PROMESA

PROMESA

jueves, 12 de septiembre de 2013

PAZ


"Estado de sosiego y tranquilidad, serenidad de Espíritu"
La paz es uno de los dones más gloriosos que Dios tiene para sus hijos. Es un tema central de la Palabra de Dios. Cuando la Biblia habla de paz lo hace en un sentido mucho más profundo y significativo de lo que el mundo lo hace. Para éste, paz significa sencillamente tranquilidad y ausencia de guerras o disturbios; o se refiere a aquel genio sosegado y apacible, o a la afabilidad de unos con otros, especialmente en las relaciones familiares.
La paz de la cual nos hablan Las Sagradas Escrituras es más que el estado de reposo, armonía o calma; es el acto de recibir todos los beneficios y gracias de Dios. Tiene su fundamento en Dios mismo: "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" Filipenses 4:7.
Es imposible gozar de una genuina paz interior sin la ayuda y la presencia de Dios.
Para el apóstol Pablo Dios es "nuestra paz". En sus epístolas siempre mencionaba. "la gracia y la paz de Dios y del Señor Jesucristo".
El Dios de la paz desea conceder una perfecta y completa paz a sus hijos para que puedan reposar en él en todas las contingencias de la vida.
Existen cuatro manifestaciones o aspectos de la paz divina a nuestro favor:
I. LA PAZ CON DIOS
A) Cristo es el manantial de la PAZ
"Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" Romanos 5:1. El hombre, muerto en delitos y pecados, está separado y alejado de Dios; vive esclavo de la maldad, los vicios, el mundo, la carne y el diablo.
Pero por la gracia de Dios, por la sangre preciosa derramada por Cristo en la cruz; somos limpiados, salvos y santificados. Lejos de Cristo estábamos sin esperanza y sin Dios en el mundo, no pudiendo agradar ni al Señor ni a nuestros semejantes. Pero ahora, Cristo ha obrado la reconciliación; podemos disfrutar de comunión con Dios y el prójimo. "Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre" Efesios 2:17-18.
La paz del corazón, del Interior del alma; viene a nosotros por el perdón efectuado por la sangre del Cordero de Dios. La conciencia intranquila y culpable sólo puede descansar plenamente por la restauración que opera en Cristo "El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su haga fuimos nosotros curados" Isaías 53:5. "Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz" . Colosenses 1:20.
B) El Espíritu Santo es el agente de la PAZ
Jesús dijo: "Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" Mateo 11:27. A sí mismo él se presentó como el origen, el productor la fuente de la paz. Él es la paz, el descanso y el reposo del pueblo de Dios. Por medio de su sacrificio el hombre puede vivir en armonía con Dios.
Mas, quién promueve y pregona la paz de Cristo hoy es la tercera persona de la Triunidad; el bendito Espíritu Santo. Él es el vicario, el representante, el sustituto de Cristo. Él es el "otro Consolador" quien tendría el ministerio de ayudarnos, fortalecernos y saturarnos de paz.
Jesús cuando dio la promesa del Consolador a sus discípulos les dijo: "no se turbe vuestro corazón", "yo rogaré al Padre y os daré otro Consolador para que esté con vosotros para siempre".
Cuando recibimos el bautismo en el Espíritu Santo, con la señal de hablar en otras lenguas, sentimos inmediatamente la paz de Cristo en el alma. Es una paz profunda, avasallante, dominante. Es una paz dinámica, "como un torrentoso río" que corre por toda nuestra personalidad inundándonos de una maravillosa seguridad.
"El ocuparse del Espíritu es vida y paz" Romanos 8:8. Cuando nos preocupamos buscando las inescrutables riquezas del Espíritu, él se encarga de fortalecer. Espíritu, es él quien nos "da testimonio en nuestro espíritu", es él quien nos "da testimonio en nuestro espíritu de que somos hijos de Dios" Romanos 8:16.
II. LA PAZ DE DIOS
"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo;
y sed agradecidos" Colosenses 3:15. "Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera" 2ª Tesalonicenses 3:16.
A) La paz que concede Jesús
Antes de ser crucificado, el Señor varias veces habló a sus discípulos tratándo de prepararlos para el momento de su muerte. Les anuncio que seria menospreciado por los ancianos y sacerdotes y luego crucificado y muerto. Los discípulos se quedaron muy tristes y preocupados, entonces el Maestro les da la promesa del descenso del Consolador y de que él les daría de su paz: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" Juan 14:27.
El Señor vio lo que precisaban esos corazones turbados y abatidos, ellos urgentemente necesitaban su paz, esa paz que sólo Cristo podía proporcionarles porque él vino para hacer la paz. Su paz no es ni temporal ni pasajera, es perenne. Sea en momentos de victoria, como en las tormentas y huracanes de la vida, esa paz permanecería. No es una paz circunstancial, ni fofa, ni falsa como la que el mundo ofrece, sino una paz inconmovible.
La paz del mundo es fugaz y traicionera. ¡Cuántos tratados de paz han sido violados, cuántas promesas, cuántas normas de convivencia!
La paz que Cristo nos concede es plena y abundante. No comprende tan solamente la tranquilidad espiritual; sino también todos los beneficios que él obtuvo al morir en la cruz, la salud, la prosperidad, la bendición, el bienestar.
B) Asegurados por la paz de Dios
Se dice comúnmente que "la vida es una batalla" y es muy cierto. Existen muchos adversarios que tenemos que enfrentar; el pecado, el mundo, la carne, los peligros, las dolencias, las pruebas, el diablo, etc. Muchos hijos de Dios pierden la compostura y la calma debido a las adversidades y a la presión de las circunstancias. En lugar de exaltarse o irritarse por los sinsabores de la vida; el hijo de Dios que confía en  él o debe depositar sus cargas en el Señor. "Por nada estéis afanosos, sino  sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepase todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" Filipenses 4:6-7. Por la súplica constante el creyente debe llevar sus necesidades al Señor. De nada sirve ponerse nervioso y perder tos estribos o la calma. El Señor nos ha dado la receta para obtener ayuda en medio de los embates de la existencia. Hay que descansar en sus brazos de amor, echando toda nuestra ansiedad sobre él porque él tiene cuidado de nosotros, La oración eficaz del gusto puede mucho.
Cuando oramos ponemos en movimiento la mano que creó el mundo, que trazó los cielos.
El Señor promete contestar todos nuestros ruegos: él nos dará su paz, la paz que sólo él posee por ser santo, puro, bueno, poderoso y lleno de amor. Tenemos que estar "Calzados con el apresto del evangelio de la paz", el cual nos da firmeza y estabilidad. Cuando su paz nos envuelve podemos pararnos valientemente delante del enemigo, teniendo la completa seguridad de que él nos dará la victoria. Si su paz está con nosotros no resbalaremos ni caeremos. Los temores y afanes serán hechos añicos por el divino Consolador y exclamaremos desde las fibras más íntimas de nuestro ser: ¡Qué maravilloso, qué glorioso es el Señor!
La paz que nos viene del Espíritu es eminentemente práctica. Hace sentir su generosa influencia en nuestro diario vivir. Para cada problema y necesidad está disponible para cubrirnos con su manto de seguridad. Cuando aparecen los quebrantos de salud:
