“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Yhwh, ésa será alabada.” (Proverbios 31:30)
Dios ha establecido un orden para la familia: todos deben someterse al Padre Celestial por medio de Jesucristo, quien es Cabeza de la Iglesia. La familia, como parte de ella, también se somete a Jesucristo. La cabeza visible del hogar es el marido; a él se sujeta la esposa y a ambos, los hijos.
Ahora estudiaremos el rol de la esposa y sus relaciones con la familia, desde el punto de vista bíblico. Veremos primeramente su actitud hacia el marido, luego para con los hijos y, finalmente, con la sociedad.
I. ROL DE LA ESPOSA HACIA EL ESPOSO.
1. Someterse a Cristo y sujetarse al marido.
He aquí las características de la sujeción de la mujer cristiana a su esposo.
a) Sujeción como a Cristo:
“22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; / … /24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” (Efesios 5:22,24)
En verdad la mujer no se somete al hombre sino al Señor; más bien se sujeta a su esposo porque ve a Jesucristo en él, como lo haría con un tutor. Lo que la Biblia aconseja es que la mujer se sujete a su esposo como al Señor. El hombre puede tener defectos pero, si es cristiano, está en un camino de santificación y procura agradar al Señor y amar a su esposa, como Cristo a la Iglesia. Toda determinación importante en la vida familiar debe ser acordada con el esposo. Esto es sujetarse al esposo en todo.
b) Sujeción conveniente:
“Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.” (Colosenses 3:18)
Si Dios ordena la sujeción de las esposas, no es por capricho o algo que pueda evitarse, sino que, en Su sabiduría, Él aconseja porque es conveniente. Probablemente dice relación con algunas características femeninas, la necesidad de esta sujeción. No es “sometimiento”, el corazón sólo se somete al Señor, el Esposo de la Iglesia; sino que es sujeción y obediencia al marido. Éste debe decidir todo asunto. Adán debe aprender a pensar y decidir, no dejándose llevar por sentimientos, sino siendo razonable. Eva debe aprender a someterse a la voluntad Divina, sujetándose a su esposo. Acaso esta relación y estos deberes les son impuestos después de la caída.
c) Sujeción con propósito:
“1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, / 2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa. / 3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, / 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. / 5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; / 6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.” (1 Pedro 3:1-6)
La conducta de fe, de sujeción, obediencia, fidelidad y responsabilidad de la mujer cristiana será el mejor testimonio para el hombre incrédulo. “Sin palabra” significa sin argumentos, sin prédicas ni exigencias religiosas por parte de la mujer hacia el hombre, sino permitir que sea la conducta cristiana la que termine por convencer al marido.
La Biblia habla de una conducta casta y respetuosa. Casta significa limpia, pura, santa. El respeto al esposo debe prevalecer, aunque éste sea un incrédulo. Pero jamás debe permitir algo que ofenda a Cristo en su persona. Hay damas que se someten al hombre y no a Jesucristo, que permiten ser vejadas y atropelladas. Esto no debe ser así. El respeto a sí mismas es el respeto a Cristo que vive en ellas.
Otra característica es la preocupación por el atavío o vestuario espiritual, el del corazón. Cultivar la simpatía, la afabilidad, la humildad y la paz de quien descansa en el Señor, es algo que agrada a Dios y al esposo, que atrae al prójimo y es de gran estima en el hogar y la Iglesia.
d) Un ejemplo de sujeción:
Las mujeres santas, al igual que los santos, esperan en Dios y no en sus propias fuerzas o capacidades. ¿De qué forma lo hacen? “estando sujetas” a sus maridos. Veamos el ejemplo de Sara en este aspecto.
Sara fue esposa de Abraham e hija del padre de éste, pero de otra madre: “Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer” (Génesis 20:12) Sin embargo la mayor parte de los escritores judíos y muchos expositores, la identifican como Isca, hermana de Lot y sobrina de Abraham, basándose en este versículo: “Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres; el nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca” (Génesis 11:29). Conforme al uso del hebreo, hija puede significar “alguna descendiente” y hermana “alguna pariente consanguínea”.
Cuando Dios hizo un pacto con Abraham, cambió el nombre de Sarai, mi princesa, por el de Sara, princesa, y le prometió a Abraham que tendría un hijo de ella, lo que tuvo lugar en su debido tiempo. Los puntos más notables de su historia, según se registra en la Biblia, son:
a) Su consentimiento en el fingimiento de que a causa de su falta de fe, se hizo culpable Abraham cuando estuvo cerca de Faraón y Abimelec.
b) Su larga esterilidad.
c) El hecho de darle a Abraham su doncella Agar como concubina y sus mutuos celos.
d) El haber tenido en su vejez a Isaac el “hijo de la promesa”, habiendo así prevalecido su fe sobre su anterior incredulidad. “1 Visitó Yhwh a Sara, como había dicho, e hizo Yhwh con Sara como había hablado. 2 Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. 3 Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.” (Génesis 21:1-3)
Parece haber sido mujer de una belleza poco común: “11 Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; / 12 y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. / 13 Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti. / 14 Y aconteció que cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran manera. / 15 También la vieron los príncipes de Faraón, y la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa de Faraón.” (Génesis 12:11-15)
Sara fue una esposa ejemplar, fiel y madre amorosa, como lo registra el Texto Sagrado: “Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre.” (Génesis 24:67) Su docilidad es elogiada en (I Pedro 3:6) y su fe cuando se expresa: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.” (Hebreos 11:11) El Profeta dice de ella y su esposo: “Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué” (Isaías 51:2)
En el Nuevo Testamento se habla de ella como un símbolo del Nuevo Pacto, el pacto de gracia y fe: “22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. / 23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. /24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. /25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. /26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. /27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido. /28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. /29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. /30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. /31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” (Gálatas 4:22-31).
