PROMESA

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lunes, 4 de noviembre de 2013

GUERRA ESPIRITUAL

En la escritura podemos ver claramente que Satanás no tiene su lucha contra Dios, sino como dice Pedro su contienda es con nosotros:
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;  al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.                                                                                               1°Pd. 5:8-9
 Muchos hemos creído que la guerra espíritual es  orar sobre una persona que tiene algún tipo de manifestación,y aunque es en parte verdad, es solo una pequeña parte de un todo.

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Efesios 6:12 -13
Hay una gran guerra que está siendo librada en el mundo hoy. No es un conflicto entre naciones, tribus, o líderes de gobierno. No es una rebelión o un golpe de estado. Es una importante batalla invisible que está teniendo lugar en el mundo del espíritu. La Biblia declara que el Pueblo de Dios es destruido por falta de conocimiento (Oseas 4:6). Una de las áreas principales en las cuales los creyentes son derrotados a causa de la falta de conocimiento es la guerra espiritual. 

La iglesia primitiva vio la experiencia espiritual en términos de una guerra. La terminología militar puede encontrarse a lo largo de todo el Nuevo Testamento. La protección se encontró en la armadura de Dios. La Palabra de Dios se comparó con una espada. Los ataques de Satanás fueron llamados dardos encendidos. La fe era la “buena pelea” y a los creyentes se les dijo que “pelearan la buena batalla”. La iglesia primitiva sabía que estaban comprometidos en un intenso conflicto espiritual. 

La misma batalla espiritual continúa hoy pero en lugar de estar combatiendo al enemigo, los creyentes están frecuentemente construyendo edificios de iglesias, produciendo dramas musicales, teniendo encuentros de confraternidad, y peleándose unos con otros mientras esta gran batalla espiritual está desatándose alrededor de ellos. Satanás incluso ha intensificado sus ataques contra una iglesia que se ha retirado de las líneas del frente de batalla. 

En la medida que el final de los tiempos se aproxima es incluso más importante que los creyentes entiendan la guerra espiritual en estos tiempos más que en los primeros días de la historia de la iglesia. El Apóstol Pablo nos advirtió: 
 
“También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos”(2 Tim. 3:1). 

En vistas a estar adecuadamente preparados para estos tiempos difíciles, un renovado énfasis debe ser puesto en las estrategias de la guerra espiritual. La vida cristiana es guerra. Más pronto lo reconozcamos y nos preparemos para ella, más pronto experimentaremos la victoria. 

Lucas 14:31 dice “O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿ Acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil?
 Ningún rey fue nunca a la batalla sin una cuidadosa examinación de sus recursos y sin desarrollar estrategias de batalla. Esta es la pregunta que debemos hacernos ¿Estamos en condiciones de salir a la batalla.
Porque si bien sabemos a ciencia cierta que la Victoria la tenemos en Cristo Jesús, cada batalla la debemos pelear como soldados.
Es nuestro deber hacer un cuidadoso examen de la estrategia, armas, y del poder disponible para nosotros para ganar la guerra contra nuestro enemigo, Satanás.  
En el mundo militar, “estrategia” es la ciencia de llevar adelante operaciones militares. Es el método o plan que lleva al objetivo de la victoria. 
Solo nos queda prepararnos y preparar cada una de las armas que nos fueron entregadas por el Padre.
 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.2 Co.10:3-6


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