PROMESA

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domingo, 27 de marzo de 2016

MI IDENTIDAD EN DIOS - MISIÓN (Parte I)

“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1:28)
Conociendo el origen del Hombre descubrimos el origen de la Familia. Del mismo modo, clarificando cuál es su misión descubriremos la misión de la Familia. De acuerdo a la Biblia podemos preguntarnos sobre la misión del Hombre. Muchas razones podemos dar desde nuestro punto de vista humano, pero lo que más debe interesarnos es conocer el punto de vista de Dios. La mejor forma de saberlo es yendo a aquellos textos fundacionales del ser humano, los cuales encontramos en el libro de Génesis, tanto en el relato de la creación como en el de la nueva tierra, después del diluvio universal. Otro tanto podemos encontrar en el Nuevo Testamento, cuando Dios recrea al Hombre en Jesucristo. La siguiente pregunta es la que procuraremos responder en la presente enseñanza:
¿Cuál es la misión del Hombre?
· Fructificar.
· Multiplicarse.
· Llenar la Tierra.
· Sojuzgar la Tierra.
· Señorear sobre la Tierra.
· Cultivar y guardar la creación.
· Estudiar y nombrar la creación.
· El hombre y la mujer, ser una sola carne.
· Procrear
· Crecer.
· Temer a Dios y guardar Sus mandamientos.
· Formar una familia.

 FRUCTIFICAR.
La primera misión que el Creador encomienda al Hombre es fructificar. La palabra “fructificar”, dicha de una planta significa dar fruto, y dicha de alguna cosa, producir utilidad. ¿Qué utilidad podría producir el ser humano a Dios? La mayor utilidad sería que éste le ayudase a cuidar Su creación, no la deteriorara y le obedeciera en todo. Lo segundo que fructificara en muchos hombres más. ¿Cuándo una persona fructifica? Cuando progresa, cuando es próspero en todas las áreas. No solamente se fructifica al tener éxito profesional, comercial o en la tarea que uno se haya propuesto; sino también cuando se es mejor persona, es decir cuando se desarrollan virtudes. En el caso de Adán, tenía todas las virtudes y solamente debía desarrollarlas al máximo para hacer de la vida en el planeta algo cada día mejor y más productivo. Cuando nos proponemos tener hijos, queremos que ellos sean hombres y mujeres prósperos, que fructifiquen; si creamos una empresa, grande o pequeña, deseamos que ésta traiga mucho fruto, tanto para nosotros como para la sociedad; si iniciamos la obra del Señor, aspiramos a lo mismo; todo lo que hace el ser humano, siempre lleva esa impronta: el crecimiento, el deseo de prosperidad, éxito, que sea muy fructífero. Nadie inicia algo para fracasar o para decrecer. De modo que el primer aspecto en la misión del hombre es “dar fruto”.

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. / Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1:27-28)
Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella.” (Génesis 9:7)
 MULTIPLICARSE.
La segunda parte de la misión encomendada al Hombre es multiplicarse. Por ello una de las características predominantes del ser humano, además de ser una creación de Dios, hecho a Su imagen, es tener sexualidad y capacidad reproductiva. A través de la Biblia, veremos cuan importante es para Dios esto, la multiplicación, principio que Él aplica tanto en el plano natural como en el espiritual. Como el Antiguo Testamento nos habla de la multiplicación literal de la raza humana, el Nuevo Testamento de la multiplicación de los discípulos de Jesucristo. La acción de multiplicarse estará presente en toda la Biblia y es un principio fundamental del Evangelio. Multiplicarse es que cada hombre se duplique en otro y así el número de humanos crezca sobre la tierra. Así, el segundo aspecto en la misión del hombre es “multiplicarse”.

