello en confesión para que sea lavado con la sangre de Jesucristo o, de lo contrario, un día seremos avergonzados delante de Él. “6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 San Juan 1:6-9)

Se nos aconseja guardar sagrado temor de Dios y cumplir Sus mandatos. Esa es la mayor, principal y única obra humana, someterse a Dios. Un día Él nos juzgará, sea en el Tribunal de Cristo o en el Juicio Final. Ese día quedará al descubierto todo cuanto hemos hecho en esta vida: lo bueno y lo malo. Por tanto todo ser humano debe cuidarse de cumplir exactamente la voluntad de Dios en su vida.
 FORMAR UNA FAMILIA.
Una familia natural y una familia espiritual Los seres humanos fuimos llamados por Dios a formar una familia natural. Este es un llamado muy serio que Dios hace a cada ser humano. Por eso puso en cada hombre y mujer el natural deseo de unirse en matrimonio y así tener hijos, educarlos, criarlos y proyectarlos en la sociedad humana. Pero, más allá de formar esa familia natural, al llamarle a la conversión lo inserta en una familia espiritual, que es la Iglesia o Reino de Dios. Los cristianos ahora tenemos dos familias: la familia sanguínea y la familia de la fe.

“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19)

¿Cuál familia es más importante? Cabe aquí la pregunta ¿y qué familia es más importante, la natural o la espiritual? En verdad no podemos despreciar ninguna de las dos ni poner en lugar de relevancia a una sobre la otra. Ambas son nuestra responsabilidad, ambas son muy importantes. Nuestro deber con la familia natural es conducirla a Jesucristo, educarla cristianamente, darle los valores y principios del Reino de Dios, testificarle y evangelizarla. No es, como piensan algunos cristianos, introducirla por obligación en mi Iglesia y haciendo uso de algún sacramento, la fe no se impone, sino que conduciéndola a Cristo. Es un trabajo que exige dedicación, seriedad, amor y mucha oración. Y en cuanto a la familia espiritual tampoco podemos considerarla poca cosa, en ella están nuestros hijos, padres y hermanos espirituales, con quienes hacemos la obra del Señor. Es preciso apreciar esa relación y no reducirla a una cosa protocolar superficial.
¿Son iguales ambas familias? ¿Son la misma familia? La familia natural y la familia espiritual no son la misma, pero bien podría mi familia natural pasar a ser parte de mi familia espiritual. Algunos también encontrarán en la familia espiritual Iglesia a su esposo o esposa y así a su familia natural. Queda claro que ambas no son la misma familia.
Dios ha permitido ambas familias. Si esto es así, si existe una familia natural y otra espiritual, es porque Dios lo ha permitido. La familia natural es por causa de Dios Creador; Él creó a la mujer, constituyó el matrimonio y creó la familia, estas que nombramos antes como “creaciones femeninas de Dios”. Pero, si Dios Creador inventó la familia natural con toda su genealogía, Dios Salvador creó la familia espiritual. Esta última no existiría sin Jesucristo y su obra redentora. Soy hijo de Dios nacido de nuevo y miembro de la Familia de Dios, sólo porque hay un Dios Salvador.
Dios quiso tener una familia. ¿Sería la voluntad de Dios tener una o dos familias? Indudablemente que un Dios Único y de Unidad siempre ha deseado tener una sola familia. Su plan inicial fue constituir una sola familia con la Humanidad. Dios siempre quiso tener una familia. ¿Será que Dios se sintió solo? No, puesto que Dios es Autosuficiente, se basta a Sí mismo, no necesita de nada ni de nadie, Él lo es Todo. Pero Dios es Amor y el amor es generosidad. Dios quiere compartir su amor con muchos seres y por ello creó al ser humano hombre-mujer, para compartir Su felicidad, Su amor, Su alegría, Su vida con la familia humana, en que Él es el Padre Eterno.


