PROMESA

PROMESA

viernes, 27 de febrero de 2015

SHABBAT SHALOM


jueves, 26 de febrero de 2015

EL EVANGELIO DEL AGUA Y EL ESPÍRITU - PAUL C. JONG

Nuestro Señor dijo: «Es también semejante el reino de los cielos a una red barrendera, que se echa en el mar y recoge peces de toda suerte». El Reino de Dios es como una red. El Reino de Dios pertenece a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y este Reino de Dios ha echado una red en todo el mundo. En otras palabras, el mundo entero estará cubierto con el Evangelio del agua y el Espíritu. Y el Señor ha permitido que todo el mundo lo conozca. Es imposible que alguien escape esta red, el Evangelio del agua y el Espíritu.
Mucha gente ha escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu, ya se lo hayan contado amigos, padres o hijos, a través de libros o de cualquier otra manera. Y el Señor dijo que vendría y vería los peces atrapados en la red, y poner en una canasta a los buenos y echar a los malos.
Y el Señor dijo: «Saldrán los ángeles y separarán a los malos de los justos, y los arrojarán al horno de fuego; allí habrá llanto y crujir de dientes». El Señor dijo que el Reino de Dios pertenece a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y que estos se convertirán en los discípulos de Jesucristo y predicarán el Evangelio por todo el mundo. Las respuestas de los que escuchan el Evangelio varían: algunos son atrapados, otros escapan y no quieren escuchar.
Pero al final, queda la tarea de separar los que han quedado atrapados en el Evangelio del agua y el Espíritu, cuando el Señor recoge a los buenos y los pone en canastas y tira a los malos. El Señor dijo que separaría a los malos de los justos. En otras palabras, incluso los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, hay justos e impíos.
¿Cómo es que hay justos e impíos entre la gente que ha aceptado el verdadero Evangelio?
 Cuando todos los pecados han sido borrados si la gente cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿cómo puede el Señor decir que entre ellos hay justos e impíos? Debemos prestar atención a esto y encontrar una respuesta.
Todos vamos a la iglesia de la misma manera y vivimos nuestra fe, pero algunos son calificados como impíos a los ojos de Dios. ¿Quiénes son los impíos? ¿Quiénes son los impíos en la Iglesia? Hay gente cuyos corazones son como el tercer campo de la parábola del sembrador. Son los que, a pesar de afirmar que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, son avariciosos y están más interesados en las cosas materiales, sólo se interesan por la riqueza de la carne, y no muestran ningún interés en difundir el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo ni en obedecer la voluntad de Dios. Aunque esta gente haya creído en el Evangelio del agua y el Espíritu, no pueden dar fruto. A los ojos del Señor, son impíos, porque no han unido sus corazones con Sus obras mediante la fe.
Nuestro Señor dijo que no sólo se fija en nuestra apariencia física, sino en nuestros corazones. ¿Creemos en Dios con nuestros corazones, nos unimos a la Iglesia con nuestros corazones, y predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo con nuestros corazones? Esto es lo que busca el Señor. Cuando el Señor dijo que los peces atrapados en la red serían separados en buenos y malos, quiso decir que entre los que forman la Iglesia de Dios que predica el Evangelio del agua y el Espíritu, los justos y los impíos serían separados. Estos son el trigo y las arvejas.
¿Creen en el Evangelio del agua y el Espíritu con el corazón? ¿Admiten que el Señor no se complace con estos tres primeros campos, y que la semilla sembrada en esos campos nunca da fruto?
Los justos no pueden ser como esos campos, aunque sean débiles en la carne. ¿Cuál es el primer campo? ¿No es el borde del camino? Nosotros, los justos, no podemos creer en Jesús de la misma manera que los que tienen fe religiosa. ¿Seguimos el cristianismo como si siguiéramos una de las religiones del mundo como el budismo, el confucionismo, el taoísmo, o el hinduismo? No podemos hacerlo.
Nuestro Señor es el Cristo y el Hijo del Dios vivo. Jesucristo creó el universo, nos hizo a ustedes y a mí, y para librarnos de nuestros pecados, vino a este mundo, fue bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz, y se levantó de entre los muertos. Así, nuestro Señor nos salvó de una vez por todas y se ha convertido en nuestro Salvador eterno.
Por tanto, ir a la Iglesia de Dios no es un asunto de práctica religiosa para nosotros, sino que es vivir nuestra fe. Debemos seguir con nuestra vida de fe. Como Dios es nuestro Salvador y Maestro, debemos reconocerle como nuestro Maestro. Es justo que creamos en Él y le sigamos. El Señor quiere que le sigamos con esta fe.
Cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y seguimos al Señor, a veces nos enfrentamos a problemas o a la persecución por causa de nuestra fe en la Palabra. Está escrito: «Y todos los que aspiran vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecuciones» (2 Timoteo 3, 12). Por tanto, sólo podemos seguir al Señor cuando nos negamos a nosotros mismos. ¿Qué significa negarnos a nosotros mismos? Es negar las pasiones de la carne.
¿Es justo que sólo pensemos en nosotros mismos? No. Puede que no seamos héroes nacionales, pero debemos dedicar nuestras vidas a la obra justa. ¿Por qué recuerda la gente a los héroes nacionales y los respeta incluso después de muertos? Porque se hicieron responsables de sus tareas por el bien de su nación y su pueblo. Hicieron lo que hicieron por su nación y su pueblo, aunque sabían que serían atrapados, torturados y asesinados. Por eso les rendimos tributo como gente valiente que hizo lo correcto.
Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos recibido la remisión de nuestros pecados. Gracias a que el Señor ha borrado todos nuestros pecados a través del poder del Evangelio del agua y el Espíritu, estamos sin pecado por la fe. Como el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados al cargar con todos ellos, ser condenado por ellos, y al levantarse de entre los muertos, si creemos en este Evangelio y venimos a Su Iglesia, servir y seguir la obra justa de Dios es ser los peces buenos. Por supuesto, esto requiere nuestro sacrificio en todas las áreas de nuestra vida privada. Sin embargo, si alguien no une su corazón con los que sirven a Dios y al Evangelio, sino que les da la espalda, será abandonado por Dios, por muy fervientemente que profese creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso es un pez malo, un hombre impío.
El Señor se convirtió en la propiciación para todos nosotros. Al darnos el Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados. Nuestro Señor nos ama, nos ha dado todos Sus buenos dones, todavía nos ama y quiere seguir amándonos, y desea vivir con nosotros felices para siempre. Sólo nos pide: «¿No quieres convertirte en mis manos, mis ojos, y mis pies para difundir este Evangelio a otros mientras estás en la tierra?» ¿Cómo podemos negarnos a unirnos al Señor?
Sin embargo, hay gente que contesta así: «No quiero. ¿Crees que soy tonto? Lo sé todo. De acuerdo, creo en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estoy sin pecado, ¿no? Ya es suficiente; ¿por qué me pides que lo deje todo y viva por el Evangelio? ¿Crees que estoy tonto? ¿Por qué me molestas? Para. Te doy gracias por darme la remisión de los pecados, pero no esperes nada más de mí. ¡Eso es todo!»
Mis queridos hermanos, tener este corazón y hacer estas cosas es tener la fe que va contra Dios. Esta es la fe de los impíos que traicionan a Dios. Si creemos verdaderamente en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón, aunque nos gusten las cosas de la carne, y no queramos que se nos moleste mientras disfrutamos nuestras vidas privadas, nunca podremos hacer todo lo que queramos por culpa de nuestra terquedad. ¿Por qué? Porque el amor que hemos recibido es mucho más grande, y la salvación que nuestro Señor nos ha dado es magnífica y por eso nunca podríamos actuar así. Por muy impíos e inútiles que seamos, una vez conocemos la gracia de Dios, no podemos comportarnos así. Si un hombre no se acuerda de la gracia que se le ha concedido, es correcto decir que es menos que un perro.
Mis queridos hermanos, en el pasaje de las Escrituras de hoy, Jesús nos dice que separará a los impíos de los justos. Este es el aviso que finaliza esta serie de parábolas.
Él dijo que el Reino de los Cielos es como una red que se echa al mar. El Señor está difundiendo el Evangelio del agua y el Espíritu a lo largo de todo el mundo. Estoy seguro de que quien busca la Verdad encontrará el Evangelio del agua y el Espíritu, y muchas almas creerán en él. Pero, entre los que profesan creer en el verdadero Evangelio, muchos serán separados como los impíos y serán echados al fugo por culpa de sus incompletas vidas de fe.
El Señor dijo que recogería a los buenos en canastas. Él llevará a los auténticos creyentes, los que le obedecen y viven sus vidas de fe con acción de gracias, al Reino de los Cielos. El Evangelio del agua y el Espíritu que han escuchado es la Verdad que les permite recibir la remisión de los pecados. Su fe en esta Verdad puede ser débil en este momento, pero si realmente acuden a la Iglesia de Dios fielmente, no se pierden ninguna reunión, y escuchan la Palabra, podrán vivir llenos del Espíritu, creyendo en sus corazones. Si no encuentran la Iglesia de Dios es la vecindad, mantengan su fe alimentándose del alimento espiritual a través de los libros de nuestra página web. Oren a Dios para que les de una iglesia donde puedan compartir el Evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos hermanos, está escrito en la Biblia: «Porque el apetito de la carne es muerte, pero el apetito del espíritu es vida y paz». (Romanos 8, 6). Incluso ahora mismo, muchos de ustedes preferirían quedarse en casa a ir a la iglesia. ¿No disfrutarían más si alquilaran una película mientras comen una pizza y una coca cola? No hay nadie que no conozca este tipo de placeres. En un sentido, la vida de fe que requiere que sacrifiquen estas cosas y se dediquen a los asuntos espirituales puede parecerles una estupidez. Si consideran que se basa en sus pensamientos carnales, puede que lleguen a esa conclusión.
