PROMESA

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miércoles, 14 de octubre de 2015

DÍA 3 ENCIENDE EL FUEGO


“…un ángel se le apareció en la llama de fuego de una zarza. (…) y le dijo el Señor: quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa.
” (Hechos 7:30;33)

Este relato se corresponde con un momento significativo en la vida de Moisés, en el que tuvo una experiencia sobrenatural que marcó su vida para siempre. Fue un encuentro clave que produjo un avivamiento en el corazón de este hombre que continuó a lo largo de su vida. Precisamente como la visión que tuvo de ese fuego ardiendo en la zarza: no se consumía.

Dios quiere encender su fuego en nuestro corazón y que no se consuma. Cuando leemos toda la historia de Moisés, podemos ver que en aquel suceso de la zarza, ocurrieron muchas cosas. Había un pasado en su vida que entregar en aquella zarza, al mismo tiempo que experimentaba a Dios marcando su corazón y, a su vez, un propósito definido y específico le estaba siendo encomendado a partir de ese momento.

Hechos capítulo 7 desde el versículo 20, nos cuenta parte de esta historia. Hubo una condición para que Moisés se acercara al fuego de la zarza y fue quitarse el calzado de sus pies. En ese pedido intencional de Dios, Moisés se estaba despojando de todo y se estaba exponiendo al fuego purificador y santificador de Dios. Ahí estaba descubriéndose su pasado de rechazos, pecados, huídas, culpas, menosprecios e incomprensiones que habían marcado su autoestima. A su vez, también estaba entregando a Dios sus años de capacitación, instrucción y tareas cotidianas en las que había sido formado. Luego todo ese conocimiento sería utilizado en el cumplimiento del propósito en su vida. Un pasado, presente y futuro confluyendo en aquel fuego de la zarza ardiente, encendiendo el corazón de Moisés en un avivamiento continuo. Lo que él experimentó y recibió, fue lo que pudo dar. Ya en los últimos años de su vida, al bendecir a una de las 12 tribus de Israel, declaró: “… y la gracia del que habitó en la zarza venga sobre la cabeza de José…” (Dt. 33:16). Aquella experiencia de la zarza ardiente la llevó consigo toda su vida y la impartió sobre otros.
Dios quiere encender ese mismo fuego en nuestro corazón. Quitemos el calzado de nuestros pies y expongamos toda nuestra vida sin temor. Nuestro pasado, presente y futuro ante Dios y su fuego ardiendo en nuestro corazón sanando, purificando, liberando y comisionándonos al cumplimiento de nuestro propósito. Ese mismo fuego propagaremos a nuestro alrededor.

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