arrecian las dificultades económicas, o los temores quieren apoderarse de nosotros, podemos recurrir a aquél que nos ha dicho: "Mi paz os dejo, mi paz os doy". Él puede auxiliarnos y alentarnos para salir triunfantes en cualquier contingencia por difícil que sea.
Precisamos acostumbrarnos siempre a echar mano de la paz de Cristo. No debemos permitir nunca que las tempestades de la vida nos agobien y desalienten el desánimo es presagio del fracaso.
Tenemos una roca firme en quién descansar, un castillo fuerte para refugiarnos. Él es el dueño de la situación. Nada hay difícil para él, sigue sentado en el trono, es nuestro Supremo Sacerdote. Lleguémonos, pues, al trono de su gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
III. LA PAZ CONSIGO MISMO
"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuísteis llamados en un solo cuerpo, y sed agradecidos" Colosenses 3:15. El Señor desea que nuestro corazón sea un jardín de la paz, en donde ella pueda crecer y dar sus generosos frutos, "mucha paz tienen los que aman tu ley" Salmo 119:165. "Pero los mansos heredarán la tierra y se recrearán con la abundancia de paz" Salmos 37.11.
A) La paz debe crecer
La paz del Espíritu debe ser como un impetuoso río, fluyendo, creciendo en nuestro interior. Pero para que esa paz corra libremente es necesario caminar en santidad. En Isaías 48:18 el Señor nos dice. "¡Oh, si hubieras atendido mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar". Dios desea concedernos una desbordante paz; pero para ello debemos guardar su Palabra, eliminar de nuestro corazón todo pecado. Si dejamos que el orgullo, la envidia, el rencor, los celos, florezcan en nuestro corazón imposible será que tengamos una genuina paz. El pecado trae intranquilidad, desvelos y zozobras.
La paloma de la paz que es santa y pura huye del corazón rebelde y pecaminoso. La ira debe ser refrenada, la soberbia extirpada y el odio arrancado de raíz. Si permitimos que estas malezas crezcan nos volveremos hacedores de iniquidad y perderemos la comunión con Dios y la vida eterna.
Para que podamos disfrutar de una descollante paz es preciso que seamos humildes y mansos. Cuanto más quebrantados estemos más reconoceremos nuestra total dependencia del Altísimo. Los mansos son aquellos que han renunciado a su yo, al egoísmo, al orgullo, para servir a Dios y a su prójimo.
Aquél que está quebrantado puede fácilmente comunicarse con sus semejantes; sus contactos con las personas ya no son señalados por la brusquedad, la agudeza o la reciedumbre. Su carácter es humilde y apacible, y todo su ser, sus modales, su voz, muestran que posee la paz interior del Espíritu.
Cuando estamos quebrantados no confiamos en nuestras propias capacidades humanas, sino que hemos aprendido a descansar y esperar en él con una fe decidida y firme.
"En descanso y reposo seréis salvos, en quietud y confianza será vuestra fortaleza" Isaías 30:15.
Dios anhela que la paz que hoy late en nuestro ser siga creciendo. Andemos en santidad, quebrantémonos más y más; y la paz del Espíritu será un tesoro inestimable en nuestra vida espiritual.
En la actualidad mucho se habla de paz. Pero lo cierto es que existen muy pocas personas que puedan disfrutarla. La ciencia dice que el setenta por ciento de las enfermedades tiene su origen en factores psicosomáticos; preocupaciones, angustias, temores y ansiedades. Infinidad de personas se enferman del corazón, úlceras y nervios por causa de tensiones emocionales; porque les falta tranquilidad interior. Viven en un estado de depresión que a veces les conduce al mismo suicidio.
Las instituciones de enfermos mentales están repletas de gentes que han vivido en un estado de ansiedad, angustia, postración y derrote. La psiquiatría con sus diversas terapias no puede dar una solución definitiva a los conflictos interiores. Los médicos pueden ayudar al cuerpo, pero sólo Dios puede salvar el alma y proporcionar imperecedera paz.
Para que haya una complete paz interna es la clave una buena relación con Dios. Cuando estamos saturados de su Palabra, y dependemos de su ayuda diariamente buscándola por medio de la oración, no existe lugar para la ansiedad, la preocupación o la depresión.
B) Plenitud de paz
Isaías 26:3-4. dice: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en tí persevera. porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos".
Paz completa, perfecta, tienen aquellos que confían, cuyos pensamientos perseveran en el Señor. No es sólo un sentimiento de reposo y quietud; sino una experiencia decisiva de bienestar y seguridad que procede de un abandono incondicional y total a la protección divina.
"He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad" Jeremías 33:6.
El Señor está dispuesto a darnos abundancia y plenitud de paz, paz que sobrepasa todo entendimiento, paz tan sublime y gloriosa que ninguna circunstancia por adversa que sea puede menoscabarla.
IV. LA PAZ CON NUESTROS SEMEJANTES
"Seguid la paz con todos" Hebreos 12:14. "Tened paz entre vosotros"1ª Tesalonicenses 5:13.
A) Instrumentos de paz
Dijo el sabio Salomón: "Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él". Proverbios 16:7.
Nuestra paz debe mostrarse también en las relaciones que tenemos con nuestros semejantes, especialmente en nuestra familia e iglesia. Debemos ser promotores de la paz, canales de paz. Esto significa que en el lugar en dónde nos movemos, actuamos o trabajamos debemos cuidarnos y no fomentar situaciones tirantes o embarazosas, discusiones que puedan alterar los ánimos y crear una atmósfera de discordia.
En toda relación debemos mostrar siempre un espíritu perdonador, manteniendo una actitud amorosa y comprensiva. Preciso es eliminar todo sentimiento de desquite, todo deseo revanchista, "mía es la venganza -dice el Señor- yo daré el pago". "No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer, si tuviere sed, dale de beber". Romanos 12:17-20.
Perdonar es un atributo divino, una virtud del alma. Jesús perdonó hasta en los últimos momentos de su vida "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" Lucas 23:34
Si nosotros no perdonamos las ofensas, tampoco nuestro Padre celestial perdonará nuestras ofensas. El hecho de perdonar es un acto de paz, de armonía, de conciliación. Sólo los corazones llenos del amor del Espíritu pueden perdonar como Cristo perdonó.
B) Seguir la paz
El Señor quiere no sólo que promovamos la paz sino que también sigamos la paz. El apóstol Pablo aconseja a su hijo en la fe Timoteo que siga "La justicia, la fe, el amor y la PAZ, con los que de corazón limpio invocan al Señor". 2ª Timoteo 2:22. Lo que revela realmente que somos propiedad de Dios es que producimos justicia, amor y paz. Pablo también aconseja: "Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación".
Romanos 14:19. En la iglesia, en la fraternidad de los santos, hay que fomentar todo lo que contribuye a la unidad y armonía del cuerpo de Cristo.
"Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor; solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" Efesios 4:1-3.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

