Es la consideración por los demás, el deseo de hacer el bien sin mirar a
quién, tener caridad. Misericordia, generosidad, altruismo.
Quienes recibieron el Fruto del Espíritu Santo, son personas
generosas, por que Dios se manifiesta a través de ellos con Su Don y Fruto,
tienen inclinación, disposición, servicio, sin
esperar recompensa de los demás y los que no recibieron el Fruto de Dios,
empiecen a rogar a Dios, y cuando lo reciban, entonces será más fácil que el
Señor empiece a usarlos ampliando, perfeccionando su ministerio.
La esencia de Dios es DAR: San Juan 3:16; Hechos 20:35. Nuestra bondad,
debe ser en el Espíritu y actitud. Gálatas 6:9.
Con la bondad nos daremos a los demás; como se dio Cristo, Esteban,
Pablo y los Apóstoles, entonces el fluir del Espíritu Santo será abundante por
intermedio de nosotros.
Todos los dones, talentos, capacidades y ministerios que el Señor nos ha
dado son para el beneficio de la Iglesia, para el perfeccionamiento,
crecimiento y edificación de la misma.
Según las oportunidades que se nos presente, será necesario hacer el
bien a todos, no solo a los creyentes y amigos, sino a todos nuestros
semejantes, Gálatas 6:10; Mateo 5:44.
En esto los hijos de Dios debemos ser semejantes al Padre Celestial,
cuyo amor abarca a la humanidad entera, prodigando su amor y cuidados infinitos
sobre aquellos que le aman y adoran y a los que diríamos son de la familia, pero
por ahora están viviendo en otro barrio.
Sembremos el bien mientras podamos, como uno puede y nos permitan,
haciendo lo más correctamente, y cuando podamos.
Preste atención a esta
regla de oro, que es uno de los
resúmenes de La Ley y los Profetas. Mateo 7:12.
Cuando estemos en la presencia del Señor, frente al "Tribunal de
Cristo", seremos juzgados por nuestras verdaderas obras, llamadas buenas
por nosotros, siendo galardonados por las mismas, de tal manera como dice La
Biblia, "Un baso de agua que
demos en nombre del Señor Jesús, no perderá su recompensa".
Del Fruto Bondad, en este mensaje les hablaré con los siguientes puntos
principales:
Los pensamientos deben ser bondadosos.
Las palabras deben ser bondadosas.
Las acciones deben ser bondadosas.
La bondad debe ir en aumento.
Los pensamientos deben ser bondadosos.
Lea Filipenses 4:8.
De este pasaje Bíblico inferimos:
"Lo que el hombre es , es producto de
sus pensamientos"
En este caso La Bondad, como Fruto del Espíritu Santo, proviene de Dios,
y nace en las mentes generosas de los verdaderos creyentes., Isaías 32:8.
Esta clase de pensamiento es
bendecido, Salmo 41:1
En nuestra naturaleza suceden
variadas cosas, entre ellas el dar y recibir. Una alma bondadosa, de buen
nombre que recibió esta virtud, piensa en dar y en continuar dando, es
semejante a un manantial que brota ininterrumpidamente.
Para que esto suceda nuestra mente debe ser rendida completamente a
Cristo.
1ª Corintios 2:16.
Si tenemos la mente de Cristo, debemos actuar como ÉL, durante su
ministerio pensó constantemente en otros, ÉL había venido para servir y no para
ser servido, esta es la gran enseñanza que
aprendimos del Señor, pensar en los pecadores, los enfermos, los pobres, los
ancianos, los huérfanos, los fracasados, deben estar siempre en nuestro corazón
para mostrarles nuestro cariño, amor y comprensión.
"No podemos impedir que las aves vuelen
sobre nuestras cabezas, pero sí que hagan nido"
El enemigo de nuestras almas, Satanás es muy sutil en sembrar
pensamientos morbosos y perjudiciales, cuando vengan estos pensamientos, es
necesario combatirlos.
Una idea se combate con otra idea, un pensamiento malo combatimos con
otro bueno, cuando un pensamiento pesimista nos aguijonee, no nos detengamos en
él, resistámoslos, expulsémoslos en el nombre de Jesús.
Nuestros pensamientos deben ser nobles, altruistas y positivos. Proverbios
21:5.
Si tenemos buenos pensamientos en relación a Dios, la vida y nuestros
semejantes, llegaremos a ser generosos de bendición y útiles.
Las palabras deben ser bondadosas
Nuestros pensamientos, se vinculan por medio de las palabras con
nuestros semejantes, palabras habladas o con señales que se utiliza en el
lenguaje para los sordos y en general, hasta un silencio es una palabra muy
profunda, de esa manera nos comunicamos expresando lo que sentimos o queremos.
Por eso; grandes pensamientos, requieren palabras específicas, significativas
para luego plasmarse.
Jesús dijo: "De la abundancia del corazón habla la boca" Lucas
6:45.