Pero la vida de fe es seguir la Palabra de Dios como Abraham. Es seguir la Palabra escrita en la Biblia sin falta, porque es la verdad. Todo se cumplirá según la Palabra de Dios, no según nuestras expectaciones carnales, y por tanto es una sabia elección seguir la Palabra de Dios con fe. Mediante la fe podemos recibir la remisión de nuestros pecados, seguir al Señor, complacerle, recibir respuestas a nuestras oraciones creyendo en Su Palabra, ser bendecidos, convertirnos en obreros que hacen el trabajo espiritual del Cielo, y recibir las bendiciones de la fertilidad de la tierra.
Jesús dijo que el Reino de los Cielos es como una red que se echa al mar y atrapa peces de toda suerte. Él dijo que cuando esta red estaba llena, volvían a la orilla, se sentaban y recogían a los buenos en canastas y tiraban los malos.
¿Quiénes son los malos? Como he mencionado anteriormente, son los que siguen sólo las propias pasiones de su carne. Los peces malos son los que no creen sinceramente en el Evangelio del agua y el Espíritu con todos sus corazones, sino que creen en él a medias para limpiar sus conciencias, siguen sólo los placeres de la carne y viven para ella.
En todo el mundo, Dios ha echado la red llamada Evangelio del agua y el Espíritu, y está esperando a que los peces se queden atrapados en la red. Dicho de otra manera, quiere que todo el mundo reciba la remisión de los pecados al escuchar y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso Dios está trabajando, y aún así, entre los que profesan creer, hay algunos que no tienen la fe verdadera. Serán juzgados. Incluso los que dicen creer, serán echados al fuego.
Es cierto que somos insuficientes, débiles, carnales y que tendemos a seguir las cosas del mundo. Esto se debe a que todavía estamos en la carne. Aunque esto es verdad, algunos se dedican a la obra justa de Dios. Es cierto que nuestro Dios nos ha dado Su Palabra de Verdad, y es también cierto, que al haber recibido la remisión de los pecados, debemos vivir nuestras vidas de fe confiando en la Palabra de Dios y siguiéndola. Sólo mediante la fe podemos hacer esta obra justa. Debemos vivir nuestras vidas de fe mirando hacia la Palabra escrita, gravándola en nuestro corazón y aferrándonos a ella. «Como has dicho que harías esto, Señor, creo que lo harás sin falta». Tener esta fe, mirar hacia la Palabra de Dios con fe, seguir Su Palabra y obedecerla con fe como Abraham, es la vida de fe. Sólo entonces podemos tener una gran fe tanto en el espíritu como en la mente, y podemos prosperar en la carne con la ayuda de Dios.
Nuestro Señor dice en Mateo 6: «Buscad, pues, primero, el reino y su justicia y todo eso se os dará por añadidura». Son los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu los que pueden hacer la obra justa de la que Dios nos habló. Cuando aceptamos el Evangelio que Dios nos ha confiado con nuestro corazón, crean que es justo que sirvamos a este Evangelio, y lo sirvamos y sigamos aún cuando seamos insuficientes, entonces el Señor añadirá más bendiciones a nuestros cuerpos y espíritus durante el resto de nuestras vidas. Cuando vivimos con fe, experimentaremos estas cosas.
Pero si intentamos vivir nuestras vidas carnales, todas las bendiciones en este mundo también se acabarán. Todo lo que esto conlleva es nuestros propios esfuerzos, sin la ayuda de Dios, ya sea directa o indirectamente. Sin embargo, si Dios se complace en nuestra fe, y así nos ayuda directa e indirectamente, todo lo que hagamos irá bien.
«Buscad, pues, primero, el reino y su justicia y todo eso se os dará por añadidura». El Señor dice: «Si realmente crees en el Evangelio del agua y el Espíritu con todo tu corazón, piensa primero en la expansión del Reino de Dios por todo el mundo, reza por él, únete a él y sírvelo. Entonces te ayudaré en cada paso que des el resto de tu vida. Si me sirves, te bendeciré».
Jesús dijo: «Lo que quieras que otros te hagan, házselo también a ellos, porque esta es la Ley y los Profetas». Si quieren ser amados y bendecidos por Dios, todo lo que tienen que hacer es creer en él y seguirle de todo corazón. Si hacen lo que complace al Señor con sus corazones, Él se ocupará de todo lo demás. Esta es la promesa de Dios. Por eso los métodos y los medios de la humanidad son innecesarios para Dios. Qué estúpido es exprimirnos el cerebro cuando nuestro coeficiente intelectual no tiene ni cuatro cifras.
Ante Dios, los trucos de la humanidad no son nada. En vez de intentar hacerlo todo según nuestras propias ideas, deberíamos creer en la Palabra de Dios y seguirla con fe. Si los siervos de Dios predican Su Palabra tal y como es, debemos seguirles con fe. Dios obra en nuestras vidas cuando creemos y seguimos Su Palabra. No debemos pensar que podemos servir a Dios con la justicia de la humanidad.
Ustedes y yo necesitamos fe en toda la Palabra de Dios y también las bendiciones abundantes de Dios todos los días de nuestra vida. Para satisfacer estas necesidades, debemos creer primero en la Palabra de Dios y vivir por el Evangelio. Ser bendecidos sin hacer esto no es posible. Si alguien dice que ha sido bendecido sin creer en el Señor, ni servirle, ni seguirle, esto quiere decir que Dios no se ha preocupado por él. Si alguien dentro de la Iglesia de Dios tiene una mente malvada y no ha servido a la Verdad del Evangelio, pronto dejará la Iglesia y morirá al final. Ser bendecido sin vivir con fe es una maldición.
Dios quiere que tengamos una relación con la gente de fe que cree en Su Palabra. Esto es la hermandad espiritual. Dios lo sabe todo. Por tanto, debemos creer con nuestro corazón el la Palabra de Dios y en las palabras que dicen Sus siervos, y en la medida de lo posible, nuestros corazones deben participar en Su obra justa y unirse por el bien del Evangelio. Estos corazones pueden tener oídos para entender la Palabra de Dios inmediatamente. Sus ojos espirituales están abiertos y su fe crece. La Biblia dice: «Luego la fe viene por la audición, y la audición, por la palabra de Cristo» (Romanos 10, 17). Cuando los siervos de Dios predican Su Palabra, sólo los que tienen los ojos espirituales abiertos aprenden de estos siervos. Y cuando esta gente tiene una relación de hermandad los unos con los otros, pueden aprender mucho de la fe de los otros. Ellos pueden presenciar cómo crece su fe a pasos agigantados. Esto es así.
Mientras sigo con mi vida de fe y camino con el Señor hasta este día, estoy agradecida por las veces en que he sentido la presencia del Señor y he tenido una relación de hermandad con Él. Para hablar de todo ello haría falta algo más que este libro. De hecho, hubieran hecho falta volúmenes y volúmenes. Así que les estoy contando lo que la Biblia dice de manera resumida. Ahora, quiero terminar este sermón concluyendo cómo deberíamos vivir nuestras vidas de fe, de lo que nos está avisando esta Palabra y lo que nos dice que creamos.
El Reino de los Cielos es el Reino de Dios. La red es el Evangelio del agua y el Espíritu que está siendo difundido por la Iglesia de Dios. Los peces son humanos. Los que creen en el verdadero Evangelio con sus corazones son los peces buenos, es decir, los justos. Pero los que no creen con sus corazones sino que sólo creen temporalmente, abandonan la Palabra de Dios y siguen sus deseos y pensamientos carnales, son los peces malos. Los primeros serán aceptados y entrarán en el Reino de los Cielos, pero estos serán tirados.
Jesús dice que esto es lo que pasará al final de los tiempos. Esto ocurrirá sin falta. Cuando lleguemos al final de nuestras vidas, pasaremos por este juicio. Todo el que vive en esta tierra se postrará ante el trono del juicio de Dios por lo menos una vez. Dios dijo que destruiría este mundo y construiría uno nuevo. Hace mucho tiempo, los dinosaurios vivían en la tierra, pero un día desaparecieron de repente, y un nuevo mundo empezó. Así, el Señor abrirá un nuevo mundo en el futuro. A través de Su Palabra escrita, nuestro Señor habla del Reino Milenario y del Reino de Dios que vendrá.
Mis queridos hermanos, la Biblia no sólo habla del Evangelio del agua y el Espíritu. Hay otros temas de los que habla la Biblia. Pero como la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la llave que abre la puerta del Reino de Dios, los predicadores deben predicar sin cesar esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Hay tantos asuntos en la Palabra de Dios de los que podría hablarles, pero si se los digo todos de una sola vez, ¿brotaría y crecería su fe? Es necesario que predique una cantidad adecuada para que puedan entenderla bien.
Ustedes, los santos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, serán perseguidos, burlados, y despreciados por la gente por causa de su fe. Pero si realmente creen, deberían dejar de lado estas burlas y persecuciones como el ladrido de un perro, y entonces los problemas a los que se enfrenten por causa de la Justicia de Dios se convertirán en su gozo. Si no lo creen así, no están aferrándose a la Palabra de Dios. Si alguien no se dedica a la obra de la justicia, si no se presenta ante la obra de Dios, y si se preocupa de lo que la gente del mundo piense de él, entonces no cree en la Palabra de Dios. Más bien, cree en las llamadas organizaciones «cristianas».
Está claro que esta gente pertenece a los peces malos que Dios tira. Si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón y lo seguimos con nuestro corazón, y si primero buscamos el Reino de Dios y Su justicia a pesar de nuestras insuficiencias, no nos convertiremos en los peces malos. Sin embargo, si no creemos ni seguimos el verdadero Evangelio con nuestros corazones, y pensamos que la vida de fe en Su Iglesia es sólo algo que vivir con nuestras vidas carnales, cuando los últimos días vengan, Dios nos tratará como los peces malos.
Me preocupa que acaben como esta gente. En otras palabras, quiero que tengan fe y vivan por el Evangelio de Dios. Sólo la verdadera fe es aprobada por Dios. Si creemos fielmente con nuestros corazones, tarde o temprano nos convertiremos en cristianos fieles.
Aunque su carne sea demasiado insuficiente, les pido que nazcan de nuevo mediante el Evangelio del agua y el Espíritu en el centro de sus corazones, que sigan a Dios y sean guiados por el Pastor y le sigan en sus vidas. Cuando lo hagan, la Palabra de Dios llenará sus corazones y les permitirá crecer sin que se den cuenta, y descubrirán que se han convertido en gente de fe como Abraham.

