PROMESA

PROMESA

sábado, 15 de agosto de 2015

UNA VOZ, MUCHOS PROFETAS


Cuando Cristo no se manifestaba aun en carne, el espíritu de la profecía impulsaba a cada profeta, desde Abel en adelante, para revelar a Cristo, anunciarlo y manifestar como sería su carácter y propósito, para esto el profeta tenía la facultad de mirar más adelante por encima del tiempo, donde Cristo se mostraría,  pero una vez manifestado el Cristo redentor, el espíritu de la profecía descendería sobre la iglesia en pentecostés para guiarnos a toda verdad, para profetizar aquello que nos lleve a Cristo, y a su voluntad de manera diaria, desde este nuevo contexto, los profetas y ministerios proféticos han caminado soltando la voz del Señor, sobre las ciudades, pueblos y sociedades donde se encuentran, algunas veces con palabras de consuelo, exhortación y unas pocas veces para predecir lo que vendrá, tomando en sus corazones el deseo de Dios por las naciones, su visión sobre estas y su amor por la creación que el formo.

Sin embargo, muchas veces crece una tendencia producto de la inmadurez, de creer que un ministerio, profeta o ministro especifico, posee toda la revelación de Dios en sí mismo, por la autoridad o llamado que posee, olvidamos el poder del cuerpo de Cristo y comenzamos a creer que un ministerio o ministro, es “la única voz de Dios autorizada”, o que aunque predicamos que Dios les habla a todo aquel que le ama, solo a algunos ministros, les “habla mejor”, entonces comienzan a decir alguno, “yo soy de Pablo” y otros “yo soy de Cefas”, una postura que solo muestra lo equivocado que podemos estar y lo enfermizo que podemos tener al cuerpo de Cristo por esta absurda manera de ver.

MUCHOS PROFETAS
No fue así en los primeros profetas, que aún no tenían el privilegio de ser parte de la iglesia, tenemos muchos ejemplos de cómo sale UNA SOLA VOZ del trono de Dios, pero cada profeta soltaba esa voz sin buscar desprestigiar al que le antecedía o que fuese su contemporáneo, el caso de Amos y Oseas es interesante, Amos vive un contextos de prosperidad financiera en el norte con Roboam, Amos viaja desde el sur como pastor y recolector, para clamar por justicia como un hombre de común, pero con una certeza profunda y sabía que la voz de Dios le otorga sobre lo que ocurre en la ciudad, es profeta no por herencia o por las escuelas de profetas, sino por llamado, lo que le hace rechazar el ritualismo ceremonial que no posee justicia real, Amos sería el primero en anunciar el desastre del norte, el primero en ver la paradoja entre el ritual vacío y el corazón de Dios, antes que Isaias, Ezequiel o Malaquias, Amos comienza una nueva etapa para la unción profética.

Oseas podrían haberse topado en su ministerio con Amos, probablemente tuvieron un tiempo contemporáneo o muy cercano, Oseas es más radical, se centra en que la destrucción del norte es inevitable, a diferencia de Amos, Oseas es del norte, su mensaje sigue la misma línea de Amos, pero enfatiza el juicio sobre el Israel que Dios ama profundamente, con su vida misma Amos lo demuestra, el “adulterio” espiritual del Israel que se prostituye, frente a un Dios amante pero despreciado por su pueblo.

A pesar de sus diferencias culturales y los énfasis que cada uno hace en un mismo contexto, sus mensajes son muy distintos, en palabras y formas, pero no se contradicen y mucho menos se oponen entre sí, no están ocupados en publicar los nombres de los “falsos profetas”, ni en buscar si uno es mejor mensajero que el otro, solo dejan que la luz del espíritu de la profecía manifieste lo verdadero de lo falso, Oseas y Amos no nos hablan de lo mismo, pero la voz de Dios en ellos nos llevara a las mismas conclusiones.

Otro buen ejemplo es el profeta Miqueas, quien se habrían topado por lo menos durante 20 años, con el ministerio primario de Isaías, Miqueas se enfrenta a una notoria mentalidad religiosa opresiva, donde la casta de terratenientes, sacerdotes y falsos profetas, oprimen al pueblo usando la ley mosaica, Miqueas ataca la “ciudad santa” como una cueva de ladrones, ataca a los falsos profetas que solo hablan de paz en medio de la injusticia y a pesar que su mensaje va directo contra la elite de Judá, no se le ve apuntando a Isaías por su cercanía sobre los reyes y la elite de su tiempo, sino más bien, se puede notar en Miqueas, cierta influencia de los mensajes de Isaías, en la manera en que presenta al mesías naciendo en la pequeña Belén y no en la famosa “santa ciudad de Jerusalén”.

Y así mismo podríamos seguir con Jeremías, cuyo ministerio se centró en la destrucción inminente de Judá y el templo que ya no tenía nada de sagrado y Ezequiel, el profeta que ve la abominación de los sacerdotes adorando a Tamuz dentro del templo, pocos años antes de ser destruido por Nabucodonosor , o con Zacarías y Hageo, profetas que ministraron sobre sociedades similares, en tiempos probablemente contemporáneos o muy cercanos, pero que no se dedicaban a ver quién seria “la voz autorizada” de la nación, sino más bien, enfocados en soltar la UNICA VOZ del trono de Dios, tal cual esta salía para el pueblo.

Hay en ellos un entendimiento sobre cómo opera el espíritu de la profecía, el espíritu de Cristo, que es el Espíritu Santo, a través del tiempo y con diferentes hombres como instrumentos de su voluntad, podían ver el “cuerpo profético” de la voz de Dios sobre los tiempos, y tener un entendimiento sobre la importancia de oír para saber qué hacer, esto lo vemos en Daniel, cuando consulta los escritos de Jeremías, para darse cuenta que este último había profetizado cuantos años seria el cautiverio y notar que este tiempo estaba frente a él, entonces Daniel se arrepiente por su pueblo y clama por el cumplimiento de esas promesas de Dios.


AUTORIZAR UNA VOZ
La única voz autorizada son las escrituras, infalibles por sí misma, dejadas para que se disciernan en el Espíritu de la profecía, desde la unción donde fueron escritas, pero el resto somos cuerpo de UNA CABEZA, QUE ES CRISTO, cuerpo de un solo Señor, somos cuerpo aquellos que se apartan de iniquidad para invocar su nombre y debemos aprender a trabajar juntos, conocer nuestros límites como hombres, oír lo que el Espíritu habla por medio de otros, dejar de edificar un sanedrín que solo pretende controlar que voz viene del cielo y cual no, creo que aun que podemos juzgar y pesar la profecía, se requiere la balanza del cuerpo para entender la medida y el peso que una profecía tiene, esto significa procurar el respeto de los unos sobre los otros, como lavados y comprados por la misma sangre, el apóstol Juan creía que cuando se está en luz, tenemos comunión unos con otros, que no podemos aborrecer al hermano y fingir que estamos en luz, ambas cosas no conviven juntas, por esto digo, que si necesitamos juzgar, traer luzy pesar una profecía, la balanza y medida está en el cuerpo, conforme a esa luz, que expone lo genuino de lo falso.

Cuando esto se comprenda en su profundidad, podremos ver que es posible y de hecho es necesario, que Dios suelte UNA VOZ, sobre MUCHOS profetas.



Simon Aquino / Hijo de Elohim

No hay comentarios:

Publicar un comentario