GOZO

Alegría, dicha, contentamiento, regocijo, complacencia, satisfacción, bienaventuranza.
"Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" Romanos 14:17.
El término "gozo" aparece sesenta veces en el Nuevo Testamento. El verbo "regocijar" se encuentra setenta y dos veces. El mensaje del evangelio es "buenas nuevas de gran gozo" Lucas 2:10. Pablo aconsejó: "Estad siempre gozosos"
1ª Tesalonicenses 5:16. "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo:
¡Regocijaos!" Filipenses 4:4. Es la orden divina para el creyente. Existe gozo en el creer. Cuando los samaritanos se entregaron al Señor había gran gozo en la ciudad, Hechos 8:8. El Espíritu Santo es el Espíritu de gozo.
En el mundo se habla mucho de gozo. Existe el gozo natural, que no es fruto del Espíritu sino que procede de la satisfacción de tener una esposa, una familia. Existe el gozo de viajar, de contemplar la naturaleza; de participar de un deporte; de escuchar música agradable; de desempeñar un trabajo correctamente; de deleitarse con una comida.
Pero todos esos gozos son efímeros, temporarios, pasajeros, momentáneos. No son permanentes. La belleza de una flor se marchita, el vigor de la juventud disminuye, la familia con los años se desintegra; los seres queridos se van. La alegría terrena nunca es completa debido a la inestabilidad del ser humano y a la fugacidad de la vida. 
El sabio Salomón disfrutó de todas las alegrías que los mortales pueden experimentar. No negó a sus ojos ninguna cosa que desearan, ni se privó de ningún placer. Sin embargo, luego de aventurarse en toda clase de diversiones, arriba a la conclusión de que. "Todo es vanidad y aflicción de Espíritu, y sin provecho debajo del sol" Eclesiastés 2:11.
El Señor nos invita, a través de su Palabra, a que estemos permanentemente gozosos. El gozo de sus Hijos no es sólo una emoción pasajera, sino una corriente ininterrumpida en cualquier circunstancia, tanto en los momentos de victoria, corno en las situaciones de pruebas y dificultades. La alegría de Cristo es perenne. Tanto el creyente individual, como la iglesia en general, deben vivir en una constante atmósfera de gozo.
¿Cuáles son las características del gozo del Espíritu que lo hacen realmente incomparable?
1) - Debemos gozarnos en el Espíritu porque Dios mismo es el manantial de dónde él procede. "Y el Dios de esperanza, os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo" Romanos 15:13. Dios mismo constituye el secreto de toda alegría y regocijo espiritual. David escribía desde la hondura de su alma. "Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre" Salmos 16:11.
Los goces terrenos son efímeros porque provienen de cisternas rotas que no retienen aguas, proceden de circunstancias pasajeras y cambiantes. El jardín se engalana en primavera, pero el invierno le hurta la belleza. El dinero se gasta y se va. El banquete dura sólo unos momentos. Pero el gozo que viene del cielo no está sujeto a las vicisitudes de la existencia.
Dios es eterno, inmutable: sus virtudes son para siempre "Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo" Eclesiastés 2:26. Jesús dijo:
"Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" Juan 15:11.
Pedro escribió: "En quién creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso" 1ª Pedro 1:8. ¡Regocijaos en el Señor siempre! Sólo él puede concedernos una alegría exuberante y duradera.
Jesús, durante su ministerio terreno, se regocijó en el Espíritu: "En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó" Lucas 10:21.
A su regreso de una gira evangelística los setenta volvieron llenos de gozo por los milagros, señales y liberaciones que habían hecho en el nombre de Jesús. El Señor entonces se regocijó en el Espíritu, en lo más intimo de su ser, "se conmovió de regocijo" por el amor y la sabiduría del Padre al revelar a los niños lo escondido a los sabios y entendidos. Cristo se gozaba no sólo por lo que el Padre hacía, sino también por lo que el Padre era en sí; fuente de amor, bondad y misericordia.
Hoy también tenemos que gozarnos no sólo por las obras que Dios realiza, sus sanidades y prodigios: sino también por lo que él es en sí "la plenitud de nuestro gozo" y "la fuente de nuestra vida".
"Gócense y alégrense en ti lodos los que te buscan, y digan siempre los que aman tu salvación, engrandecido sea Dios" Salmos 70:4.
2) - Debemos gozarnos en el Espíritu ante el privilegio de servirle. Cristo se regocijó en la salvación de las almas. En el evangelio según San Lucas, capítulo 15, Jesús pronunció tres parábolas: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida y la del hijo pródigo, cada una de las cuales enfatiza la verdad del regocijo que hay en el Padre y en los ángeles cuando un pecador se arrepiente El quiere que también nosotros poseamos este gozo del Espíritu, pero para disfrutarlo es necesario que salgamos corno él a encontrar la oveja perdida. Es preciso que busquemos con diligencia al pecador extraviado; como la mujer a la moneda perdida. Es imprescindible que tengamos un corazón misericordioso y amante como el padre que recibe a su hijo pródigo.
Cuando el Señor nos bautiza con el Espíritu Santo, con la señal física de hablar en otras lenguas, un gozo pleno satura el corazón. Pero ese gozo debe traducirse en un entusiasta deseo de testificar, de anunciar el evangelio.
No olvidemos que al ser llenos del Espíritu Santo; recibimos poder de Dios, dinamita divina para servir al Señor.
Cada uno de sus Hijos  sellado por el Espíritu es un ganador de almas, ya que el Espíritu actuando dentro de él lo va a impulsar para trabajar activamente por la causa del Altísimo. El concede dones y ministerios para servirlo mejor.
La tarea prioritaria de la iglesia es el evangelismo. Toda congregación que quiera mantenerse viva y feliz debe realizar evangelisrno. La presencia del Espíritu dentro del cuerpo de Cristo hace que éste se descentralice para esparcirse corno un agresivo ejército para llevar las buenas nuevas de salvación a los inconversos.
Las iglesias de mayor crecimiento en el mundo son las que oran más, las que buscan más de las inagotables fuerzas del Espíritu Santo, las que se gozan más. 
Cuando Pablo y Bernabé iniciaron su primer viaje misionero, luego de recorrer Chipre y predicar en Antioquía de Pisidia, estaban "llenos de gozo y del Espíritu Santo" .
Hechos 13:52.
El apóstol Pablo le expresa a los tesalonicenses: "Vosotros sois nuestra gloria y gozo"
1ª Tesalonicenses 2:20.
¡Hay gozo en los cielos cuando un pecador se arrepiente!
"Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas" Salmos 126:6
¡Qué gozo indescriptible produce el servir! ¡Qué alegría inconmensurable! Los cielos retumban de regocijo cuando un alma se convierte, los ángeles desbordan de alegría cuando un pecador se refugia al pie de Cristo. ¡Sirvamos, prediquemos, enseñemos, testifiquemos! ¡Los que enseñan Justicia a la multitud resplandecerán como estrellas a perpetua eternidad!
3) - Debemos gozarnos en el Espíritu al hacer la voluntad de Dios.
Jesús se deleitaba al hacer la voluntad del Padre:
"Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" Juan 6:38. Cuando los sabios y gobernantes le hablan desechado y despreciado, cuando su pueblo le rechazó como Mesías, el Señor manifestó gozo en aceptar el rechazo como la voluntad del Padre.
Las persecuciones, las afrentas, los vituperios que sufrimos en este mundo por causa de Cristo son permitidas por Dios a fin de amoldarnos a la semejanza de su amado Hijo y deben ser aceptados con gozo. "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia" Santiago 1:2-3. "Gozaos cuando sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.
Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado"
1ª Pedro 4:13-14.
Pablo testificaba. "Sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones"
2ª Corintios 7:4. "Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" 2ª Corintios 12:10.
Cuando Pablo y Silas arribaron a Filipos en su segundo viaje misionero para predicar el evangelio, fueron encarcelados por echar fuera el demonio de adivinación de una joven. Luego de azotarlos brutalmente el carcelero les puso los pies en el cepo, encerrándolos en el calabozo de más adentro. Pero ellos no estaban tristes ni desanimados.
En la mitad de la noche oraban a Dios cantando himnos con regocijo. Y de repente, sobrevino un gran terremoto de modo que los cimientos de la cárcel se sacudían, se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron.
El carcelero viendo las puertas abiertas pensó que los presos se habían escapado y sacó la espada para matarse. Pero Pablo clamó a gran voz y le dijo "No te hagas ningún mal pues todos estamos aquí; y entonces el carcelero se postra ante Pablo y Silas y les dice: ¿Qué puedo hacer para ser salvo? Y ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa" Hechos 16:31. Y en aquella noche el carcelero se convirtió "y se regocijó con toda su familia de haber creído en Dios" Con las espaldas heridas y sangrientas, los discípulos no perdieron el gozo del Espíritu.
Ellos estaban allí cumpliendo la voluntad de Dios que les había enviado a Filipos para predicar a Cristo. En medio de la adversidad, Cristo es glorificado, y el carcelero con todos los suyos se regocijó por haber encontrado la vida eterna.
Cuando todas las cosas marchan bien es fácil gozarnos, mas el genuino gozo del Espíritu se muestra en medio de los problemas, pruebas y sufrimientos. "El gozo del Señor es nuestra fortaleza".
Hacer la voluntad de Dios con alegría debe ser el blanco supremo de nuestra vida; aunque ello implique tener que pasar por peligros, crisis y tempestades. El divino Consolador nos dará un revestimiento especial de poder para estas circunstancias y su gozo nunca faltará.
4) - Debemos gozarnos en el Espíritu pues el regocijo divino es imperecedero, permanente, eterno. Gloriosas recompensas hay para nuestra labor por el Señor.
Aun en medio de la agonía de la cruz, Cristo se gozó con anticipación de ver linaje y el fruto del trabajo de su alma. "Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándolo a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos" Isaías 53:10-11.
Hebreos 12:2 dice "Puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios" Jesús tenía un gozo "puesto delante de él", él vivía mirando el futuro, el porvenir, en la perspectiva de una gran cosecha de almas, de una multitud incontable de redimidos en la gloria que llegarían allí por su sacrificio expiatorio en la cruz.
Este gozo puesto en la seguridad de la victoria final fue lo que mantuvo firme a Cristo hasta llegar al Calvario.
Como Hijos también esperamos este gozo inefable y glorificado cuando escuche de labios del divino maestro las alentadoras palabras. "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor" Maleo 25:21
El apóstol Pablo se gozaba grandemente ante la visión del galardón que iba a recibir por su labor: "Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados" Filipenses 4:1. "Porque ¿Cuál es la esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante del Señor Jesucristo, en su venida?1ª Tesalonicenses 2:19.
¡Qué gran privilegio ganar almas para el reino de los cielos! ¡Cuánta recompensa! Dios tiene galardones, coronas incorruptibles de gloria, premios especiales para los que siembran para la eternidad. Por eso es que el gozo del Espíritu es inefable.
No se puede comparar con los goces del mundo; estos son fugaces, huyen y desaparecen con rapidez, son de muy corta duración. En cambio el gozo divino es continuo y eterno: "Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido" Isaías 35:10.