Espero y rezo para que todos los siervos de Dios, santos y obreros se conviertan en el campo bueno entre los campos del corazón. Deseo que creen y sigan la Palabra de Dios con sus corazones. Y anhelo que Dios bendiga a los que quieran vivir esta vida espiritual y añada más fe a su fe.

EL REINO DE LOS CIELOS ES SEMEJANTE A UNA RED - PAUL C. JONG

«Es también semejante el reino de los cielos a una red barrendera, que se echa en el mar y recoge peces de toda suerte, y llena, la sacan sobre la playa, y sentándose, recogen los peces buenos en canastos, y los malos los tiran. Así será a la consumación del mundo; saldrán los ángeles y separarán a los malos de los justos, y los arrojarán al horno de fuego; allí habrá llanto y crujir de dientes. ¿Habéis entendido todo esto? Respondiéronle: Sí. Y les dijo: Así, todo escriba instruido en la doctrina del reino de los cielos es como el amo de la casa, que de su tesoro saca lo nuevo y lo añejo».< Mateo 13, 47-52 >

En el pasaje de las Escrituras de hoy, nuestro Señor siguió hablando del Reino de los Cielos. El Señor dijo: «Es también semejante el reino de los cielos a una red barrendera, que se echa en el mar y recoge peces de toda suerte» (Mateo 13, 47). Nuestro Señor dijo que el Reino de los Cielos es como una red. La red se refiere a la Iglesia de Dios.
¿Por qué dijo Dios que Su Iglesia es como una red que se echa al mar? Lo dijo porque a través de la Iglesia de Dios se cultiva el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo y las almas se salvan de sus pecados. Dios ha plantado la semilla del Evangelio del agua y el Espíritu en este mundo a través de Su Iglesia, para que toda la humanidad entre en Su Reino. Por eso habló del Cielo haciendo una analogía con echar una red al mar.
Nuestro Señor dijo que es la Iglesia de Dios la que separa a lo peces que se han atrapado con la red del Evangelio del agua y el Espíritu, juntando los buenos en canastas y tirando los malos. También dijo que enviaría a Sus ángeles al final del mundo ara separar a los malos de los justo y juzgarlos. Por eso dijo que los peces malos serían desechados. Las almas abandonadas por Dios llorarán y harán crujir sus dientes en el infierno.
El Reino de Dios se construye mediante el Evangelio del agua y el Espíritu que está siendo proclamado alrededor de todo el mundo. Nuestro Señor ha echado la red, por el bien de la salvación de las almas, por todo el mundo mediante el Evangelio del agua y el Espíritu, y está esperando; los que atrape con esta red se salvarán. Las almas pueden salvarse de sus pecados al escuchar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu a través de la Iglesia de Dios. Nuestro Señor también nos dice que separará el trigo de las arvejas de entre los que están dentro de la Iglesia, y enviará a los buenos al Reino de Dios y al infierno a los malos.
El Evangelio del agua y el Espíritu sembrado en los cuatro campos del corazón del hombre

