PROMESA

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viernes, 14 de marzo de 2014

“CUANDO ALGUIEN TE DEFRAUDA, PERDONA SIEMPRE” VICKI VILLAMIL VEGA



Alguien rompió nuestro corazón, nos dijo una palabra hiriente, traicionaron nuestra confianza, incumplieron una promesa, una mentira y un sin fin de hechos que pueden marcar nuestra vida y en lugar de hacernos madurar nos llenan de odio y rencor.
De entrada, siempre o casi siempre, fingimos que no nos importa ni nos afecta, pero la realidad es que el sentimiento negativo que se despierta en nosotros lo vamos almacenando en algún rincón de nuestro corazón y allí se convierte en una “lotería acumulada” que explotará cuando menos te lo imagines con la persona que te dañó o con cualquier otra que reviva esas sensaciones en ti. Lo peor de guardarte todo es que en el momento de la erupción no pararás hasta humillar al otro e irte resoplando. Al principio te llega una sensación de alivio por desahogarte, pero breves minutos después la culpa y la vergüenza podrían hundirte aún más.
El rencor puede empujarnos a guardar por años una situación tras otra hasta enfermarnos psicológica y físicamente y además con la cara apretada, carácter reactivo y el constante mal humor, nos aleja de los seres que amamos y nos necesitan.
Decía Jesús: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” y así justamente es, todos cometemos errores de menor o mayor peso, algunos con consecuencias otros no, pero no somos quien para someter, con una cruz a cuestas de por vida, a esa persona que nos dañó.
Hay quienes se vuelven adictos al odio y al rencor por cualquier razón. Si el otro tiene más que yo, si es bonito (a), tiene mejor trabajo, mejor carro, entre otros, que de la mano con la envidia nos inyectan dosis de resentimiento y nos proyectan negativamente ante todo nuestro entorno y además nos impiden entender cualquier explicación contraria a la capsula gris en la que decidimos meternos.
Dice el psicólogo Alfonso Aguilló en un artículo denominado “La dinámica del rencor” una reflexión muy interesante que me permito presentarles un fragmento: “Hace falta un largo triunfo interior para superar y vencer al odio. Un esfuerzo continuado por entender las cosas desde fuera de la propia subjetividad. Un empeño duradero por abandonar la dinámica del rencor, por superar la envidia y el deseo de vengarse. Una opción personal firme por purificar la imaginación, por aprender a ponerse en el lugar del otro, por ver con nuevos ojos el pasado y perdonar de verdad. Si no se hace ese esfuerzo y se mantiene, si no se construye la vida sobre ese coraje diario del perdón, el simple olvido se demuestra demasiado débil y demasiado frágil; y cualquier día, desde lo más profundo del interior del hombre, desde una zona que quizá creía ya cerrada para siempre, puede subir de nuevo la marea del odio, un torbellino interior que parece imposible de frenar. Perdonar es fundamental para observar la realidad tal como es, para no reescribir la historia en función de los propios traumas y resentimientos, para relativizar lo que ocupa demasiado en nuestro horizonte mental y apenas pertenece a la realidad.”
¿Cómo abordarlo? si puedes sanar la situación con la persona que te hirió sería ideal, sin embargo, a nivel personal debes en primer lugar: aceptar el dolor, para poder eliminarlo de raíz. Evita la competencia: resulta autodestructiva. Valora la ganancia: de todo lo malo conseguimos algo bueno. Busca soluciones, no al culpable: perdona al otro, a ti mismo y avanza. Evita poner condiciones: “te perdono si haces esto o aquello”, esto te hunde más en lo negativo. Regalar en vez de cobrar: el perdón es un regalo, eso trae consigo un “te perdono sin cobrarte nada a cambio”, este sentimiento positivo te liberará, te hará sentir mejor, sin cargas y podrás pasar la página de ese dolor.
No cultives la infelicidad con conductas indeseables, haz siempre el bien y verás como un mundo de cosas maravillosas se devolverán a ti llenas de dicha y alegrías. Atrévete a ser feliz. Ser FELIZ es una obligación. Oblígate a pararte después de las derrotas y camina firme hacia delante. Sonríe siempre.

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