Vale la pena seguir testificando. Vale la pena seguir predicando. ¡Esforcémonos!
 "Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano"
1ª Corintios 15:8.

martes, 10 de septiembre de 2013

AMOR

"Amor es el sentimiento que inclina el corazón hacia lo que le place".
Cuando uno ama de veras, se prefiere el bien de la persona amada al bien propio. La madre que ni duerme ni descansa cuidando al hijo enfermo, el esposo que pierde su salud debido al excesivo trabajo para sustentar y alimentar a su familia, o el padre que se arroja a la peligrosa corriente para salvar a su hijo que se ahoga; se niegan a si mismos, se sacrifican y sufren por el supremo bienestar de los seres queridos.
"El verdadero amor tiene corno base la renuncia al bien individual" afirmó Tolstoi.
No importa que la persona amada lo agradezca, no importa las privaciones que ello implique, lo que cuenta es el beneficio que reciba el receptor del amor.
"Amar es gozar con la felicidad de otro" enseñaba Leibniz.
Amar es un anhelo ferviente de que la persona amada goce de bienestar y felicidad. En sentido esencial se opone al egoísmo. Se ama al hermano, al amigo, al desvalido, al desagradecido, al prójimo, al enemigo. Es la tendencia de lo superior y perfecto a descender hasta lo inferior e imperfecto, en amor hacia todas las cosas por el amor mismo y no por la mera apetencia de ellas.
El amor a Dios debe ser total y pleno, ofrecido sólo a él y expresado en servicio, reverencia y obediencia. Jesús declaró que la ley se resume en el amor a Dios y al prójimo, ambos deben ser activos y concretos.
Cristo nos dio el ejemplo más puro y elevado del amor desinteresado y abnegado. El nos enseña que éste debe ser total y sin reserva. Es Su muerte y resurrección es donde el Señor ha puesto en acción su amor por la redención de una humanidad perdida, caída y fracasada. Su muerte voluntaria es el resultado del amor del Padre y del Hijo.
Pablo escribió:
 "Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" Romanos 5.5. 
Es el Espíritu el verdadero manantial del amor. Para poseer amor basta que el Espíritu Santo nos llene completamente. La vida en Cristo es sencillamente vivir amando, cuando estamos poseídos por él, el amor brota espontáneamente como el agua de la fuente.
En el idioma griego existen cuatro términos para designar el amor:
I. EROS. Se refiere a la atracción física o sexual que un hombre siente hacia una mujer y viceversa. El amor erótico lleva en sí la idea de pasión o afecto carnal,
II. FILIA. Cariño o estima calurosa hacia los amigos.
III. STORGE. Afecto familiar que se siente por los padres, por los hijos o por los hermanos.
IV. ÁGAPE. Este es el amor más sublime profundo e inquebrantable Esta palabra "ágape" se refiere al amor cristiano sobrenatural, el cual sólo es posible cuando es impartido por el Espíritu Santo en el creyente.

