PROMESA

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miércoles, 20 de noviembre de 2013

ALGO DE ESTOY HAY...

Jesús no se sentía superior a los demás porque vivía en la Verdad. Aquella que aprendió del Padre.
La señal de estar en contacto con la Verdad es la sencillez.
El miedo es lo que nos lleva a quedarnos en la programación del sistema .Aquello que nos es familiar, conocido, aunque no nos beneficie, nos da cierta tranquilidad.
Lo contrario al miedo es el amor. Donde existe el amor no hay miedo alguno. Y el que no tiene miedo alguno no teme la violencia, porque él no tiene violencia alguna. Toda violencia viene del miedo y crea más violencia.
El que se enfada es que tiene miedo. Nosotros huimos de los enfados porque provocan nuestros miedos y, a la vez, nos ponen violentos. Nos asustamos de la agresividad porque despierta nuestra propia agresividad. Nos defendemos no por justicia, sino por temor.
El espiritual  es el que es capaz de liberarse completamente del miedo, por eso no es violento. El enemigo del amor no es el odio, sino el miedo. El odio es sólo una consecuencia del miedo. El miedo genera los deseos.
Los deseos son otra consecuencia del miedo. El que nada teme está seguro y nada desea.
Hay un deseo común, que es el cumplimiento de lo que se cree que va a dar felicidad al yo, al ego. Ese deseo es apego, porque ponemos en él la seguridad, la certeza de la felicidad. Es el miedo el que nos hace desear agarrar con las manos la felicidad, y ella no se deja agarrar. Ella es inalcansable. Esto sólo lo descubrimos observando, bien despiertos, viendo cuándo nos mueven los miedos y cuándo nuestras motivaciones son reales. Si nos agarramos a los deseos, es señal de que hay apego.Tienes dos maneras de ver, de observar.
Una manera intelectual, teórica, sin profundizar.
La otra manera de ver es existencial, mirando desde tu propia vida, desde tu ser. 
Pablo dice: 
En efecto, no hago el bien que quiero hacer, sino que hago el mal que no quiero hacer. Entonces si hago lo que no quiero hacer, no soy en realidad yo el que hace el mal, sino el pecado que vive en mí." Romanos 7:19-20
Al decir esto se refiere a la parte  intelectual, que a nada compromete porque no es una visión  reveladora. Cuando lo ves desde la Palabra, lo ves desde la libertad que te da la verdad y entonces lo ves tal cual es, y esa revelación hace que despiertes a la Verdad.
Había una vez un árabe que viajaba en la noche, y sus esclavos, a la hora del descanso, se encontraron que
no tenían más que 19 estacas para atar a sus 20 camellos. Cuando lo consultaron al amo, éste les dijo:
-Simulad que claváis una estaca cuando lleguéis al camello número 20, pues como el camello es un animal tan estúpido, se creerá que está atado.
Efectivamente, así lo hicieron, y a la mañana siguiente todos los camellos estaban en su sitio, y el número 20 al lado de lo que se imaginaba una estaca, sin moverse de allí. Al desatarlos para marcharse, todos se pusieron en movimiento menos el número 20 que seguía quieto, sin moverse. Entonces el amo dijo:
-Haced el gesto de desatar la estaca de la cuerda, pues el tonto aún se cree atado.
Así lo hicieron y el camello entonces se levantó y se puso a caminar con los demás.
Ésta es una buena imagen que puede ilustrar nuestra estupidez humana cuando estamos programados por el sistema y somos incapaces de ver por nosotros mismos ni decidir por nosotros mismos, sino por hábitos, por unos gestos determinados, por la costumbre y por nuestra programación. Lo del pez que tenía miedo a ahogarse sería la mejor definición del hombre frente a la Verdad. Cuando estamos dormidos no tenemos miedo de los sueños, pero sí tenemos miedo de despertar a la realidad, porque supone un cambio. Supongo que preferir el sueño a la realidad es de idiotas, pero así es.
Kabir decía: "Me reí mucho al ver que el pez en el agua tenía sed." Ésta es nuestra propia realidad de dormidos.
Sólo se despiertan los que desean despertarse. Tratar de convencer a los que no lo entienden es como irritar a un cerdo.
Despertarse es despertar a la Verdad de que no eres el que crees ser.
 El resistirte a la Verdad hace que choques con la realidad, que te está diciendo que no es por ahí, que revises tus planteamientos para que se ajusten a la Verdad. Si lo comprendes así, crecerás. Si no lo comprendes y te empeñas en seguir obcecado y dormido, sufrirás sin remedio. En cuanto entiendas esto, por la observación que te dé luz para descubrir la Verdad, que el Padre te diseño con un Propósito, se acabarán tu sufrimiento y tu irritación.
Es muy importante, pues, ver, observar lo que te perturba para entender lo que anda mal en ti. Al descubrir
esto, verás cómo cambia tu escala de valores. Vas descubriendo tesoros por todas partes, mientras se va cayendo, por sí sólo, lo que no vale. No sabes bien lo que supone, la paz que consigues, cuando dejas caer la carga de tu superyó de una posición que te empeñabas en mantener y que suponía tantos esfuerzos y frustraciones; el siempre tener la razón, el afán por defender tu imagen, tu nombre, tu prestigio, y todo lo que mantenías para impresionar, para que te valorasen o te tuviesen en cuenta. ¡Puf!, 
¿para qué servía todo eso?
 Menudo descanso cuando lo tiras todo por la borda.
Y lo paradójico es que lo mantenías porque buscabas en ello remedio a tu inseguridad,  la verdadera seguridad la alcanzas cuando lo sueltas todo. Ése es tu premio, con el que te sorprende la Verdad. Y resulta que tienes motivos para estar siempre contento, pues las experiencias buenas son siempre gratificantes, y las malas te proporcionan crecimiento, al señalarte los obstáculos. Incluso las personas que te molestan, son motivo para que cambies, al conocerte mejor; y ya no te empeñas en cambiarlas a ellas.
No hay nada más liberador que el amor. En cambio, la emoción del apego, que tomas por amor, te hace ciego. Si estás apegado a tu amigo, no podrás verlo, porque te lo impedirá tu emoción. La emoción del apego trae consigo reacciones, pero no acciones. Para las acciones tienes que estar despejado y despierto.
Meterse en la batalla, pero con el corazón en paz, es la única manera de vivir para cumplir tu propósito en la vida.

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