PROMESA

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martes, 18 de febrero de 2014

SANANDO EL ALMA


La Biblia no define la enfermedad como lo haría un libro científico, puesto que es un libro espiritual y Sagrado, pero sí deja ver en este texto un concepto que vale la pena profundizar. Dice:
 “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:12-15)
Una enfermedad del alma viene a ser semejante a una cojera espiritual. Pero ¿Qué es lo cojo? ¿En qué cojeamos? ¿Hay cojera en nuestros corazones? Veamos, el cojo es una persona a la que le falta una extremidad y por tanto camina con dificultad. A veces alguien cojea porque tiene una herida en un pie, o porque usa un calzado inadecuado. El cojo, por su caminar dificultoso, suele salirse del camino o ruta trazada.

Espiritualmente hablando un cojo es:
a) Un cristiano que no se desenvuelve con naturalidad en el Reino de Dios.
b) Un hermano que tiene un problema de sanidad interior que le impide desarrollarse como cristiano.
c) Un discípulo que no crece y provoca molestias al Cuerpo de Cristo.
d) Una persona que se desvía del Camino de Cristo, debido a su problema.

¿Cómo puede resolverse el problema de la “cojera espiritual”? Únicamente a través de un proceso de sanidad interior. Es el corazón el que está cojo, hay una herida tal en esa persona que le imposibilita de seguir a Jesucristo en forma normal. Podríamos hablar de un desarrollo cristiano normal y de uno anormal.
¿Cómo podremos levantar a un cojo espiritual o enfermo del alma? 
El tratamiento que el Espíritu Santo propone, se compone de tres pasos:

a. “levantad las manos caídas” (v.12a)
b. activad “las rodillas paralizadas” (v.12b)
c. “haced sendas derechas para vuestros pies” (v.13a)

Manos, rodillas y pies espirituales tendrán que ser activados.

 LAS MANOS SON LOS ÓRGANOS QUE HACEN.
Es típico del cristiano enfermo del alma, la inacción frente a su problema. Sólo se lamenta y culpa a otros de su problema, no asumiendo la responsabilidad que tiene de su vida. Necesitamos movilizar a la acción a esa persona y si es nuestro caso, comenzar a hacer algo para superar nuestro problema. “Levantad las manos caídas” implica fe en Aquel que puede levantarnos y darnos victoria (Salmo 77:10)

LAS RODILLAS SON LAS BISAGRAS DEL CUERPO
Las coyunturas que dan movimiento a los huesos. Particularmente los cristianos utilizamos nuestras rodillas para orar. Es imposible sanarse si no hacemos una profunda oración y entrega de nuestros problemas al Señor. La oración de sanidad es poderosa herramienta del Espíritu Santo. Por otro lado las coyunturas son las uniones que dan movimiento al cuerpo, asimismo los tutores son los que unen un miembro con otro en el Cuerpo de Cristo. El discipulado y la sujeción al tutor es clave para la sanidad de los miembros del Cuerpo. La activación de “las rodillas paralizadas” se puede realizar sólo por el amor de Dios a través del Espíritu Santo que vive en la Iglesia ( Mateo 10:1)

 LOS PIES NOS PERMITEN DESPLAZARNOS EN EL ESPACIO. 
Sin pies, como sin piernas, estamos estáticos. Vamos a poder caminar el sendero de desarrollo cristiano sólo si nos disponemos a ir tras la meta que es Jesucristo. El Señor nos dejó sus huellas para seguirlas, nos indicó un camino: el camino de la cruz, nos dio mandamientos y ordenanzas; la única manera de sanarnos de nuestras enfermedades del alma es siguiendo Sus pasos, Sus directrices y dejando de hacer lo que nosotros pensamos. “Haced sendas derechas para vuestros pies” se cumple cuando encendemos la esperanza ante nuestros ojos. Esa visión es la que nos lleva a tener éxito en nuestra restauración de la enfermedad del alma como de la enfermedad del pecado, que es la peor.

LA PREVENCIÓN DE LA ENFERMEDAD
¿Cómo podremos prevenir el mal? Para que una comunidad y las personas que la componen  se conserven sanos, sin heridas ni amargura, es preciso desarrollar disciplinas y un clima que propicie la buena salud espiritual, así como el cuerpo requiere de alimento, ejercicio y buen aire. Estas medidas son las siguientes:

1. Seguid la paz con todos (v. 14a)
2. Busquen la santidad (v. 14b)
3. Miren al Señor. (v. 14c)

Si no aplicamos el tratamiento necesario para sanar las heridas de nuestra vida y de otros, corremos el grave riesgo tanto individualmente como colectivamente, o sea como discípulo y como Iglesia, de sufrir las siguientes consecuencias:

1. No recibir r la gracia de Dios “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios” (v.15a)
2. Que la herida se gangrene y se transforme en una raíz de amargura “que brotando alguna raíz de amargura” (v.15b)
3. Que la persona se convierta en una molestia para sí misma y en un estorbo para la comunidad “os estorbe” (v.15c)
4. Que esa persona finalmente contamine y contagie con su mal al resto de los hermanos “y por ella muchos sean contaminados” (v.15d)

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