La lectura de las Escrituras de hoy viene de las parábolas de Mateo 13. Nuestro Señor termina una serie de parábolas con este pasaje. Como todas las parábolas de Mateo 13 están relacionadas entre sí, me gustaría revisar la parábola del sembrador.
Nuestro Señor dijo en Mateo 13, 18-23: 
«Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador. A quien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y le arrebata lo que había sembrado en su corazón: esto es lo sembrado junto al camino. Lo sembrado en terreno pedregoso es el que oye la palabra y desde luego la recibe con alegría; pero no tiene raíces en sí mismo, sino que es voluble, y en cuanto se levanta una tormenta o persecución a causa de la palabra, al instante se escandaliza. Lo sembrado entre espinas es el que oye la palabra; pero los cuidados del siglo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y queda sin dar fruto. Lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, uno ciento, otro sesenta, otro treinta».
Nuestro Señor nos habló de cuatro campos: el primer campo es el borde del camino, el segundo campo es el camino pedregoso, el tercer campo es el camino espinoso, y el cuarto es el campo bueno.
El primero, el borde del camino, se refiere a los que sólo viven vidas religiosas. Para aquellos que creen en cualquier religión, o los que creen en el cristianismo como cualquier otra religión del mundo, aunque la semilla del Evangelio del agua y el Espíritu, que les permite entrar en el Reino de los Cielos, sea sembrada, no la entienden y Satanás viene y se lleva la semilla.
El segundo campo es el pedregoso, y Jesús dice que el que escucha la Palabra y la recibe con alegría, pero como no tiene raíz en sí mismo, sólo resiste un momento; cuando la tribulación o la persecución surgen por causa de la Palabra, tropieza inmediatamente. Tropieza porque no hay tierra donde pueda echar raíces. Ante Dios, quien escuche Su Palabra del poder del Evangelio del agua y el Espíritu debe darse cuenta de que esta Palabra es la Verdad esencial de la remisión de los pecados, y debe aceptarla en su corazón. Sin embargo, si uno acepta el Evangelio verdadero, es posible que no eche raíces y muera al final. Esto significa que su corazón no estaba totalmente de acuerdo con la Palabra de Dios.
¿Qué es la raíz? Es la Palabra de Dios. Para hablarnos del Evangelio del agua y el Espíritu, Dios tiene que hablarnos primero de nuestros pecados. Y también nos habló de la condena del pecado. Aunque algunos no creyeron en toda Su Palabra, cuando tenían que creer en ella con todo su corazón.
Debemos darnos cuenta de que toda la Palabra de Dios se nos dio a nosotros, y que cuando escuchamos lo que nos quiere decir; debemos aferrarnos a ella con fe y creer. Sólo entonces podremos recibir la remisión de los pecados en nuestros corazones. Incluso después de recibir la remisión de los pecados, nuestras insuficiencias siguen latentes, y en estos momentos debemos darnos cuenta de que: «Aunque soy insuficiente, el Señor me ha salvado de mis debilidades y mis pecados», y debemos tener fe en la Palabra de Dios—sólo así nuestra fe no perecerá.
El segundo campo mencionado en el pasaje se refiere a los que se enfrentan a Dios, y en los que la Palabra de Dios no puede entrar como consecuencia. Sólo escucharon la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y no aceptaron las lecciones de la Palabra de Dios. En otras palabras, creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu sólo religiosamente. Por tanto, se negaron a creer en la Palabra de Dios y como no creyeron plenamente en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, murieron en espíritu. Como la tierra no era profunda, no pudieron echar raíces, así que tuvieron que enfrentarse a las consecuencias del pecado. Al final, cuando conocieron el Evangelio del agua y el Espíritu, perecieron de todas formas, porque no admitieron tener corazones malos.
Por tanto es crucias que reconozcamos la Palabra de Dios después de haber conocido el Evangelio del agua y el Espíritu. La Palabra de Dios es como la raíz de una planta y sólo cuando nos aferramos a la Palabra de Dios y ponemos nuestra fe en ella podemos vivir y no morir. Este tipo de fe nos permite alcanzar la vida.
A no ser que tengamos fe en la Palabra de Dios en nuestros corazones, viviríamos nuestras vidas de fe sólo a medias, y al final, nos convertiríamos en meros practicantes de la religión y pereceríamos. Esta gente sin fe cree en Jesús sólo como un tipo de doctrina cristiana, y van a la iglesia sólo como una formalidad, sin fe genuina en Dios. El resultado, por tanto, es que van a la iglesia con su propia justicia, sólo para alardear de su rectitud y afirmar: «Soy así de maravilloso e inteligente».
No podemos escuchar este Evangelio del agua y el Espíritu de ningún sitio sino es de la Iglesia de Dios. Pero, debemos recordar que si no tenemos fe real cuando vamos a la iglesia que predica el Evangelio del agua y el Espíritu, al final moriremos. Así, debemos pensar y creer en la Palabra que escuchamos de la Iglesia de Dios.
La Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu es completamente diferente de las doctrinas inaprensibles del cristianismo de hoy en día.
Los que van a las iglesias mundanas, gritan el nombre del Señor en alto, hablando en lengua, y sólo piden bendiciones cuando rezan a Dios. Ellos también creen que si ayunan y son fieles a Dios, serán bendecidos, pero esto es una verdad esquiva. Se convierten en mayores y en diáconos sin el Evangelio del agua y el Espíritu. Su fe es exactamente contraria a la fe de los que creen en el Evangelio.
Sin embargo, nuestro Señor quiere dar la salvación a esta gente. El Señor quiso borrar nuestros pecados de parte de Dios y cumplió esta misión a través del Evangelio del agua y el Espíritu, nos trajo con alegría la salvación de Dios y el don de la fe, y nos ha dado toda Su misericordia, Sus bendiciones, Su amor y Su gracia. Al creer en Dios, no debemos ir a la iglesia sólo como una práctica religiosa, sino que debemos conocer la Verdad a través de nuestra fe en la Palabra de Dios.
Si vamos a la Iglesia de Dios, ¿qué pasaría si alardeásemos de nuestra propia rectitud, y no nos aferrásemos a la Palabra de Dios con nuestros corazones, y sucumbiéramos a la pereza en nuestras vidas de fe? Incluso si los justos no continúan aferrándose al Evangelio del agua y el Espíritu, sus corazones se quedarán vacíos. Por lo tanto, debemos venerar la Palabra de Dios, guardarla en nuestros corazones y aferrarnos a ella con nuestra fe, meditar sobre ella y creer en ella. Debemos correr hacia Dios con todo nuestro corazón mientras seguimos Su justicia y vivimos por Su Evangelio.
Si alguno de nosotros no se une con los siervos de Dios y Su Iglesia de todo corazón, su fe perecerá. Este mundo está dirigido por Satanás. Por tanto, por mucho que sepamos y creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu, si la Palabra de Dios no echa raíces en nuestros corazones, nuestras mentes se morirán de hambre, estarán sujetas al pecado y serán capturadas por falsas doctrinas hasta morir.
Nuestra fe no debe convertirse como el primer campo del borde del camino, ni como el segundo camino pedregoso, ni tampoco como el tercer camino de espinas. El tercero es el campo espinoso: «Lo sembrado entre espinas es el que oye la palabra; pero los cuidados del siglo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y queda sin dar fruto». Si alguien escucha la Palabra de Dios, pero es engañado por los problemas del mundo y las riquezas, es demasiado obvio que no dará ningún fruto. Si ponemos nuestro corazón en las cosas de este mundo, como bienes materiales, fama, el sexo opuesto, o el poder, estamos destinados a convertirnos en arveja. Recibir la remisión de los pecados creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, y así tener la fe que nos permite entrar en el Reino de Dios, no es nada trivial que se pueda dejar a la merced de la tentación. De los cuatro campos de la parábola del sembrador, estos tres campos no pueden dar fruto.
Por tanto, debemos pensar en la gracia de salvación que Dios nos ha concedido y darle gracias; y es justo que sirvamos al Señor por esta razón y nos unamos a Él. Pero si, por el contrario, sólo nos importan las cosas materiales, sólo nos preocupamos de cómo podemos vivir bien en este mundo y cómo podemos divertirnos, al final nuestra fe morirá, aunque hayamos creído temporalmente en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu.
Nosotros también nos preocupamos por el mundo y las cosas materiales, aunque creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero esto no lo es todo para nosotros. Aunque sea verdad que no estamos libres de todo interés en los placeres del mundo, y que pertenecemos a este mundo, en nuestros corazones Dios es mucho más importante que todo esto. Él es nuestro Señor que nos da el don de las bendiciones: el don de la vida eterna, el don de la remisión de los pecados, y el don de la fe espiritual. Nos hace decentes en cuerpo y en espíritu con estas bendiciones abundantes.
Por tanto, es justo que queramos a este Dios más aún. Aunque seamos insuficientes, el Evangelio del agua y el Espíritu ha borrado nuestros pecados, y por eso nuestros corazones dan gracias a Dios. El Señor dice que cuando guardamos el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones, nos aferramos y creemos en toda la Palabra de Dios, y seguimos al Señor seremos más que capaces de entrar en el Reino de Dios. Él también dice que así nos podemos convertirnos en gente de fe como Abraham, dar frutos espirituales en la tierra y convertirnos en hombres y mujeres excepcionales y respetados.

