PROMESA

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sábado, 9 de noviembre de 2013

EL MUNDO

La palabra “mundo” tiene diferentes significados en la Escritura. Puede significar la tierra o el universo en el orden físico. Es usado para referirse a los gentiles que son todas las otras naciones a excepción de la nación judía.
Pero la palabra “mundo” también es usada para referirse a la presente condición de los asuntos humanos en oposición a Dios. Es el sistema que actúa en el mundo habitado, un sistema que es opuesto a Dios y al Señor Jesucristo. Este es el significado que es usado en esta lección. El “mundo” es el grupo corporativo de individuos centrados en la carne que componen la raza humana. Carne, en este contexto, no se está refiriendo a la carne actual de tu cuerpo. Es un término que describe la naturaleza maligna del hombre la cual está en voluntaria rebelión contra Dios.
Como tu enemigo, el mundo es la totalidad del sistema organizado social, económica, materialmente y de filosofías religiosas que tienen su expresión mediante organizaciones, personalidades, y gobiernos. No es un gobierno específico, organización o persona, sino el sistema mundial sobre la cual éstas están basadas. El sistema mundial es una extensión de la carnalidad del hombre. Provee una atmósfera, ambiente, y un sistema que promueve los pecados de la carne. Rodea al hombre con aquello que apela a sus deseos carnales.
Satanás es el “príncipe” o gobernante del sistema mundial:
Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera” (Juan 12:31).
“No hablaré ya mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo y él nada tiene en mí” (Juan 14:30).
Satanás es también llamado el dios de este mundo:
“Esto es, entre los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les cegó el entendimiento...” (2 Corintios 4:4).
Los reinos del mundo están en el presente influenciados por Satanás. Están guiados por filosofías y principios satánicos. Están centrados en la carne y gobernados por la carne:
“Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: —Todo esto te daré, si postrado me adoras” (Mateo 4:8-9).
Algún día ellos serán los reinos de nuestro Señor:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).
El pecado es la razón para la condición del mundo. Cuando Adán y Eva fueron originariamente creados por Dios, se les dio dominio sobre el mundo. Esto significaba que tenían control sobre él, para guiar sus sistemas y habitantes conforme al plan de Dios. Cuando pecaron contra Dios, ellos perdieron ese dominio (Génesis 1-3).
Cuando Jesús fue crucificado por los pecados del género humano y resucitado de la muerte, Él reclamó el mundo. Pronunció juicio contra las fuerzas espirituales del mal:
“Y despojó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15).
Aunque Jesús reclamó al mundo del poder del enemigo, Satanás todavía no ha reconocido ese reclamo. Satanás todavía está trabajando en el mundo con sus poderes demoníacos. Satanás no reconocerá los reclamos de Jesús sobre los reinos del mundo hasta que el conflicto final sobre el cual estudiarás en el último capítulo de este curso.
La situación es similar a las condiciones militares que frecuentemente ocurren en el mundo natural. Un poder político o militar tomará control sobre una nación pero sus reclamos no serán reconocidos por las tropas rebeldes dentro de esa nación. Las tropas rebeldes continúan guerreando por todo el país. Tratan de tomar posesión del territorio no legítimamente suyo y sojuzgar a los ciudadanos. Frecuentemente usan tácticas de terror para alcanzar sus propósitos.
La situación en el mundo espiritual es similar. Jesús reclamó control sobre el mundo, el enemigo, y sus fuerzas de maldad. Pero las tropas rebeldes de Satanás todavía guerrean por todo el mundo. Tratan de tomar posesión que no es legítimamente suyo e influenciar a hombres y mujeres al mal. Esta batalla, que es nuestra “guerra espiritual” continuará hasta el conflicto final.
La estructura del mundo está en directa oposición a Dios, Su plan, propósitos y pueblo:
-El  sistema mundial es maligno:
“El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre” (Gálatas 1:4).
-El sistema mundial está sin Dios:
“... sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12).
-Existe mucho engaño en el mundo para seducir a los creyentes a convertirse en parte del mundo:
“Muchos engañadores han salido por el mundo...” (2 Juan 7).
-El mundo ya está juzgado y bajo condenación por Dios:
“Pero siendo juzgados, somos castigados por el Señor para que no seamos condenados con el mundo” (1 Corintios 11:32).
-Los “principios del mundo” se refieren a los principios elementales que gobiernan el mundo. Llevan al yugo espiritual:
“Así también nosotros, cuando éramos niños estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo” (Gálatas 4:3).
Estas son las regulaciones sobre las cuales la estructura mundial descansa. Son diferentes de los principios sobre los cuales Dios estructura Su reino:
“Si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos” (Colosenses 2:20).
El espíritu del mundo está en directa oposición al Espíritu Santo:
“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1 Corintios 2:12).
Las filosofías son principios de conocimiento. Las filosofías mundanas no están basadas en Cristo:
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas basadas en las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8).

  • La sabiduría mundana no es la sabiduría de Dios

“La sabiduría de este mundo es insensatez ante Dios...” (1 Corintios 3:19).

  • La “corriente” del mundo es el ciclo del mundo presente, su rutina, la forma en la cual él opera.

“En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2).

  • Las muchas “voces” del mundo son contrarias a la voz de Dios:

“Tantas clases de idiomas hay seguramente en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado” (1 Corintios 14:10).

  • La paz del mundo es temporaria, frágil, y algunas veces engañosa:

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).

  • La tristeza santa difiere de aquella del mundo:

“La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Corintios 7:10).

  • El mundo odia a Dios:

“... ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4).

  • El mundo odia a los creyentes:

“Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os odia” (Juan 15:18-19).
Desde que el mundo está conformado de individuos centrado en la carne que odian a los creyentes, necesitamos aprender más sobre esta fuerza poderosa llamada “carne”.

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