PROMESA

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viernes, 29 de noviembre de 2013

CÓMO MINISTRAR LIBERACIÓN - PASOS


1. Asegurarse que la Persona haya Nacido de Nuevo.
Si la persona no es salva, debemos presentarle el plan de salvación y llevarla a que reciba a Cristo en su vida. Si se le ministra liberación sin cumplir con este requisito, la condición de esa persona vendrá a ser peor porque Cristo no es su Señor.

2. Preparar a la Persona.
Debemos darle consejos importantes, tales como:


  •    Debe desear ser libre.
  •    Debe estar dispuesta a perdonar a aquellos, cuyas ofensas son la causa de sus problemas. Si por el momento, esto le resulta muy difícil de hacer a la persona, posponga la cita hasta que  esté dispuesta a perdonar.
  •         La persona debe hacer un compromiso serio de dejar de pecar, de romper malos hábitos, y a veces, hasta de dejar algunas amistades; es de­cir, hacer todo lo necesario para lograr sanarse.
  •    Debe prometer mantenerse cerca de Dios, asis­tir a la iglesia, leer la Biblia y orar diariamente.
 
3. Usar un  Cuestionario.
El cuestionario ayudará mucho para poder ministrar al aconsejado efectivamente. Se le harán preguntas en cinco áreas de su vida, cuyas respuestas le ayudarán a encontrar la raíz de los problemas al no omitir nada. Por tal razón, es muy importante que la persona conteste todas las preguntas. Las áreas en las que se liberan las personas son: el área emocional, mental, espiritual (de brujería y ocultismo), sexual y otras.
Habrán ciertos detalles que no estarán incluidos en el cuestionario; por tanto, debemos escribir cada experiencia que el aconsejado nos cuente. En cada área, debemos hacer una lista con los nombres de los espíritus que están influenciando a la persona. Por ejemplo, si fue abusada sexualmente, los espíritus que podrían estar influencián­dola son los de: lujuria, adulterio, fornicación, lascivia, sodomía y frigidez.

4. Guiar al Arrepentimiento y al Perdón.
Una vez reunida toda la información acerca de los problemas de la persona, procedemos a que se arrepienta y pida perdón al Señor por los pecados cometidos. Si a esa persona alguien la ha herido, necesita pedir perdón a Dios por guardar rencor en su corazón y perdonar a aquellos que le han herido.

5. Llevar a Renunciar.
Ésta es la etapa donde se lleva a la persona a renunciar a cada problema y espíritu descrito en la lista que se hizo. ¿Por qué es necesario el acto de renunciar? Cuando una persona renuncia, lo que está haciendo es quitarle todo el derecho legal al enemigo sobre su vida. En los capítulos anteriores, vimos cómo se le da derecho legal al enemigo, cómo viene a influen­ciarnos y cómo se le abren las puertas. Ahora vemos que renunciar es el medio por el cual le quitamos ese derecho legal y le cerramos las puertas al enemigo. Recuerde que cuando la persona está renunciando, debe repetir la oración, pasando por cada área de su vida en la que necesite liberación. Por ejemplo: “Renuncio a todo espíritu de rechazo y lo echo fuera de mi vida, en el nombre de Jesús, ¡amén!”
«Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente» (Tito 2.12)

6. Hacer Oración de Guerra Espiritual.
Una vez que la persona ha renunciado verbalmente, repitiendo todo como el ministro la ha guiado, éste debe hacer la oración de guerra, echando fuera cada espíritu, maldición o problema emocional. Se debe orar por la persona con firmeza y autoridad. Por ejemplo: “Padre celestial, yo echo fuera todo espíritu de rechazo, echo fuera todo espíritu de temor en el nombre de Jesús, y por la sangre del Cordero, yo lo ato y lo echo fuera de la vida de esta persona; ahora mismo le ordeno que lo suelte”.
¿Cuáles son las señales para saber que el espíritu se ha ido o ha salido? Las señales “visibles” son: bostezar, vomitar, toser, suspirar, rugir, exhalar, gritar, eructar, gemir, jadear o llorar. Recuerde que éstas son algunas señales, pero no significa que si no hay ninguna manifestación, la persona no haya sido libre. Hay algunas personas que son libres sin manifestación física. Si los demonios tratan de ponerse violentos, ordéneles que se callen y que no se muevan. De ninguna manera, se debe permitir que ellos controlen una sesión de liberación.
7. Orar por Limpieza.
Pidiendo al Señor que limpie cada parte de la personalidad del individuo que los espíritus hayan dañado. Esto incluirá su mente, su corazón y su voluntad y, también, las partes del cuerpo, particularmente, las áreas sexuales. Por ejemplo: “Padre celestial, te pido ¡ahora Señor!, limpies aquellas áreas de la mente de esta persona que fueron dañadas por el enemigo. Señor, limpia sus órganos sexuales por medio de la sangre de Cristo. Limpia, Señor, aquellas partes de su alma y de su voluntad en el nombre de Jesús, amén”.

8. Orar por Llenura.
Recordemos que cuando los espíritus salen de la persona, ésta queda vacía; y necesita ser llenada por Dios. Pídale al Señor que la llene con su presencia, paz y amor. Por ejemplo: “Padre celestial, te pido que llenes a (nombre de la persona) de paz, de amor y de tu presencia. Señor, llena todos los vacíos que han dejado estos espí­ritus, ahora mismo en el nombre de Jesús, amén”.
El aconsejado debe apropiarse de la sanidad fí­sica, especialmente, en aquellas partes del cuerpo que hayan sido afectadas. Hemos ministrado a personas con problemas en la vista, y cuando se reprendió al espíritu que estaba operando en su cuerpo, han quedado totalmente sanas. Algunas personas necesitarán más de una sesión de libera­ción, pues es demasiada la carga que traen, y una sesión, a veces, no es suficiente. Sin embargo, en la mayoría de las veces, las personas reciben su liberación en una sola sesión.


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