lunes, 23 de febrero de 2015

153 PECES

El capítulo 21 de Juan es uno de los pasajes más ricos de la Escritura. El capítulo funciona como un Epílogo, detallando la redención y restauración del apóstol Pedro. El capítulo empareja lo físico con lo espiritual y lo literal con lo simbólico se empareja para lograr un registro increíble de la redención ofrecida a través de Jesucristo. Una de estas combinaciones se encuentra en Juan 21:11 donde Pedro saca una red a tierra llena con 153 peces:
  • “Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.”
Pedro es uno de los 7 discípulos presente en la playa del mar de Galilea. El texto dice que él y los discípulos salieron a pescar en la noche y que no pescaron nada. Cuando Jesús, se presentó, le ordeno a Pedro y a los discípulos echar la red a mano derecha, pescando un gran número de peces. Juan, el discípulo amado es el primero en reconocer al Señor: “Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor!”. Escuchando esto, Pedro, “se echó” (“βάλλω”, “ballō”, “bal'-lo” – "zambullirse; caer sin importar dónde") al mar para llegar a Jesús. Esto se debió a que él, en Juan 18, había negado su asociación y fidelidad a Jesús y deseaba redención.
La idea de redención es el tema en Juan 21 y es visto en todo el capítulo. A continuación hay una lista de algunas de las combinaciones físicas/espirituales y literales/simbólicas en el texto:
  1. Siete discípulos  = Finalización espiritual
  2. Noche = Oscuridad espiritual
  3. No pescaron nada = En los evangelios, los discípulos nunca pescaron sin Jesús y sólo pescaron con Jesús.
  4. El romper/inicio del día = Jesús penetrando la oscuridad.
  5. Ceñirse la ropa por parte de Pedro = Estar en reverencia delante de Jesús.
  6. Fuego de carbón = Un paralelo entre el fuego donde Pedro se calienta en Juan 18 y niega a Jesús en la oscuridad de una noche maligna y el fuego en Juan 21: la redención de Pedro y el amanecer de un nuevo día.
De estas combinaciones ninguna es tan intrigante como los 153 peces. La pregunta está dirigida al significado de este número. Una cantidad de respuestas han sido dadas. Las siguientes respuestas presentan algunas de las sugerencias más populares:
  1. Una representación del Tetragramatón y el cual, supuestamente aparece 153 veces en el Antiguo Testamento.
  2. Una representación de cada una de las especies existen en el mar en ese momento.
  3. El argumento de que el 153 es el número triangular 17º,  y debido a que 10 (La Ley) + 7 (La Gracia) es = 17; que esta es la una figura de la Ley y Gracia.
  4. ¡Que el pescado # 154 se escapó de la red!
Si bien es cierto que todas estas parecen sugerencias interesantes, todas parecen ser forzadas.
Debido a que el tema de Juan 21 es acerca de redención, tendría sentido que los 153 peces de alguna forma hablen del tema. Sin contar la obvia sugerencia de que Juan tenía un ojo increíble como testigo de la manifestación de la resurrección de Jesús aquí,  tanto, que registró el número exacto de peces en la red. Por lo tanto no deja de ser razonable sugerir que los 153 peces en Juan 21:11 testifica de la perseverancia de los santos. Esto es, cuando Jesús, lo “pesca” a Usted (lo redime), ¡Él nunca lo dejará ir! Usted estará por siempre dentro de la red que “nunca  se romperá”.
Esto es aun verdad cuando nosotros, como Pedro, lo negamos a Él.
La perseverancia de los santos es la doctrina que enseña que una vez que la persona es salva, Usted siempre es salvo.  La doctrina es claramente esquematizada en el Evangelio de Juan:
  • Juan 6:39: “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”
  • Juan 10:28-30: “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre uno somos.”
  • Juan 18:9: “para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.”
Cuando emparejamos el significado simbólico detrás de los siete discípulos (culminación, perfección), es aún más enfatizado. Jesús redime perfectamente a cada uno de los que el Padre le da. ¡Él no pierde a nadie!
Otro argumento sugiere que la gematría hebrea para “Hijo de Dios” la cual es Beni Ha Elohim, es igual a 153:
B - 2, N - 50, Y - 10, H - 5, A - 1, L - 30, H - 5, Y - 10, M - 40 = 153.
Se dice que la frase existe 7 veces, con una versión existente, ligeramente diferente. Si esto se tomara legítimamente, entonces, más adelante, se enfatizaría la idea de la redención porque testifica de la habilidad de convertirse en un “hijo de Dios” y que nosotros, seremos perfeccionados a través de esto, en Cristo.
Muchas sugerencias se han ofrecido acerca del por qué la cantidad de peces es tan distintiva en Juan 21:11 es 153. Es importante saber que de las muchas respuestas dadas, la más importante es la que testifica del poder de Jesús para guardar lo que Él pesca. ¡Nunca podremos ser el pez 154 que se escapó! La red no se puede romper. No podemos tomar la carnada y correr. ¡El nylon de la caña de pescar no se puede romper! Esto es, un mensaje tanto literal como simbólico, físico y espiritual que se encuentra en Juan 21. Los 153 peces testifican de  la perseverancia de los santos.

