PROMESA

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viernes, 23 de agosto de 2013

EL ESPÍRITU SANTO A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Muchas denominaciones hoy en día, tienen diferentes opiniones sobre el Espíritu Santo. Al punto que una buena cantidad de ellas lo ignora totalmente. El hecho de que la mayoría de las referencias al Espíritu Santo se hallan en el Nuevo Testamento no es suficiente razón para declarar que el Espíritu Santo no esta en el Antiguo Testamento.
Tales afirmaciones nos ha llevado a considerar que, para conocer en la verdad  es esencial apelar a toda la Biblia, pues cada parte de lo allí registrado hace su contribución apropiada. La Biblia es para el hombre el único origen de información divina revelada concerniente a este tema. Hay una referencia al Espíritu Santo al principio de la Biblia en Génesis 1.2, y otra al fin, en Apocalipsis 22.17.

Dos palabras distintas son usadas en el idioma original Hebreo: "RUACH" Y "NESHAMAH"

La primera significando el Espíritu de Dios o del hombre (determinado por el contexto), y la segunda significando el soplo de vida del cuerpo. Existe una gran variedad de referencias al Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, un total de ochenta y seis (86), y se hallan en veintidós (22) de los treinta nueve (39) libros del Antiguo Testamento. Todas estas referencias preparan el terreno que luego ocupan los pasajes del Nuevo Testamento.
Entre los nombres usados para el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, la expresión "El Espíritu del Señor" ocurre por lo menos veinticinco (25) veces; "Espíritu de Dios" catorce (14) veces; y "Espíritu Santo" dos (2) veces. Aún cuando las enseñanzas no están del todo desarrolladas, los rudimentos están claramente trazados.

 "Todo lo revelado acerca del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento, ya ha sido hallado en el Antiguo Testamento, con una sola excepción. Esa es la palabra "Bautizar".

