PROMESA

PROMESA

jueves, 21 de agosto de 2014

PROCESO DIVINO


¿Qué hacer? Todo en lo que me sostenía, todo lo que me hacía más fuerte, se acabó, nada de eso me sirve cuando el miedo llena  tu cuerpo, respiras terror, bebes pánico. Ponerte en pie no es posible, porque es tanta la angustia que duelen los huesos, el corazón está partido en mil pedazos y no puedes unirlos nuevamente. 
Toda mi fuerza de ayer, se acabó.
Por mi mente pasan los días en que era el súper ungido, cuando mi voz hacía temblar a miles.
Hoy me pregunto ¿Dónde está ese que me envió? ¿Acaso no hice todo lo que me pidió y aún más?
No fui aquel que sin temor se enfrentó a los 450 profetas de Baal y a los 400 profetas de Astarté, echado en tierra, respirando polvo, si me vieran mis enemigos, si me vieran hoy seguramente se reirían.
Si muero, conmigo se acaban los profetas, el último de los enviados.
Pero ya he hecho mi trabajo, he derribado altares, he cumplido. He sido su voz durante muchos años. Merezco mi descanso.
 ¿No me toca por fin reposar?
¿Qué sonido es ese? ¿De quién es esa voz?
 ¡Levántate y come! 
Jajaja. 
Como si fuera tan fácil.
¡Déjame morir!
¿Y ese fuego? ¿Y ese olor?
 ¡Deliro! Jajaja.
 Alucino, estoy enloqueciendo.
Está bien, tomaré un bocado, solo porque se ve bueno. Un poco de comida antes de morir.
¡Levántate y come!
¿Otra vez? ¡Qué viaje! ¿No se da cuenta que este lugar es mi sepultura?
 De aquí no me muevo.
Alguien me encontrará y hará mi lapida en ella dirá.
                        AQUÍ YACE ELÍAS EL ÚLTIMO PROFETA DEL ALTÍSIMO
                                                  VENCIDO POR UNA MUJER

¡Qué irónico!
El que nunca tuvo miedo a nada.
¡Qué camine hasta Horeb! Qué mejor lugar para acabar mis días.
Si no voy, seré desobediente, ¡Y si alguien lo sabe! ¿Qué dirán de mí?
Una vida de obediencia perdida por un par de pasos.
Solo debo ponerme de pie y caminar. Si muero en el viaje lo haré en obediencia, nadie  reprochara nada.
Cada paso que doy, cada minuto y segundo de este viaje sirve solamente para que mi vida pase delante de mis ojos.
¿Qué habrá sido del hijo de la viuda en Sarepta? ¿Y los cuervos, a quién le llevarán alimento ahora? 
¿Cuantos días durará este viaje?
 CUARENTA DÍAS Y CUARENTA NOCHES.
¡Llegué! 
Obedecí.
Por  fin, una cueva... dormiré eternamente. Horeb,  veo en ti, mi sepulcro.
-Elías, ¿Por qué estás aquí?
-¿Por qué? ¡Porqué! Acaso no observabas, yo siempre te serví lo mejor que pude, pero los israelitas han roto el pacto que tenían contigo. Destruyeron tus altares y mataron a tus profetas. Yo soy el único de tus profetas que ha quedado con vida y ahora a mí también me buscan para matarme.
-Ponte de pie frente del monte y yo pasaré delante de ti.
Entonces pasó el SEÑOR y sopló un viento tan fuerte que rompió una parte del monte y desprendió grandes piedras delante del SEÑOR, pero él no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto, pero el SEÑOR tampoco estaba en el terremoto. Después del terremoto pasó un fuego pero tampoco estaba en el fuego. Después del fuego, se escuchó un sonido muy suave. Cuando Elías lo escuchó, se cubrió la cara con su manto.
Por mi obediencia el mismo Todopoderoso me dará la bienvenida en su casa.
Se paró a la entrada de la cueva
-Elías, ¿Por qué estás aquí?
—Señor Dios Todopoderoso, yo siempre te he servido lo mejor que he podido, pero los israelitas han roto el pacto que tenían contigo. Destruyeron tus altares y mataron a tus profetas. Yo soy el único de tus profetas que ha quedado con vida y ahora me buscan para matarme a mí también. 
Regresa por el camino, que aun te queda trabajo por hacer. Yo me encargaré de los que se volvieron a otros dioses y los destruiré, además, todavía me quedan siete mil en Israel que no doblaron la rodilla para adorar a Baal ni lo han besado. A esos salvaré. 
Silencio. ¿Nada más? Nada de siervo fiel. Nada de: ¡Has hecho un excelente trabajo! Silencio. SILENCIO.
Cierro  mis ojos y respiró profundamente. Abro los ojos y miro el cielo. Y siento nuevas fuerzas.
Una sonrisa ilumina mi cara, SIETE MIL, aún quedan siete mil, no fue en vano. Debo ir a preparar a la siguiente generación, SIETE MIL, es un buen número. Pero aunque solo fuera UNO.
Debo comenzar el viaje, no puedo quedarme en este lugar.
Ese último sonido, el suave, nunca oí nada parecido. Era un susurro diciéndome que todo estaría bien, que no era el fin. Fue más poderoso que cualquier otra cosa que haya vivido.
Atrás quedan las luchas, las caídas, las heridas, el temor, la angustia y las dudas. Porqué nadie dijo que sería fácil, porqué nunca las victorias llegan sin una buena batalla.
Porqué nunca se trató de mí, sino de Él, de ser SU voz, solo un instrumento. Y los instrumentos solo sirven en las manos de alguien. Solo hacen aquello para lo que fueron creados.


Adaptación de 1° Reyes 19
GLORIA POZORÍOS

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