jueves, 19 de febrero de 2015

LAS PRUEBAS Y EL DOBLE MANTO - BARBIE L. BREATHITT

Luego que Elías entrenó a su siervo Elíseo para que aprendiera a ver, oír y profetizar la palabra del Señor, había llegado su tiempo para regresar al cielo. El carruaje celestial de Dios cargó a Elías y lo alejó de Elíseo hacia la expansión espiritual eterna de los cielos, más allá del tiempo. Elías le dijo a Elíseo: “Has pedido algo difícil, pero si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido; de lo contrario, no” (2° Reyes 2:10).  
Elíseo tuvo que atravesar muchas pruebas y perseverar para caminar en la doble porción del manto de Elías (ver 2° Reyes 2:1-18). Elías le pidió a Eliseo que se quedara en Gilgal, el lugar del corte, la circuncisión y donde se separaban del reproche, pero se negó. Esta es una representación que nos muestra que cuando Dios remueve nuestro pasado y nuestros reproches, debemos caminar a través de las puertas de autoridad hacia el nuevo lugar que Dios preparó. Entonces Eliseo se mudó hacia Betel, el lugar de la casa de Dios, las puertas del cielo. Betel era el lugar donde la gente iba a buscar el consejo de Dios. Eliseo siguió a Elías hacia Betel para aprender cómo obtener consejo de Dios. 
Debemos seguir la guía del Espíritu Santo hacia el próximo lugar de prueba para progresar espiritualmente. No podemos continuar siendo complacientes o estáticos, cuando el río de Dios está fluyendo.
Allí los miembros de la comunidad de profetas de Betel salieron a recibirlos, y le preguntaron a Eliseo: ¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía? Lo sé muy bien; ¡cállense!” (2° Reyes 2:3). Los hijos de los profetas en Jericó, el lugar de la fragancia y la guerra, también pudieron ver que ese día Elías sería arrebatado de la vida de Eliseo.
Desde Jericó, Elías y Eliseo viajaron hacia el Jordán, el lugar desde donde se desciende o que fluye hacia abajo, donde cincuenta hombres de los hijos de los profetas se quedaron esperando en la margen opuesta del Jordán. Elías tomó su manto, lo enrolló, golpeó las aguas del Jordán y lo dividió, permitiendo que ambos profetas cruzaran por terreno seco.
“Al cruzar, Elías le preguntó a Eliseo: ¿Qué quieres que haga por ti antes de que me separen de tu lado? Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble, respondió Eliseo. Has pedido algo difícil, le dijo Elías, pero si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido; de lo contrario, no. Iban caminando y conversando cuando, de pronto, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en medio de un torbellino. Eliseo, viendo lo que pasaba, se puso a gritar: ¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel! Pero no volvió a verlo. Entonces agarró su ropa y la rasgó en dos” (2° Reyes 2:9-12). A pesar de todo esto, Elías no le entregó el manto a Eliseo; tuvo que recogerlo luego que Elías fuera arrebatado hacia el Cielo.
¿Cuál era el significado del manto de Elías para Eliseo?
En hebreo la palabra manto es addereth y su raíz es adar, la misma palabra para el último mes del calendario hebreo. El mes de Adar es el mejor tiempo para remover cualquier barrera personal para la santidad y el mejor tiempo para crear el potencial para el mayor gozo. Adar es el último mes del año. Completa el año y señala un tiempo de plenitud. El significado de adar es glorioso, espléndido, maravilloso y poderoso. Como sustantivo, significa manto o capa.
Luego recogió el manto que se le había caído a Elías y, regresando a la orilla del Jordán,  golpeó el agua con el manto y exclamó: ¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías? En cuanto golpeó el agua, el río se partió en dos, y Eliseo cruzó” (2° Reyes 2:13-14).
La tradición judía indica que el manto que dejó caer Elías era su talit o manto de oración. El talit de un profeta o un maestro tenía flecos color azul oscuro en su borde. La gente cree que los flecos púrpura contenían el poder para hacer milagros. Por esta razón la mujer con flujo de sangre quiso tocar el talit de Jesús. Cuando fue sana, Jesús declaró: “¿Quién me tocó? Sentí que virtud salió de mí”. Luego le dijo: “Tu fe te ha sanado”, no la sanó un fleco color púrpura (vez Mateo 9:20-22 y Lucas 8:43-48).
El manto, talit o adar de Elías, simbolizaba que Eliseo removió todas las barreras en su relación con Dios. Ya no era el siervo, ahora debía pararse como el profeta a quien había servido. El manto de Elías era la puerta a través de la cual se manifestaba el poder de Dios. Elías le dijo a Eliseo que si lo veía irse de su lado, obtendría su deseo de caminar en el ministerio profético con una doble porción de su espíritu.
El manto es un símbolo de gozo plenitud. Elías dejó su manto como la señal que había completado su tarea. Eliseo recogió el manto indicando que comenzaba un nuevo año, lo recogió donde lo dejó Elías y comenzó su propio ministerio como profeta. El manto de Elías era un símbolo del pacto de poder y autoridad entre Elías y Dios. Eliseo recogió el manto de Elías simbolizando que entraba en el mismo acuerdo con Dios. Cuando Eliseo usó el manto de Elías para abrir el Jordán, Dios estableció su acuerdo o su pacto con Eliseo.
¿Cómo se ve la doble porción?
Todos estamos en un nivel diferente para oír y ver en nuestro entendimiento espiritual. Eliseo había caminado con Elías, quien lo entrenó personalmente durante años. Fue probado y tratado en todas las disciplinas espirituales. Los hijos de los profetas también atravesaron ese entrenamiento, pero no poseían el nivel de visión que Eliseo había desarrollado. Eliseo vio los carros de fuego y los caballos descendiendo para separarlo de Elías. “Eliseo, viendo lo que pasaba, se puso a gritar: ¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel! Pero no volvió a verlo. Entonces agarró su ropa y la rasgó en dos” (2° Reyes 2:12).
Los hijos de los profetas sólo vieron el torbellino que crearon los carros y se quedaron preguntándose si Elías había sido trasladado al Cielo o si fue transportado hacia otro territorio. Tuvieron que buscarlo durante tres días en lo natural para estar en paz. Eliseo sabía que Elías había sido arrebatado hacia el cielo porque pudo ver más allá de lo natural, entrando en contacto con la realidad invisible del Espíritu.
“Los profetas de Jericó, al verlo, exclamaron: ¡El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo! Entonces fueron a su encuentro y se postraron ante él, rostro en tierra. Mira, le dijeron, aquí se encuentran, entre nosotros tus servidores, cincuenta hombres muy capaces, que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizá el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle. No, respondió Eliseo, no los manden. Pero ellos insistieron tanto que él se sintió incómodo y por fin les dijo: Está bien, mándenlos. Así que enviaron a cincuenta hombres, los cuales buscaron a Elías durante tres días, pero no lo encontraron. Cuando regresaron a Jericó, donde se había quedado Eliseo, él les reclamó: ¿No les advertí que no fueran?” (2° Reyes 2:15-18).
El Nuevo Testamento nos presenta un ejemplo de la voz de Dios hablando desde el cielo cuando Jesús anunció su muerte. Algunos de los que estaban ahí no oyeron nada. Otros de los que estaban presentes en la multitud oyeron la voz de Dios manifestándose como un trueno, mientras otros pensaron que era un ángel. “La multitud que estaba allí, y que oyó la voz, decía que había sido un trueno; otros decían que un ángel le había hablado. Esa voz no vino por mí sino por ustedes, dijo Jesús” (Juan 12:29-30).
Tanto el nombre de Elías (“el Señor es mi Dios” o campeón espiritual) como el de Eliseo (“Dios me salvará o me protegerá”) cargan el registro de lo que representaron, pero no necesariamente cómo vieron, si se suponía que estaban llamados a ser videntes. El nombre Elías significa Dios es Jehová o YHVH es mi Dios. Toda su vida funcionó como el “registro” del Padre en la tierra.
En el caso del siervo de Elías, el carro fue un transporte trans dimensional del siervo de Dios. El carro de Dios transportó a Elías fuera del tiempo, hacia la realidad eterna donde este profeta siempre existió en lugares celestiales. Cuando llegue la plenitud del tiempo, Dios descenderá para reproducir el registro de sí mismo que estableció dentro de Elías.
Elías vino a restaurar todas las cosas de vuelta hacia Dios. Este pasaje refleja el llamado de Elías: “Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres, y así no vendré a herir la tierra con destrucción total” (Malaquías 4:6). La unción de Elías era para restaurar la justicia y proteger la dimensión terrenal de ser destruida por una maldición provocada por el pecado. El nombre Eliseo significa “Dios es salvación” o “Mi Dios es salvación”. Él operó bajo una doble porción del espíritu de Elías.
Caminar como el profeta Eliseo
Los ojos de Eliseo vieron más allá del velo de lo natural hacia la realidad sobrenatural, donde habitan el ejército y los carros de los ángeles guerreros de Dios. Sus ojos no estaban limitados por las circunstancias o los hechos impactantes. Sabía que estaba mirando más allá de lo natural para ver la provisión de Dios. Confiaba más en la dimensión de la fe que en la manifestación aparente del plano natural.
Cuando el temor cegó los ojos del siervo de Eliseo, la oración del profeta fue capaz de abrir sus ojos espirituales cegados para que pudiera ver la realidad coexistente de los ángeles. Saber que son más los que están a nuestro favor que en contra nuestra, nos traerá paz más allá de nuestro entendimiento presente.
La oración nos libera del temor. La oración abre nuestros ojos para ver la respuesta permanente de Dios. Al mismo tiempo, nuestro decreto profético cegará los ojos de nuestros enemigos y los pondrá bajo nuestra misericordia. Para que Dios nos pueda confiar este nivel, necesitamos desarrollar elevados niveles de obediencia y compasión. Dios quiere confiarnos las vidas de nuestros enemigos. Dios prueba y nos examina hasta tener la seguridad que no ejecutaremos nuestro propio juicio o dañaremos de alguna manera a la gente.
Cuando Dios entrega a nuestros enemigos en nuestras manos, debemos devolver bien por mal, bendición por maldición y amor por el abuso. El Señor es el único que se debe mover en juicio. Dios dice: “Mía es la venganza”. No tenemos derecho a la venganza. Dios retiene la responsabilidad de reivindicarnos.
Estamos llamados a amar a nuestros enemigos, pero a ser amables con aquellos que nos persiguen, usan y abusan de nuestra bondad. Debemos guiar a nuestros enemigos hacia la salvación y sus ojos serán abiertos por la palabra de salvación de Dios, su espíritu amoroso y su gracia. Es tiempo de amar como Dios ama, ver como Dios ve, obedecer lo que Dios dice en su Palabra y luego hacer las obras de Dios.
“Por la mañana, cuando el criado del hombre de Dios se levantó para salir, vio que un ejército con caballos y carros de combate rodeaba la ciudad. ¡Ay, mi señor! exclamó el criado. ¿Qué vamos a hacer? No tengas miedo, respondió Eliseo. Los que están con nosotros son más que ellos. Entonces Eliseo oró: Señor, ábrele a Giezi los ojos para que vea. El Señor así lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2° Reyes 6:15-17).
Cuando los enemigos de Eliseo descendieron del monte para perseguirlo, Eliseo oró. Debemos seguir su ejemplo. Las oraciones de Eliseo paralizaron a sus enemigos por medio de la ceguera. Esto les quitó a sus enemigos el poder y el control. Fueron forzados a ir hacia un lugar donde quedaron vulnerables, vagando en tinieblas y confusión.
El ejército se movilizó para atacar al profeta, pero Dios lo protegió. El profeta fundamentó su confianza en Dios. En este nuevo estado de total dependencia y humillación, el enemigo tuvo que confiar en Eliseo y seguirlo a ciegas hasta Samaria. “Como ya los sirios se acercaban a él, Eliseo volvió a orar: Señor, castiga a esta gente con ceguera. Y el Señor hizo lo que le pidió Eliseo. Luego Eliseo les dijo: Ésta no es la ciudad donde iban; han tomado un camino equivocado. Síganme, que yo los llevaré donde está el hombre que buscan. Pero los llevó a Samaria” (2° Reyes 6:18-19).
Los enemigos de Eliseo tuvieron que atravesar un proceso, confiando en aquel a quien fueron enviados a destruir. Una vez que llegaron al lugar prometido, Eliseo oró para que Dios volviera a abrir sus ojos y su visión fue restaurada. Recibieron una nueva visión, pero estaban en medio de sus enemigos. “Después de entrar en la ciudad, Eliseo dijo: Señor, ábreles los ojos para que vean. El Señor así lo hizo, y ellos se dieron cuenta que estaban dentro de Samaria” (2° Reyes 6:20).
Muchos de nosotros fuimos heridos por un enemigo o traicionados por un amigo cercano, pero debemos responderles con el amor y la compasión de Dios.
Cuando el rey de Israel los vio, le preguntó a Eliseo: ¿Los mato, mi señor? ¿Los mato? No, no los mates, contestó Eliseo. ¿Acaso los has capturado con tu espada y tu arco, para que los mates? Mejor sírveles comida y agua para que coman y beban, y que luego vuelvan a su rey” (2° Reyes 6:21-22).
Eliseo le dijo al rey de Israel que respondiera conforme a la grandeza del amor de Dios para que sus enemigos pudieran conocer la compasión entre sus captores. Eliseo le aconsejó al rey que alimentara a los arameos, concediéndoles provisión y cuidado, en lugar de asesinarlos. El rey preparó una fiesta para el ejército enemigo y comieron hasta saciarse. “Así que el rey de Israel les dio un tremendo banquete. Cuando terminaron de comer, los despidió y ellos regresaron a su rey. Y las bandas de sirios no volvieron a invadir el territorio israelita” (2° Reyes 6:22-23).
La misericordia de Eliseo triunfó sobre el juicio. La gracia derramada nos guiará hacia nuestra victoria. Los enemigos del rey de Israel fueron entregados en sus manos. El rey quería ejecutarlos y destruirlos, pero el profeta lo reenfocó con cuidado para que los bendijera y no los destruyera.
La buena voluntad siempre triunfará sobre el mal. El amor siempre producirá un mejor resultado que el odio. Nunca debemos pagarles a nuestros enemigos con el mismo espíritu maligno. Nunca debemos devolver mal por mal, necesitamos aprender a bendecir en lugar de maldecir. No somos de este mundo, entonces no podemos responder en el espíritu de este mundo. Dios es amor, entonces debemos responder en el poder de su fuerza.
Barbie L. Breathitt Ph.D.


