PROMESA

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martes, 5 de abril de 2016

MI IDENTIDAD EN DIOS- HIJOS A PESAR DE TODO

Aun en el mejor de los casos podemos hablar de una familia con visión de Reino, los cuales hablan el mismo lenguaje, pero en muchos caso nos encontramos con aquellas familias en que solo un integrante a llegado a los pies de Cristo, debemos entender que los hijos, sin importar su edad, tienen deberes para con sus padres. Estén ellos en Cristo o no. 
A continuación se tratan algunos de estos problemas que hoy vemos en las congregaciones y con las soluciones que nos ofrece la Escritura.

1. Mis padres no tienen buen testimonio.
No todos los padres se comportan como tales ni dan un buen ejemplo a sus hijos. Hay padres alcohólicos, fumadores, viciosos, de lenguaje grosero, deshonestos en el trabajo, etc. Hay parejas que viven peleando delante de los niños. A un niño o joven cristiano esto le repugna, da vergüenza, asusta, en fin le parece que no es agradable a Dios la conducta de sus padres, por lo tanto duda si obedecer y sujetarse a ellos. La Palabra de Dios es clara: “El ojo que escarnece a su padre Y menosprecia la enseñanza de la madre, Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los hijos del águila.” (Proverbios 30:17) Escarnecer es hacer mofa y burla de alguien. Los hijos cristianos no deben hacer esto, tampoco menospreciar a los papás que están en pecado. El mandamiento de “honrar padre y madre” sigue vigente para los hijos con padres que no lo son. “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.” (Proverbios 23:22)

Al respetar a los padres, aunque ellos no sean un buen ejemplo para el hijo, éste estará obedeciendo a un mandamiento que tiene gran promesa. Por otra parte, no todo lo que hace un papá o una mamá es totalmente malo o totalmente bueno, ya que es un ser humano con fallas y aciertos. Es muy probable que esos papás que se equivocan en su accionar, den buenos consejos a sus hijos. Siga el hijo el consejo de Jesús: “1 Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: / 2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. / 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.” (Mateo 23:1-3)

Cuídese el hijo de actuar como fariseo, criticando duramente a sus papás por su conducta, creyéndose santo y perfecto, siendo un pecador. La única ventaja que tiene un cristiano con un incrédulo es que es un pecador arrepentido, pero sigue siendo un pecador. Cuidémonos de no estar limpiando sólo por fuera nuestro vaso, con actitudes y pensamientos religiosos, pero por dentro seguimos siendo mentirosos, ladrones, impuros… “25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. / 26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.” ( Mateo 23:25,26)

Los padres cristianos tampoco son siempre un dechado de virtudes y perfecciones. Por lo tanto los hijos necesitan aprender la comprensión, tolerancia y amor hacia los papás.

2. Mis padres abusan de autoridad.
Como padres cristianos necesitamos aprender a ser respetuosos con nuestros hijos. La Biblia recomienda no abusar de autoridad y no hacer enojar a los hijos. Sin embargo un padre no cristiano que desconoce el mandamiento de Dios al respecto, sí puede abusar de su autoridad maltratando a sus hijos, explotándole o pasándolo a llevar en su persona. La Palabra de Dios nos enseña a los hijos a no ser demasiado quisquillosos en este aspecto, a no ser rebeldes a la autoridad paternal, puesto que el padre tiene una autoridad que le ha sido delegada por Dios. Solamente un hijo podrá desobedecer en algo que vaya totalmente en contra de la moral de Dios, como puede ser robar, mentir, matar, sostener relaciones incestuosas, etc. Dice la Biblia: “3 No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere. / 4 Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces?” (Eclesiastés 8:3,4) Como hijo no debo cuestionar a mis padres sino ser humilde y sujetarme.

“Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.” (Eclesiastés 10:4) La humildad de un hijo cristiano es un arma poderosa en manos del Señor para convertir a los padres. Cuando ellos vean que tú procedes con mansedumbre, manso como un corderillo, manso como Jesús, ellos dejarán de acosarte, ofenderte o maltratarte. El camino de la humildad es un excelente sendero para conquistar a tus padres para el Reino.

