PROMESA

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viernes, 18 de septiembre de 2015

PARÁBOLA DEL BALDE DE ARENA

Por Dr. Theresa Phillips
Mientras me encontraba orando, pude percibir el cambio que viene… o eso pensé. Todos oímos sobre esto, pero lo que percibí ya había comenzado, ¿cierto? Pude oír la voz del Señor que decía: “Yo conozco las penas, las derrotas, los acusadores y las batallas que estás enfrentando y en las que estuviste. Pero debes alegrarte, Yo vencí estos obstáculos del mundo”.

Romanos 12:12 dice: “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración”. Me quedé quieta y luego de una manera simple y honesta dije: “Señor, amo esto, pero eso no cambió nada. Sigo en esta batalla y siento que no hay liberación”. El silencio arropó el cuarto. ¿Había ofendido a Jesús? ¿Había pecado? Todas estas preguntas vinieron a mi mente… ¿por qué el tratamiento del silencio? Quería llorar y me di cuenta que lo estaba haciendo. 
Repentinamente sentí una presencia. Vino sutilmente, quizá siempre estuvo allí. Pero repentinamente la sentí. Luego miré y pude ver un remolino en el aire hacia mi izquierda. Sabía que la presencia era lo suficientemente fuerte como para verla y sentirla, y por eso me sentí agradecida. Aun necesitaba que Él me ayudara. Estaba profundamente herida. ¿Alguien más se sintió así? Luego tuve una visión. Pude ver lo que parecía una pala de mano de un niño y un balde como los que usan para jugar en la arena.
Luego pude oír esto: “Mete la arena en el balde”. Entonces comencé a hacerlo. Podía sentir el calor de la arena. El sol había calentado la arena por mucho tiempo, estaba horneada por el sol. Mientras estaba llenando el balde, el Señor me volvió a hablar:

“Theresa”.

“Sí Señor”.

“Conozco tu dolor”, no respondí nada.

“¿Ves la arena?”.

“Sí Señor, la veo”.

“Mira más allá del balde”. 

Así lo hice, la playa estaba delante de mí. “Esos granos de arena representan las pruebas que la gente del mundo está sufriendo. Te estoy mostrando cuánto sufrimiento hay en todo el mundo”.
Me sentía un poco más pequeña y esperaba el reproche. Nunca llegó. Lo que vino fue asombroso… y muy necesario. Luego el Señor dijo:

“Theresa”.

“Sí Señor”.

“¿Ves tu balde?”.

“Sí Jesús, lo veo”.

“¿Puedes contar los granos de arena?”.

“No Jesús, no puedo”.

“Bien hija, Yo puedo. Conozco exactamente cuántos granos hay en el balde”.

“Gracias Señor”.

“Theresa, el balde está en mi mano. No temas, ¡estoy contigo!” 

Isaías 41:10 dice: “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”.

“Estoy llevando tu dolor hacia mi Padre y no dejaré caer ni un solo grano de arena. ¡Ninguno! Porque te cuido y quiero que sepas que puedes confiar en Mí porque tienes un valor infinito”.
Ahora tenía lágrimas de gozo y temor. El lado legalista dentro de mí estaba a punto de arrepentirse, cuando Él pronunció mi nombre con claridad:
“Theresa”.

“¡Sí Señor!”.

“No temas. Gracias por pedirme que te ayude. Vivo para interceder por tu vida”.

Hebreos 7:25 dice: “Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos”.

Uno comienza a lloriquear como un niño pequeño cuando es consolado… y estaba haciendo justo eso. El Consolador se había manifestado. El Espíritu Santo me mostró que mientras muchos están en las mismas batallas, las mías eran tan importantes como las de los demás. Estaba siendo amada por el Amor de mi alma. Él vive… y luego me volvió a hablar: “Ahora, Theresa, ve y fortalece a tus hermanos. Diles que también tengo sus baldes. Ellos necesitan saber esto”.
Este pasaje brotó en mi corazón: “Simón, Simón, mira que satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos” (Lucas 22:31-32). Estaba siendo zarandeada y no transformada como pensaba. ¡Quizá usted también!
Luego comencé a comprender… ¿Es posible que muchos de nosotros no hayamos visto la victoria que oímos que muchos están diciendo que ya tenemos? ¿Podría no haberse completado el proceso? Estamos siendo refinados y preparados para lo que pueda venir. Puede que nuestro balde no esté lleno y más.
Mientras tanto, escogí fortalecer a los débiles, darle esperanza a los quebrantados y amar a los aborrecidos. Creo que estaba cantando: “Ser como Jesús… ser como Jesús”. Todo lo que pido es ser como Él.
Entrego esta palabra desde una posición de gracia, porque por gracia fuimos salvos. Él nos conoce… y está haciendo algo por nosotros: Está intercediendo por nosotros ante el Padre, porque nadie puede llegar al Padre sino por Él. Jesús respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, le contestó Jesús. Nadie llega al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

Gracias Jesús, gracias, gracias, gracias…

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