PROMESA

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miércoles, 6 de agosto de 2014

PODER PARA CAMBIAR EL MUNDO II

La intercesión nos da la llave mediante la cual podemos cambiar el mundo. Debemos conocer los  fundamentos que son de mayor importancia:
1. Saber nuestra posición en Cristo.
¡Cuan poco se predica ahora sobre la sangre preciosa de Cristo y lo que la carta a los Efesios dice acerca de nuestra posición en él! Nadie nos puede arrebatar de la mano del Padre o de Cristo (Juan 10:27-30), y mayor es el que esta en nosotros, que el que esta en el mundo (1°Juan 4:4). Si acatamos la condición de permanecer en Cristo, el diablo no podrá tocarnos (1°Juan 5:18-19), aunque siempre nos puede lanzar sus sugerencias como dardos de fuego (Efesios 6:16).
2. Nuestra liberación en Cristo.
Muchos buscan una liberación dramática, cuando en realidad lo que necesitan es humillarse, arrepentirse y renunciar a actitudes y cosas incorrectas.(Hechos 19:18-19)
3. Estar sentados con Cristo en lugares celestiales.
Muchas veces, al encontrarse en problemas , la gente suele decir: "Hay que mirar hacia arriba". Pero yo digo: "Al contrario; hay que mirar hacia abajo", porque nuestra verdadera vida esta escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3:3). Estamos en el puesto de mando del universo y nuestra vida de oración se renovara si tan solo nos apropiamos de esta verdad.
4. Conocer la voluntad de Dios.
Contar con la guía del Espíritu Santo es el derecho de todo hijo de Dios (Romanos 8:14). Además, el Señor Jesús prometió que, por medio suyo, sus discípulos conocerían lo que dice y hace el Padre (Juan 15:14-15) y que el Espíritu Santo traería a nuestra memoria lo que necesitamos saber (Juan 14:26), tanto por su palabra escrita como por su presencia en nosotros (Juan 14:17). El enemigo de nuestras almas hará todo lo posible para proveer los factores negativos y convenceremos de que Dios nos esta guiando así.
Tenemos la mente de Cristo (1°Corintios 2:16) y, por consiguiente, recibimos impulsos del Espíritu Santo, pero podemos equivocarnos en esto. Por eso hay que examinar cualquier impulso a luz de las Sagradas Escrituras y estar abiertos a la corrección de nuestros familiares y colegas. Es muy difícil aconsejar a alguien que se aferra a la expresión: "El Señor me ha guiado".
El Señor ha prometido darnos lo que pedimos "conforme a su voluntad"(1°Juan 5:14-15). Por eso es necesario profundizar en la voluntad de Dios y estar de acuerdo entre nosotros (Mateo 18:19-20).
5. Usar las armas que Dios ha puesto en nuestras manos.
Separados de Dios quedamos casi indefensos delante de Satanás, pero unidos a Dios no hay razón para temerle al diablo. En Efesios 6;10-18, Pablo nos indica no solo la armadura que debemos ponernos sino las armas ofensivas, o sea, la espada del Espíritu "que es la palabra de Dios" y la oración "en el Espíritu" que debemos empuñar. Demasiados siervos de Dios se han metido tanto en la guerra espiritual, que han descuidado la armadura divina y han engrosado la lista de bajas en la lucha.
 Apocalipsis 12 revela mucho acerca de Satanás y sus tácticas. Pero lo mas importante es que indica claramente como los "hermanos" pueden salir triunfantes en la lucha contra el (versos 10 y 11):
- Primero, por la sangre del Cordero. Por medio de su sacrificio en la cruz, Cristo ha eliminado de una vez y para siempre nuestra culpa ante la presencia de Dios, a tal grado que Satanás ya ni siquiera puede acercarse a Dios para acusarnos. Con tal de que le confesemos a Dios cualquier pecado que pueda surgir en nuestra vida, estamos completamente seguros en los brazos de Cristo. 
- Segundo, por nuestro testimonio. Contra la mentira del diablo podemos, usar nuestro testimonio acerca del Señor Jesús, nuestra posición en el Amado, y Quien va a vencer. Es el Espíritu quien nos da poder para testificar y quien nos avisa, al retirar su paz del corazón, cuando algo necesita arreglarse en nuestra vida (Colosenses 3:15) - Tercero, por nuestro compromiso hasta la muerte. Frente a las amenazas y los arreglos que propone el diablo, debemos abandonar la voluntad de Dios, sea para vida o para muerte (Filipenses 1:20). Tal actitud deja a Satanás impotente.
6. Usar la autoridad que Dios nos ha dado.
La victoria de Cristo en la cruz sobre el pecado, la muerte y Satanás fue tan decisiva que podemos y debemos apoyarnos en esta victoria en cualquier conflicto con el enemigo. Apocalipsis 12 deja  en claro que Satanás ha recibido una herida mortal, y que su derrota es irreversible. Todos los enemigos del Señor se están sometiendo a Cristo (Hebreos 10:12-13) y por la fe aseguramos la continuación del proceso (Lucas 10:17-19).
En demasiados casos los creyentes dan la impresión de que salen para pelear contra el enemigo ellos mismos, cuando en realidad la batalla es del Señor. El apóstol Judas nos amonesta a mantener una actitud humilde:
"Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con el por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra el, sino que dijo: "el Señor te reprenda". Pero estos blasfeman de cuantas cosas no conocen" (Judas 9-10)
 Si los endemoniados quieren ser libres y se arrepienten de sus pecados, los demonios tienen que salir en el acto. Al diablo le encantan la sesiones de liberación que duran muchas horas, y en las que los demonios juegan al escondite a fin de agotar a los cristianos, confundirlos con su conocimiento y atemorizarlos con su fuerza.
7. Pagar el precio de ser un intercesor.
La gracia de Dios en completamente gratuita, pero si queremos ministrar esta gracia a otros, esto tiene un precio (Colosenses 1:24): morir a nuestra autosuficiencia (2°Corintios 1:8-11). Tenemos que identificarnos totalmente con el objeto de nuestra intercesión así como lo hicieron Moisés (Éxodo 32:32), Pablo (Romanos 9:3) y Cristo mismo (Isaias 53:12). El báculo de Elías en manos de Giezi no ayudo al hijo de la sunamita. Solo la intercesión comprometida de Elías le pudo dar vida (2° Reyes 4:29-37 ). Existe el peligro de confiar en báculos y la experiencia, en vez de una costosa dedicación hacia liberaciones verdaderas y eternas. 
Debemos confiar en quién nos ha dado la libertad.
Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres.Juan 8:36

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