En la actualidad se habla mucho de amor. El lema de las obras clásicas, delas grandes novelas y poemas gira siempre en torno al amor. Todo drama que conmueve hasta las fibras más profundas del ser, toda hazaña de valentía y coraje, toda acción heroica, toda demostración de benevolencia y compasión, tienen como fundamento el amor.
Pero debemos establecer una diferencia. Tanto el eros, como el filia y el storge son aspectos del amor natural y humano. En cambio el ágape es "el amor del Espíritu". Sólo el Espíritu Santo puede producirlo, procede de las alturas. Nos viene de arriba. Es divino, celestial y glorioso. Incomparablemente superior a cualquier amor terreno.
Para poder comprenderlo debemos tener en cuenta lo siguiente
1. El amor humano es emocional, sentimental, espera ser correspondido, retribuido; pero el amor de Dios es desinteresado, imparcial, paciente y misericordioso. No espera recompensa. Es sufrido, sacrificado y abnegado. No se irrita, no guarda rencor. Jesús en la cruz pronunció aquellas memorables palabras: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" Lucas 23.34, palabras que revelan su incomparable amor hacia sus adversarios y crueles verdugos. El Señor no tuvo ningún sentimiento adverso hacia ellos, ninguna palabra hiriente, ningún deseo vengativo. Vivió amando y murió amando. Pregonó el amor con el ejemplo hasta el último momento de su existencia. Muchos de los mártires cristianos en la antigua Roma morían en el Circo o en el Coliseo cantando alabanzas a Dios y con una sonrisa en sus labios, sin proferir palabras de injuria a sus torturadores. A pesar de que muchos eran destrozados despiadadamente por las fieras, sin embargó, no había en sus rostros expresiones de ira o desesperación.
El sublime amor del Espíritu extiende su noble influencia al paria, al miserable, al desvalido, a aquellos que nada pueden hacer por nosotros; como también expande sus luminosos rayos hacia los enemigos, los que nos calumnian, los que se burlan, los que no nos saludan, los que nos tratan mal. El amor siempre perdona, bendice a los que nos maldicen, ora por los que nos ultrajan y persiguen, y olvida todas las ofensas.
2. El amor humano es limitado y sectario, en cambio el amor del Espíritu es general, universal, amplio, ancho, profundo. Ama por el mero hecho de amar, sin favoritismos. El Señor hace salir el sol sobre justos e injustos. La benefactora lluvia cae sobre el campo del bueno y del malo. "De tal manera amo, Dios al mundo", Dios ama a todos, quiere que lodos sean salvos porque su esencia es amor.
El corazón amoroso es abierto para toda clase de amistad, brinda su cálida influencia sin mirar a quién, se expresa y comunica con justiciaequidad y comprensión.
El amor natural puede llegar a ser exclusivista cuando sólo aprecia a los de su familia, nacionalidad, raza, color, posición o círculo social.
Jesús dijo: "Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo". Lucas 6.32-33. "Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de mas" ¿No hacen también así los gentiles?" Mateo 5.47. El ágape se extiende igualitariamente a lodos, deja caer sus semillas de bondad, cariño y dulzura en cada corazón que encuentra a su paso. Presto está en ayudar y consolar a toda persona en cualquier momento y situación.
3. El amor humano es momentáneo o temporáneo. El amor del Espíritu es perenne, permanente, imperecedero. Dios le habló a Israel diciéndole: "Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia" Jeremías 31.3.
El amor humano es irregular y fluctuante. Depende de la situación en que nos encontremos o de los seres con los cuales nos relacionemos.
Hay personas que según su estado temperamental o se encuentran en la cima; amorosas, tiernas y cariñosas, o descienden al valle de la brusquedad, tosquedad y rudeza.
Nuestro estado de ánimo no debe afectar la demostración del amor. Las personas que nos rodean no deben sufrir por nuestra situación personal. Si estamos pasando por pruebas y tribulaciones no debemos traslucirlo ni contagiarlo a nuestro prójimo. Marchen bien las cosas o no marchen bien es preciso seguir amando. El gozo del Señor es nuestra fortaleza.
Nada debe impedir que el río interior del amor pueda fluir libremente para el beneficio de nuestros semejantes.
4. El amor humano es más bien exterior, depende de lo que ve. Pero el amor del Espíritu vive y se sostiene por fe.
El amor humano toma en cuenta la apariencia física, o las virtudes o cualidades de la persona amada.
Dios con su amor contempla al pecador y ve en él un santo en potencia. Jesús pasó por donde estaba Mateo cobrando los impuestos y no vio a un simple cobrador de impuestos como lo hubiera visto cualquier hombre, sino un discípulo ferviente y un talentoso escritor de uno de los evangelios.
Cristo llamó a Juan "Hijo del trueno", hombre precipitado y violento; el cual tratado en la escuela del amor, llegaría a ser el discípulo amado, y el escritor más tierno, profundo y delicado sobre el tema del amor.
Dios nos ve a través del lente de su amor. El nos contempla no como estarnos hoy en nuestra inmadurez, sino cómo llegaremos a ser en el futuro, siervos fervientes y esforzados por su causa. Su mirada de amor siempre se extiende al porvenir. El nos ve desarrollados, crecidos, útiles, brillantes, glorificados y victoriosos. El no toma en cuenta que somos barro informe en sus manos ahora, sino que nos observa ya acabados y perfeccionados como vasijas ideales en donde su poder se muestra con toda su plenitud.
5. El amor humano es impulsivo e instintivo. El amor del Espíritu es de origen divino. Viene como producto de la presencia sobrenatural del Santo Espíritu en nuestro corazón. Procede del corazón de Dios al corazón del hombre. Es celestial, puro, santo, inconmensurable. No crece en forma natural en el terreno de nuestra carne humana. Tiene su fuente en el Todopoderoso. Es infinito y permanecerá para siempre.
El amor humano es de origen terreno, por lo tanto desaparecerá ya que nuestra vida es tan breve en comparación con la eternidad. Vivimos setenta u ochenta años y luego la vida terrena se termina.
Mas el amor divino es el salvador del mundo, es el que nos ha permitido formar parte de la familia celestial, y es el que nos ha abierto las puertas al hogar eterno en donde estaremos disfrutando de una comunión indisoluble con Dios y todos los redimidos.
6. El amor humano es pasional e inmoderado. El amor del Espíritu es sobrio, sensato y templado. Mantiene su equilibrio y justicia, sin excesos y violencias
