Un hombre se preocupaba tanto que decidió contratar a alguien para que se preocupara por él. Encontró a un sujeto que aceptó asumir sus preocupaciones por 200 mil dólares al año. Apenas aceptó el trabajo, la primera pregunta a su patrón fue: “¿Y de dónde va a conseguir 200 mil anuales para pagarme?” Y el hombre le respondió: “Que sé yo, ese problema ahora es suyo!”
Una pregunta al corazón:
¿Cuál es tu peor preocupación? ¿Fracasar en público?
¿Perder el empleo? ¿Temor a quedarte solo? ¿A una enfermedad incurable?
¿Cuál es tu peor preocupación? ¿Fracasar en público?
¿Perder el empleo? ¿Temor a quedarte solo? ¿A una enfermedad incurable?
¿Sientes ansiedad y preocupación en exceso?
¿Te cuesta controlar este estado de constante preocupación?
¿Te sientes impaciente, inquieto, irritable, con dificultad para concentrarte?
¿Te fatigas fácilmente, te sientes tenso?
¿Tienes frecuentes contracturas o dolores musculares?
¿Te resulta difícil conciliar o mantener el sueño?
¿Te sientes cansado al despertar?
Si respondiste afirmativamente a algunas de estas preguntas, puedes padecer el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) que se caracteriza por un estado de Preocupación Excesiva.
Preocupación se deriva de la palabra griega: dividir la mente.
La preocupación por resolver los problemas de mañana te roba las fuerzas del hoy. Nuestra visión se distorsiona. La capacidad mental se fragmenta.
ADEMÁS...¿CUANDO FUE LA ULTIMA VEZ QUE RESOLVISTE UN PROBLEMA PREOCUPÁNDOTE?
Un proverbio chino dice: “Si una cosa tiene solución, para qué preocuparse! Y si no tiene solución, para qué preocuparse!”
Convirtiere en un aniquilador de preocupaciones. Trata la preocupación como mosquitos. Cuando un mosquito te pica, no dices: “Me está picando, me voy a preocupar un poco y después lo mato”. Confronta la ansiedad, resuélvela dándosela al Señor.
Así que, que esta noche puedas dormir en paz, y déjale todas las preocupaciones al Padre, m'hijo.
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