PROMESA

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sábado, 5 de octubre de 2013

JESHVAN

Damos inicio a un nuevo mes, el de Jeshván,el mes octavo, históricamente el 17 de este mes comenzó el diluvio y culmino el 27 del año siguiente.
Al día siguiente Noé ofrendó sacrificio a Dios el cual pacto no volver a destruir la humanidad por agua, y como señal puso el arco en las nubes.
Es el mes octavo, significa la revelación eterna de lo sobrenatural.
Es un mes de otoño (boreal), y es paralelo a los meses gregorianos de octubre y noviembre, según el año. Su signo del Zodíaco es Escorpio, debido a que en este mes se empieza a orar por la lluvia, luego del extenso y seco verano vivido en la Tierra de Israel, y por lo cual es un mes ávido de agua, como el escorpión del desierto.
La Palabra nos dice en Lucas 10 lo siguiente:
Miren que yo les he dado a ustedes poder para aplastar serpientes y escorpiones, y para vencer a todo el poder del enemigo, sin que nada los dañe.  Pero no se alegren de que los espíritus se les sujetan, sino de que los nombres de ustedes ya están escrito en los cielos.
Este nuevo mes declaramos que es un tiempo donde la revelación del Padre llenara nuestras vidas, por el camino que el enemigo venga en nuestra contra a arrebatarnos nuestra bendición, será derrotado y por siete huirá, las manos para recibir la lluvia temprana y la tardía, que traerá un renuevo en nuestro espíritu .

El tiempo del lloro y del gemir se terminó, en su lugar ha llegado el tiempo del cántico, el tiempo de la alegría, de los cantos de victoria, pues el enemigo que te acosaba, que te amenazaba y que te tenía intimidado ha sido derribado a tierra, ha sido vencido por el Rey de Reyes. El Señor ha hecho que caigan en sus mismas trampas, que caigan ante la espada de ellos mismos. Y todo lo que habían tramado contra ti ha sido destruido, así que levántate y entona cantos de júbilo, entona cantos de victoria, porque esos enemigos nunca mas los veréis, declara el Señor.

Ha llegado el tiempo de decir basta al enemigo, el tiempo de obligarlo a huir, pues todo el poder que tenía sobre ti, las posibilidades de atacarte se le terminaron. Yo he declarado, dice el Señor, que en estos días el enemigo será estruendosamente destruido. Caerá como cae una torre de piedras. Sus planes son desbaratados, así como todas sus estrategias. En cambio tú serás levantado y serás declarado como un vencedor. Hay para ti tiempos de regocijo por la victoria, por la derrota del que te detenía.

Un tiempo de mucha revelación ha sido desatado sobre ti, y una forma en que lo recibirás será a través de visiones celestiales. Te mostraré cosas que definirán tu ministerio y llamado para los próximos años. Abriré mi gran tesoro el cielo para enviarte, no lluvia, sino mucha revelación. Entenderás cosas que antes no pudiste, entenderás tu destino y los proyectos que tengo para tu vida para los próximos cinco años.

Activamos el Salmo 144
“¡Bendito seas, mi Dios y protector! ¡Tú me enseñas a luchar y a defenderme! ¡Tú me amas y me cuidas! Eres mi escondite más alto, el escudo que me protege, ¡el Dios que me permite reinar sobre mi propio pueblo! Dios mío, ¿qué somos nosotros para que nos tomes en cuenta? ¿Qué somos los humanos para que nos prestes atención? Somos como las ilusiones; ¡desaparecemos como las sombras! Dios mío, baja del cielo, toca los cerros con tu dedo y hazlos echar humo. Lanza tus relámpagos, y pon al enemigo en retirada. ¡Tiéndeme la mano desde lo alto y sálvame de las muchas aguas! ¡No me dejes caer en manos de gente malvada de otros pueblos! Esa gente abre la boca y dice mentiras; levanta la mano derecha y hace juramentos falsos. Dios mío, voy a cantarte un nuevo canto; voy a cantarte himnos al son de música de arpas. A los reyes les das la victoria, y al rey David lo libras de morir a filo de espada. ¡Sálvame también! ¡Líbrame de caer en manos de gente malvada de otros pueblos! Esa gente abre la boca y dice mentiras; levanta la mano derecha y hace juramentos falsos. Permite que nuestros hijos crezcan en su juventud fuertes y llenos de vida, como plantas en un jardín. Permite que nuestras hijas sean hermosas como las columnas de un palacio. Haz que en nuestros graneros haya abundancia de alimentos. Haz que nuestros rebaños aumenten en nuestros campos hasta que sea imposible contarlos. Permite que nuestros bueyes lleven carretas bien cargadas. No dejes que nuestras murallas vuelvan a ser derribadas, ni que volvamos a ser llevados fuera de nuestro país, ni que en nuestras calles vuelvan a oírse gritos de angustia. ¡Tú bendices al pueblo donde todo esto se cumple! ¡Tú bendices al pueblo que te reconoce como su Dios!”.

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