PROMESA

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domingo, 10 de noviembre de 2013

CARNE

El mundo es una fuerza social maligna de Satanás que obra desde el exterior para atacar a los creyentes. Es la organización corporativa de individuos carnales. La carne es una fuerza que opera dentro del creyente. El mismo “espíritu carnal” que opera en el mundo operará en tu vida si le permites hacerlo. La palabra “carne” como es usada en  la Escritura puede referirse al actual cuerpo de hombre o bestia. Pero esto no es de lo que estamos hablando cuando usamos la palabra “carne” .
La Biblia también usa la palabra “carne” para describir la naturaleza básica de pecado del hombre. La carne es el centro de la voluntaria provocación y rebelión contra Dios:
“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí” (Romanos 7:18-20).
La carne es una fuerza compulsiva interior que se expresa a sí misma en rebelión mediante el pecado. Las palabras “carnal” y “viejo hombre” son también usadas para describir la naturaleza carnal del hombre. Todos los hombres tienen esta naturaleza básica, pecadora y carnal:
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).

“Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
LOS DESEOS DE LA CARNE:
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).
¿Qué es la pasión de la carne? Primero definamos la palabra “pasión”. Pasión es “ un fuerte deseo, emociones del alma, la tendencia natural del hombre hacia el mal”. La Biblia advierte que no debemos desear las cosas del mal:
“Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron” (1 Corintios 10:6).
Desear las cosas del mal que complacerán a tu naturaleza carnal es lo que se llama “pasiones de la carne”. Es como Satanás ataca desde adentro. Es como una guerra civil dentro de una nación, con tu espíritu y tu carne guerreando una contra otra.
La pasión, o deseo pecaminoso, primero entra por medio de los sentidos naturales. El ojo ve algo malvado o el oído oye algo maligno. Un toque, saborear, o incluso un aspirar pueden incluso fomentar la pasión. Esta es la manera en la cual Satanás usa el ambiente del mundo para tentar a la carne. Estos sentidos naturales disparan un pensamiento maligno o un deseo en la mente. Esto es pasión. El pensamiento lascivo es lo que te tienta a hacer el mal:
“Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido” (Santiago 1:13-14).
Recuerda, Dios nunca te tienta. Eres tentado cuando eres atraído por tus propias pasiones pecaminosas y carnales. Pero no tienes que rendirte a esta tentación. Dios siempre provee una vía de escape:
“No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla” (1 Corintios 10:13).
Desde que la mente es usada para tentar a la carne, Pablo advierte:
“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8).
Aprenderás luego cómo la mente es uno de los principales campos de batalla en la guerra espiritual.
Si te rindes a la pasión, viene la tentación, y si te rindes a la tentación, resulta en pecado que lleva a la muerte:
“Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:15).
El mundo es corrupto debido a la pasión:
“... habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones”(2 Pedro 1:4).
Tu carne es corrupta debido a la pasión:
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos” (Efesios 4:22).
"Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais” (Gálatas 5:17).
Cuando eres salvo y lleno del Espíritu Santo, el Espíritu habita en tu espíritu. El Espíritu Santo en tu espíritu se opone a la pasión de la carne. Tu carne lucha contra tu espíritu y el Espíritu de Dios dentro de ti. La carne te seduce a las pasiones carnales. Este es el por qué tú con frecuencia no puedes vivir en la manera que deseas.
Pablo describe esta batalla entre el espíritu y la carne en Romanos  7. Él resume la batalla de la siguiente manera:
“Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí, pues según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Romanos 7:21-23).
Las pasiones de la carne, si no son conquistadas, llevan a obras malignas de la carne que resultan en muerte espiritual:
“Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21).
Esta lista puede ser dividida en cuatro categorías de pecados:
Pecados de adoración: idolatría y brujería.
Pecados sexuales: adulterio, fornicación, inmundicia, y lascivia.
Pecados personales: borracheras y rebeliones.
Pecados de relación: odios, discordia, celos, ira, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, asesinatos.
Son opuestas al fruto del Espíritu Santo que deberá ser desarrollado en las vidas de los creyentes.
El mundo y la carne se combinan con Satanás y sus demonios para guerrear contra los creyentes. Estas son las fuerzas espirituales del mal.

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