lunes, 28 de marzo de 2016

MI IDENTIDAD EN DIOS -MISIÓN (Parte II)

CULTIVAR Y GUARDAR LA CREACIÓN.
De acuerdo al Génesis, el Hombre fue puesto sobre la tierra con una misión: labrarla y guardarla. ¿Cómo debemos entender esto? La tierra involucra toda la creación de Dios, tanto en el plano material como intelectual. Labrarla es cultivarla, desarrollarla, fructificarla. Es lo que los hombres hemos hechos: ha desarrollado la agricultura, la ganadería, la minería, las artes, las ciencias y la tecnología. Todo eso es “cultivar la tierra”, todo ello es cultura. El hombre es un ser que crea y construye cultura, así como las abejas, las hormigas y otros insectos hacen panales, nidos, etc. estos las hacen siempre igual durante todos los tiempos, sin embargo el ser humano va desarrollando una cultura que interviene y transforma el entorno. La cultura humana ha cambiado el planeta. Si el hombre no hubiese caído en el pecado, esa transformación hubiera sido positiva, exenta de ambición y egoísmo, pero como ha sido lo contrario, entonces ha creado una cultura destructiva. La idea primigenia del Señor fue que el hombre labrara y guardara su mundo: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2:15) Por tanto, el sexto aspecto en la misión del hombre es “cultivar y guardar la creación.”

