PROMESA

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jueves, 20 de febrero de 2014

HERIDOS DEL ALMA

“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.” (1 Pedro 2:21-25)
“quien llevó él mismo nuestros pecados” nosotros somos los enfermos, no Dios. Nosotros somos los que necesitamos la salud completa. No podemos culpar a Dios de nuestros problemas. Jesucristo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero, para que nosotros no carguemos más con ellos.
La Palabra de Dios promete sanar al ser humano cuando dice: “Dios sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas" (Salmo 147:3). Y en otro texto asegura: "y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador." (Éxodo 15:26) Lo más esperanzador es cuando afirma “Ciertamente llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores” (Isaías 53:4) es decir que nuestra salud ya está lograda. Por lo tanto la Iglesia sólo tiene que tomarla y vivirla. El área  que se ocupa por la salud en la Iglesia es el de sanidades y dentro de esta tarea está la Sanidad del alma o “Sanidad Interior”
Propósito de la Sanidad Interior.
 La meta de la sanidad interior es sanar heridas emocionales. Los medios son el poder del Espíritu Santo, la presencia sanadora del Espíritu Santo y la apropiación de la obra de Jesucristo en la cruz. La estructura psicológica es una parte muy importante de nuestra naturaleza humana. Sin embargo, casi nunca se habla en nuestras Iglesias acerca de la sanidad que esta área requiere. Pocas veces se menciona que Cristo también vino para sanar nuestra psiquis. Dicha sanidad casi siempre la dejamos en manos de los psicólogos, la mayoría de los cuales no conocen a Cristo. Es una lástima la carencia de una adecuada enseñanza en esa área, ya que el Señor vino para sanar nuestra psiquis tanto como nuestro espíritu y cuerpo. El apóstol Santiago no solamente nos habla de los enfermos que han de ser sanados y los pecados que serán perdonados; también nos dice que debemos confesar nuestras ofensas los unos a los otros, y orar los unos por los otros para que seamos sanados. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados” (Santiago 5:16),

En Dios hallamos sanidad física, psicológica y espiritual

en su cuerpo sobre el madero,” Así como Él murió por nosotros, nosotros tenemos que morir al viejo hombre o a la vieja mujer, para comenzar a vivir la vida de Cristo y no la vida de la carne. No podemos continuar viviendo conforme a nuestra naturaleza humana, si queremos ser sanados integralmente. Necesitamos morir al viejo yo para vivir un nuevo yo. Este nuevo yo es Cristo en nosotros. La cruz no es sólo para Jesucristo sino también para cada discípulo. “El que quiera venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” No hay otra forma de seguir a Jesús que no sea negando y aplastando la carne. Quien piense que puede haber un modo más fácil de ser cristiano está muy equivocado. El discípulo muere, tal como su Maestro murió en la cruz.
para que nosotros, estando muertos a los pecados,” Como antes estábamos muertos a la santidad, hoy estamos muertos al pecado. Un muerto no peca, no siente apetitos de la carne. En nuestras fantasías cinematográficas los muertos o zombies caminan tras los vivos y tienen deseos perversos y sexuales, pero eso es sólo una fantasía, que tal vez refleja como viven los “muertos espirituales”, guiados por sus apetitos carnales. Un muerto no siente deseos sexuales, ni hambre, ni frío, ni sueño, no piensa ni se mueve. Así deben ser los cristianos con respecto a los pecados, como muertos, que el pecado no “nos haga ni cosquillas”
“vivamos a la justicia;” Vivir la justicia es vivir de acuerdo a la Ley de Dios, vivir de acuerdo a Su voluntad. La Palabra de Dios está regada de enseñanzas acerca de lo que Dios quiere para nosotros. Hay algunos resúmenes de ello, como en los 10 mandamientos en el Antiguo Testamento o las bienaventuranzas y el Sermón del Monte en el Nuevo Testamento. Se ha contado 90 órdenes de Jesucristo para sus seguidores. Si hacemos lo que Él nos enseña, estaremos siendo justos.
“y por cuya herida fuisteis sanados.” En este punto hay dos aspectos: la herida de Cristo y la herida del Hombre.
1. La herida de Cristo es nuestro pecado. Fueron nuestros pecados los que llevaron a la muerte a nuestro Señor. Nuestros pecados agobiaron e hirieron su alma y su cuerpo. La llaga de su ser fue ocasionada por nosotros. En el alma y el cuerpo de Jesucristo se proyectó y materializó todo el pecado de la humanidad. Su espíritu fue oprimido por las tinieblas al punto de clamar al Padre: “Eloy, Eloy, lama sabactani; Padre ¿por qué me has abandonado?” En medio de ese dolor por la Humanidad, entregó Su espíritu al Padre. 
Nuestro Dios es un Médico que tiene un curioso método para sanar al Hombre. Él no da a beber o ingerir algún medicamento; Él no nos receta cierta dieta especial; tampoco nos interviene quirúrgicamente, aún cuando alguien pudiera decir que nos ha dado a beber de Su Espíritu Santo, nos ha recetado la oración y la lectura de Su Palabra y que ha intervenido en nuestro interior con Su poder. Sin embargo la absoluta sanidad se da a través de un acto de Él que sucedió fuera de nosotros.
Por su herida fue sanada nuestra herida. 
La herida de Cristo en la cruz sanó la herida del pecado en el Hombre. Las heridas de Jesús en Su alma bendita sanaron nuestras heridas humanas del alma. La sanidad operada por Él es completa, es una sanidad de espíritu, mente y cuerpo.