Sara murió en Hebrón a la edad de 127 años, cerca de 37 años después del nacimiento de Isaac, y 28 años antes de la muerte de Abraham. Fue sepultada cerca de Hebrón, en una cueva en el campo de Macpela, que compró Abraham a Efron el heteo (Génesis 23)
2. Respetar a su esposo.
“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” (Efesios 5:33)
La Sagrada Escritura encarga al varón amar a su esposa como se ama a sí mismo. Esto significa que ambos conforman un solo cuerpo. A la mujer le dice que respete la autoridad de su marido. Al Señor Jesucristo se le venera o sea se le está sometido. Venerar es “respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda.” Hacia el esposo la mujer debe tener respeto, acatamiento, sujeción. Este respeto dice relación con la posición del varón en el hogar, como cabeza de la familia.
3. Amar a su esposo.
“que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos” (Tito 2:4)
La Iglesia debe enseñar a las esposas, sobre todo a las más jóvenes, a amar a sus maridos. En un mundo donde los matrimonios eran acordados por razones de familia, económicas o religiosas, el amor de los esposos no era un elemento preponderante, lo que no daba estabilidad ni felicidad a las relaciones de pareja.
En Babilonia, el matrimonio era un contrato que reflejaba la naturaleza comercial del pueblo, que veía al matrimonio infundido de factores económicos. Para el pueblo Hitita el matrimonio tenía semejanzas con el anterior, el sistema más utilizado era la monogamia, sin embargo la poligamia era signo de status elevado al igual que entre los asirios, diferenciándose del resto de las culturas del próximo oriente en que ésta no pone límites al poder del hombre con respecto a la esposa e hijas. Para los romanos el matrimonio era siempre monogámico, llegando a respetarse esto en el contubernio; de la misma manera eran regulados los esponsales, que eran la petición y promesa de futuras nupcias entre los futuros esposos.
Una relación matrimonial sin amor no es lo que Dios desea, puesto que el amor es el ingrediente principal que permitirá el crecimiento armónico de los hijos y la unión de los esposos.
II. ROL DE LA ESPOSA HACIA LOS HIJOS.
4. Cuidar de sus hijos.
“que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra.” (1 Timoteo 5:10)
En los consejos dados en la primera Iglesia acerca del comportamiento, función y deberes de las viudas está el requisito de haber criado hijos. Se estimaba como viuda a una mujer mayor de 60 años, sin esposo, ni hijo que pudiera sostenerle. Haber criado hijos, además de un buen testimonio en obras, hospitalidad, servicio a los extranjeros, enfermos y afligidos, era imprescindible para ser honrada como “viuda” en la comunidad cristiana. Las viudas eran mujeres respetadas por su fe y consecuencia con el Evangelio.
Criar hijos no es poca cosa. Hoy día tiende a ser considerada una tarea menor. Vale más la profesión de una mujer que su condición de madre y ama de casa. Quien cría hijos está ocupada de los siguientes aspectos en el desarrollo de ellos: a) alimentación, b) educación formal, c) formación valórica y espiritual, d) vestuario, e) higiene, f) salud, g) casa y habitación, h) desarrollo personal, etc.
“Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.” (1 Tesalonicenses 2:7)
¿Es necesario enseñar en la Iglesia, que las madres amen a sus hijos?
Esto que pareciera ser inútil puesto que en forma natural toda madre ama y protege la vida sus hijos, pero es muy necesario recordarlo en estos tiempos en que, como dice la Escritura “el amor de muchos se enfriará” y habrá hombres “sin afecto natural” Ahora vemos madres que no cuidan a sus hijos, los abandonan por placeres, los maltratan y aún los asesinan; razón por la cual es preciso que la Iglesia enseñe a las madres a amar a sus vástagos.
La Biblia señala como debe ser la expresión de ese amor: “cuidar con ternura a sus hijos.” Ternura es sinónimo de delicadeza, amabilidad, cariño. Algo es tierno cuando es fácil de romper o partir. Se dice de la edad de la niñez, para explicar su delicadeza y docilidad. Las personas son delicadas en su formación y como tales hay que tratarlas. Una madre debe tener cuidado en el trato que brinda a sus hijos. La brusquedad y dureza pueden formar un individuo temeroso, tímido, inseguro; o bien, imitar ese modelo y ser una persona sin afecto. La delicadeza excesiva también es nociva y genera hijos dependientes y no aptos para enfrentar las adversidades; en el caso de los varones, a veces afeminados. El amor es delicado “el amor no es jactancioso” nos enseña la Palabra de Dios.
Nodriza es la mujer que cría una criatura ajena, normalmente le da la leche de sus pechos. Por lo tanto le cuida como si fuera un hijo de ella, con el mismo cariño y atención. El texto señala que el Apóstol ama a sus discípulos, con igual afecto. El amor maternal es. El amor maternal, o amor de madre a hijo, se reconoce como un amor incondicional; por tradición, se considera motivado por un fuerte instinto que lo hace especialmente intenso.