ESTUDIAR Y NOMBRAR LA CREACIÓN.
19 Yhwh Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. / 20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.” (Génesis 2:19-20)
Dios nos entregó a los humanos una tarea muy especial: nombrar las cosas. ¿Ha pensado usted que importante es esta función? Fíjese que nada hay en la creación que no tenga su nombre. Cuando algún científico descubre un microbio o virus hasta ese momento desconocido, de inmediato procede a ponerle un nombre. El astrónomo que encuentra en el cielo una estrella, planeta o galaxia jamás antes vista, se pone feliz y la nombra muchas veces con su propio nombre o el de su novia. Las estrellas, las plantas, los animales, los accidentes geográficos y todas las cosas tienen nombre. Aún las partes de ellos también llevan un nombre. Tóquese usted cualquier parte de su cuerpo y si consulta en un libro de anatomía, verá que lleva un nombre. El nombre de las cosas también tiene nombre, se llama sustantivo. Lleva ese nombre probablemente porque indica la sustancia o lo que es aquella cosa nombrada. Para el ser humano el universo es un sin fin de sustantivos, nombres, palabras.
La tarea de nombrar está tan ligada al ser humano que cuando Moisés recibió la misión de ir al faraón y solicitarle que dejara salir al pueblo de Israel de Egipto, el patriarca preguntó a Dios Su Nombre, y Dios respondió “Yo Soy El que Soy”. De esas palabras proviene el nombre YHWH, mal traducido Jehová . Relata la Biblia: “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? / Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” (Éxodo 3:13,14) Desde la antigüedad a Dios se le ha nombrado de distintas maneras, de acuerdo a la característica que se quiera destacar de Él. Veamos algunos de esos nombres.
- ELOHIM. Dios Fuerte y Poderoso, el que tiene Plenitud de Poder.(Génesis 1:1; Salmos 19:1)
- ELYON. Dios Altísimo. (Génesis 14:17-20; Isaías 14:13,14)
- ELROÍ. El Dios que ve. (Génesis 16:13)
- ELSHADDAI. Todopoderoso, Omnipotente. Es usado 48 veces en el Antiguo Testamento (Génesis 17:1; Salmos 91:1) Indica que Dios es poseedor de todas las potencias en el cielo y en la tierra.
- ELOLAM. El Dios eterno. (Isaías 40:28)
- ADONAI. Maestro, Señor. Dios es Dueño de Su creación, Regente (Malaquías 1:6)
- YHWH. El nombre más común de todos. Aparece 6.823 veces. Significa “El que siempre vive”, el que tiene vida en sí mismo. Es el Dios del pacto. (Génesis 2:4) Aparecen nueve composiciones de este nombre. Es la revelación de Dios, como el Dios de Santidad. (Éxodo 6:2-3)
- YHWH-SABBAOTH. Yhwh de los Ejércitos. "Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová." (1 Samuel 1:3) El título "Yhwh de los ejércitos" es quizá el más sublime de los títulos divinos. Sugiere un pleno control y señorío sobre el universo entero. Un hermoso ejemplo de esto se halla en Salmos, donde se lee literalmente: "Levantad, puertas, vuestras cabezas; y levantaos, puertas de eternidad, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Yhwh de los ejércitos; él es el Rey de la gloria" (Salmo 24: 9, 10; 2 Samuel 7: 26; Salmos 46: 7; 48: 8; Zacarías 2: 9).
- YHWH-MACCADDESHCEM. Yhwh Santificado. "Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Yhwh que os santifico." (Éxodo 31:13)
- YHWH-JIREH. Yhwh Proveerá. "Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Yhwh será provisto." (Génesis 22:13-14)
- YHWH-RAFAH. Yhwh que te Sana. "y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Yhwh tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Yhwh tu sanador." (Éxodo 15:26)
- YHWH-NISSI. Yhwh es mi Bandera o mi estandarte de victoria. "Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Yhwh-nisi;" (Éxodo 17:15)
- YHWH-SHALOM. Yhwh es Paz. "Pero Yhwh le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás. Y edificó allí Gedeón altar a Yhwh, y lo llamó Yhwh-shalom; el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas." (Jueces 6:23-24)
- YHWH-RA'AH. Yhwh mi Pastor. "Yhwh es mi pastor; nada me faltará." (Salmos 23:1)
- YHWH-TSIDKENU. Yhwh nuestra Justicia. "En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Yhwh, justicia nuestra." (Jeremías 23:6)
- YHWH-SHANMAH, o Yhwh-Sama. Yhwh allí Presente. "En derredor tendrá dieciocho mil cañas. Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Yhwh-sama." (Ezequiel 48:35) Los nombres de Yhwh nos invitan a seguir adelante en la batalla en la cual estamos, cuando sientas que ya no puedes recuerda que Yhwh allí está presente.
Es decir que el ser humano nombra todo lo creado, sea visible o invisible. Y el mismo Dios también es nombrado. Sin embargo para Dios guardará sumo respeto, a tal punto que tratará de no escribir su Nombre por ser Santo. También nombra a los seres espirituales como ángeles, arcángeles, serafines, querubines, etc.
Esta capacidad de nombrar implica que el hombre observa las cosas, halla sus características o adjetivos, reflexiona sobre su utilidad, piensa en un sustantivo, y luego las nombra. Tal capacidad del ser humano es parte de la de Dios, ya que Él es el Logos, la Palabra o Verbo de Dios. Nosotros en gramática llamamos verbo a una acción -como cantar, orar, escribir- pero en Teología se llama Verbo a Cristo. Se dice que Él es el Verbo de Dios, o sea Su Palabra. Dios habla y las cosas son hechas. Así de poderoso es el Verbo de Dios. ¿En qué medida los humanos hemos heredado esta capacidad de nuestro Creador? Esta es una pregunta muy interesante de responder.
Que Dios hubiese encargado a Adán poner nombre a toda bestia es muy significativo. Deducimos de ello que: a) El ser humano tiene la capacidad de pensar y hablar, al igual que su Creador; b) Dios deseaba que el hombre utilizara el poder de la palabra para dominar sobre la creación; c) El hombre puede observar, reflexionar, pensar y sacar conclusiones sobre todas las cosas creadas, es decir hacer “ciencia”; d) A Dios no le desagrada la ciencia ni que el ser humano piense sobre todo lo creado, por el contrario Él desea que observemos, reflexionemos, pensemos y lleguemos a conclusiones sobre todas las cosas creadas, Dios gusta de un ser pensante.