En nuestra vida diaria sostenemos muchas conversaciones, hablamos
abundantemente, la mayoría de las palabras que pronunciamos como Hijos de Dios son buenas y correctas. Todo pensamiento bondadoso lo podemos
trasmitir por medio de palabras. Si brota una idea nueva en el corazón podemos
buscar el término adecuado para ilustrarla. La gran fábrica del lenguaje es el
pensamiento. La mente siempre encuentra la manera de dar a conocer sus ideas.
Al escoger las palabras es necesario tomar en cuenta su influencia sobre
el corazón y el alma. Las palabras bondadosas y generosas mejoran el alma; pero
las palabras pobres, mezquinas e hirientes, la perjudican. Aquel que se expresa
en palabras amargas, escandalosas, egoístas y falsas, puede llegar a
envenenarse con ellas. La lengua es
un miembro muy traicionero. Una lengua desenfrenada causa grandes males
Santiago nos dice que
"la lengua es un miembro pequeño", pero se
jacta de grandes cosas. He aquí, ¡Cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad.
La lengua está puesta entre los miembros, y contamina todo el cuerpo, e
inflama la rueda de la creación, y ella misma es Inflamada por el Infierno.
Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del
mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre
puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de
veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los
hombres, que están hechos a semejanza de Dios. De una misma boca proceden la
bendición y la maldición. Hermanos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente
echa por la misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos ¿puede acaso la
higuera producir aceitunas y la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar
agua salada y dulce" Santiago 3:5-12.
Ya que la lengua, humanamente hablando, es un miembro indomable ¿quién
lo puede dominar? Sin duda que el glorioso Espíritu Santo. Cuando el divino
Consolador llena nuestra lengua, ella llega a ser un instrumento de paz y
bendición. Nuestro lenguaje es cambiado totalmente, nuestras palabras
pronunciarán siempre lo bueno y agradable al Señor.
La señal física externa del bautismo en el
Espíritu Santo es hablar en otras lenguas, Hechos 2:4. Y creo que una de las
razones por las cuales Dios escogió las lenguas, es que cuando el hombre le
entrega la lengua al Señor; que es el miembro más ingobernable que tenemos,
esto revela un total quebrantamiento, una completa sumisión a él. Es por
la acción interior
del Espíritu que nuestro vocabulario se vuelve bondadoso y apacible. Cuanto más
llenos estemos del Espíritu Santo, nuestras palabras exaltarán más a Cristo.
Para el bien de nuestras almas, y para provecho de nuestros semejantes,
permitamos que el divino Espíritu tome total control de nuestro vocabulario.
Una boca consagrada puede ser una inagotable fuente para pregonar las
incomparable verdades del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Las acciones deben ser bondadosas
La bondad es el amor en acción. La bondad es una expresión del amor, el
cual hace que el alma sea noble y caritativa, inspira al sacrificio y a las acciones
loables nunca falla. Si queremos ser generosos debemos tener un corazón tierno
y amante. El egoísta no su interesa por nadie, sólo por el yo. El odio se niega
a dar buenas dádivas; la indiferencia se olvida de hacerlo, la avaricia seca
las fuentes de
la generosidad. Pero el amor siempre está buscando la forma de hacer el bien a
otros. Nunca se cansa. Jamás desespera.
El amor se sacrifica, no calcula los costos, actúa
y hace todo lo que puede.
La historia del "Buen Samaritano" es una de las lecciones más
elevadas del amor. El sacerdote y el levita vieron al hombre herido y moribundo
junto al camino y pasaron de largo. El sacerdote con su religión, y el levita con sus leyes, no
pudieron ayudar al hombre maltratado. Pero el Samaritano, con su corazón lleno
de compasión, se acercó al herido; con ternura y misericordia vendó sus
heridas; y luego le llevó al mesón y cuidó de él. ¡Bondad maravillosa! ¡Caridad
espontánea!¡Compasión genuina! Tenía un gran corazón, por eso estaba preparado para
realizar cualquier tarea encomiable, cualquier obra generosa.
Dios no necesita tanto grandes mentes, ni grandes capacidades, él
necesita grandes corazones, corazones rendidos, corazones quebrantados, por los
cuales pueda circular libremente el torrente de su bondad.
Nuestras acciones son producto de nuestros pensamientos. A los
pensamientos mezquinos, corresponderán acciones mezquinas; a los pensamientos
grandes, grandes acciones.
Es imprescindible cultivar un alma bondadosa. El amor y la dulzura
emanan de un corazón generoso.
Dios nos ha creado seres sociales, pertenecemos a una familia, a
una comunidad. Ningún
hombre vive para sí, cuando procura hacer esto fracasa. Los santos
verdaderamente, no son los anacoretas y ermitaños que se refugian en grutas y
monasterios para vivir en paz y santidad. Los santos genuinos viven entre los
hombres y hacen que el mundo sea mejor por medio de su vida y ejemplo. La vida
en sociedad es
ambiente favorable para la bondad.
