Damos inicio al nuevo mes de AV, mes donde algunos se obligan a estar tristes. Pero como dice la Palabra de Dios
"Los preceptos del Señor son rectos y alegran el corazón" Salmo 19:9
En el cielo del mes de Av, un grupo de estrellas forma la imagen de un león.
El león ha surgido, y con el su poder.
Es el león de la tribu de Judá.
El Ayuno del 9 de Av, es uno de los dos días de ayuno fue instituido en principio en señal de duelo por la caída de Jerusalén y la destrucción del primer Templo por Nabucodonosor, el 9 de Av de 586 a. C., y el posterior exilio de Babilonia:
"Incendiaron la Casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén: pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada, los llevó cautivos a Babilonia" (2 Crónicas 36:19-20).
Más adelante, se sumó al duelo la destrucción del segundo Templo a manos de los romanos al mando de Tito, el día 9 de Av del año 70.
A partir de entonces es día de duelo nacional por todas las calamidades acaecidas al pueblo judío a lo largo de la historia, algunas de las cuales se atribuye haber acontecido en la misma fecha, como la expulsión de los judíos de España, en 1492.
Pero nosotros como sus Hijos tomamos lo que se encuentra en el libro de Números:
" Este pueblo, como león se levanta, como león se yergue."
Y sabiendo que Cristo nos hizo libres, y que el es el primogénito entre muchos, no lloramos por lo que se perdió sino que nos regocijamos ya que somos parte de un Templo hecho de piedras vivas, que es indestructible, que él como león de la tribu de Juda se ha puesto en pie con autoridad para llamar desde todos los rincones del planeta a todos los que formamos parte de su cuerpo.
Por lo tanto oramos: «Levántate y oye;escucha mis palabras, hijo de hombre:
Dios no es hombre, para que mienta,
ni hijo de hombre para que se arrepienta.
¿Acaso dice y no hace?
¿Acaso promete y no cumple?
He recibido orden de bendecir;
él dio una bendición, y no podré revocarla.
No ha notado iniquidad en sus hijos
Yavhé, su Dios, está con él,
y ellos lo aclaman como rey.
Dios, que los ha sacado de Egipto,
tiene fuerzas como de búfalo.
Porque contra ellos no vale agüero,
ni adivinación contra sus hijos.
Como ahora, será dicho de cada uno de ellos:
¡Lo que ha hecho Dios!
Este pueblo, como león se levanta,
como león se yergue.
No se echará hasta que devore la presa
y beba la sangre de sus enemigos.»
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