domingo, 27 de marzo de 2016

MI IDENTIDAD EN DIOS - MISIÓN (Parte I)

“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1:28)
Conociendo el origen del Hombre descubrimos el origen de la Familia. Del mismo modo, clarificando cuál es su misión descubriremos la misión de la Familia. De acuerdo a la Biblia podemos preguntarnos sobre la misión del Hombre. Muchas razones podemos dar desde nuestro punto de vista humano, pero lo que más debe interesarnos es conocer el punto de vista de Dios. La mejor forma de saberlo es yendo a aquellos textos fundacionales del ser humano, los cuales encontramos en el libro de Génesis, tanto en el relato de la creación como en el de la nueva tierra, después del diluvio universal. Otro tanto podemos encontrar en el Nuevo Testamento, cuando Dios recrea al Hombre en Jesucristo. La siguiente pregunta es la que procuraremos responder en la presente enseñanza:
¿Cuál es la misión del Hombre?
· Fructificar.
· Multiplicarse.
· Llenar la Tierra.
· Sojuzgar la Tierra.
· Señorear sobre la Tierra.
· Cultivar y guardar la creación.
· Estudiar y nombrar la creación.
· El hombre y la mujer, ser una sola carne.
· Procrear
· Crecer.
· Temer a Dios y guardar Sus mandamientos.
· Formar una familia.

 FRUCTIFICAR.
La primera misión que el Creador encomienda al Hombre es fructificar. La palabra “fructificar”, dicha de una planta significa dar fruto, y dicha de alguna cosa, producir utilidad. ¿Qué utilidad podría producir el ser humano a Dios? La mayor utilidad sería que éste le ayudase a cuidar Su creación, no la deteriorara y le obedeciera en todo. Lo segundo que fructificara en muchos hombres más. ¿Cuándo una persona fructifica? Cuando progresa, cuando es próspero en todas las áreas. No solamente se fructifica al tener éxito profesional, comercial o en la tarea que uno se haya propuesto; sino también cuando se es mejor persona, es decir cuando se desarrollan virtudes. En el caso de Adán, tenía todas las virtudes y solamente debía desarrollarlas al máximo para hacer de la vida en el planeta algo cada día mejor y más productivo. Cuando nos proponemos tener hijos, queremos que ellos sean hombres y mujeres prósperos, que fructifiquen; si creamos una empresa, grande o pequeña, deseamos que ésta traiga mucho fruto, tanto para nosotros como para la sociedad; si iniciamos la obra del Señor, aspiramos a lo mismo; todo lo que hace el ser humano, siempre lleva esa impronta: el crecimiento, el deseo de prosperidad, éxito, que sea muy fructífero. Nadie inicia algo para fracasar o para decrecer. De modo que el primer aspecto en la misión del hombre es “dar fruto”.

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. / Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1:27-28)
Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella.” (Génesis 9:7)
 MULTIPLICARSE.
La segunda parte de la misión encomendada al Hombre es multiplicarse. Por ello una de las características predominantes del ser humano, además de ser una creación de Dios, hecho a Su imagen, es tener sexualidad y capacidad reproductiva. A través de la Biblia, veremos cuan importante es para Dios esto, la multiplicación, principio que Él aplica tanto en el plano natural como en el espiritual. Como el Antiguo Testamento nos habla de la multiplicación literal de la raza humana, el Nuevo Testamento de la multiplicación de los discípulos de Jesucristo. La acción de multiplicarse estará presente en toda la Biblia y es un principio fundamental del Evangelio. Multiplicarse es que cada hombre se duplique en otro y así el número de humanos crezca sobre la tierra. Así, el segundo aspecto en la misión del hombre es “multiplicarse”.