El esposo que entrañablemente ama a su esposa, que se comporta tan dulce y delicadamente con ella, puede en un arranque pasional proferirle las palabras más groseras e hirientes movido por los celos o el enojo. Los padres que quieren tanto a su hijo, pueden descuidarse en la educación y disciplina del mismo; permitiéndole que haga lo que quiera, no poniendo freno a sus desbordes juveniles por temor a ofenderle, desbordes que pueden afectar su futuro y llevarle al fracaso. El genuino amor disciplina, educa, Incluso prohíbe para el mayor bien de la persona amada. El amor del Espíritu es correctivo e instructivo. El Señor
mira siempre el porvenir, el horizonte. El sabe lo que nosotros precisamos para madurar correctamente en la vida cristiana. Sus pensamientos no son siempre nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros caminos. Por esa causa es que Él muchas veces usa la vara de la corrección: nos castiga, nos hiere, para encauzarnos y enderezarnos, no porque quiera perjudicarnos, sino porque nos ama y desea nuestro supremo bien.
7. El amor humano tiene como fundamento las virtudes de la persona amada. Mira sus cualidades, su apariencia, sus gracias, sus méritos, su posición. El amor del Espíritu es desinteresado, proviene del corazón, del alma, de las entrañas, de adentro. Cuando Samuel iba a ungir al futuro rey de Israel, el Señor le advirtió "No mires a su parecer, ni lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre: pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" 1ª Samuel 16.7.
El amor natural se siente seducido por los atributos del ser amado, por su belleza, su simpatía, su personalidad. Mas el amor del Espíritu prodiga su cálida influencia a todo el mundo, a todos los seres, hasta los más bajos, desaprobados y miserables.
Para el borracho, el ladrón, el criminal, el traidor, el drogadicto, siempre hay una esperanza, una oportunidad, una puerta que se abre por medio del amoroso Espíritu Santo. Para el ser más repulsivo y condenable existe lugar bajo la sombra de la cruz.
El amor divino pudo rescatar al jefe pandillero de Nueva York Niky Cruz, héroe principal del libro ‘La cruz y el puñal" y hacer de él un consagrado cristiano, predicador del evangelio.
Por su amor, el Señor nos ve no como somos, sino como llegaremos a ser.
8. El amor humano es natural, terreno, imperfecto. El amor del Espíritu es divino, puro, celestial, completo y perfecto. Cuando el Espíritu Santo nos llena de su presencia, nos repleta de su amor. Al inundar el Espíritu el receptáculo de nuestro corazón nos llena de Cristo, ya que el Espíritu Santo revela a Cristo, muestra a Cristo, glorifica a Cristo, nos implanta la naturaleza de Cristo, Así que, cuanto más estamos llenos del amor del Espíritu, la persona de Cristo se mostrará más evidente en nosotros, de modo que podemos exclamar con el apóstol Pablo: "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí" Gálatas 2.20. Y todas las virtudes cristianas podrán brotar de nuestro corazón, la ternura, la paciencia, la mansedumbre; las cuales harán que nos asemejemos más patentemente al Rey de Reyes y al Señor de Señores. "A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria"
Colosenses 1.27.
9. El amor humano es egocéntrico, sólo piensa en sí mismo, en su propia satisfacción, beneficio y bienestar. Es de naturaleza egoísta porque su propósito es lograr sus fines, sus deseos, sus ambiciones, saciar sus propias aspiraciones.
El hombre generalmente quiere a quién corresponda a su amor, ama a los que le tratan bien, aquellos de los cuales puede sacar ventajas, provechos y beneficios.
El amor divino es generoso, dadivoso y servicial. Ama sin esperar recompensa o reconocimiento. Ama por la alegría de amar. Ama porque anhela consolar, ayudar, socorrer, levantar. Está dispuesto a la negación y al sacrificio con el fin de ver la felicidad en el ser amado.
Muchas veces el amor de naturaleza pasional se ha descontrolado transformándose en odio, celos y resentimiento al sentirse decepcionado por no sor correspondido. Cuántos crímenes, violencias y horrores se han cometido por un amor herido que se ha vuelto en ira cruel, despiadada e irracional.
En cambio el amor del Espíritu es dadivoso, altruista, se olvida de sí, se priva de su propio bienestar y comodidad con tal de ver contentos a los demás.
10. El amor humano es perecedero. En cambio el amor del Espíritu permanecerá para siempre. "El amor nunca deja de ser" 1ª Corintios 13:8. Se acabarán los dones, las profecías, se terminarán, las lenguas cesarán, la ciencia con todos sus logros, descubrimientos y conquistas tendrá su fin. Pero el amor jamás dejará de ser. Es la más valiosa, grande y elevada virtud "Y ahora permanecen la f e, la esperanza y el amor; pero el mayor de ellos es el amor" 1ª Corintios 13.13.
Amar es el fruto del Espíritu, es el resultado de estar en estrecha relación con el cielo, es a evidencia de un sólido crecimiento espiritual. Pero además es un mandato del Señor Jesús, él dijo en Juan 13.34-35: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros".
Dios nos insta, nos manda que amemos. Es el glorioso Espíritu Santo quien puede educarnos en la escuela del amor. Jornada tras jornada, año tras año, él va tratando con nosotros, limándonos, puliéndonos, para que en toda nuestra personalidad pueda brillar con todo su fulgor la perla del amor de Dios. Amor que esta esencia de la santidad, la plenitud de toda bondad y la fragancia suprema de Cristo en nosotros.
11. El amor humano es reaccionario y vengativo. Mas el amor del Espíritu es misericordioso, perdona y olvida. Cuando Dios nos perdona arroja todas nuestras iniquidades a la profundidad del mar y no se acuerda más de ellas.
El novio que ama, en una suprema demostración de cariño, puede obsequiarle a su amada un fresco ramo de tiernos pimpollos, o con suma caballerosidad le puede alcanzar el pañuelo de seda que se le ha caído, pero el mismo, al verse ofendido o desechado, puede enceguecerse de tal manera que sus manos  pueden golpear, empuñar el cuchillo o apretar el gatillo. El amor humano puede transformarse en odio feroz y sanguinario al verse defraudado.
El amor del Espíritu no se cansa de perdonar. Cristo dijo que debiéramos hacerlo hasta setenta veces siete. El perdón debe practicarse indefinidamente. El amor divino no alberga ninguna clase de sentimiento vegetativo de ira, revancha o desquite.