5. Colaborar en la preparación espiritual de sus hijos.
“Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre” (Proverbios 1:8)
En un hogar cristiano es muy probable que el papá instruya a su familia en la fe; tal vez enseñe de la Palabra a su esposa e hijos, tenga un momento de oración familiar, de a sus niños alguna palabra de sabiduría y ore antes de ir a dormir. Sin embargo, por la cercanía de la madre, ésta entrega algo más que “instrucción”, ella ofrece “dirección” a esas enseñanzas teóricas. Es que la madre conoce muy bien a sus vástagos y sabe poner a su nivel esas lecciones. La instrucción del papá debe ser oída por el hijo, la dirección entregada por la mamá no debe ser despreciada. La instrucción entrega ciertos conocimientos. Al instruir comunicamos sistemáticamente ideas, conocimientos y doctrinas. En cambio dar dirección es encaminar a alguien con consejo, enseñanza y preceptos. Ambas formas, instrucción y dirección, se complementan. Cuando no está el papá o la mamá, o uno sólo de los papás es cristiano, éste debe asumir ambas funciones, para que el hijo crezca rectamente.
La preparación espiritual del hijo es una tarea importantísima de los padres. Es rol de ambos, y en ella el deber de la mamá es colaborar. Necesitamos encaminar a nuestros hijos a la fe de Jesucristo. Nosotros no podemos obligar a creer a los pequeños, pero si podemos darles ejemplos de vida, testificar acerca del Señor, enseñarles la Palabra de Dios e inculcarles valores cristianos. Los padres cumplirán el rol de la Ley que conduce como un ayo hacia una confrontación con Jesucristo. Que los padres sean hijos de Dios, no significa que lo sean sus hijos. Los niños permanecen bajo la responsabilidad de sus padres en tanto son niños; ese es tiempo para guardarles en el buen actuar y en el buen pensar, para que un día conozcan a Jesucristo como Salvador y Señor de sus vidas. La mamá tiene mucho trabajo también en este aspecto, en coordinación con el papá. Han de cuidarse ambos en no caer en la “religiosidad” y transformar la fe en una carga pesada y desagradable para sus hijos.
“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (2 Timoteo 3:15)
Destaca este versículo la importancia del conocimiento bíblico como un medio efectivo para alcanzar la salvación por medio de la fe en Jesucristo. Por ello es importante que los padres brinden al niño ese conocimiento. También pueden apoyarse en el trabajo que la Iglesia realiza en ese aspecto con los niños, pero es función fundamental de los papás.
El niño necesita aprender: a) Que es un ser creado por Dios; b) Que Dios es Creador de todo el universo visible e invisible; c) Que el hombre y la mujer está en pecado desde que sus primeros padres, Adán y Eva, desobedecieron a Dios; d) Que pecado es transgresión de la Ley de Dios; e) Los 10 Mandamientos; e) El medio provisto por Dios para la salvación eterna, Jesucristo; f) El Padrenuestro; g) La vida y enseñanzas de Jesús. Todo ello le preparará para aquel encuentro que todo ser humano tiene en algún momento de su vida con Jesucristo.
6. Amar a sus hijos.
“que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos” (Tito 2:4)
La Biblia ordena a las ancianas, las que gobiernan la Iglesia, que enseñen a las esposas de la comunidad cristiana a amar a sus esposos y a sus hijos. Se colige de esto que todas las esposas y madres cristianas deben amar a sus esposos e hijos. En esa época los matrimonios por lo general eran concertados por los padres, no había esa idea griega del enamoramiento, sino que el amor debía ser una decisión de los esposos. Por eso el Apóstol ordena a las mujeres a amar a sus esposos.
En cuanto al amor a los hijos, es un deber que ha de cumplirse como un servicio a Dios.
La Biblia hace esta referencia al hijo rebelde: “Cuando uno tenga un hijo indócil, que no obedece la voz de su padre ni la de su madre, y aún castigándolo no los obedece, lo tomarán su padre y su madre y lo llevarán a los ancianos de su ciudad, y a la puerta de ella dirán a los ancianos de la ciudad: este hijo nuestro es indócil y no obedece nuestra voz; es un desenfrenado y un borracho; y le lapidarán todos los hombres de la ciudad. Así quitarás el mal de en medio de ti y todo Israel, al saberlo temerá”. Esta ley se aplicaba raras veces ya que la Palabra de Dios dice: “Castigarás a tu hijo, que siempre hay esperanza; /pero no te excites hasta destruirle” (Proverbios 19:18) En el antiguo Israel los hijos eran considerados como un regalo de Dios: “Que sean nuestros hijos como plantas, /que crecen en su juventud. / nuestras hijas como pilares, / esculpidas como las de un templo.” (Salmo 144:12) Jesucristo cambió la mirada hacia la infancia cuando ordenó: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.
Hoy día hay otros “dioses” que pueden desviar la mirada de una madre de su principal misión: el consumismo, el dinero, la belleza física y la moda, la Internet y sus tentaciones, la profesión, etc. ¿Está usted haciendo lo que Dios le pide como madre?