“Todos los animales que están contigo de toda carne, de aves y de bestias y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, sacarás contigo; y vayan por la tierra, y fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra.” (Génesis 8:17)
12 Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. ” (Éxodo 1:12)
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; / enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” ( Mateo 28:19-20)
“15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” ( Marcos 16:15-18)

LLENAR LA TIERRA.
El deseo del Creador es que los seres humanos den mucho fruto, o sea produzcan con su mente, con su espíritu y con su cuerpo. Él quiere que fructifiquemos, pero también que nos multipliquemos ¿en qué medida? Hasta llenar la Tierra. No está preocupado de la sobrepoblación ni de controlar la natalidad; al menos no que lo hagamos nosotros. Él sólo espera y nos bendice así: “llenad la tierra”. Como humanos naturales tenemos que llenar la tierra de hijos, como cristianos es nuestro deber llenar la tierra del Evangelio y de hijos de Dios; como discípulos de Jesucristo estamos llamados a llenar la ciudad, el país y el mundo entero de discípulos. Entonces, el tercer aspecto en la misión del hombre es “llenar la tierra”.
SOJUZGAR LA TIERRA.
El diccionario define la palabra “sojuzgar” como: sujetar, dominar, mandar con violencia. De esto se desprende que el rol del Hombre en la tierra, es decir todo el planeta con sus especies animales y vegetales, como el aspecto mineral y físico, es gobernarlo, administrarlo. Todas las cosas de esta tierra fueron puestas bajo la autoridad del ser humano. Somos administradores de la Tierra y por tanto debemos amarla y cuidarla como una creación Divina. Todas las cosas se nos sujetarán (riquezas minerales, clima, animales, plantas, etc.) si sabemos administrarlas con inteligencia y sabiduría. El hombre no debe abusar de esta capacidad de “sojuzgar” sino que valorarla como una delicada misión. El incrédulo desconoce esta misión y extrae indiscriminadamente y para su propio beneficio egoísta cuanto ha sido puesto bajo su dominio.
En el plano espiritual, también ha sido dado a los cristianos la autoridad para sujetar bajo sí a la creación de Dios. Se nos sujetan hermanos, enfermedades, animales feroces y venenosos, espíritus inmundos, todas las cosas. Administrar esta autoridad es algo delicado que requiere humildad, santidad, limpia conciencia, sabiduría. De lo contrario esas fuerzas se volverán contra nosotros. El término “sojuzgar la tierra” es amplio, abarca tanto el plano natural como sobrenatural. Concluimos que el cuarto aspecto en la misión del hombre es “sojuzgar la tierra”.
“Someteos unos a otros en el temor de Dios.” (Efesios 5:21)
Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. / Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;” (1ª Pedro 5:5-6)
SEÑOREAR SOBRE LA TIERRA.
Tiene varias acepciones la palabra “señorear”, entre ellas: Dominar o mandar en algo como dueño de ello. Esto significaría en nuestro texto, que el hombre fue puesto para dominar sobre la Tierra y su contenido, como si fuera el dueño de todo. Otro significado de la palabra es: Dicho de una persona; apoderarse de algo, sujetarlo a su dominio y mando. El Hombre tiene dominio y mando sobre animales, vegetales y minerales. El significado de “señorear” se distingue de “sojuzgar” en que este último es sujetar, dominar y mandar, y “señorear” es actuar como el Dueño y Señor. Ambos se complementan.
El ser humano posee un señorío dado por Dios, sobre todo lo creado. Esto se deja ver claramente en el progreso de la ciencia y la tecnología. En el plano intelectual el Hombre ha creado una cultura rica y vasta. Cuando entramos en el campo espiritual, y nos ubicamos bajo el Señorío del Hombre Perfecto, Jesucristo, Él nos delega autoridad en la Iglesia y la familia, como sobre el mundo espiritual, señorío que debemos aprender a utilizar, conforme a los dictámenes de la Sagrada Escritura. Digamos que el quinto aspecto en la misión del hombre es “señorear sobre la tierra”.
“22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” (Efesios 5:22-27)
“9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:9-11)