Al estar en contacto con nuestros semejantes podemos hacer el bien,
sembrar la generosidad y el cariño. Jesucristo "anduvo haciendo
bienes", tenía un alma bondadosa. Toda su vida fue un continuo dar. Y al
final, se dio a sí mismo en la cruz, para que con su sacrificio expiatorio, la
humanidad tuviera oportunidad de salvarse.
Si tenemos realmente un alma generosa vamos a desear servir, ayudar, e
incluso sacrificarnos por nuestros semejantes. Las grandes multitudes están
hambrientas y sedientas del Señor. Y así como Cristo alimentó a las multitudes,
les predicó y sanó; él nos ha puesto a nosotros entre las desorientadas
muchedumbres de hoy para que las alimentemos, les prediquemos el mensaje de la
esperanza, la salud y
la victoria.
No basta solamente tener buenas intenciones. Los pensamientos y palabras
deben ser traducidos en acciones.
Recordemos que nuestra vida es muy breve en comparación con la
eternidad; somos como la flor del campo, como la neblina que pasa, como un
fugaz pensamiento. ¡Tan breve es nuestra existencia! Por lo tanto, mientras vivamos,
hagamos todo lo posible por sembrar buenas acciones. No hay tiempo para
acciones egoístas. Mientras nuestros pulmones respiren y la sangre circule por
nuestras venas; hagamos el bien, ayudemos, prediquemos, testifiquemos.
Demostremos que Cristo mora en nuestro interior a través de una vida práctica
pletórica de acciones nobles.
La bondad debe ir en aumento
La bondad, cual la corriente de un Impetuoso río, debe ir en aumento.
Muchos nos caudalosos; como el Amazonas, nacen de una insignificante vertiente
que fuego crece, crece hasta transformarse en un ancho y profundo caudal. Así
debe ser el fruto de la bondad. El apóstol Pablo dice que: "no nos
cansemos, pues, de hacer el bien; pues que a su tiempo segaremos, si no
desmayamos" Gálatas 6.9.
La bondad es una creciente virtud, nunca llegaremos a la meta. Según
crecemos en la plenitud del Espíritu, así debemos crecer en bondad y
generosidad. Existen personas que se cansan de hacer el bien. Pero debemos dar,
dar y dar, en todo tiempo, hasta que lleguemos al Padre. Constantemente. Un
alma noble desea dar y continuar dando. Como fue ejemplificado anteriormente.
Sería una calamidad tratar de atajar la corriente de un río o impedir que el agua brote
del manantial.
El dar es parte del plan de Dios para todos sus hijos que quieran servirle efectivamente . El genuino hijo de Dios anhela enriquecer su alma con
el propósito de dar más y hacer más el bien.
Dios quiere que abundemos en bondad: "Pero estoy seguro de
vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad"
Romanos 15:14.
"El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca buenas cosas;
y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas" Mateo 12:35.
El corazón del hombre bueno es como un cofre lleno de preciosas joyas.
Es una bendición estar con el generoso; sus palabras, pensamientos y acciones
son siempre consoladores y alentadores. Su actitud abierta y servicial es un
incentivo para aquellos que le rodean.
"El que siembra generosamente, generosamente también segará"
2ª Corintios 9:6. Cuanto más generosos, más bendiciones recibimos.
Los cristianos debemos ser activos y
militantes en el ejercicio de la bondad. A nuestro alrededor existe un sinfín
de oportunidades para practicar la generosidad cristiana. Somos la sal de la
tierra para dar sabor de Cristo. Somos la luz del mundo para Iluminar con los
benefactores rayos del sol de justicia.
Una humanidad enferma, indigente y desesperada, necesita urgentemente
nuestra ayuda, Si mucho tenemos, mucho podemos dar.
Ayudar y orar por un enfermo, dar de comer al hambriento, extender un
vaso de agua al sediento, vestir al desnudo, visitar a los presos; son actos de
bondad que serán recompensados con creces por el Señor.
No nos cansemos, pues, de hacer el bien en todas las oportunidades
posibles. Esforcémonos por crecer en utilidad y
al fin de nuestra carrera recibiremos esas inconmensurables palabras de nuestro
divino redentor quién nos dirá: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has
sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor"
Mateo 25:21.
La bondad es el amor en
acción
La bondad es una expresión del amor, el
cual hace que el alma sea
noble y caritativa, inspira al sacrificio y a las acciones loables.
Nunca falla. Si queremos ser generosos debemos tener un corazón tierno
y amante. El egoísta no se interesa por nadie, sólo por el yo. El odio se niega
a dar buenas dádivas; la indiferencia se olvida de hacerlo, la avaricia seca
las fuentes de
la generosidad. Nunca se cansa. Jamás se desespera.
El amor se sacrifica, no calcula los costos, actúa
y hace todo lo que puede.
Dios no necesita tanto grandes mentes, ni grandes capacidades, él
necesita grandes corazones rendidos, corazones quebrantados, por los cuales
pueda circular libremente el torrente de su bondad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario