PROMESA

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lunes, 20 de octubre de 2014

RESTAURANDO LA PATERNIDAD



Él hará volver el corazón… de los hijos hacia los padres (Mal. 4:56)
En el  tema de la restauración de la Paternidad divina haremos énfasis en el interés que tiene el Padre, en que enseñemos especialmente  a nuestros hijos adecuadamente (Pr.4:14, Dt.8:68).
Nuestro  Padre quiere establecer una comunión más estrecha con nosotros, a efecto de que alcancemos su sabiduría y así sea iluminado el camino que debemos elegir (Sal.25:12), para agradarle, como lo hizo su hijo Jesucristo. (2° Pd.1:17).
Nosotros como hijos de Dios, debemos de ser ministrados en el conocimiento de su voluntad (Col.1:9), con el propósito de llegar a ser restaurados, en nuestra identidad como hijos y por ende ejercer una buena función paternal, ya que conociendo más de su paternidad para con nosotros, podamos dar testimonio de quién es Él. (Hch.22:15).
El hecho de que seamos hijos no solamente conlleva derechos, sino también obligaciones, para con él, y para con nuestra familia. (Lc.12:48)
A continuación veremos  las funciones paternales de Dios para con nosotros, ya que al recibirla y ponerla por obra, permitiremos que Dios edifique las vidas que conforman nuestras familias:
En el evangelio de Juan notamos como el Padre nos manifiesta su luz en la persona de Jesucristo (Jn. 1:4, 8:12), “siendo la luz verdadera que alumbra a todo hombre” (Jn.1:9).
Sabiendo que todo aquel que reciba al dador de la luz, formará parte de ella, ya que el Padre quiere que seamos luz en medio de un mundo lleno de tinieblas (Is. 60:1-2).
La palabra luz viene del Heb. Luwz looz. que sig. para los hebreos, el resplandor de la presencia de Dios que los guía al monte santo (Sal.43:3), por lo que necesitamos ser sustentados, alimentados, protegidos por su luz para caminar en este mundo (Sal. 119:105), en la Biblia se menciona la palabra luz refiriéndose como figura a aspectos de la enseñanza, instrucción, sabiduría (Pr.6:23, Heb.12:59, Ef.6:4). indispensables para tomar decisiones conforme al corazón de Dios. El ejemplo lo tenemos en nuestro Padre celestial.
Cuando al pueblo de Israel, el Padre le quiso enseñar sus caminos, ellos nunca estuvieron interesados en aprender de Él (Heb.3:7-11).
Ahora nosotros teniendo la oportunidad de aprender, debemos de interesarnos en conocer el buen camino a través de la luz que irradia por el Espíritu de verdad (Jn.16:13).
El resplandor de la presencia de Dios, se tipifica en el arca del pacto, que es la presencia de Dios, la cual debemos de llevar a nuestra familia. El privilegio de llevar el arca del pacto le fue entregado a la tribu de Leví, que fueron elegidos sacerdotes. En este tiempo también se ejercen funciones sacerdotales (Ap.1:9), a los cuales somos llamados, pues al no realizarlas, corremos el riesgo de perder ese privilegio. Estos sacerdotes tienen funciones específicas.
A continuación veremos algunas de ellas.
·         INTERCEDER, Heb.7:25; Ef.6:18; Ex.32:11-12;
Interceder es preocuparse por la necesidad de otro. Como sacerdotes debemos interceder por nuestra familia, para que la proteja y los aparte del pecado; porque tenemos la autoridad que nos ha sido dada por el Señor para bendecir y romper maldiciones, para reprender al diablo, cerrando puertas a cualquier estorbo de las tinieblas, etc.

·         DESENMASCARAR LAS OBRAS DE LAS TINIEBLAS, Ef. 5:11-13;
Pr.27:23; Ga.5:25; Ro. 8:1,2; Lv.13:36.
Si somos luz, debemos de tener el discernimiento adecuado para reconocer el pecado en nuestra familia (1° Co.2:14; He.5:14) y llegar a saber, que es lo que puede llegar a contaminar a nuestros hijos.
Debemos de interesarnos por conocer las amistades de nuestros hijos, ejemplo de ello es
David, ya que no distinguió el pecado de Ammón que violó a su hermana y Absalón que
vengó con la vida de su hermano tal ofensa, y posteriormente rebelándose contra su autoridad.
Dios nos muestra la condición en la cual estamos, ya sea por sueños, visiones (Job 33:14-17), su palabra (Heb.4:12) con el propósito de que procedamos al arrepentimiento.

·         ENSEÑAR SU PALABRA, Dt.11:19; Mt.28:19-20:
Como hijos de luz tenemos la responsabilidad de guiar e instruir a nuestros hijos lo que él nos enseñó (Ef.2:20; Tit.1:9), congregándonos y buscando ser discipulados en nuestra casa, esforzándonos por buscar su presencia y poder escuchar la voz de Dios, para que aprendan no solamente en la iglesia, sino también en el hogar. Noé instruyó y enseño a su familia (Gn.6:18; 7:5-7) , conduciéndolos a la salvación, de igual forma como lo hizo Pablo con su hijo espiritual Timoteo, siempre le instruyó (1°Tim.1:15), le asignó responsabilidades, porque confiaba en él (1°Tim.1:18-20),le enseñó lo que convenía para ejercer adecuadamente su ministerio (1°Tim 4:13-16) lo corrigió (1°Tim 5:12), lo consoló (2°Tim.1:4), lo animó (2°Tim.2:1), de tal manera que cuando Pablo está próximo a partir (2°Tim 4:6), le honra diciéndole que fue un hijo que le agradó, que está satisfecho con su formación y su obediencia.( 2°Tim 3:14-17), y que por su perseverancia, puede alcanzar la corona de Justicia.

·         EJEMPLO Y TESTIMONIO, 1° Pd. 3:12, Lc.11:33. :
 No es correcto imponer una forma de vida a nuestros hijos, sino que el hijo sigue el ejemplo del padre, ya que el hijo da testimonio del padre (Jn.8:19, Jn.13:15). Debemos de tener buen testimonio dentro y fuera de la casa, ya que somos cartas abiertas, para todos los hombres (2° Co.3:3). Pablo le escribe a Timoteo, recordándole que debe ser ejemplo a pesar de su juventud, en palabra, conducta, amor, fe y pureza (1°Tim.4:12).
Para poder enseñar, antes tuvimos una preparación previa, porque solamente de lo que
tenemos podemos dar (Hch.3:16), por ello es necesario que nosotros como padres, tengamos comunión con Dios, como un hijo lo tiene con su padre, aprendiendo de Cristo y de sus delegaciones ministeriales que están para proveernos de lo que necesitamos
Dios es bueno, y desea la restauración para nosotros y nuestras familias, es por ello que constantemente nos enseña a través de su palabra, dada a través de sus ministros. Somos hijos de luz, por lo que las obras del padre deben de resplandecer en nosotros (Jn.3:21), y a través de ello podamos llegar a obtener la verdadera relación de Dios Padre y sus hijos.

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