PROMESA

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sábado, 14 de febrero de 2015

VIVIR EN AMOR

Hoy día 14 de febrero el mundo celebra el día de los enamorados, incluyendo muchos Hijos de Dios.Decimos estar enamorados sin entender lo que realmente esto significa.
El amor romántico es un componente imprescindible en cualquier relación de pareja. No podemos ni queremos minimizar su importancia. Sin enamoramiento falta la chispa necesaria para que el fuego de la relación se encienda. Sin embargo, nuestra sociedad va camino de cometer un error de trágicas consecuencias: reducir el amor a enamoramiento. Y lo que es aun peor, reducir el enamoramiento a un mero estado de «excitación» que no suele durar más allá de 3 o 4 años. Esta es una influencia sutil y perversa del hedonismo que está en la raíz de muchos divorcios y separaciones. «Como ya no siento nada por él o ella, esto significa que el amor se ha apagado y, por tanto, es legítimo que lo dejemos.»
Tres consideraciones son necesarias.
Primero, 
El enamoramiento es sólo un ingrediente del amor, pero no el único ni siquiera el más importante. 
El amor se asemeja a un edificio que tiene cuatro columnas: la amistad, el sentimiento de cariño y ternura, la entrega mutua y el enamoramiento que incluye la atracción física y el romanticismo. Por cierto, cada una de estas cuatro columnas merece un amplio estudio que en su momento realizaremos. El gran error de muchos jóvenes hoy (y también de algunos no tan jóvenes) es confundir el amor con el enamoramiento y limitarlo a este sentimiento de atracción. Una relación de pareja será estable en la medida en que tenga estas cuatro columnas desarrolladas de forma equilibrada. Cualquier desnivel va a ladear el edificio peligrosamente.
Segundo 
El enamoramiento pertenece al campo de los sentimientos y, como tal, es fluctuante. Varía tanto como el estado de ánimo o como cualquier ilusión. 
Equiparar enamoramiento con amor tiene consecuencias muy negativas para la estabilidad de la relación. Es imposible mantener el mismo «nivel» de enamoramiento de forma permanente e inalterable. Si pienso que ya no amo a mi novia o esposa porque ya no siento la misma atracción, ilusión o excitación que al principio, es que no he entendido en qué consisten ni el amor ni el auténtico enamoramiento. Las oscilaciones del sentimiento de pasión hacia la persona amada son totalmente normales y no deben llevar a nadie a conclusiones erróneas ni, por supuesto, a querer legitimar con ello la defunción de la relación.
Tercero
El enamoramiento adquiere diferentes formas o «presentaciones» a lo largo de los años. Aun dentro de sus oscilaciones naturales, va adquiriendo diversas maneras de percibirse y de manifestarse. Es perfectamente posible ver muy enamorada a una pareja de ancianos 50 años después de su boda. Pero la naturaleza y la expresión de su sentimiento serán muy distintas a la excitación juvenil de sus primeros tiempos juntos. Podemos comparar el enamoramiento al agua de un río en su curso natural. Al principio, curso alto, el agua baja impetuosa, arrolladora, juguetona. En su curso medio el río ha cambiado; discurre mucho más sosegado, el agua ha perdido la bravura del principio, pero ahora hay un caudal amplio, profundo. Cerca ya de su desembocadura, tampoco parece el mismo río. El agua casi está quieta, como remansada, no se nota apenas movimiento; sin embargo, hay vida en aquel río, tanta o más que al principio.
El  amor sin embargo es como el río: cambia su forma, pero sigue siendo amor y es ¡el mismo río!


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