¿Quién
en algún momento, no ha sentido que sus fuerzas caen y no puede levantar sus
brazos?
Pedimos
a otros hermanos nos ayuden orando por nuestra vida e intentamos continuar, no significa
que estemos fuera del propósito, que estemos en pecado o algo por el estilo.
Son
temporadas de crecimiento, es como la poda, las plantas por lo general son
podadas cuando el invierno está dando señales de irse, para que cuando la
primavera, época de florecer llegue, tener nuevas fuerzas para crecer y así dar
un fruto mejor.
Nosotros
plantío del Señor tenemos épocas llamadas
desierto por cual pasamos, y que en muchas ocasiones parece no tener fin,
en especial sí casi cuando estamos saliendo de él, algo nos hace sentir que
comienza toda una vez más. Y que en lugar de avanzar retrocedemos nuevamente a
casilla 0.
Hay
varios ejemplos de ello en la Biblia, como por ejemplo José.
Debió
sentir que, luego de ser brutalmente vendido por sus hermanos y llevado como
esclavo, entrar a trabajar a la casa de Potifar era resarcir en cierta forma su
posición, ya que como mayordomo era quien más autoridad tenia después de su
señor, de alguna manera la vida le sonreía, todo parecía perfecto y termino en
la cárcel como el ultimo.
No,
para él su desierto no terminaba allí, aún faltaba una etapa más, un tiempo de
proceso para llevarlo a cumplir su misión, el propósito para el cual había nacido.
Hoy
entendemos que si el Señor nos lleva a ser procesados no significa que estemos
alejados de su presencia, no, solo es parte de nuestro crecimiento, parte de
nuestra madurez, sacar lo que no edifica, lo que no nos deja tener fruto, para
que produzcamos un mayor peso de gloria.
Como
Hijos de Dios tenemos luchas y batallas las cuales enfrentamos diariamente,
aunque victoriosos, nuestra armadura en ocasiones es abollada, nuestro escudo
luego de soportar golpes necesita un buen arreglo, que en nuestro caso solo es
con ayuno oración y tiempo de comunión
Es
necesario que tomemos un momento para apartarnos orar, cubrirnos, curarnos,
sanar y levantarnos nuevamente en sus fuerzas, para proseguir.
Necesitamos
de ese aceite fresco que trae su unción.
Antiguamente
el aceite se guardaba en vasijas especialmente preparadas para este uso, se
llenaban y se cuidaba que el aceite siempre estuviera en movimiento, porque de
quedarse estancado, dejaba una marca en su interior. Cuándo esto sucedía
contaminaba el aceite.
Se
usaba una vasija nueva porque el proceso de limpieza era complejo ,consistía en
llenarla de agua y calentarla hasta que hirviera, con cuidado vaciarla, porque el menor cambio
de temperatura provocaba que la vasija se resquebrajara, luego aún en caliente se le pasaba con un trozo de
lana limpia con mucho cuidado y debían frotarla, y frotarla hasta que quedase libre
de toda marca, aun luego de todo este trabajo, podían quedar restos minúsculos de
aceite rancio y contaminar el nuevo, solo lo sabrían al llenarlo nuevamente y de
ser así se perdería, por lo que si una
vasija era descartada se rompía para que no contaminara nada por
accidente,
La
Escritura nos asemeja a vasijas que se llenan de aceite constantemente, unción que
fluye sin cesar, pero como seres humanos, nosotros tenemos tiempos donde el
aceite se detiene dejando una marca en nuestro interior, hasta que nuevamente
comience a fluir, esta permanecerá. Así una y otra vez, cada vez que nos detenemos
por diferentes causas, pruebas, luchas, enfermedades, el aceite deja de fluir y
queda una señal en nuestro interior, al llenarlo nuevamente el aceite fresco se
mezcla con el viejo y de a poco se vuelve rancio. En otro tiempo seriamos
descartados, pero el amor de nuestro Padre es tan grande que nos permite a
nosotros vasijas imperfectas ser limpios por el fuego del Espíritu Santo,
lavados por la sangre poderosa y restaurados a nuevo.
A
cada uno escogido para una misión por el Padre ha tenido un tiempo donde le era
necesario vaciarse, limpiarse y llenarse nuevamente.
No
es algo nuevo, no es algo malo, ni significa que has salido de la gracia
divina, solo significa que estas siendo parte de del Reino.
SI
en este momento sientes que el desierto que acababa comienza nuevamente, no
decaigas estas más cerca de cumplir tu misión de lo que imaginas.
Este
tiempo donde es necesario vaciarse de todo aquello que nos contamina, para ser
llevados al fuego mismo de su presencia, para que nuestra unción sea fresca,
sin suciedad.
No
hay que temer decir que estas en un proceso de limpieza por parte del Padre,
sino por el contrario, no hay super héroes con poderes, no hay hombres ungidos que
no sean llevados al fuego del Eterno, y decir lo contrario es mentir.
Jesús
mismo tuvo su Getsemaní para cumplir su misión.
Por
lo que sí estas siendo vaciado, no temas ser descartado, sólo estas siendo
preparado para una nueva unción, con aceite fresco, que no dejará de fluir, y
que servirá para ser usado llevando de su presencia, iluminando a todo el que
lo necesite.
OREMOS:
Señor nos ponemos bajo la ley del acuerdo, y reconocemos que nos sentimos sin fuerzas, que no podemos dar un paso mas, pero tu Gracia y Amor nos renuevan y nos levantan nuevamente .
Tu unción desciende sobre nuestras cabezas, limpias nuestros ojos para ver tu mano extendida a nosotros, mostrándonos que lo imposible es solo una palabra, que en ti todo lo podemos, porque nos fortaleces.
Que apesar de todo Tú nos das la sabiduría para comprender que nuestro propósito se cumplirá, que en tu diseño somos mas que victoriosos y mas que vencedores, que nos ves como obra terminada y no en construcción.
Si debemos ser vaciados para llenarnos nuevamente de ti , lo aceptamos. Y te damos las gracias porque significa que hay mas, que aún somos vasijas tuyas, que llenas de tu aceite y que no te detendrás hasta vernos sentados con Cristo en gloria. Amén
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