MES DE ADAR

Adar es el doceavo mes del calendario judío, por lo tanto significa el fin de un año o etapa, y el inicio de otra.
La palabra Adar tiene su raíz en la palabra adir , que significa “poderoso“. 
Adar es el mes de la buena fortuna para el pueblo judío. Ya que Purim, la festividad se celebra en este mes, conmemorando el cambio de la aparente mala fortuna de los hebreos (como le pareció a Haman), en buena. “Cuando Adar llega incrementamos nuestra alegría”. La fiesta de Purim marca el punto de máxima alegría del año entero. 
El año comienza con la alegría de la redención de Pesaj y concluye con la alegría de la redención de Purim. 
“La alegría rompe todas las barreras”.

Ahora, como Hijos de Dios no nos guiamos por el sentido o ritual judío, pero sí tomamos la enseñanza que dejo, celebrando, el Plan Divino para nuestras vidas.
En lo natural es conocido como un mes de peces, siendo que se multiplican los peces de ríos y mares. Tomemos el diseño  que el enemigo quiso arrebatarnos:
 Los peces son criaturas del “mundo oculto” (el mar). Así somos nosotros, “peces” que nadan en las aguas de la Toráh, la Palabra.
Nuestra verdadera identidad es invisible en este mundo. La  revelación de la verdadera identidad se refleja en el mundo por venir (el milagro de Purim es comprendido como un reflejo en este mundo del supremo milagro: La resurrección en el mundo por venir).
En la Biblia, la palabra para pez – dag – aparece una vez como daag : En los tiempos de Nehemias algunos judíos violaban el Shabat vendiendo peces (pescados) en el mercado de Jerusalem. Sus “peces” se volvieron su “preocupación” para obtener un medio de vida.
Por lo tanto es un tiempo de valorar el diseño divino y alegrarnos de que estemos en él.
La risa es la expresión de alegría ilimitada, que resulta de ser testigo de la emisión de luz desde la oscuridad -la ventaja de la luz sobre la oscuridad- el salir de la sentencia de muerte a la vida.
El ejemplo mayor de la risa en la Escritura es la de Sara acerca del nacimiento de Isaac: “YHWH me hizo reír, quien quiera que oiga reirá conmigo”. 
Pariendo a la edad de 90 años (con Abraham de 100), luego de haber sido estéril y físicamente imposibilitada para tener niños, la palabra en hebreo para “estéril” esta compuesta de las mismas letras (en el mismo orden) que la palabra “oscuridad“.  Está dicho de Isaac, el ejemplo de la risa en la Palabra , “el temor [por la causa de la admiración, es decir, YHWH] de Isaac”. Esta frase puede ser leída también como: “El temor reirá”, de manera tal que la esencia del temor se metamorfoseará en el mes de Adar. 
La “metodología" de la Escritura  “modela” estos fenómenos, siendo la sabiduría de la permutación, el cambio o la transformación.
Entendiendo todas estas cosas podemos decir que Adar es un mes donde nos obligamos a estar alegres ya que Él cambio nuestro lamento en danza. Nuestro silicio en gozo. Nuestra muerte por el pecado, en vida eterna en Cristo Jesús.