2. La herida del Hombre es su propio pecado. El ser humano es portador de dos tipos de heridas interiores, una en su conciencia y la otra en su alma. La herida de la conciencia es sanada por Jesucristo con su sangre y su perdón. Las heridas del alma son un tipo de enfermedad del alma, provocada por el pecado propio y de otros.
  • a) Definición. La palabra “herida” tiene varias acepciones: un daño corporal que causa efusión de sangre; Perforación o desgarramiento en algún lugar de un cuerpo vivo; golpe de las armas blancas al herir con ellas; una ofensa o agravio; aquello que aflige y atormenta el ánimo.
  • b) La primera herida. La primera vez que aparece la palabra herida en la Biblia es en Génesis, cuando Lamec dijo a sus mujeres Ada y Zila –es el primer polígamo- “oíd mi voz;  Mujeres de Lamec, escuchad mi dicho:  Que un varón mataré por mi herida, Si siete veces será vengado Caín,  Lamec en verdad setenta veces siete lo será.” (Génesis 4:23,24) Las palabras de Lamec a sus dos esposas acerca de un acontecimiento trágico en su vida están registradas en forma poética en hebreo, y se las ha llamado con propiedad el "Canto de Lamec". Este canto constituye la composición poética más antigua del mundo. Los versos hebreos, algo críticos y ambiguos, se prestan a más de una explicación. Tal vez el significado es que Lamec estaría listo para repetir su acto asesino en caso de necesidad.
De tal modo que la palabra herida, en la Biblia, se la relaciona con: violencia, asesinato, venganza, acción maligna. Indudablemente las heridas del alma no son ocasionadas por Dios, sino por las tinieblas y la maldad del hombre. Es algo que debemos comprender con toda claridad. Dios no hiere para muerte.
“¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.  Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.  Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada.” (Isaías 1:4-8)
  • c) Causas de heridas. ¿Qué puede ocasionar una herida en el alma de una persona? Numerosos son los motivos de heridas en el alma humana:
- Ofensa de los padres
- Rechazo de mamá o papá
- Ofensa de hermanos
- Ofensa de familiares
- Ofensa e amigo
- Rechazo por discapacidad
- Rechazo por defecto o apariencia
- Rechazo por clase social o nivel económico
- Rechazo por cultura
- Rechazo por origen (nacionalidad, etnia, etc.)
- Ofensa, palabras ofensivas, sobrenombres
- Maltrato verbal
- Falta de amor
- Maltrato físico
- Maltrato sexual, vejación
- Humillaciones por pobreza
- Abusos de autoridad
- Burlas
- Perdedores en competencias (vestido, moda, capacidades intelectuales, capacidad física, dinero, casa, cosas, juguetes, etc.)
- Desprecio de otros
- Ingratitud de otros
- Abandono
- Vergüenzas, bochornos por actuaciones o palabras de otros
- Odio
- Comparaciones odiosas
- Acoso
- Descrédito
- Avergonzar en público
- Robos (de propiedades tangibles e intangibles)
- Aislamiento
- Alabanza y preocupación por otros, en desmedro de la persona
- Injurias, insultos
- Desaprobación
- Suposiciones

Siempre la herida la causa el pecado, ya sea el propio
 o el de otros.
  • d) Los quebrantados de corazón. La Biblia habla de las “enfermedades del alma” como de “los quebrantados del corazón”. Quebrantado de corazón es el que está angustiado, el que se siente oprimido o está contrito, es decir siente pesar por haber ofendido. “Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová.” (Salmo 34: 17-19)
Quien mejor puede sanar y calmar el corazón quebrantado por la angustia, la opresión y contrición, es Dios, creador de la mente humana. “Alabad a JAH, Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; Porque suave y hermosa es la alabanza. Jehová edifica a Jerusalén; A los desterrados de Israel recogerá.  El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.” (Salmo 147:1-3)

El abatimiento es la humillación o postración moral de una persona. El sentir del quebrantado de corazón es el abatimiento.

“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;  a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.  Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.” (Isaías 61:1-4)

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