PROMESA

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martes, 29 de septiembre de 2015

¿CUÁNDO NACIÓ JESÚS?



Por Ap. Daniel Guerrero


La mayoría de los estudios ya realizados concluyen que Jesús no nació en diciembre, ni tampoco en el año 1 del primer siglo después de Cristo. Hay otra opción, que nació durante el séptimo mes del calendario hebreo, en el mes Eitanim (Tishri), en un año previo al primer siglo de nuestra era (entre el año 2 al 7 antes de nuestra Era).

LA HISTORIA BÍBLICA: “En días del rey Herodes”
Según el Evangelio de Lucas y Mateo, Jesús nació durante el reinado de Herodes I (Lc. 1:5; Mt. 2:1), o también llamado Herodes el Grande (73 a.C hasta el 4 a.C). Este detalle hay que mencionarlo porque después de él hubo otros reyes llamados Herodes. Muchos historiadores consideran que, Herodes I murió en el año 4 antes de Cristo; pero otros consideran que fue en el año 1 antes de Cristo. Así que, aquí ya nos encontramos con un problema cronológico, discrepancias en una fecha clave; y con un serio dilema, porque Jesús no podía haber nacido después de la muerte de su primer perseguidor (Mt. 2:7-16). Tenemos que encontrar una fecha más cercana a los acontecimientos históricos, que nos digan cuándo nació Jesús.
El Evangelio de Mateo es el único que, además de la referencia histórica del reinado de Herodes, narra la llegada de unos magos (sabios) del oriente (Mt. 2:1-2) y con ello, da una evidencia histórica, basada en la trayectoria de las estrellas, el gran reloj del universo.
Lucas por su parte, da cinco referencias históricas: la del anuncio del nacimiento del profeta Juan, durante el reinado de Herodes I y el servicio sacerdotal que su padre Zacarías (levita de la clase de Abías) tenía que hacer en el Templo (Mt. 1:5). Luego dice que en el sexto (6) mes del embarazo de Elizabeth, madre del profeta, el ángel Gabriel le anuncia a su parienta María el nacimiento del Mesías salvador (Mt. 1:26-37). Y en el capítulo dos menciona que Jesús nació cuando Augusto César era emperador de Roma y Cirenio era gobernador de Siria.
LA SEÑAL ASTRONÓMICA: “El tiempo de la aparición de la estrella”
Pero prestemos atención aquí a la aparición de la estrella vista por los sabios del oriente que menciona Mateo. Y digo sabios, porque esa debe ser la traducción más correcta de la palabra griega “mágos”: científico oriental (Strong 3097 cuyo origen probable sea del caldeo Rabmág: titulo de oficial babilónico, mago en jefe 7248, 7229). 
Es decir, este grupo (no determinado) de sabios lo más probable era que venían de Babilonia. Algunos apuntan que entre el grupo pudo haber rabinos judíos (conocedores tanto de las antiguas Escrituras, historia y costumbre judías, como de la astronomía babilónica), que quedaron del exilio que sufrieron entre los años 605-597-586 a.C, durante el reinado de Nabucodonosor. Mención interesante de ese hecho histórico lo hace el mismo Mateo unos versículos antes (1:17). Y hay que recordar que el profeta Daniel, por ejemplo, fue contado también entre la facultad de sabios, magos y astrólogos de Babilonia, de hecho llegó a ser el principal entre ellos (Dan. 2:2,10, 27; 4:7,9; 5:7,11-12).
La Biblia dice que los sabios vieron una estrella, siguieron esa señal, y fueron adorar al que ellos ya sabían sería el rey de los judíos (Mt. 2:2). Así que, descartaré a un meteorito y a un cometa, y me concentraré en el avistamiento de un astro o estrella en el firmamento, lo cual nos ayudará a descifrar la posible fecha del nacimiento de Jesús.
