Hay un momento en que el camino se bifurca, y cada uno toma una dirección distinta pensando que al final ambos caminos se volverán a unir. Desde tu sendero ves a la otra persona cada vez más pequeña, hasta que la pierdes de vista.
‘No pasa nada –razonas- estamos hechos el uno para el otro, al final nos encontraremos’, pero también sabes que llegará el tan temido invierno, y de repente te das cuenta que estás caminando sola otra vez, transitando esos días grises que pensaste que jamás volverían, a los que se les fue el color, las locuras, la complicidad y las risas. Y también sabes que jamás habrá una chimenea que pueda ofrecerte aquel calor que sentías, que ya no volverás a sentir esa sensación de hogar.
Y es ahí, en ese preciso instante, cuando te das cuenta que algunos momentos solo ocurren una vez en la vida y por mucho que te esfuerces, ya no volverás a sentir lo mismo, ya nunca tendrás la sensación de estar a tres centímetros del suelo, de estar volando hasta la cima del cielo, rogando no aterrizar nunca.
Por eso, si encontraste el verdadero y único amor, no lo razones, solo manténte en el mismo sendero y no te separes nunca, pase lo que pase durante el camino.
¿Aunque sabes? No estés triste, princesa. Presiento que el siempre estará incondicionalmente en la orilla de tu vida esperando que alguna ola te arroje en su playa otra vez, y así volver a caminar juntos, hablar de todo aquello que quedó pendiente, entregar todo lo que aún no pudieron darse, reír hasta que les duela el estómago y cometer nuevas locuras.
Porque si tienes el corazón de niña, te prometo que aunque los caminos se bifurquen, el final de tu cuento...terminará a color. Porque al fin y al cabo, un trato es un trato.
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