III. ROL DE LA ESPOSA EN LA FAMILIA Y LA SOCIEDAD.
7. Ser virtuosa.
“10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. / 11 El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. / 12 Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.” (Proverbios 31:10-12)
El término “virtuoso” dicho de un artista, significa que domina de modo extraordinario la técnica de su instrumento. Así decimos “es un virtuoso del violín”, “un virtuoso de la pintura”, o de un escritor que “maneja la pluma con virtuosismo”. Tal vez estos términos se explican en que dominar las técnicas de un arte, requiere de ciertas virtudes: habilidad manual, oído afinado, sensibilidad visual, buen manejo del lenguaje, expresión, etc. Pero cuando la Biblia nos habla de la “mujer virtuosa” se refiere a algo distinto, no que ésta deba saber un instrumento, actuar o escribir novelas, sino reunir unas virtudes muy necesarias para ser esposa ejemplar.
La Palabra de Dios señala que no es fácil encontrar una mujer “virtuosa”. Dice que de tan gran estima por el hombre, que lo considera más que tener piedras preciosas. Una esposa virtuosa vale más que una joya, un anillo de oro con incrustaciones de esmeraldas, por ejemplo. Piense usted en lo más caro en este mundo y verá que una esposa virtuosa es superior a ello. Porque es una persona y porque ella es su compañera “idónea”
El Creador pensó que no era bueno que el hombre estuviese sólo, que necesitaba crear una ayuda idónea para él. Y así surgió la mujer, este ser maravilloso que acompaña al varón en su tarea de cultivar, guardar y nombrar la creación. Proverbios señala que el esposo de la mujer virtuosa confía plenamente en ella y sus grandes capacidades. Sus virtudes traen ganancias de todo tipo a la familia y ella sólo le brinda alegrías y satisfacciones toda la vida.
Pero ¿qué será para el Señor una “mujer virtuosa”? El Diccionario define virtud como “la disposición constante del alma para las acciones conformes a la ley moral. Una virtud es una acción virtuosa o recto modo de proceder.” La mujer virtuosa es aquella que siempre está dispuesta y dirigida a actuar conforme a la Ley de Dios, los 10 mandamientos y sus principios; la que desea andar conforme a la voluntad del Padre escrita en Su Palabra; la que actúa de acuerdo a lo que Jesucristo consideró “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe.”
La mujer virtuosa bíblica actúa conforme a lo que Dios considera virtud cristiana. Ella tiene una manera recta de proceder, pero lo que la Biblia le indica como correcto. El Nuevo Testamento señala una serie de virtudes para los cristianos en general, virtudes tales como fe, poder, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal, amor. Esas virtudes cristianas son propias de Jesucristo. Nuestro deber es anunciar con palabras y hechos “las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” La mujer cristiana, como todo discípulo de Jesucristo debe vivir esas virtudes, pero hay unas que pide Dios en especial a ella.
Las mejores virtudes de una mujer, según la Biblia, son:
a) Sujeción al esposo. “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos” (v.1a)
b) Coherencia. “para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas” (v.1b)
c) Pureza moral. “considerando vuestra conducta casta…” (v.2,a)
d) Respeto. “considerando vuestra conducta… y respetuosa.” (v.2,b)
e) Sencillez. “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos”
f) Afabilidad. “sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable…, que es de grande estima delante de Dios.” (v.4) La mujer “afable” es agradable, dulce, suave en la conversación y el trato.
g) Apacibilidad. “sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu… apacible, que es de grande estima delante de Dios.” (v.4) La mujer de carácter “apacible” es mansa, dulce y agradable en la condición y el trato; es una persona de buen temple, tranquila, agradable.
h) Esperanza en Dios. “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios…” (v.5)
i) Fe sincera, auténtica. “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2 Timoteo 1:5) Es una “fe no fingida”
La mujer cristiana ha sido llamada por Dios para demostrar en su persona las más hermosas virtudes de Jesucristo a sus hijos, esposo y sociedad. ¿Está usted desarrollando esas virtudes?
8. Ser productiva.
Una mujer fructífera.
“Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.” (Salmo 128:3)
Este salmo es una bendición sacerdotal. El versículo corresponde a la primera sección, las condiciones para recibir la prosperidad material, ética y espiritual. La primera parte del versículo habla de la esposa y la segunda de los hijos. Cuando se refiere a ella la compara con una vid fructífera que favorece a su casa o familia; cuando habla de los hijos los compara con olivos alrededor de la mesa familiar. Veamos qué significan ambos símbolos.
1) La vid en la Palabra de Dios significa caridad. Cuando dice: “1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. / 2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. / 3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?” (Isaías 5:1-4). Las uvas significan el amor y sus frutos.
Que la esposa sea como una vid significa que su gran amor por el esposo y sus hijos, traerá grandes beneficios al hogar, dará mucho fruto. Su amor es fructífero, productivo, es decir que tiene virtud de producir, que es útil o provechoso, no es un amor vacío o sólo de palabras.
2) El olivo, desde el diluvio es emblema de la paz entre Dios y el hombre, porque “las aguas se habían retirado de sobre la tierra” (Génesis 8:11) Yhwh estableció un pacto con Noé, que no volvería “a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. / Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.” (Génesis 8:21,22)
Dios ha establecido un orden para la familia: todos deben someterse al Padre Celestial por medio de Jesucristo, quien es Cabeza de la Iglesia. La familia, como parte de ella, también se somete a Jesucristo. La cabeza visible del hogar es el marido; a él se sujeta la esposa y a ambos, los hijos.
Ahora estudiaremos el rol de la esposa y sus relaciones con la familia, desde el punto de vista bíblico. Veremos primeramente su actitud hacia el marido, luego para con los hijos y, finalmente, con la sociedad.
