PROMESA

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lunes, 26 de octubre de 2015

DÍA 15- NADIE ES COMO TÚ

“Tributad a YHWH, oh familias de los pueblos,
Dad a YHWH gloria y poder.
Dad a YHWH la honra debida a su nombre.”  (1ª Crónicas 16:28-29)
En el corazón de Dios, la Familia es el pilar fundamental para una sociedad sana. Desde los comienzos del mundo, Dios le otorgó a la familia un rol preponderante e importante: a lo largo de las escrituras podemos ver cómo constituyó a su pueblo comenzando con una familia; encontramos también detalles de familias designadas para cumplir diferentes funciones en su pueblo.
Hoy en día, podemos decir, que la familia cristiana es llamada a ser como nunca antes, luz en el mundo.
Vivimos un tiempo de búsqueda de un Dios que manifieste su poder en medio nuestro, buscamos ver su gloria, su manifestación a través de milagros, señales; y el primer lugar donde vamos a evidenciar este Dios de amor y de poder, es en medio nuestras familias.
La adoración en el núcleo familiar, genera una relación con Dios tan fuerte que trasciende los formalismos. La intimidad con Dios como familia fortalece los lazos de amor y trae paz. Es Dios con nosotros. Tangible, real, práctico.
Cuando nos proponemos comenzar a edificar diariamente un altar de adoración a Dios, nuestra vida cotidiana familiar comienza a ser transformada por la presencia de un Dios vivo, que no está allá arriba en el cielo, sino que habita en medio de nuestro hogar; un Dios que guía nuestro vivir diario; ese Dios que está pendiente de los detalles.
Establecer un altar de adoración en forma cotidiana en nuestro hogar, es darle lugar al gobierno de Dios y no a las circunstancias. Podrán venir pruebas, problemas difíciles de resolver, pero nuestra fe y mirada siempre van a estar puestas en Dios; de esta manera, las bendiciones descriptas en la Biblia se activarán en nuestro hogar, a la vez que seremos testimonio de un Dios vivo, real.
Al adorar juntos, nos conectamos con el mover de Dios como familia, ya sea en nuestros hogares, o los domingos en el culto, adorando junto a otras familias, en las actividades de nuestra congregación.
Adorar juntos es una forma práctica de buscar su voluntad, y cederle el primer lugar. El avivamiento que comienza en nuestros corazones, se manifestará primeramente en nuestro hogar.
Comencemos como familia a darle a Jesús todo honor, toda gloria, en lo privado, en la intimidad de nuestro hogar, y veremos la Gloria de Dios descender en medio nuestro.

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