“Todos los animales que están contigo de toda carne, de aves y de bestias y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, sacarás contigo; y vayan por la tierra, y fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra.” (Génesis 8:17)
12 Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. ” (Éxodo 1:12)
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; / enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” ( Mateo 28:19-20)
“15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” ( Marcos 16:15-18)

LLENAR LA TIERRA.
El deseo del Creador es que los seres humanos den mucho fruto, o sea produzcan con su mente, con su espíritu y con su cuerpo. Él quiere que fructifiquemos, pero también que nos multipliquemos ¿en qué medida? Hasta llenar la Tierra. No está preocupado de la sobrepoblación ni de controlar la natalidad; al menos no que lo hagamos nosotros. Él sólo espera y nos bendice así: “llenad la tierra”. Como humanos naturales tenemos que llenar la tierra de hijos, como cristianos es nuestro deber llenar la tierra del Evangelio y de hijos de Dios; como discípulos de Jesucristo estamos llamados a llenar la ciudad, el país y el mundo entero de discípulos. Entonces, el tercer aspecto en la misión del hombre es “llenar la tierra”.
SOJUZGAR LA TIERRA.
El diccionario define la palabra “sojuzgar” como: sujetar, dominar, mandar con violencia. De esto se desprende que el rol del Hombre en la tierra, es decir todo el planeta con sus especies animales y vegetales, como el aspecto mineral y físico, es gobernarlo, administrarlo. Todas las cosas de esta tierra fueron puestas bajo la autoridad del ser humano. Somos administradores de la Tierra y por tanto debemos amarla y cuidarla como una creación Divina. Todas las cosas se nos sujetarán (riquezas minerales, clima, animales, plantas, etc.) si sabemos administrarlas con inteligencia y sabiduría. El hombre no debe abusar de esta capacidad de “sojuzgar” sino que valorarla como una delicada misión. El incrédulo desconoce esta misión y extrae indiscriminadamente y para su propio beneficio egoísta cuanto ha sido puesto bajo su dominio.
En el plano espiritual, también ha sido dado a los cristianos la autoridad para sujetar bajo sí a la creación de Dios. Se nos sujetan hermanos, enfermedades, animales feroces y venenosos, espíritus inmundos, todas las cosas. Administrar esta autoridad es algo delicado que requiere humildad, santidad, limpia conciencia, sabiduría. De lo contrario esas fuerzas se volverán contra nosotros. El término “sojuzgar la tierra” es amplio, abarca tanto el plano natural como sobrenatural. Concluimos que el cuarto aspecto en la misión del hombre es “sojuzgar la tierra”.
“Someteos unos a otros en el temor de Dios.” (Efesios 5:21)
Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. / Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;” (1ª Pedro 5:5-6)
SEÑOREAR SOBRE LA TIERRA.
Tiene varias acepciones la palabra “señorear”, entre ellas: Dominar o mandar en algo como dueño de ello. Esto significaría en nuestro texto, que el hombre fue puesto para dominar sobre la Tierra y su contenido, como si fuera el dueño de todo. Otro significado de la palabra es: Dicho de una persona; apoderarse de algo, sujetarlo a su dominio y mando. El Hombre tiene dominio y mando sobre animales, vegetales y minerales. El significado de “señorear” se distingue de “sojuzgar” en que este último es sujetar, dominar y mandar, y “señorear” es actuar como el Dueño y Señor. Ambos se complementan.
El ser humano posee un señorío dado por Dios, sobre todo lo creado. Esto se deja ver claramente en el progreso de la ciencia y la tecnología. En el plano intelectual el Hombre ha creado una cultura rica y vasta. Cuando entramos en el campo espiritual, y nos ubicamos bajo el Señorío del Hombre Perfecto, Jesucristo, Él nos delega autoridad en la Iglesia y la familia, como sobre el mundo espiritual, señorío que debemos aprender a utilizar, conforme a los dictámenes de la Sagrada Escritura. Digamos que el quinto aspecto en la misión del hombre es “señorear sobre la tierra”.
“22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” (Efesios 5:22-27)
“9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:9-11)

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