El ágape es el amor sobrenatural. Debe ser buscado y cultivado intensamente.
Es el amor que se interesa más en dar que en recibir. Es el amor que se proyecta para el beneficio de nuestros semejantes. Es el amor por todos los hermanos, incluyendo a aquellos que no están de acuerdo con nosotros y nos irritan. Es el amor que no nace por lo que puede tener el ser humano, sino por lo que es el ser humano en si. Es una manifestación libre, espontánea, un esfuerzo deliberado, desinteresado, que no espera galardón ni retribución. Es el amor que se consume a si mismo en aras del bien de los demás.
El ágape no conoce limitaciones, ni distinciones de culturanacionalidadsexo o rango Nadie lo puede destruir porque es el amor de Dios y "Dios es Amor" 1° Juan 4.8.
Este maravilloso amor sólo puede encontrarse en aquellas personas que son motivadas, saturadas y capacitadas por la unción del Espíritu Santo.
El amor del Espíritu es "sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser" 1°Corintios 13.4-8.
Lo que más necesita la humanidad es amor. Al nuestro alrededor existen personas hambrientas y sedientas de amor. La frase "nadie me ama" se encuentra con frecuencia. ¿Quiénes deben ser los dadores del ágape? ¿Quiénes pueden realmente sembrar el amor de Dios en los corazones vacíos? ¿Quiénes pueden ser fuentes de amor y cariño para sus semejantes? Pues, nosotros, que ya hemos experimentado y sentido el amor de Dios. ¡Dejemos, pues, que los ríos del amor del Altísimo nos inunden! ¡Permitamos que ellos fluyan incesantemente de nuestro corazón! Sembremos amor, amor y amor, porque sembrando amor sembramos a Cristo!

FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO

Mientras que los Dones del Espíritu conciernen al servicio del creyente, el Fruto del Espíritu concierne al carácter.
Cualquier confusión en el uso de los Dones no viene por obedecer las Escrituras, sino por el descuido de las mismas.
No es el caso de un momento especial de bendición como los Dones, pero el producir el Fruto del Espíritu en la vida del creyente es el resultado de una vida vivida en rendición al Espíritu. El Fruto del Espíritu es la cosecha inevitable donde hay una vida vivida en sumisión al Espíritu. La palabra "Fruto" esta puesta en singular en las escrituras, con el pensamiento que todo es de una clase, divino y sobrenatural, a pesar del hecho que hay diversas manifestaciones. Gálatas 5:22-23.
"Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Contra tales cosas no hay ley" 

Hay sin lugar a dudas una relación muy íntima entre la obtención del Fruto del Espíritu y santificación progresiva. En ambos el carácter es modificado y  la generalización (estándar) de la santidad es alcanzado, no solo por medio de esfuerzo propio o lucha personal, pero por rendición incondicional a Dios en Su tercera Persona.
Debemos ver El Fruto, en forma individual, pero a la vez parte de un todo.
Amor.
Gozo.
Paz.
Paciencia.
Benignidad.
Bondad.
Fe.
Mansedumbre.
Templanza.

sábado, 7 de septiembre de 2013

REFLEXIÓN

Muchos hoy en día se dejaron influenciar por costumbres hebraicas en cuanto a la celebración ritual de las fiestas, me preguntaron si soy mesiánica o no?, la verdad es que no lo soy, soy hija del Dios viviente que me instruyo en la Palabra que me sumerjo en lo profundo de la revelación
Hace un par de días cuando publicaba lo de la Fiesta de las Trompetas, por curiosidad me puse a investigar en internet que había publicado en otros blog o paginas sobre el tema, me encontré con un sin fin de pensamientos de hombre, lamentablemente una gran parte de ellos confundidos , ya que muchos se están volviendo al judaísmo buscando la revelación.
Pero me pregunto ¿Acaso no fueron los mismos judíos los que teniendo toda esa revelación rechazaron a Jesús el Mesías?
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Juan 1:11
Las profecías que durante años y años recibieron del Mesías y de dónde y cómo vendría, no las comprendieron,
Toda la Torah es la sombra de los por venir, señales que hablaban del Mesías salvador y como lo rechazarían.
Familia
Del linaje de la mujer saldrá la victoria contra la serpiente: "Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.» (Gen. 3, 15)
Será descendiente de Abraham, Isaac y Jacob (Gen 12, 2;17, 19; Num 24:17), de Judá (Gen 49, 8-10), David (II Sam. 7, 11-13 // Mt. 1,18-23)
Misión
Daniel 9:24
Setenta semanas están fijadas
sobre tu pueblo y tu ciudad santa
para poner fin a la rebeldía,
para sellar los pecados,
para expiar la culpa,
para instaurar justicia eterna,
para sellar visión y profecía,
para ungir el santo de los santos.
La Madre
Nacerá de una virgen (Is. 7,14 // Mt. 1, 18; Lc. 1, 27)

Lugar de nacimiento
Belén (Miq. 5, 1-2 // Mt. 2, 1; Lc. 3, 31).

El Precursor
El Mesías tendrá un precursor (Mal. 3,1) // Juan Bautista (Jn. 1, 15)
que predicará a lo largo de la ribera del Jordán, en la región de Galilea (Is. 9, 12).