I. ROL DE LA ESPOSA HACIA EL ESPOSO.
1. Someterse a Cristo y sujetarse al marido.
He aquí las características de la sujeción de la mujer cristiana a su esposo.
a) Sujeción como a Cristo:
“22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; / … /24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” (Efesios 5:22,24)
En verdad la mujer no se somete al hombre sino al Señor; más bien se sujeta a su esposo porque ve a Jesucristo en él, como lo haría con un tutor. Lo que la Biblia aconseja es que la mujer se sujete a su esposo como al Señor. El hombre puede tener defectos pero, si es cristiano, está en un camino de santificación y procura agradar al Señor y amar a su esposa, como Cristo a la Iglesia. Toda determinación importante en la vida familiar debe ser acordada con el esposo. Esto es sujetarse al esposo en todo.
b) Sujeción conveniente:
“Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.” (Colosenses 3:18)
Si Dios ordena la sujeción de las esposas, no es por capricho o algo que pueda evitarse, sino que, en Su sabiduría, Él aconseja porque es conveniente. Probablemente dice relación con algunas características femeninas, la necesidad de esta sujeción. No es “sometimiento”, el corazón sólo se somete al Señor, el Esposo de la Iglesia; sino que es sujeción y obediencia al marido. Éste debe decidir todo asunto. Adán debe aprender a pensar y decidir, no dejándose llevar por sentimientos, sino siendo razonable. Eva debe aprender a someterse a la voluntad Divina, sujetándose a su esposo. Acaso esta relación y estos deberes les son impuestos después de la caída.
c) Sujeción con propósito:
“1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, / 2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa. / 3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, / 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. / 5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; / 6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.” (1 Pedro 3:1-6)
La conducta de fe, de sujeción, obediencia, fidelidad y responsabilidad de la mujer cristiana será el mejor testimonio para el hombre incrédulo. “Sin palabra” significa sin argumentos, sin prédicas ni exigencias religiosas por parte de la mujer hacia el hombre, sino permitir que sea la conducta cristiana la que termine por convencer al marido.
La Biblia habla de una conducta casta y respetuosa. Casta significa limpia, pura, santa. El respeto al esposo debe prevalecer, aunque éste sea un incrédulo. Pero jamás debe permitir algo que ofenda a Cristo en su persona. Hay damas que se someten al hombre y no a Jesucristo, que permiten ser vejadas y atropelladas. Esto no debe ser así. El respeto a sí mismas es el respeto a Cristo que vive en ellas.
Otra característica es la preocupación por el atavío o vestuario espiritual, el del corazón. Cultivar la simpatía, la afabilidad, la humildad y la paz de quien descansa en el Señor, es algo que agrada a Dios y al esposo, que atrae al prójimo y es de gran estima en el hogar y la Iglesia.
d) Un ejemplo de sujeción:
Las mujeres santas, al igual que los santos, esperan en Dios y no en sus propias fuerzas o capacidades. ¿De qué forma lo hacen? “estando sujetas” a sus maridos. Veamos el ejemplo de Sara en este aspecto.
Sara fue esposa de Abraham e hija del padre de éste, pero de otra madre: “Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer” (Génesis 20:12) Sin embargo la mayor parte de los escritores judíos y muchos expositores, la identifican como Isca, hermana de Lot y sobrina de Abraham, basándose en este versículo: “Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres; el nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca” (Génesis 11:29). Conforme al uso del hebreo, hija puede significar “alguna descendiente” y hermana “alguna pariente consanguínea”.
Cuando Dios hizo un pacto con Abraham, cambió el nombre de Sarai, mi princesa, por el de Sara, princesa, y le prometió a Abraham que tendría un hijo de ella, lo que tuvo lugar en su debido tiempo. Los puntos más notables de su historia, según se registra en la Biblia, son:
a) Su consentimiento en el fingimiento de que a causa de su falta de fe, se hizo culpable Abraham cuando estuvo cerca de Faraón y Abimelec.
b) Su larga esterilidad.
c) El hecho de darle a Abraham su doncella Agar como concubina y sus mutuos celos.
d) El haber tenido en su vejez a Isaac el “hijo de la promesa”, habiendo así prevalecido su fe sobre su anterior incredulidad. “1 Visitó Yhwh a Sara, como había dicho, e hizo Yhwh con Sara como había hablado. 2 Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. 3 Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.” (Génesis 21:1-3)
Parece haber sido mujer de una belleza poco común: “11 Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; / 12 y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. / 13 Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti. / 14 Y aconteció que cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran manera. / 15 También la vieron los príncipes de Faraón, y la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa de Faraón.” (Génesis 12:11-15)
Sara fue una esposa ejemplar, fiel y madre amorosa, como lo registra el Texto Sagrado: “Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre.” (Génesis 24:67) Su docilidad es elogiada en (I Pedro 3:6) y su fe cuando se expresa: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.” (Hebreos 11:11) El Profeta dice de ella y su esposo: “Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué” (Isaías 51:2)
En el Nuevo Testamento se habla de ella como un símbolo del Nuevo Pacto, el pacto de gracia y fe: “22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. / 23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. /24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. /25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. /26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. /27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido. /28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. /29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. /30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. /31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” (Gálatas 4:22-31).