sábado, 26 de marzo de 2016

MI IDENTIDAD EN DIOS - LA HUMANIDAD

Luego de crear el universo con sus astros y el planeta Tierra, el Señor creó los animales y las plantas, y finalmente al ser humano, al que dio hermosas características: es un ser creado, tiene la imagen de Dios y una sexualidad. Además lleva unos rasgos fundamentales: es un ser social, creador de cultura y con pensamiento y lenguaje. Mas ahora, aparece el lado femenino de Dios, Su voluntad reproductiva y amorosa. Ello se demuestra en tres nuevas creaciones:
 a) la creación de la mujer;
 b) la creación del matrimonio;
c) la creación de la familia.
Decimos que son creaciones en femenino porque se trata de “la” mujer, “la” primera pareja humana y “la” familia, las cuales dan nacimiento a “la” Humanidad.
Dios creó la mujer.
Dios, al no haber en toda la creación un ser adecuado para compañía de Adán, decide crear otro de la misma naturaleza. Experto Cirujano le hace caer en un sueño profundo y toma una de sus costillas para hacer una mujer con aquel material; luego cierra la herida. “Entonces Yhwh Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. / Y de la costilla que Yhwh  Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.” (Génesis 2:21-22). Esto tiene varios significados:
- Que el hombre está en “sueño profundo” y desconoce la procedencia de su mujer.
- La mujer procede del hombre implica que ella es de su misma naturaleza y esencia.
-Al ser así debe respetarla, amarla y cuidarla como a sí mismo, porque es una prolongación de él.
- Elohim Dios no tomó un hueso del cráneo ni tampoco del calcañar (2), sino que un hueso del centro del esqueleto vertical, de modo que Eva queda a la misma altura del hombre. Por el hecho de ser creada después de Adán no es inferior sino igual a él en derechos y obligaciones.
- Hay otras implicancias espirituales de esta cirugía: la operación que Dios hizo en el hombre Jesucristo, extrayendo de Sus propios huesos el material para crear a Su esposa, la Iglesia. “Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio” (Efesios 5:30-32)
Dios creó la unidad hombre-mujer.
Eva fue extraída de Adán. Ambos son de la misma naturaleza y esencia. Esa operación en el Paraíso da inicio al sexo femenino y al matrimonio, bella obra de Dios. La palabra matrimonio no aparece en estos primeros capítulos de la Biblia. Matrimonio viene del latín matrimonĭum, y es “la unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales”. Tampoco aparece la palabra “pareja”, definida como un “conjunto de dos personas, animales o cosas que tienen entre sí alguna correlación o semejanza, y especialmente el formado por hombre y mujer.”

La Biblia sólo dice que “varón y hembra los creó” (Génesis 1:27) y que hombre y mujer “serán una sola carne” (Génesis 2:24); aspectos que Jesucristo ratifica en el Evangelio (San Mateo 19:4; San Marcos 10:6).
Para que el matrimonio se conserve firme y unido deberá guardar los siguientes principios:

1. Permanencia. Jesucristo recuerda a los fariseos “… ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, / y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? / Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” (San Mateo 19:4-6)

2. Exclusividad. El amor del matrimonio no debe, bajo una ética cristiana, ser compartido con una tercera persona: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” (Hebreos 13:4)
Dios creó la familia.
Hay un paralelo entre la familia humana y la familia de Dios, que es la Iglesia. Ambas nacieron de un varón. La familia humana nació de Adán y la familia de Dios nació de Jesucristo. Pero en realidad ambas nacieron en la eternidad, en el pensamiento de Dios. “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. / Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:23)