Su vida
Maestro y profeta (Deut. 18, 15).

Legislador y portador de una nueva alianza entre Dios y los hombres (Is. 55, 3-4).

Sacerdote víctima (Is. 52, 15; 53).
Manso y humilde (Is. 11, 1-5).

Salvador de la humanidad y piedra de escándalo (Is. 8, 14).

Sobre él reposará el espíritu del Señor (Is. 11, 2).

Milagros de todo género (Is. 35, 4-6 // Lc. 7, 18, 23; Mt. 11, 5 ss.).
Entrará triunfante en Jerusalén (Zac. 9,9).

Pasión y muerte
Los eventos de su pasión y muerte  (Is. 53, Is. 50, 6; Sal. 22, 12-19 // Jn. 19, 21-23; Mc. 15, 24; Mt. 27) .
Rechazado por los suyos (Is. 53, 3 // Jn. 1, 11).
"con palabras de odio me envuelven, me atacan sin razón". Salmo 109,3

Traicionado y Vendido por treinta monedas (Sal 41, 10 ; Zac. 11, 12-13 // Mt. 26, 14-15)).
Flagelado y escupido en el rostro (Is. 50, 6);
Taladradas las manos y el costado (Sal. 22, 17-18);
Le darán hiel como bebida (Sal. 69, 22);
Burlado: "todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza" Salmo 22,8
repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica. Salmo 22,19
Lo crucificarán (Zac. 12, 10);
su cuerpo no estará sujeto a la corrupción (Sal. 15, 9-11);
Tendrá un sepulcro glorioso (Is. 53, 9);
se sentará a la derecha de Dios (Sal. 109, 1).


Ellos sabían todo lo necesario para reconocerlo, y no lo hicieron.
Mi pregunta es ¿qué estamos haciendo?
Toda la revelación que hay en la Palabra está para instruirnos y guiarnos a toda verdad, no para caer en el legalizmo.
Buscar raíces judías no sirve, es inútil, seguir la ley de Moisés es invalidar el Pacto en Jesucristo,
debemos guardar los mandatos y estatutos dados por Dios, DIOS, no los fariseos.
Jesús hablaba de la levadura de los fariseos.Se refería a eso, a la religión que instauraron. No nos equivoquemos, que guardemos las Fiestas no significa que judaicemos las Palabra sino que la cumplimos tal cual el Padre la estableció para sus hijos.

2 Pedro 2:1-3Pero hubo también falsos profetas en el pueblo, como habrá entre vosotros falsos doctores, que introducirán encubiertamente herejías de perdición y muchos seguirán sus disoluciones, por los cuales el camino de la verdad será blasfemado; Y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas, sobre los cuales la condenación ya de largo tiempo no se tarda, y su perdición no se duerme.

Gloria Pozoríos

jueves, 5 de septiembre de 2013

PALABRA PARA EL MES DE TISHREI

Yo, Pablo, preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de acuerdo con el llamamiento que recibieron de Dios. Sean siempre humildes, amables, tengan paciencia, sopórtense con amor unos a otros.  El Espíritu los ha unido con un vínculo de paz. Hagan todo lo posible por conservar esa unidad, permitiendo que la paz los mantenga unidos.  Así como ustedes forman un solo cuerpo y hay un solo Espíritu, Dios también los llamó a una sola esperanza.  Hay un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo.  Hay un solo Dios y Padre de todos que gobierna a todos, trabaja por medio de todos y vive en todos nosotros.
 Cristo en su generosidad nos dio un don a cada uno.  Por eso dice:
«Cuando subió a los cielos,

    se llevó a los prisioneros
    y entregó dones a la gente». 
¿Qué significa eso de que «subió»? Pues significa que primero descendió a las partes más bajas de la tierra. Cristo fue el mismo que descendió y luego subió a lo más alto de los cielos para llenarlo todo con su presencia.  Cristo mismo le dio dones a la gente: a unos, el don de ser apóstoles; a otros el de ser profetas; a otros el de anunciar la buena noticia de salvación; y a otros el de ser pastores y maestros.  Él dio esos dones para preparar a su pueblo santo para el trabajo de servir y fortalecer al cuerpo de Cristo.  Este trabajo debe continuar hasta que estemos todos unidos en lo que creemos y conocemos acerca del Hijo de Dios. Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección.
Así no nos portaremos como niños, ni seremos como un barco a la deriva arrastrados por cualquier nueva enseñanza de quienes buscan engañarnos con sus trampas.  Por el contrario, maduraremos y seremos como Cristo en todo sentido, enseñando la verdad con amor. Cristo es la cabeza, y  el cuerpo entero depende de él. Por medio de él, todas las partes del cuerpo están ligadas y se mantienen unidas. Cada parte cumple su función y así todo el cuerpo crece y se fortalece por el amor. Lo que les voy a decir es una advertencia del Señor: dejen ya de vivir como los que no son creyentes, porque ellos se guían por pensamientos inútiles.  Su entendimiento está oscurecido porque están separados de la vida que viene de Dios y porque son ignorantes debido a lo terco que es su corazón.  Han perdido la vergüenza, se han dedicado a la inmoralidad y se entregan cada vez más a cometer toda clase de perversiones.  Pero esa clase de vida no tiene nada que ver con la instrucción que recibieron de Cristo.  Sé que ustedes han recibido su mensaje y han aprendido la verdad que está en Jesús.  Se les enseñó a dejar atrás la forma de vida que llevaban antes. Ese viejo ser va de mal en peor por los deseos engañosos.  Aprendieron a renovar su forma de pensar por medio del Espíritu,  y a revestirse del nuevo ser que Dios creó a su imagen para que practique la justicia y la santidad por saber la verdad.
 Así que dejen las mentiras y «díganse siempre la verdad unos a otros»  porque todos formamos parte del mismo cuerpo.  «No permitan que la ira los haga cometer pecados» [e]; que la noche no los sorprenda enojados.  No le den ninguna oportunidad al diablo para que los derrote.
 El que era ladrón deje de robar y trabaje haciendo algo provechoso con sus manos, así podrá compartir con el que no tiene nada.
 No digan malas palabras, sino palabras que ayuden y animen a los demás, para que lo que hablen le haga bien a quien los escuche.  No hagan poner triste al Espíritu Santo, quien es la garantía para su completa liberación en el día señalado.  Quítense de ustedes toda amargura, ira y enojo, gritos, calumnias y malicia. Sean amables y considerados unos con otros, y perdónense como Dios los ha perdonado a través de Cristo.