El astrónomo y matemático alemán Juan Kepler (Johannes Kepler, 1571-1630), basado en sus observaciones estelares hechas en diciembre de 1603, de una alineación entre los planetas Júpiter y Saturno con la constelación de Piscis, concluyó que un fenómeno parecido debió haber ocurrido en el año 7 a.C. Pero para esa fecha no se había hecho la relación de tal descubrimiento con el nacimiento del Mesías. Todavía prevalecía la fecha errada que el teólogo jesuita francés, Dénis Petau (1583-1652) había hecho, y que la Iglesia católica romana ha avalado hasta la fecha. Pero recordemos que la mayoría de los astrónomos no creían ni creen que Jesús hubiera nacido en una fecha anterior al año 4 a.C. Vamos a estudiar las dos opciones.
Jesús nació antes del año 7 A.C.
Fue el obispo danés Munter, quien primero lanzó la posibilidad que en el año 7 a.C. se produjo la conjunción que Kepler había descubierto, una vez que Munter descubrió y descifró un comentario hebreo medieval sobre el período de los “setenta sietes” (setenta semanas) de la profecía del libro de Daniel. Luego en el año 1902, se publica lo que se conocerá como la Tabla Planetaria, un papiro egipcio que contiene los movimientos exactos de los planetas entre los años 17 a.C hasta el año 10 a.C. Este descubrimiento atrajo la atención hacia las conjunciones del planeta Júpiter también ocurridas en el año 7 a.C. Más tarde, en el año 1925, se descubre y publica el calendario estelar de Sippar (Babilonia), que fue escrito en una tabla de arcilla con escritura cuneiforme. Sippar fue un importante centro de astrología de Babilonia y se encontraba en una zona cerca del río Eufrates. Lo que hace más interesante a este calendario es que tiene registrado los movimientos y alineaciones de los astros y muy particularmente los que ocurrieron en el año 7 a.C. con el planeta Júpiter, Saturno y la constelación de Piscis que ocurrió tres veces ese año. Dicha conjunción sería vista en la región oriental del Mediterráneo (Egipto, Palestina y Babilonia). Así que, con esto se puede verificar que, en las regiones babilónicas había cierta expectativa de un acontecimiento importante, que cambiaría la historia de las naciones, y ocurriría en ese año.
Jesús nació antes del año 1 A.C.
Al parecer en septiembre del año 3 a.C., durante la celebración de la Fiesta de las Trompetas (Año nuevo judío o Rosh-ha-Shanah) el planeta Júpiter (astro relacionado con los reyes de la tierra) tuvo un comportamiento peculiar en su trayectoria, que le hizo hacer una conjunción con la estrella “Regulus” o “Rey”, conocida por los babilonios como “Sharu”, y por los romanos como “Rex” (rey). Los sabios del oriente interpretarían las conjunciones del planeta rey con la estrella real como el presagio de la venida de un rey entre los judíos. Menciono “las conjunciones”, ya que normalmente cada 12 años Júpiter hace conjunción con la estrella Regulus; pero entre el año 3 al 2 a.C., Júpiter hizo un segundo movimiento, que se conoce como movimiento de retrogradación (efecto visual sobre la bóveda celeste producida por el movimiento de la tierra alrededor del sol, que hace ver como si los astros se regresaran en sus trayectorias orbitales) y volvió a hacer una conjunción con la estrella real, ese mismo año. Y meses después regresó a su trayectoria y volvió a hacer una tercera unión con la estrella real, lo cual llamó la atención de los sabios del oriente; ya que con sus movimientos el astro rey hizo una corona alrededor de la estrella real, dentro de la constelación de Leo. El león es la bestia rey y su símbolo está asociado a la tribu de Judá (Gén. 49:9). Y luego lo haría con la constelación de Virgo, la virgen (Ap. 12:1), para culminar, en dirección del poniente, en junio del año 2 a.C., su unión con otro planeta, Venus, “el planeta materno”.
Al ver todas estas señales y movimientos estelares los sabios del oriente, emprendieron su viaje hacia el occidente, hacia Judea, para confirmar sus observaciones y descubrimientos en la bóveda estelar. Y se encontraron con Herodes, un rey judío que no quería darle espacio a ningún otro rey, que no fuera él. 