miércoles, 18 de febrero de 2015

ORAMOS

Levantamos oración por el nuevo tiempo que iniciamos:
Tomamos autoridad sobre nuestra vida y sobre cada día de nuestra vida. No bajaremos nuestras defensas. Cerramos cualquier puerta abierta que el enemigo pueda utilizar para frustrar nuestro  día y nuestro futuro.  Bendecimos nuestras vidas y nunca nos lleguen la confusión la frustración,  ni la falta de dirección. Nuestra vida está marcada por la visión, el poder, el amor, la productividad   y la intencionalidad en YESHÚA.
No experimentaremos más ciclos de derrota. No vagaremos sin propósito por la vida. Alineamos nuestras palabras y nuestra voluntad con tu Palabra Oh! Gran Señor de los Ejércitos. Somos 
personas transformadas por medio de la renovación de nuestro entendimiento, porque meditamos en tu Palabra y le permitimos que renueve nuestra mente; por lo tanto, damos pasos seguros sobre un fundamento sólido de verdad. Caminamos en la VERDAD DE TU PALABRA, jamas habremos de caer! Este año tu unción se renueva sobre nuestras vidas y llegamos a un nuevo nivel de unción, de amor, revelación y de conocimiento. Tenemos una nueva unción. 
No más frustración. No más derrota. No más desesperanza ni desesperación. No mas DEPRESIÓN, no mas obsesión, no mas temor, no mas ansiedad ni desánimo. No mas odios, divisiones, resentimientos ni amargura. Los echamos fuera en el poderoso nombre de Yeshúa!!
No habrá en nosotros sombra de variación! Seremos personas con un solo ánimo.
Padre bendecimos nuestro Ministerio y nos cubrimos completamente con la Sangre de Yeshúa y pedimos Protección, Vida y Liberación. Este año Dios nos hace muy fecundos en nuestra congregación, ganaremos almas, seremos en gran manera multiplicados y veremos un gran avivamiento. El Norte, Sur, Este y Oeste nos entregarán las almas que son de Yeshúa, almas sedientas que se afirmarán, fortalecerán, sanarán y establecerán en nuestra congregación. La gente correrá detrás nuestro a causa del nombre del Altísimo que es invocado sobre nosotros. El terror se apartará de nosotros, el espanto estará lejos de nosotros, nos acostaremos y siempre dormiremos en paz porque nuestra completa confianza está en el Señor, Dios de los Ejércitos. No temeremos a la calamidad, ni a la tragedia porque lejos estarán de nosotros.
  Ninguna arma forjada contra nosotros prosperará.  El Santo de Israel nos librará del azote de la lengua, y condenaremos toda lengua que se levante contra nosotros en juicio. Siempre el Altísimo nos rodeará de toda paz. Nuestros enemigos serán avergonzados y dispersados. Declaramos doble confusión en el campamento del enemigo, nunca prosperarán sus planes, siempre saldrá a la luz toda su maldad y nada quedará en oculto. Nadie va a tendernos ninguna trampa, Dios siempre nos librará del peligro oculto. Bendito Seas Elohim Todopoderoso, gracias porque oyes nuestra oración.
Profetizamos  que es un año donde nos preparamos para la VENIDA DE CRISTO. Es un año para estar vigilantes, preparados, con el aceite listo en las lámparas. Seremos muy responsables con nuestra vida espiritual y volveremos al primer amor con Yeshúa. Es un año para pararnos en la brecha por otros que necesitan nuestra oración y tendremos la misericordia de Dios. 
No entrará la enfermedad en nuestra tienda, prohibimos a toda enfermedad que se acerque a nosotros. Ninguna enfermedad degenerativa va a tocar nuestros cuerpos, ni el de nuestros hijos. No habrán enfermedades degenerativas en nuestra posteridad. La calamidad, la desgracia, la destrucción, los accidentes y la fatalidad, no serán nuestra porción; son ahora anulados y disipados. Cancelamos todo diseño de muerte que provenga del infierno. Fuímos sanados por las llagas de Yeshúa. No tendremos deudas con hospitales ni con servicios médicos. La enfermedad nunca ocasionará pérdidas en nuestro patrimonio. El diablo no tocará nuestras finanzas con enfermedad, pérdidas, robo ni destrucción. El enemigo, no va a tocar nuestros bienes, ni nuestra salud, ni nuestro ministerio.
 Pedimos que este año el Señor nos enseñe su visión espiritual, su visión profética para estar preparados y participar en el derramamiento poderoso del Espíritu Santo sobre Israel y todas las naciones. Bendecimos a Israel, que la paz sea dentro de sus muros y el descanso dentro de sus palacios. Bendecimos a Israel y que sus enemigos sean dispersados, confundidos, huyan por 7 caminos diferentes. Bendecimos a Israel y que llegue allí la luz de Yeshúa, para que los judíos reciban a Yeshua Hamashiach como Señor y Salvador. Llegue la Salvación de Yeshúa a Israel. Sea paz en Israel.
Gracias Padre Santo Altísimo porque has escuchado nuestra oración.
Gracias, Padre, por hacer algo nuevo en todos y cada uno de nosotros! En el nombre de Yeshua, amén.

sábado, 14 de febrero de 2015

VIVIR EN AMOR

Hoy día 14 de febrero el mundo celebra el día de los enamorados, incluyendo muchos Hijos de Dios.Decimos estar enamorados sin entender lo que realmente esto significa.
El amor romántico es un componente imprescindible en cualquier relación de pareja. No podemos ni queremos minimizar su importancia. Sin enamoramiento falta la chispa necesaria para que el fuego de la relación se encienda. Sin embargo, nuestra sociedad va camino de cometer un error de trágicas consecuencias: reducir el amor a enamoramiento. Y lo que es aun peor, reducir el enamoramiento a un mero estado de «excitación» que no suele durar más allá de 3 o 4 años. Esta es una influencia sutil y perversa del hedonismo que está en la raíz de muchos divorcios y separaciones. «Como ya no siento nada por él o ella, esto significa que el amor se ha apagado y, por tanto, es legítimo que lo dejemos.»
Tres consideraciones son necesarias.
Primero, 
El enamoramiento es sólo un ingrediente del amor, pero no el único ni siquiera el más importante. 
El amor se asemeja a un edificio que tiene cuatro columnas: la amistad, el sentimiento de cariño y ternura, la entrega mutua y el enamoramiento que incluye la atracción física y el romanticismo. Por cierto, cada una de estas cuatro columnas merece un amplio estudio que en su momento realizaremos. El gran error de muchos jóvenes hoy (y también de algunos no tan jóvenes) es confundir el amor con el enamoramiento y limitarlo a este sentimiento de atracción. Una relación de pareja será estable en la medida en que tenga estas cuatro columnas desarrolladas de forma equilibrada. Cualquier desnivel va a ladear el edificio peligrosamente.
Segundo 
El enamoramiento pertenece al campo de los sentimientos y, como tal, es fluctuante. Varía tanto como el estado de ánimo o como cualquier ilusión. 
Equiparar enamoramiento con amor tiene consecuencias muy negativas para la estabilidad de la relación. Es imposible mantener el mismo «nivel» de enamoramiento de forma permanente e inalterable. Si pienso que ya no amo a mi novia o esposa porque ya no siento la misma atracción, ilusión o excitación que al principio, es que no he entendido en qué consisten ni el amor ni el auténtico enamoramiento. Las oscilaciones del sentimiento de pasión hacia la persona amada son totalmente normales y no deben llevar a nadie a conclusiones erróneas ni, por supuesto, a querer legitimar con ello la defunción de la relación.
Tercero
El enamoramiento adquiere diferentes formas o «presentaciones» a lo largo de los años. Aun dentro de sus oscilaciones naturales, va adquiriendo diversas maneras de percibirse y de manifestarse. Es perfectamente posible ver muy enamorada a una pareja de ancianos 50 años después de su boda. Pero la naturaleza y la expresión de su sentimiento serán muy distintas a la excitación juvenil de sus primeros tiempos juntos. Podemos comparar el enamoramiento al agua de un río en su curso natural. Al principio, curso alto, el agua baja impetuosa, arrolladora, juguetona. En su curso medio el río ha cambiado; discurre mucho más sosegado, el agua ha perdido la bravura del principio, pero ahora hay un caudal amplio, profundo. Cerca ya de su desembocadura, tampoco parece el mismo río. El agua casi está quieta, como remansada, no se nota apenas movimiento; sin embargo, hay vida en aquel río, tanta o más que al principio.
El  amor sin embargo es como el río: cambia su forma, pero sigue siendo amor y es ¡el mismo río!