“ Yo, que estoy preso por servir al Señor Jesús, les ruego que vivan como deben vivir quienes, como ustedes, han sido llamados a formar parte del pueblo de Dios. 2 Sean humildes, amables y pacientes, y bríndense apoyo, por amor, los unos a los otros. 3 Hagan todo lo posible por vivir en paz, para que no pierdan la unidad que el Espíritu les dio. 4 Sólo hay una iglesia, sólo hay un Espíritu, y Dios los llamó a una sola esperanza de salvación. 5 Sólo hay un Señor, una fe y un bautismo. 6 Sólo hay un Dios, que es el Padre de todos, gobierna sobre todos, actúa por medio de todos, y está en todos.7 A cada uno de nosotros Cristo nos dio las capacidades que quiso darnos.8 Como dice la Biblia:«Cuando subió al cielo,llevó muchos prisioneros,y dio capacidades a la gente.»9 Pero, ¿qué significa eso de que «subió»? Pues significa que primero bajó a las partes más profundas de la tierra. 10 Y el que bajó es el mismo que después subió a lo más alto del cielo, para llenar todo el universo. 11 Él fue quien les dio a unos la capacidad de ser apóstoles; a otros, la de ser profetas; a otros, la de ser evangelistas; y a otros, la de ser pastores y maestros. 12 Hizo esto para que todos los que formamos la iglesia, que es su cuerpo, estemos capacitados para servir y dar instrucción a los creyentes. 13 Así seremos un grupo muy unido y llegaremos a tener todo lo que nos falta; seremos perfectos, como lo es Cristo, por conocer al Hijo de Dios y por confiar en él. 14 Ya no seremos como niños, que ahora piensan una cosa y más tarde piensan otra, y que fácilmente son engañados por las falsas enseñanzas de gente astuta, que recurre a toda clase de trampas. 15 Al contrario, el amor debe hacernos decir siempre la verdad, para que en todo lo que hagamos nos parezcamos cada vez más a Cristo, que es quien gobierna la iglesia. 16 Cristo es quien va uniendo a cada miembro de la iglesia, según sus funciones, y quien hace que cada uno trabaje en armonía, para que la iglesia vaya creciendo y cobrando más fuerza por causa del amor.” Efesios 4: 1-16
Estos días estamos pidiendo a Dios por un avivamiento continuo. Esto significa que la manifestación de Dios sea sin interrupciones y que no se detenga. La palabra “continuo” también significa un todo formado por partes entre las que no hay separación, que están unidas entre sí y que a su vez forman un conjunto sólido, compacto.
Para que Dios pueda derramar sobre nosotros un constante avivamiento, necesitamos crecer en unidad. Esta es una condición indispensable e irreemplazable. Tan importante que Jesús rogó al Padre para que todos seamos uno (Juan 17).
Efesios 4 nos exhorta a ser solícitos en guardar la unidad. Es decir, debemos ser diligentes, tener cuidado y poner atención en conservar la unidad del cuerpo. En una sociedad fragmentada y dividida como la actual, el desafío es mantener los lazos de unidad. No podemos permitir que los celos, comparaciones, desconfianza, inseguridades, heridas del alma y temores rompan la solidez del cuerpo. Siempre que damos lugar en nuestro corazón a este tipo de sentimientos, se producen grietas que quiebran la consistencia del conjunto y nos confinan a permanecer en un estado de inmadurez en nuestra vida afectando nuestras relaciones interpersonales.
Hoy es un día especial para pedirle a Dios que sane completamente nuestro corazón y nos ayude a crecer en madurez para transformarnos en agentes de unidad y no de división. Además, necesitamos aprender a convivir y conciliar con las diferencias de las partes que forman el todo. Aceptar que cada uno es único, por lo tanto diferente al resto, y aporta una riqueza sustancial al cuerpo. Como dice el v. 16 en otra traducción: “Cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor.”
Un cuerpo sano es un cuerpo unido, compacto, que llega a ser impenetrable, firme y resistente a los males de este mundo. Un cuerpo unido atrae la gloria de Dios. Jesús en su oración al Padre para que seamos uno también pidió: “Padre, quiero que los que me diste estén conmigo donde yo estoy. Entonces podrán ver toda la gloria que me diste…” (Juan 17:24 NTV).
Crezcamos en unidad, hay una gloria mayor que Dios quiere derramar sobre su pueblo.
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