1.
Asegurarse que la Persona haya Nacido de Nuevo.
Si
la persona no es salva, debemos presentarle el plan de salvación y llevarla a
que reciba a Cristo en su vida. Si se le ministra liberación sin cumplir con
este requisito, la condición de esa persona vendrá a ser peor porque Cristo no
es su Señor.
2.
Preparar a la Persona.
Debemos
darle consejos importantes, tales como:
- Debe desear ser libre.
- Debe estar dispuesta a perdonar a aquellos, cuyas ofensas son la causa de sus problemas. Si por el momento, esto le resulta muy difícil de hacer a la persona, posponga la cita hasta que esté dispuesta a perdonar.
- La persona debe hacer un compromiso serio de dejar de pecar, de romper malos hábitos, y a veces, hasta de dejar algunas amistades; es decir, hacer todo lo necesario para lograr sanarse.
- Debe prometer mantenerse cerca de Dios, asistir a la iglesia, leer la Biblia y orar diariamente.
3.
Usar un Cuestionario.
El
cuestionario ayudará mucho para poder ministrar al aconsejado efectivamente. Se
le harán preguntas en cinco áreas de su vida, cuyas respuestas le ayudarán a
encontrar la raíz de los problemas al no omitir nada. Por tal razón, es muy
importante que la persona conteste todas las preguntas. Las áreas en las que se liberan las
personas son: el área emocional, mental, espiritual (de brujería y ocultismo),
sexual y otras.
Habrán
ciertos detalles que no estarán incluidos en el cuestionario; por tanto,
debemos escribir cada experiencia que el aconsejado nos cuente. En cada área,
debemos hacer una lista con los nombres de los espíritus que están
influenciando a la persona. Por ejemplo, si fue abusada sexualmente, los
espíritus que podrían estar influenciándola son los de: lujuria, adulterio,
fornicación, lascivia, sodomía y frigidez.
4.
Guiar al Arrepentimiento y al Perdón.
Una
vez reunida toda la información acerca de los problemas de la persona,
procedemos a que se arrepienta y pida perdón al Señor por los pecados
cometidos. Si a esa persona alguien la ha herido, necesita pedir perdón a Dios
por guardar rencor en su corazón y perdonar a aquellos que le han herido.
5.
Llevar a Renunciar.
Ésta
es la etapa donde se lleva a la persona a renunciar a cada problema y espíritu
descrito en la lista que se hizo. ¿Por qué es necesario el acto de renunciar?
Cuando una persona renuncia, lo que está haciendo es quitarle todo el derecho
legal al enemigo sobre su vida. En los capítulos anteriores, vimos cómo se le
da derecho legal al enemigo, cómo viene a influenciarnos y cómo se le abren
las puertas. Ahora vemos que renunciar es el medio por el cual le quitamos ese
derecho legal y le cerramos las puertas al enemigo. Recuerde que cuando la
persona está renunciando, debe repetir la oración, pasando por cada área de su
vida en la que necesite liberación. Por ejemplo: “Renuncio a todo espíritu de
rechazo y lo echo fuera de mi vida, en el nombre de Jesús, ¡amén!”
«Enseñándonos
que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo
sobria, justa y piadosamente» (Tito 2.12)
6.
Hacer Oración de Guerra Espiritual.
Una
vez que la persona ha renunciado verbalmente, repitiendo todo como el ministro
la ha guiado, éste debe hacer la oración de guerra,
echando fuera cada espíritu, maldición o problema emocional. Se debe orar por la persona con firmeza y
autoridad. Por ejemplo: “Padre celestial, yo echo fuera todo espíritu de
rechazo, echo fuera todo espíritu de temor en el nombre de Jesús, y por la
sangre del Cordero, yo lo ato y lo echo fuera de la vida de esta persona; ahora
mismo le ordeno que lo suelte”.
¿Cuáles
son las señales para saber que el espíritu se ha ido o ha salido? Las señales “visibles” son: bostezar,
vomitar, toser, suspirar, rugir, exhalar, gritar, eructar, gemir, jadear o
llorar. Recuerde que éstas son algunas señales, pero no significa que si no hay
ninguna manifestación, la persona no haya sido libre. Hay algunas personas que
son libres sin manifestación física. Si los demonios tratan de ponerse
violentos, ordéneles que se callen y que no se muevan. De ninguna manera, se
debe permitir que ellos controlen una sesión de liberación.
7.
Orar por Limpieza.
Pidiendo
al Señor que limpie cada parte de la personalidad del individuo que los
espíritus hayan dañado. Esto incluirá su mente, su corazón y su voluntad y,
también, las partes del cuerpo, particularmente, las áreas sexuales. Por
ejemplo: “Padre celestial, te pido ¡ahora Señor!, limpies aquellas áreas de la
mente de esta persona que fueron dañadas por el enemigo. Señor, limpia sus
órganos sexuales por medio de la sangre de Cristo. Limpia, Señor, aquellas
partes de su alma y de su voluntad en el nombre de Jesús, amén”.
8.
Orar por Llenura.
Recordemos
que cuando los espíritus salen de la persona, ésta queda vacía; y necesita ser
llenada por Dios. Pídale al Señor que la llene con su presencia, paz y amor.
Por ejemplo: “Padre celestial, te pido que llenes a (nombre de la persona) de
paz, de amor y de tu presencia. Señor, llena todos los vacíos que han dejado
estos espíritus, ahora mismo en el nombre de Jesús, amén”.
El aconsejado debe apropiarse de la
sanidad física, especialmente, en aquellas partes del cuerpo que hayan sido
afectadas. Hemos ministrado a personas con
problemas en la vista, y cuando se reprendió al espíritu que estaba operando en
su cuerpo, han quedado totalmente sanas. Algunas personas necesitarán más de
una sesión de liberación, pues es demasiada la carga que traen, y una sesión,
a veces, no es suficiente. Sin embargo, en la mayoría de las veces, las
personas reciben su liberación en una sola sesión.