Matrimonio y familia se interrelacionan. La familia está formada por la pareja hombre y mujer, más los hijos. Comúnmente se llama familia a todo el conjunto de parientes. Un matrimonio sin hijos también es considerado familia. En la Biblia se llama familia a toda la parentela, vivan o no en un mismo lugar. La familia se sustenta sobre el matrimonio y éste sobre el Amor.
Es muy importante la proyección que da Eva a Adán, es algo más que una ayuda idónea; el hombre solo no se proyecta en el tiempo. Puede desarrollar sus capacidades pero, sin mujer y familia, carecerá de esa dimensión  que le proyecte más allá de si mismo y en el tiempo.
Además es un ser con sexualidad o capacidad reproductiva. Dios no tiene género, mas el ser humano es hombre y mujer, “varón y hembra”. Nuestros rasgos fundamentales se pueden expresar así: el ser humano es un ser social; debe cultivar y cultivarse; y desarrolla pensamiento y lenguaje. Comprendida la creación del varón, Dios procedió a realizar tres creaciones más que revisten gran importancia para nuestro tema, las creaciones femeninas de Dios: la mujer, la pareja o matrimonio y la familia. La vida del hombre no habría tenido la proyección que alcanzó con la creación de la mujer, el matrimonio y la familia. Queda claro, entonces, que la familia se origina en la necesidad de proyectar al hombre más allá de la individualidad, el hombre es un ser social que se multiplica y proyecta en el tiempo y el espacio.

viernes, 25 de marzo de 2016

CONTEMPLEN LA CENTRALIDAD DE CRISTO - BOBBY CONNER

En una experiencia profética electrizante, pude ver que surgía una nube de gloria que cubría todo el Cuerpo de Cristo. En la medida que surgía esta nube, pude ver las manos del Maestro con un martillo y un cincel en la mano que forjaba esta sentencia en la nube de gloria:“¡La centralidad de Cristo!”. Cuando terminó de escribir estas palabras cinceladas en la nube, mientras las huestes celestiales se unían para gritar esa declaración, todo el Cielo y la tierra se sacudieron con esta proclamación: “¡No se trata de qué, sino de Quién!”.
¡Contemplando al Cordero en su gloria!

Estos son días de destino, llenos de asombro y excitación. La conciencia de Dios está volviendo a su pueblo, llenando el corazón de sus hijos con una gran expectativa. Algo nuevo y revolucionario está a las puertas, pero la pregunta no es “qué” está a la puerta, sino “Quién”. El clamor por la presencia manifiesta de Dios está a punto de recibir una respuesta (ver Isaías 64:1). Todo ojo contemplará el brillo y la magnificencia de su gloria (ver Isaías 40:3-5) y todo velo será removido para contemplar al Cordero en su gloria (ver 2 Corintios 3:18).
Aún más, se descubrirán muchas más cosas en estos días de revelación sobre la gloria de Dios y el Dios de la gloria. Este es el tiempo para que cada hijo de Dios contemple al Señor Jesús en su gloria revelada (ver Juan 1:14). La Palabra de Dios declara abiertamente que toda la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios.
Habacuc 2:14 dice: “Porque así como las aguas cubren los mares, así también se llenará la tierra del conocimiento de la gloria del Señor”.
Mientras preparamos el camino del Señor, toda la tierra contemplará su grandeza. Los planes de Dios para los días del tiempo final resultarán en el mundo entero descubriendo que Jesucristo es el Rey de reyes y el Señor de señores (ver 1 Timoteo 6:15).
Estos días son algunos de los más excitantes en la historia de la humanidad. ¡Prepárese para el amanecer de un nuevo día!
¡Contemple las advertencias de Dios!