Sara murió en Hebrón a la edad de 127 años, cerca de 37 años después del nacimiento de Isaac, y 28 años antes de la muerte de Abraham. Fue sepultada cerca de Hebrón, en una cueva en el campo de Macpela, que compró Abraham a Efron el heteo (Génesis 23)
2. Respetar a su esposo.
“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” (Efesios 5:33)
La Sagrada Escritura encarga al varón amar a su esposa como se ama a sí mismo. Esto significa que ambos conforman un solo cuerpo. A la mujer le dice que respete la autoridad de su marido. Al Señor Jesucristo se le venera o sea se le está sometido. Venerar es “respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda.” Hacia el esposo la mujer debe tener respeto, acatamiento, sujeción. Este respeto dice relación con la posición del varón en el hogar, como cabeza de la familia.
3. Amar a su esposo.
“que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos” (Tito 2:4)
La Iglesia debe enseñar a las esposas, sobre todo a las más jóvenes, a amar a sus maridos. En un mundo donde los matrimonios eran acordados por razones de familia, económicas o religiosas, el amor de los esposos no era un elemento preponderante, lo que no daba estabilidad ni felicidad a las relaciones de pareja.
En Babilonia, el matrimonio era un contrato que reflejaba la naturaleza comercial del pueblo, que veía al matrimonio infundido de factores económicos. Para el pueblo Hitita el matrimonio tenía semejanzas con el anterior, el sistema más utilizado era la monogamia, sin embargo la poligamia era signo de status elevado al igual que entre los asirios, diferenciándose del resto de las culturas del próximo oriente en que ésta no pone límites al poder del hombre con respecto a la esposa e hijas. Para los romanos el matrimonio era siempre monogámico, llegando a respetarse esto en el contubernio; de la misma manera eran regulados los esponsales, que eran la petición y promesa de futuras nupcias entre los futuros esposos.
Una relación matrimonial sin amor no es lo que Dios desea, puesto que el amor es el ingrediente principal que permitirá el crecimiento armónico de los hijos y la unión de los esposos.
II. ROL DE LA ESPOSA HACIA LOS HIJOS.
4. Cuidar de sus hijos.
“que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra.” (1 Timoteo 5:10)
En los consejos dados en la primera Iglesia acerca del comportamiento, función y deberes de las viudas está el requisito de haber criado hijos. Se estimaba como viuda a una mujer mayor de 60 años, sin esposo, ni hijo que pudiera sostenerle. Haber criado hijos, además de un buen testimonio en obras, hospitalidad, servicio a los extranjeros, enfermos y afligidos, era imprescindible para ser honrada como “viuda” en la comunidad cristiana. Las viudas eran mujeres respetadas por su fe y consecuencia con el Evangelio.
Criar hijos no es poca cosa. Hoy día tiende a ser considerada una tarea menor. Vale más la profesión de una mujer que su condición de madre y ama de casa. Quien cría hijos está ocupada de los siguientes aspectos en el desarrollo de ellos: a) alimentación, b) educación formal, c) formación valórica y espiritual, d) vestuario, e) higiene, f) salud, g) casa y habitación, h) desarrollo personal, etc.
“Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.” (1 Tesalonicenses 2:7)
¿Es necesario enseñar en la Iglesia, que las madres amen a sus hijos?
Esto que pareciera ser inútil puesto que en forma natural toda madre ama y protege la vida sus hijos, pero es muy necesario recordarlo en estos tiempos en que, como dice la Escritura “el amor de muchos se enfriará” y habrá hombres “sin afecto natural” Ahora vemos madres que no cuidan a sus hijos, los abandonan por placeres, los maltratan y aún los asesinan; razón por la cual es preciso que la Iglesia enseñe a las madres a amar a sus vástagos.
La Biblia señala como debe ser la expresión de ese amor: “cuidar con ternura a sus hijos.” Ternura es sinónimo de delicadeza, amabilidad, cariño. Algo es tierno cuando es fácil de romper o partir. Se dice de la edad de la niñez, para explicar su delicadeza y docilidad. Las personas son delicadas en su formación y como tales hay que tratarlas. Una madre debe tener cuidado en el trato que brinda a sus hijos. La brusquedad y dureza pueden formar un individuo temeroso, tímido, inseguro; o bien, imitar ese modelo y ser una persona sin afecto. La delicadeza excesiva también es nociva y genera hijos dependientes y no aptos para enfrentar las adversidades; en el caso de los varones, a veces afeminados. El amor es delicado “el amor no es jactancioso” nos enseña la Palabra de Dios.
Nodriza es la mujer que cría una criatura ajena, normalmente le da la leche de sus pechos. Por lo tanto le cuida como si fuera un hijo de ella, con el mismo cariño y atención. El texto señala que el Apóstol ama a sus discípulos, con igual afecto. El amor maternal es. El amor maternal, o amor de madre a hijo, se reconoce como un amor incondicional; por tradición, se considera motivado por un fuerte instinto que lo hace especialmente intenso.
5. Colaborar en la preparación espiritual de sus hijos.
“Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre” (Proverbios 1:8)
En un hogar cristiano es muy probable que el papá instruya a su familia en la fe; tal vez enseñe de la Palabra a su esposa e hijos, tenga un momento de oración familiar, de a sus niños alguna palabra de sabiduría y ore antes de ir a dormir. Sin embargo, por la cercanía de la madre, ésta entrega algo más que “instrucción”, ella ofrece “dirección” a esas enseñanzas teóricas. Es que la madre conoce muy bien a sus vástagos y sabe poner a su nivel esas lecciones. La instrucción del papá debe ser oída por el hijo, la dirección entregada por la mamá no debe ser despreciada. La instrucción entrega ciertos conocimientos. Al instruir comunicamos sistemáticamente ideas, conocimientos y doctrinas. En cambio dar dirección es encaminar a alguien con consejo, enseñanza y preceptos. Ambas formas, instrucción y dirección, se complementan. Cuando no está el papá o la mamá, o uno sólo de los papás es cristiano, éste debe asumir ambas funciones, para que el hijo crezca rectamente.
