PROMESA

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sábado, 17 de octubre de 2015

SALMO 28

Dios mío, yo te llamo, no cierres tus oídos, porque tú eres quien me protege.
Si no me respondes, de seguro moriré.
 Atiende mis ruegos cuando te tienda los brazos para pedirte ayuda.
No me castigues junto con los malhechores, porque hablan con los demás
y les desean lo mejor, pero en su pensamiento quisieran matarlos.
 ¡Págales con la misma moneda! ¡Dales su merecido!
Sus acciones han sido malas; ¡devuélveles mal por mal, pues no toman en cuenta todo lo que has hecho!
Por eso, ¡destrúyelos por completo, que no vuelvan a levantarse!
 ¡Bendito seas, Dios mío, por atender a mis ruegos!
Tú eres mi fuerza; me proteges como un escudo.
En ti confío de corazón, pues de ti recibo ayuda.
El corazón se me llena de alegría, por eso te alabo en mis cantos.

Tú, Dios mío, 
eres la fuerza de tu pueblo; danos la victoria,
pues somos tu pueblo elegido.
¡Sálvanos y bendícenos! ¡Llévanos en tus brazos, pues tú eres nuestro pastor!

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