Hay en el Nuevo Testamento doscientas sesenta y un (261) referencias sobre el Espíritu Santo es especial y directamente mencionado. Con la excepción de Filemón, II y III de Juan, el Espíritu Santo es mencionado en todos los libros del Nuevo Testamento.
El libro de Los Hechos tiene cincuenta y siete (57) pasajes que se refieren directamente al tema. Es el libro "especial" de las Escrituras que se refieren al Espíritu Santo; y se nos dice más acerca del ÉL aquí que en ningún otro libro.
Una de las grandes características de los pasajes del Nuevo Testamento acerca del Espíritu Santo, es la gran variedad de nombres con que ÉL es conocido.
Fue solamente con el correr del tiempo que la Iglesia transformó el legado escritural de la verdad concerniente al Espíritu Santo en una formulación doctrinal y teológica. Muchos de los Padres de la Iglesia Primitiva y la mayoría de los primeros credos hicieron referencia al Espíritu Santo, pero por o general la doctrina no fue hecha objeto de controversia, y por consiguiente no fue desarrollada. El credo de los Apóstoles que simplemente dice: "Creo en el Espíritu Santo", data del primer siglo en su compilación original.
Recién en el siglo cuarto (IV) le dio su forma moderna. Es evidente que las primeras décadas de la Iglesia por lo menos estaba entregada a la verdad de la existencia y el ser del Espíritu Santo.
Uno de los primeros autores que mencionaron el Espíritu Santo fue:
Clemente de Alejandría (155-220 D. C. ). Escribió: "El espíritu Santo es uno y el mismo por todas partes". Él enseñó que el Espíritu Santo, descendiendo del cielo sobre el hombre, le hacía capaz de contemplar las cosas divinas.
Tertuliano describió en el (160-222 D. C. ), sobre el bautismo en aguas, una confesión específica de fe en el Espíritu Santo es indicada, antes de la inmersión. Tertuliano fue el primer Padre de la Iglesia que usó el término "trinidad" aplicado en referencia a las personas de la Deidad, colocando consecuentemente al Espíritu en la misma base con el Padre y con el Hijo.
En cierta ocasión Tertuliano se refirió al Espíritu Santo como el "Vicario" de Cristo. Esta palabra significa "substituto", pero desde entonces ha sido adoptada por la Iglesia Romana y es usada para el Papa.
Orígenes (186-253 D. C. ) En una declaración de las doctrinas de su tiempo dijo: "El Espíritu Santo es asociado con el Padre y el Hijo en honor y dignidad. No es claro si fue o no engendrado. Él inspiró a los escritores sagrados". De otros escritos es evidente que Orígenes adoptó la posición de creer que el Espíritu Santo es increado. Enseñó que el ministerio del Espíritu Santo era para otorgar santidad, y que la doctrina del Espíritu emanaba solamente de la revelación.
Por otro lado no todos los registros antiguos concuerdan con la ortodoxia.
Los Monarquíanos (corriente que aseguraba que solo Dios era rey y que no habían tres personas solo uno) al comienzo del (segundo) II siglo, enseñaban que el Espíritu Santo no es distinto del Padre y del Hijo.
Pelagio (360-420 D. C. ) rechazó la doctrina de la obra creativa del Espíritu en regenerar a los creyentes, y con esto comenzó una línea de pensamientos que ha llegado a estar representada por el Unitarianismo y ciertos liberales extremados.
La Escuela Macedonia Anterior al concilio de Nicea (425 D. C. ) negó la personalidad y la Deidad del Espíritu.
Hipólito (Siglo III) es responsable de haber presentado al Espíritu Santo como una mera fuerza en vez de una persona.
La Homilía de Clemente (95 D. C. ) Menciona al Espíritu Santo, pero aparentemente adopta la posición de que el Espíritu era un ser creado. Aún cuando Tertuliano es considerado ortodoxo, también se nota que él enseñó que el Espíritu Santo era algo material, y que de alguna manera el Espíritu mejoraba los efectos del bautismo en agua. En términos generales, la doctrina del Espíritu que nos han dejado los Padres de la Iglesia es fragmentaria y falta de sistema, y en el juicio de la mayoría de los eruditos modernos de la Biblia sería declarada doctrina no-ortodoxa.
En el año 325 D. C. El Concilio de Nicea en su Credo original solamente declaró: "Creemos también en el Espíritu Santo". Fue más tarde en el año 381 D. C. Cuando el Concilio de Constantinopla preparó el Credo de Nicea más conocido, el cual declaró que fe ortodoxa incluye creer: "En el Espíritu Santo, el Señor y Dador de vida, quien procede del Padre, quien con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado, quien habló por los Profetas". Es aparente que esta versión corregida del Credo de Nicea, quiso transmitir la idea de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son seres no creados y que deben ser adorados en conjunto como un solo Dios. Sin embargo, fueron necesarios siglos de discusiones antes que finalmente el Credo apareciera con la declaración que completó la intención original del Credo.
Estas discusiones fueron conocidas como las controversias de "Proceso" (que precede).
En el siglo anterior al desarrollo de las controversias de proceso, tuvieron lugar en dos Concilios de la Iglesia:
1 - El Concilio de Alejandría (362 D. C. ).
2 - El Concilio de Constantinopla (381 D. C. ).
Trataron en parte de la doctrina del Espíritu santo. La posición ortodoxa que mantenía que el Espíritu era de la misma sustancia del Padre y el Hijo, fue apoyada. Atanasio (300-373 D. C.) Durante este período el campeón de la ortodoxia, quién refutó a Arrio en el Concilio de Nicea, tuvo ocasión de disputa con Macedonio, Obispo de Constantinopla. Este último mantenía que el Espíritu Santo era un asistente y sirviente de la Deidad con la posición de un ángel.
Debe ser notado que en conexión con el Espíritu Santo la expresión "procede" es bíblica: "...el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre.." Juan 15.26. Se mantiene el hecho de que el Espíritu Santo, eternal y esencialmente procede como un aspecto específico de la naturaleza divina.
Por el hecho de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no es más inferior, como tampoco lo es Cristo en Su posición como resultado de la "generación de Cristo".
A través de los siglos desde los tiempos primitivos hasta el presente, los conceptos pertinentes al Espíritu Santo muy rara vez han sido enfatizados adecuadamente, pero por lo general entre aquellos quienes eran verdaderos Cristianos, han sido mantenidos ortodoxamente.
El desarrollo final de tal dirección de pensamiento trajo como resultado la oscuridad de distinciones, de tal manera que la persona y el ser del Espíritu Santo se confunde con cualquier buen propósito en el corazón humano.
Consecuentemente los maestros de esta época, decidieron expulsar al Espíritu, tanto de Su ministerio en relación a las Escrituras, como de Su ministerio en relación al nuevo creyente.
El punto de vista neo-ortodoxo no está dispuesto bajo ningún punto de vista a colocar al Espíritu Santo en la posición que le corresponde: En el centro de la revelación de Dios. La neo-ortodoxia se contenta con hablar acerca de la Escritura "inspiradora", y considera que la obra que es hecha por el Espíritu Santo es hecha como una obra subjetiva en el lector, en vez de un proceso objetivo que garantiza un libro infalible.
Pero vayamos a la Escritura y leamos que nos revela.
Lucas 11.13 - "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"

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