La preparación espiritual del hijo es una tarea importantísima de los padres. Es rol de ambos, y en ella el deber de la mamá es colaborar. Necesitamos encaminar a nuestros hijos a la fe de Jesucristo. Nosotros no podemos obligar a creer a los pequeños, pero si podemos darles ejemplos de vida, testificar acerca del Señor, enseñarles la Palabra de Dios e inculcarles valores cristianos. Los padres cumplirán el rol de la Ley que conduce como un ayo hacia una confrontación con Jesucristo. Que los padres sean hijos de Dios, no significa que lo sean sus hijos. Los niños permanecen bajo la responsabilidad de sus padres en tanto son niños; ese es tiempo para guardarles en el buen actuar y en el buen pensar, para que un día conozcan a Jesucristo como Salvador y Señor de sus vidas. La mamá tiene mucho trabajo también en este aspecto, en coordinación con el papá. Han de cuidarse ambos en no caer en la “religiosidad” y transformar la fe en una carga pesada y desagradable para sus hijos.
“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (2 Timoteo 3:15)
Destaca este versículo la importancia del conocimiento bíblico como un medio efectivo para alcanzar la salvación por medio de la fe en Jesucristo. Por ello es importante que los padres brinden al niño ese conocimiento. También pueden apoyarse en el trabajo que la Iglesia realiza en ese aspecto con los niños, pero es función fundamental de los papás.
El niño necesita aprender: a) Que es un ser creado por Dios; b) Que Dios es Creador de todo el universo visible e invisible; c) Que el hombre y la mujer está en pecado desde que sus primeros padres, Adán y Eva, desobedecieron a Dios; d) Que pecado es transgresión de la Ley de Dios; e) Los 10 Mandamientos; e) El medio provisto por Dios para la salvación eterna, Jesucristo; f) El Padrenuestro; g) La vida y enseñanzas de Jesús. Todo ello le preparará para aquel encuentro que todo ser humano tiene en algún momento de su vida con Jesucristo.
6. Amar a sus hijos.
“que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos” (Tito 2:4)
La Biblia ordena a las ancianas, las que gobiernan la Iglesia, que enseñen a las esposas de la comunidad cristiana a amar a sus esposos y a sus hijos. Se colige de esto que todas las esposas y madres cristianas deben amar a sus esposos e hijos. En esa época los matrimonios por lo general eran concertados por los padres, no había esa idea griega del enamoramiento, sino que el amor debía ser una decisión de los esposos. Por eso el Apóstol ordena a las mujeres a amar a sus esposos.
En cuanto al amor a los hijos, es un deber que ha de cumplirse como un servicio a Dios.
La Biblia hace esta referencia al hijo rebelde: “Cuando uno tenga un hijo indócil, que no obedece la voz de su padre ni la de su madre, y aún castigándolo no los obedece, lo tomarán su padre y su madre y lo llevarán a los ancianos de su ciudad, y a la puerta de ella dirán a los ancianos de la ciudad: este hijo nuestro es indócil y no obedece nuestra voz; es un desenfrenado y un borracho; y le lapidarán todos los hombres de la ciudad. Así quitarás el mal de en medio de ti y todo Israel, al saberlo temerá”. Esta ley se aplicaba raras veces ya que la Palabra de Dios dice: “Castigarás a tu hijo, que siempre hay esperanza; /pero no te excites hasta destruirle” (Proverbios 19:18) En el antiguo Israel los hijos eran considerados como un regalo de Dios: “Que sean nuestros hijos como plantas, /que crecen en su juventud. / nuestras hijas como pilares, / esculpidas como las de un templo.” (Salmo 144:12) Jesucristo cambió la mirada hacia la infancia cuando ordenó: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.
Hoy día hay otros “dioses” que pueden desviar la mirada de una madre de su principal misión: el consumismo, el dinero, la belleza física y la moda, la Internet y sus tentaciones, la profesión, etc. ¿Está usted haciendo lo que Dios le pide como madre?
III. ROL DE LA ESPOSA EN LA FAMILIA Y LA SOCIEDAD.
7. Ser virtuosa.
“10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. / 11 El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. / 12 Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.” (Proverbios 31:10-12)
El término “virtuoso” dicho de un artista, significa que domina de modo extraordinario la técnica de su instrumento. Así decimos “es un virtuoso del violín”, “un virtuoso de la pintura”, o de un escritor que “maneja la pluma con virtuosismo”. Tal vez estos términos se explican en que dominar las técnicas de un arte, requiere de ciertas virtudes: habilidad manual, oído afinado, sensibilidad visual, buen manejo del lenguaje, expresión, etc. Pero cuando la Biblia nos habla de la “mujer virtuosa” se refiere a algo distinto, no que ésta deba saber un instrumento, actuar o escribir novelas, sino reunir unas virtudes muy necesarias para ser esposa ejemplar.
