PROMESA

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viernes, 15 de noviembre de 2013

COMO NO CAER EN LAS TRAMPAS DE SATANÁS

El mundo, la carne y el diablo, ciertamente crean una zona de combate amenazadora! Pero aquí están algunas poderosas contra estrategias espirituales para vencer a estas fuerzas:
1- En las fuerzas militares del mundo natural, un hombre que se enlista para el servicio viene bajo el control completo de sus superiores. Ellos le dan instrucciones sobre  cómo conducirse, cómo vestirse, y sobre cómo combatir al enemigo. Para ser efectivo en la guerra espiritual el mismo tipo de control debe ser puesto en acción:
“Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2).
Debes presentarte tú mismo a Dios como un acto de tu propia voluntad. En el Antiguo Testamento cuando se daba sacrificio a Dios, la persona que lo ofrecía no tenía más control sobre él. Era dado totalmente al Señor. En lugar de conformarnos al mundo y a la carne, debes ser transformado (cambiado) mediante la renovación de tu mente.
2- La renovación de tu mente se hace al “armarte” tú mismo con la misma mente de Jesús.
“Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento, pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las pasiones humanas, sino conforme a la voluntad de Dios” (1 Pedro 4:1-2).
3-Se nos ha dicho que deberíamos “odiar incluso la ropa manchada por la carne” (Judas 23). Debes comprender que los deseos de la carne no son del Padre sino del mundo:
“Porque nada de lo que hay en el mundo—los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:16).
No debes tener confianza en la carne:
“... no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3:3).
Debes entender que la vida en la carne trae corrupción, mientras que la vida en el espíritu trae vida:
“Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6:8).
4-En tiempos pasados, estuviste bajo el yugo de la carne cuando eras un pecador:
“Entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, andando en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:3).
“Mientras vivíamos en la carne, las pasiones pecaminosas, estimuladas por la Ley, obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la Ley, por haber muerto para aquella a la que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:5-6).
“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” 
5- En el mundo militar, el soldado debe obedecer todas las órdenes. Pasa por el entrenamiento básico para aprender las reglas de la guerra. Se le presentan situaciones de prueba en las cuales debe poner estas estrategias en acción y aprende mediante el fracaso y el éxito. Está en entrenamiento para la guerra.
Esto también es cierto en el mundo espiritual. Debes instruir a tu carne a obedecer. Debes aprender las reglas de Dios. Mediante las pruebas que Dios permite en tu vida tendrás la oportunidad de poner estas reglas en acción:
“Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciera” (1 Pedro 4:12).
“Dijo Jehová a Satanás: —Todo lo que tiene está en tu mano...” (Job 1:12).
En el mundo natural, un soldado aprende las respuestas correctas y equivocadas en la estrategia militar mediante repetidos ejercicios de tropa. Puedes entrenarte mediante el estudio de tu manual de guerra, la Biblia. En la medida que entrenas o ejercitas tus sentidos espirituales, aprenderás a discernir entre lo bueno y lo malo:
“Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño. El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:13-14).
Debes instruir a tu carne a obedecer la Palabra de Dios. No conquistas tu carne cediendo a ella. En la medida que Dios te revela áreas carnales en tu vida, debes pasar a la acción:
“... que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11).
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1).
“Al contrario, vestíos del Señor Jesucristo y no satisfagáis los deseos de la carne” (Romanos 13:14).
Nota que TÚ debes pasar a la acción. TÚ debes abstenerte de los deseos carnales. TÚ debes limpiarte a ti mismo de las inmundicias de la carne. TÚ no debes hacer provisión para la carne.
6-El “viejo hombre” se refiere a la naturaleza carnal. 
Pablo escribe:
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24).
7-La carne debe ser crucificada.
 No sufrirá una muerte natural. Debes crucificarla rehusando ser controlado por ella:
“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado, porque, el que ha muerto ha sido justificado del pecado” (Romanos 6:6-7).
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
“Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24).
7-Tu caminar diario (cómo tú vives) puede ser controlado por Satanás obrando mediante la carne, el mundo, o los poderes demoníacos si tú lo permites. No tienes que ser controlado por el mundo, la carne o el diablo. Puedes aprender a caminar en el Espíritu:
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).
“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25).
Caminar en el Espíritu significa permitirle al Espíritu Santo de Dios controlar tu conducta y tu vida.
8-Dios se comunica con tu espíritu mediante el Espíritu Santo:
“Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios” (Romanos 8:14).
El Espíritu Santo puede también comunicarse directamente con Dios desde tu espíritu:
“El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, aunque por el Espíritu habla misterios” (1 Corintios 14:2).
Cuando hablas en un lenguaje desconocido, lo cual es la evidencia física del bautismo del Espíritu Santo (Hechos 2), tu espíritu se está comunicando directamente con Dios. 
9-En contraste con las obras de la carne, desarrolla el fruto del Espíritu Santo. Esto incluye...
“... amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza...” (Gálatas 5:22-23).
10-Satanás usa la debilidad de la carne para hacerte vivir en condenación. Pero Pablo dijo:
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).
Si fallas y te involucras en una conducta carnal, no permanezcas en condenación. Arrepiéntete y busca el perdón:
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
11-Reconoce que no eres del mundo:
“Yo les he dado tu palabra, y el mundo los odió porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:14-16).
Reconoce que si amas al mundo, eres un enemigo de Dios:
“No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él,16 porque nada de lo que hay en el mundo—los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:15-16).
“... ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios” (Santiago 4:4).
Reconoce la naturaleza temporal del mundo:
“Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17).
“... porque la apariencia de este mundo es pasajera” (1 Corintios 7:31).
12-Como creyente, no debes estar bajo el yugo del sistema mundial.
Aunque en el pasado fuiste gobernado por el mundo presente (Efesios 2:2), no estás más bajo este yugo:
“En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, andando en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás... Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Por eso, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:2-3,13,19).
13-Ahora que eres libre del mundo, establece una protección contra su influencia en tu vida
* No dirijas tu vida conforme los rudimentos o principios básicos del mundo:
“Mirad que nadie os engañe ... conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8).
* No ames al mundo:
“No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo...” (1 Juan 2:15).
* No permitas que las filosofías del mundo te perjudiquen:
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas basadas en las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8).
* Niégate a los deseos mundanos:
“Y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:12).
* Mantente sin mancha del mundo:
”La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27).
* Crucifica el poder del mundo:
“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo” (Gálatas 6:14).
La crucifixión no es una muerte natural. A semejanza de la carne, el poder del mundo en tu carne no sufrirá una muerte natural. Debes forzosamente crucificarlo.
14-No has de ser derrotado por el mundo.
 No permitas que las preocupaciones del mundo destruya la obra de la Palabra en tu vida (Mateo 13:22; Marcos 4:19). Este “afanarse” en las preocupaciones del mundo es una de las estrategias del espíritu del anticristo (Daniel 7:25). Jesús dijo:
“... pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
Puedes vencer al mundo porque Jesús habita dentro de ti:
“Hijitos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).

No has de ser afectado por el mundo, pero sí has tú de afectar al mundo. El creyente debe ser una luz en un mundo de oscuridad, reflejando la gloria de Dios y compartiendo las buenas nuevas del evangelio:

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