a) El
error, el mejor aliado. Benjamín Franklin dijo: Todo lo que duele, enseña. Si al equivocarte lloras, el error es tu enemigo,
pero si te deja una enseñanza y lo usas como trampolín hacia el éxito, será tu
mejor amigo. Nadie llegó a ser excelente o bueno sin haber atravesado muchos
errores. En la zona de riesgo, el error es una oportunidad de aprendizaje.
Los planes y estrategias que tengas para alcanzar tu meta deben tener previsto
que vas a cometer errores, tienes que ir preparando tu mente con la idea de que
pase lo que pase vas a salir airoso de la situación y que de cualquier error
que cometas vas a aprender algo nuevo.
b) Correr riesgos inteligentes. Hay personas, situaciones, desafíos, tormentas por
atravesar que te llevarán al otro lado, donde está el sueño, tu meta. Pasa al
otro lado. La autoconfianza necesita una voz legal para operar. Usa tu voz y tu
palabra para alentar a tu sueño y anímate a correr riesgos. No te olvides que
correr riesgos no significa no tener un plan. Arma un plan incluso para los
momentos en que te juegues todo. La planificación es clave y te ayuda a
concentrarte en la meta. Poniéndote límites claros vas a poder avanzar paso a
paso v llevar cuentas de cuánto más cerca estás de conseguir tus objetivos.
Nunca pierdas tiempo convenciendo a tu alrededor del
sueño que hay dentro de ti. Los amigos no necesitan explicaciones y tus
enemigos no se la merecen. Silencia la voz de los fanáticos religiosos, de los
perdedores, de aquellos que nunca se atrevieron ni siquiera a soñar con el
éxito. No desvíes tu mirada de la meta, sólo apuesta a la gente que ya ha
logrado su sueño; el resto no importa, los que ya han llegado son los únicos
que podrán ayudarte.
Naturalmente todo lo que nos sucede lo apreciamos a
través de nuestros sentimientos o emociones; sin embargo, al cambiar la
percepción o el ángulo desde donde te pares a ver el problema, cambiará también
la visión de las circunstancias y por ende la forma de solucionarlo. La
confianza no niega la realidad; el problema es tal como lo vemos. La confianza
no niega el error, lo transforma.
La zona de
comodidad es lo conocido, mi hábitat, lo que sé hacer, lo que tengo, el lugar donde sé
cómo moverme, qué hacer y qué no, donde tengo el control de todo, dominio que
nunca me llevará a lo más extraordinario de la vida.
Los que
llegaron al éxito se animaron a salir de lo que ya conocían para alcanzar lo
que no tenían. Ellos también traspasaron una ansiedad positiva y normal, que
genera todo lo extraño, lo desconocido; pero a pesar de esas emociones sabían
que debían seguir adelante para triunfar. No se dejaron atrapar por la creencia
de pensar "es lo que me tocó en la vida". La ansiedad debería estar
controlada desde el mismo momento en que comienzas a actuar. No tienes que
permitir que esta traba te frene.
La
ansiedad que genera el trabajo y el agotamiento, cuando descansas y llegas,
desaparece. En cambio, cuando permaneces en la zona de comodidad, en la rutina
que te asfixia y ahoga, esa ansiedad, esa insatisfacción no logra ser saciada
con nada.
La
ansiedad negativa no tiene que ver con el cansancio sino con los pensamientos
que generan esa intranquilidad y la ausencia de resultados. Recuerda que cuando no tomas una decisión estás en
realidad tomando la resolución de no hacer nada.
No dudes
de tu potencial, estás capacitado para asumir el error y el riesgo. Lo más
difícil de un desafío es el comienzo, llegar a la línea de partida, pero una
vez que te alineaste en la pista, nada podrá detenerte.
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