PROMESA

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miércoles, 6 de agosto de 2014

PODER PARA CAMBIAR EL MUNDO I

La iglesia de Jesucristo en estos tiempos  nunca ha crecido tanto. Pero apesar de esto en el mundo se libra una batalla espiritual y Satanás no está cediendo así no mas. Hay dos actitudes que pueden frenar la evangelización mundial:
- Una subestimación del conflicto con los poderes espirituales. Por demasiado tiempo, el cristiano ha sido culpable por no capacitarse en la Palabra. El resultado es que muchos creyentes no están bien preparados para la oposición espiritual que encuentran. El Señor Jesús concede libertad a los arrepentidos que renuncian a las obras de la oscuridad y confían en él. Pero es mas fácil para muchos creer que son pecadores que no merecen perdón divino y que debemos pagar eternamente por la dádiva divina de la Salvación
 - Una preocupación excesiva por el enemigo. Hay una creciente fascinación por el ocultismo y la influencia hindú, de la nueva era que han cambiado radicalmente la visión de muchos. Algunos  se ocupan demasiado de Satanás, y pierden de vista que el Rey verdadero es Jesucristo. A medida que conozcamos mejor a Dios, su palabra y su poder, estaremos en mejores condiciones para resistir al enemigo.
Por un lado, no debemos ignorar las maquinaciones de Satanás (2° Corintios 2:11), pero, por el otro, no necesitamos saber detalles acerca de las huestes que se nos oponen.
Lo que si cambiara el mundo es nuestra intercesión.
Se ha orado intensamente por ciertos países con resultados sorprendentes. En los últimos años, países como Nepal, Camboya, China, Rusia, Bulgaria, Albania y Etiopía se han abierto al evangelio.
 Hay cantidad de textos en la Biblia que nos instan a la oración 
(1° Samuel 12:23, Salmos 2:8, Lucas 18:1 y 1° Tesalonicenses 5:17) y muchas promesas acerca del resultado (Jeremías 33:3 y Efesios 3:20). 
Gracias a lo que hizo en la cruz, Cristo nos ha convertido en un reino de sacerdotes (Romanos 5:17, 1°  Pedro 2:9, Apocalipsis 1:6 y 5:10).
 Por gracia somos identificados con Dios mismo y estamos sentados con Cristo (Efesios 2:6 y Colosenses 3:1-4), compartiendo sobre todo su ministerio de intercesión.
 La oración es la única actividad humana que mueve el cielo (Apocalipsis 8:4).
Interceder no es una manera de obligar a Dios a hacer lo que no quiere, ni tampoco es algo que le permite a el manipularnos, sino que;
"Esta unión perfecta y armoniosa entre la soberanía de Dios y la libertad humana constituye un misterio insondable, porque Dios trasciende todos los pensamientos. Gracias a la unión que tenemos con el Hijo, nuestras plegarias influencian hasta la vida intima de la Trinidad. Por medio del Espíritu, Dios mete lo humano dentro de su vida divina de amor, dejándose la libertad de colocar cada oración en el sitio correcto dentro de su gobierno del mundo. Andrew Murray"
Veamos a lo que el Señor les enseño a sus discípulos en Juan 14:12-14:
"De cierto os digo: El que en mi cree, las obras que yo hago, el las hará también; y aun mayores también hará; porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre lo haré."
¿Cuales son esas obras mayores?. Algunos piensan en milagros, echar demonios o ganar multitudes, pero todo esto Jesús lo hizo. Creo, mas bien, que las obras mayores son intercesiones en el nombre reinante y exaltado de Jesús y que, por eso, inmediatamente después de reto, el Señor dio su tremenda promesa de hacer lo que pedimos en su nombre.
El venció por medio de la cruz y nosotros, al aplicar esa victoria, venceremos también. Que bueno sería que pudiéramos regresar a la simple confianza de que, si pedimos, el Padre nos dará (Lucas 11:9-13). Nuestra eficacia en la intercesión no depende de técnicas, sino de nuestra relación con Dios. Lastimosamente no se enfatizan las bases de esta relación como antes. 
Se han puesto muchas estructuras en la intercesión volviéndola técnica y poco eficaz. 
La verdadera intercesión es la que se hace dejando fluir el Espíritu Santo a través de nosotros.

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