Sí, estamos viviendo tiempos sin precedentes. Estamos observando el desarrollo de los acontecimientos del fin de los tiempos ante nuestros ojos. Se está edificando una expectativa intensa dentro de los santos de Dios. Sin embargo, también estamos contemplando con claridad el cumplimiento de la profecía bíblica sobre la condición y la conducta de la humanidad hacia el fin de los tiempos (ver 2 Timoteo 3:1-5).
En muchos lugares y entre muchas personas, existe la costumbre de burlarse de Cristo y minimizar su nombre. Sin embargo, las burlas y las blasfemias están por dar un gran salto repentino. Haríamos bien en tomarnos el tiempo para leer las “atracciones que vienen” en Apocalipsis 19:11-16:
“Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero. Con justicia dicta sentencia y hace la guerra. Sus ojos resplandecen como llamas de fuego, y muchas diademas ciñen su cabeza. Lleva escrito un nombre que nadie conoce sino sólo él. Está vestido de un manto teñido en sangre, y su nombre es ‘el Verbo de Dios’. Lo siguen los ejércitos del cielo, montados en caballos blancos y vestidos de lino fino, blanco y limpio. De su boca sale una espada afilada, con la que herirá a las naciones. ‘Las gobernará con puño de hierro’. Él mismo exprime uvas en el lagar del furor del castigo que viene de Dios Todopoderoso. En su manto y sobre el muslo lleva escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Dejemos que los paganos se levanten: Su mente está llena de vanidad y pensamientos blasfemos. Dios le pondrá un término radical a la burla y al menosprecio (ver Hechos 12:23). Las Escrituras establecen que toda rodilla se doblará y cada lengua confesará que Jesucristo es el Señor:
“Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).
Esta advertencia del Salmo 2:1-12 debe fluir por toda la tierra, comenzando por nuestros propios corazones:
“¿Por qué se sublevan las naciones, y en vano conspiran los pueblos? Los reyes de la tierra se rebelan; los gobernantes se confabulan contra el Señor y contra su ungido. Y dicen: ‘¡Hagamos pedazos sus cadenas! ¡Librémonos de su yugo!’. El rey de los cielos se ríe; el Señor se burla de ellos. En su enojo los reprende, en su furor los intimida y dice:‘He establecido a mi rey sobre Sión, mi santo monte’. Yo proclamaré el decreto del Señor: ‘Tú eres mi hijo’, me ha dicho; ‘hoy mismo te he engendrado. Pídeme, y como herencia te entregaré las naciones; ¡tuyos serán los confines de la tierra! Las gobernarás con puño de hierro; las harás pedazos como a vasijas de barro’. Ustedes, los reyes, sean prudentes; déjense enseñar, gobernantes de la tierra. Sirvan al Señor con temor; con temblor ríndanle alabanza. Bésenle los pies, no sea que se enoje y sean ustedes destruidos en el camino, pues su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en él buscan refugio!”.
¡Contemplen a los cosechadores!
En este tiempo el Espíritu de Dios está cosechando a los cosechadores y segando a los segadores. ¿Por qué? El Cuerpo de Cristo está a la puerta de la mayor cosecha que el mundo haya visto. Será la cosecha del fin de los tiempos, cuando todas las semillas alcancen la madurez y el fruto esté listo, tanto las buenas semillas como las perversas.
Nunca se olvide que el Señor tendrá su cosecha. En medio de la confusión y el caos del mundo, el Reino de Dios está avanzando para transformar a las naciones. El Espíritu de Dios está ungiendo gente ordinaria para hacer cosas extraordinarias para la gloria de su nombre (ver Filipenses 2:13) y multitudes incontables se están volviendo a Cristo. Pronto, más de mil millones de personas entrarán al Reino.
Amado, tenga confianza: Nacimos para este día. No se retrase, avance en victoria, asumiendo su lugar como cosechador y vencedor, abrazando plenamente el destino que Dios planificó para usted (ver Efesios 2:10).
Verdaderamente, como se establece en Ester 4:14, estamos en el Reino para un tiempo como este. Podemos tener la certeza que el Reino está dentro de nosotros para un día como este. Tome su posición como una persona osada y valiente para ser un faro de la luz y el amor de Dios.