La Palabra de Dios señala que no es fácil encontrar una mujer “virtuosa”. Dice que de tan gran estima por el hombre, que lo considera más que tener piedras preciosas. Una esposa virtuosa vale más que una joya, un anillo de oro con incrustaciones de esmeraldas, por ejemplo. Piense usted en lo más caro en este mundo y verá que una esposa virtuosa es superior a ello. Porque es una persona y porque ella es su compañera “idónea”
El Creador pensó que no era bueno que el hombre estuviese sólo, que necesitaba crear una ayuda idónea para él. Y así surgió la mujer, este ser maravilloso que acompaña al varón en su tarea de cultivar, guardar y nombrar la creación. Proverbios señala que el esposo de la mujer virtuosa confía plenamente en ella y sus grandes capacidades. Sus virtudes traen ganancias de todo tipo a la familia y ella sólo le brinda alegrías y satisfacciones toda la vida.
Pero ¿qué será para el Señor una “mujer virtuosa”? El Diccionario define virtud como “la disposición constante del alma para las acciones conformes a la ley moral. Una virtud es una acción virtuosa o recto modo de proceder.” La mujer virtuosa es aquella que siempre está dispuesta y dirigida a actuar conforme a la Ley de Dios, los 10 mandamientos y sus principios; la que desea andar conforme a la voluntad del Padre escrita en Su Palabra; la que actúa de acuerdo a lo que Jesucristo consideró “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe.”
La mujer virtuosa bíblica actúa conforme a lo que Dios considera virtud cristiana. Ella tiene una manera recta de proceder, pero lo que la Biblia le indica como correcto. El Nuevo Testamento señala una serie de virtudes para los cristianos en general, virtudes tales como fe, poder, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal, amor. Esas virtudes cristianas son propias de Jesucristo. Nuestro deber es anunciar con palabras y hechos “las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” La mujer cristiana, como todo discípulo de Jesucristo debe vivir esas virtudes, pero hay unas que pide Dios en especial a ella.
Las mejores virtudes de una mujer, según la Biblia, son:
a) Sujeción al esposo. “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos” (v.1a)
b) Coherencia. “para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas” (v.1b)
c) Pureza moral. “considerando vuestra conducta casta…” (v.2,a)
d) Respeto. “considerando vuestra conducta… y respetuosa.” (v.2,b)
e) Sencillez. “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos”
f) Afabilidad. “sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable…, que es de grande estima delante de Dios.” (v.4) La mujer “afable” es agradable, dulce, suave en la conversación y el trato.
g) Apacibilidad. “sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu… apacible, que es de grande estima delante de Dios.” (v.4) La mujer de carácter “apacible” es mansa, dulce y agradable en la condición y el trato; es una persona de buen temple, tranquila, agradable.
h) Esperanza en Dios. “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios…” (v.5)
i) Fe sincera, auténtica. “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2 Timoteo 1:5) Es una “fe no fingida”
La mujer cristiana ha sido llamada por Dios para demostrar en su persona las más hermosas virtudes de Jesucristo a sus hijos, esposo y sociedad. ¿Está usted desarrollando esas virtudes?
8. Ser productiva.
Una mujer fructífera.
“Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.” (Salmo 128:3)
Este salmo es una bendición sacerdotal. El versículo corresponde a la primera sección, las condiciones para recibir la prosperidad material, ética y espiritual. La primera parte del versículo habla de la esposa y la segunda de los hijos. Cuando se refiere a ella la compara con una vid fructífera que favorece a su casa o familia; cuando habla de los hijos los compara con olivos alrededor de la mesa familiar. Veamos qué significan ambos símbolos.
1) La vid en la Palabra de Dios significa caridad. Cuando dice: “1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. / 2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. / 3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?” (Isaías 5:1-4). Las uvas significan el amor y sus frutos.
Que la esposa sea como una vid significa que su gran amor por el esposo y sus hijos, traerá grandes beneficios al hogar, dará mucho fruto. Su amor es fructífero, productivo, es decir que tiene virtud de producir, que es útil o provechoso, no es un amor vacío o sólo de palabras.
2) El olivo, desde el diluvio es emblema de la paz entre Dios y el hombre, porque “las aguas se habían retirado de sobre la tierra” (Génesis 8:11) Yhwh estableció un pacto con Noé, que no volvería “a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. / Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.” (Génesis 8:21,22)
El olivo, como la aceituna y su aceite, representa la amorosa bendición de Dios. Los sacerdotes y reyes eran ungidos con aceite de oliva; también con aceite de oliva se encendían las luces de las tiendas y el tabernáculo (Éxodo 30:24; 27:20). El aceite de oliva se usaba para ungir y para las luces porque representaba lo Divino, y por lo tanto todo el bien y el amor ya que el aceite es la esencia misma del árbol, como si fuera su alma. Esto puede confirmarse en muchos pasajes de la Biblia, como los siguientes: ”Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer, llamó Yhwh tu nombre. A la voz de recio estrépito hizo encender fuego sobre él, y quebraron sus ramas.” (Jeremías 11:16); “Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano. / Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano.” (Oseas 14:5,6)
Las plantas de olivo son exuberantes. Se clasifica entre los árboles más valiosos de Palestina, tierra de aceite y miel. Un bosque de olivos era tan común como los viñedos y sembrados.
Las plantas de olivo son exuberantes. Se clasifica entre los árboles más valiosos de Palestina, tierra de aceite y miel. Un bosque de olivos era tan común como los viñedos y sembrados.
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