Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron.” Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.”(Mateo 25:34-40 NVI)
La Biblia nos enseña que cuando el Reino de Dios llega a nuestras vidas, somos revestidos de Cristo (Gálatas 3:27) y que pasamos a tener su mente, a pensar como Él (1º Corintios 2:16). Así que, al igual que Jesús, ya no pensamos sólo en nosotros mismos, podemos dejar de lado el egoísmo y ver las necesidades de los que nos rodean y hacer algo al respecto. El Señor cuando veía a las multitudes o a una sola persona, tenía amor y compasión de ellas y se ocupaba de suplir esas necesidades, ya sean espirituales o materiales.
“Te bendeciré y serás bendición” fue la promesa que Dios le dio a Abraham. Nosotros somos herederos de esa promesa, y ahora entendemos entonces que Dios quiere bendecirnos, quiere que vivamos una vida de plenitud, pero también quiere que compartamos esa bendición y esa plenitud que hemos recibido. Cuánto necesitamos ese avivamiento continuo para no perder de vista esto y ser instrumentos de bendición donde quiera que nos movamos.
Siempre tenemos algo a la mano para hacer o dar, por más pequeño que parezca a nuestros ojos, en las manos de Dios y por Su gracia puede saciar necesidades, cambiar realidades, volver corazones a Dios.
Si le pudiéramos preguntar al muchacho que es mencionado en el evangelio de Juan en el relato de la alimentación de los 5000 seguramente nunca se hubiera imaginado que con sus 2 peces y 5 panes se podría haber saciado el hambre de tantas personas!
Que el Señor nos revele tan impactantes palabras: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, LO HICIERON POR MI”.
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