PROMESA

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miércoles, 28 de octubre de 2015

DÍA 17- DIOS DE PACTOS

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.  Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros – les dijo a sus discípulos – . Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.”  (Mateo 9:35-38)
¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuando piensas en servir, en ser un instrumento de Dios?
Seguramente las primeras imágenes que se nos representan es una persona predicando, dirigiendo una reunión, haciendo un discipulado; ahora, sería eso lo único que Dios tenía en mente cuando nos dijo “…Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”? (Marcos 16:15)
¿Has pensado qué pasaría si cada uno de nosotros toma su lugar en “el campo” donde Dios nos puso? Sin duda ese sería el verdadero avivamiento y ese también es el plan de Dios al darnos a cada uno de nosotros capacidades, dones, cualidades diferentes, propósitos diferentes, una tierra propia por conquistar en los lugares donde nos movemos.
IMAGINA! todos los hijos de Dios, cada uno tomando “nuestros púlpitos”, nuestros lugares en los barrios, las escuelas, las universidades, las empresas, los comercios, la política… ESO SERIA AVIVAMIENTO!!!
Te pregunto, ¿cuál es tu púlpito? Cuál es tu lugar de influencia?
¿Estás esperando la gran oportunidad para servir a Dios? Mira que tenes en tu mano. Cuando Moisés tuvo un encuentro con Dios frente a la zarza, en medio de todas sus excusas, Dios le preguntó “…Que tienes en la mano? Una vara – respondió Moisés. (Éxodo 4:2 y 3). No importa cuán insignificante resulte o te parezca “tu equipo”, lo importante es que eso es lo que hoy tenés para tomar tu lugar y servir a Dios donde estés, para ser influencia; y si todos nos disponemos a tomar nuestros lugares, “nuestros púlpitos” en el espacio donde nos movemos todos los días, no tengamos la menor duda que se provocará el mayor avivamiento nunca antes visto: Hijos de Dios, enamorados de su salvador, viviendo en plenitud, cumpliendo su propósito y extendiendo el Reino donde quiera que vayan. Después de todo… para eso fuimos llamados.

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