EL MENSAJE ANGELICAL: “al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado”
Actualmente, la mayoría de los estudios dan como poco probable que Jesús naciera en el mes de diciembre y mucho menos en el día 25. Veamos que en el relato que hace Lucas hay pistas históricas que nos pueden guiar para determinar el mes en que Jesús nació.
“Había en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías” (Lc. 1:5). Los sacerdotes levitas se organizaron en 24 clases, para poder cubrir el servicio sacerdotal en el Templo durante todo el año. Zacarías era de la clase de Abías, que le tocaba en la octava línea (suerte), que correspondía a la décima semana del año, sin contar las semanas de las Fiestas obligatorias para todos los sacerdotes (Pascua/Panes sin levadura, Pentecostés y Tabernáculos; Dt. 16:16). Así que, el turno de Zacarías debió caer en el mes de Ziván (entre mayo-junio).
Durante su servicio en el lugar Santo del Templo, en Jerusalén (Lc. 1:8-9), el sacerdote Zacarías tiene un encuentro con un ángel que le da un mensaje sobre el nacimiento de un hijo, al que llamaría Juan (Lc. 1:11-20). Después de este incidente en el Templo regresa a su casa, se une a su esposa Elizabeth y esta queda embarazada, por lo cual se recluyó por cinco (5) meses, ya que era anciana, al igual que su esposo Zacarías.
Ahora, un dato histórico importante que tenemos que considerar es el exilio a Babilonia, que como mencionamos arriba, aconteció entre los años 605-597-586 a.C., en el cual la población del reino del sur, especialmente Judea, fue llevada cautiva a Babilonia por setenta años. Luego el pueblo regresó a partir del año 538 a.C (edicto del rey Ciro) y el conteo de las líneas de servicio sacerdotal se había perdido, y aunque se retomó la lista, no quedó completa (Es. 2:36-39; Neh. 12:1-7; 12:12-21; 10:2-8). Así que, esta alteración en el orden del servicio sacerdotal puede afectar la precisión en la determinación del nacimiento de Juan y el de Jesús.
Pero si consideramos que el orden en la clase de Abías ya había sido restaurado para la fecha del servicio de Zacarías en el Templo; y contamos las dos semanas de servicio que le correspondía, incluyendo su viaje de retorno a su casa (que debió adelantarse por causa de haber quedado mudo), más los nueve meses de embarazo de Elizabeth, parece probable que el profeta Juan naciera en el mes de Nisán, cerca o durante la Fiesta de la Pascua, cuando se acostumbra a esperar el retorno del profeta Elías (Lc. 1:17).
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth”(Lc. 1:26). Tenemos que aclarar que fue en el sexto mes del embarazo de Elizabeth, y no del calendario anual, cuando el ángel Gabriel se le apareció a la virgen María, para darle el mensaje sobre el nacimiento de un hijo, que en este caso llamaría Jesús (Lc. 1:27,31), o sea que si seguimos con el conteo anterior, la concepción de Jesús pudo ocurrir en el mes de Kislev (diciembre), cuando se celebra la Fiesta de las Luces (Hanukkah), también conocida como la segunda Fiesta de los Tabernáculos (Sukkot).
Si contamos los ocho días después de la Fiesta de las Luces, más los nueve meses del embarazo, María pudo dar a luz a Jesús en el mes de Eitanim (Tishri/septiembre-octubre), en el séptimo mes del calendario religioso hebreo, cerca o durante la séptima fiesta, la Fiesta de los Tabernáculos.
Además de esta evidencia histórica interna, hay otros pasajes en los Evangelios que parecen apuntar más hacia esta fecha. Por ejemplo, en el mismo relato que Lucas hace, menciona que no había lugar de hospedaje para José ni María; y esto pudo ser por causa del censo y la celebración de la Fiesta, recordemos que Belén queda muy cerca de Jerusalén (a casi 7 Km.). El apóstol Juan también dice en su Evangelio, que la Palabra “se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn. 1:14), la palabra griega para “habitar” es “skenóo” (Strong 4637, acampar, --. extender su tabernáculo, habitar, morar), cuyo equivalente en hebreo es “shakán” (habitar) y “sukkat” (hacer tienda); es decir, tanto en el griego como en el hebreo se denota la idea que la Palabra hizo tienda, tabernáculo, entre los hombres, lo cual está en sintonía con el deseo de Dios de morar desde el principio con Su pueblo; y la posibilidad que el Mesías naciera en el séptimo mes, durante la celebración de la séptima Fiesta de Jehová, la Fiesta de los Tabernáculos.
