“Y cuando estéis
orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre
que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco
vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.” Marcos 11:25-26.
“Y
perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Porque si perdonáis a los
hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas.” Mateo 6:12;
14-15
Una condición para que la oración
sea efectiva es poseer un espíritu perdonador.
Diariamente caminemos decididos a
amar y perdonar.
Comprendamos que Dios perdona
nuestros pecados como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. Incorporemos el perdón de los demás a sus
oraciones diarias como un ejercicio de disciplina cotidiana.
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