LA CELEBRACIÓN ROMANA
¿Qué se celebra realmente el 25 de diciembre entonces? Pues como hemos visto, no es la fecha histórica del nacimiento de Jesús.
Lo que la Iglesia Católica Romana celebra es la mezcla pagana que hizo con la fiesta o culto al dios Sol, que se realizaba durante la Saturnalia, fiesta en honor al dios Saturno, en la que se celebraba el nacimiento del dios Sol Invictus. Y usa un calendario igualmente de origen pagano, que no se ajusta al calendario ni a las Fiestas ordenadas por Dios en Su Palabra, que como hemos dicho arriba, distorsiona la historicidad del nacimiento y existencia de Jesús, el Mesías.
En su empeño de captar por todos los medios posibles al mayor número de adherentes (no discípulos de Jesucristo), la Iglesia Católica Romana, siempre ha permitido que elementos paganos entren en sus rituales, fiestas y doctrinas. Es una práctica que ha ejecutado dondequiera que ha ido, porque su meta no es ser fiel a las Escrituras ni hacer discípulos de Jesucristo; sino ser fiel a sus dogmas papales (aunque contradigan a la Palabra de Dios) y extender su dominio político-religioso en las naciones.
La Biblia reseña el nacimiento de Jesús como un HECHO histórico, dentro de un contexto histórico específico: el reinado de Augusto César, emperador de Roma; el reinado de Cirinio, gobernador de Siria; y el reinado de Herodes I, rey de Judea, bajo el imperio romano (Mt. 2:1,16-19; Lc. 1:5; 2:1-2).
No podemos afirmar con exactitud el año del nacimiento de Jesús, pero la mayoría de los historiadores y estudiosos bíblicos coinciden que no debió ser previo al año 4 antes de Cristo, esta distorsión en la fecha, fue creada por el calendario aprobado por la Iglesia Católica Romana, durante el papado de Gregorio XIII, en 1582. Podemos establecer un margen entre el año 7 al año 4 antes de Cristo.
La evidencia bíblica interna señala que Jesús pudo haber nacido en el séptimo mes del calendario religioso hebreo, es decir Eitanim (Tishri/Septiembre); cerca o durante la celebración de la séptima Fiesta establecida por Dios mismo, es decir la Fiesta de los Tabernáculos (Lév. 23:39-43).
Podemos afirmar que el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo es un acontecimiento muy importante reseñado con detalles en las Escrituras del Nuevo Testamento y profetizado en detalle en el Antiguo Testamento, y Dios también dio testimonio, en los cielos y en la tierra, con poderosos ángeles y sencillos pastores, sobre su importancia y relevancia para Su Plan de salvación para la humanidad. Por lo tanto, no deberíamos privar su celebración en los hogares cristianos, siempre y cuando se haga con entendimiento, evitando los malos-entendidos y distorsiones históricas y de significado introducidos por la Iglesia Católica Romana y la presente sociedad post-moderna de consumo y materialismo desbordado.
Una correcta celebración de la Navidad, debe estar fundamentada en las claras enseñanzas de las Sagradas Escrituras y centrada en la vida y en la obra de nuestro Señor Jesucristo, el Salvador del mundo. Por lo tanto, exhortamos a los padres y representantes, a procurar sentarse y compartir, con sus hijos e hijas, la verdad de las Escrituras sobre el nacimiento de Jesús y el verdadero significado de la Navidad; que disfruten un momento para compartir una cálida cena familiar; y evitar estimular a nuestros niños y niñas al consumismo y al materialismo, que es evidente durante la celebración pagana y secular de la Navidad

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