Perseverar en esta actitud de humildad es lo más beneficioso para un hijo de padres abusivos. La fuerza de este hijo no está en sus palabras y menos en sus golpes o conductas agresivas, sino en su cristiana mansedumbre. Se define manso como alguien de condición benigna y suave. Un hijo cristiano ha de ser bueno con sus padres y responderles suavemente, con respeto y delicadeza, jamás a gritos ni con ironías, menos con palabras groseras. Advierte la Escritura: “18 Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate. / 19 ¿Hará él estima de tus riquezas, del oro, O de todas las fuerzas del poder? / 20 No anheles la noche, En que los pueblos desaparecen de su lugar. / 21 Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad; Pues ésta escogiste más bien que la aflicción.” (Job 36:18-21) No hacerlo así sería volver atrás, a las tinieblas e iniquidad, como actúan los hijos inicuos que no respetan el principio de autoridad.

Lo justo es respetar a los padres, aún a los injustos y abusivos. No caigamos en el error de devolver al mal con mal. Hacerlo así será sufrir el resultado de esa injusticia, lo que se siembra es lo que se recoge, como dice el Espíritu Santo: “Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.” (Colosenses 3:25)

Mucho más valioso que responder bruscamente, vengarse, enojarse y maltratar, es dominar la rabia y perdonar: “La cordura del hombre detiene su furor, / Y su honra es pasar por alto la ofensa.” (Proverbios 19:11)

Si el hijo cristiano es sabio, actuará, hablará o callará sabiamente, pues “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; / Mas la lengua de los sabios es medicina.” (Proverbios 12:18)

Cuando un hijo responde con respeto a sus padres, pide disculpas o calla, el enojo de ellos disminuye; si por el contrario reacciona con la misma intensidad negativa que los padres, su rabia aumentará, pues “La blanda respuesta quita la ira; / Mas la palabra áspera hace subir el furor.” (Proverbios 15:1)

3. Mis padres no me comprenden.
Muchas veces el joven, sobretodo el adolescente se siente incomprendido por sus padres. Él quiere ir a fiestas, divertirse, descansar de los estudios, salir con cierta chica o chico, vestir a la moda, etc., cosa que a los padres no les agrada o están en desacuerdo. La música que agrada a los jóvenes es distinta a la que agrada a los adultos, por ejemplo. El joven es impetuoso, más impulsivo y menos reflexivo que el adulto, es más de acción. Por otra parte los adultos tienen la experiencia que les da un conocimiento más amplio de la vida. Esto sucede tanto a jóvenes cristianos como no cristianos. La Biblia señala que la fuerza o pasión de la juventud es su gloria; pero las canas o vejez de los adultos es su belleza: “La gloria de los jóvenes es su fuerza, / Y la hermosura de los ancianos es su vejez.” (Proverbios 20:29) Es necesario que todo joven considere esto y respete las canas, la experiencia y sabiduría que otorga la adultez y ancianidad. No se deje llevar por eso de que ahora estamos en otra época y qué sabe un viejo de la modernidad. Lo que un padre ha aprendido de la vida, por sus años vividos, es muy valioso y digno de respetarse.

Es preciso que el joven se ponga en el lugar del padre, que comience a pensar en las razones que llevan a un papá o a una mamá a prohibir ciertas salidas, amistades o costumbres. Probablemente no es un capricho sino que responde a una experiencia vivida. Si los padres tienen temores frente a las salidas y amistades del hijo o hija, es porque le aman. Póngase el hijo cristiano en el lugar de sus papás, salga de su posición egocéntrica y aplique la Palabra de Dios que nos dice: “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” (Filipenses 2:4)

Otra vez nos sirve el texto que afirma que “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; / Mas la lengua de los sabios es medicina.” (Proverbios 12:18) Cuán necesario es que los hijos sean sabios en su hablar y acepten los buenos consejos de sus papás.

Uno de los aspectos que los padres suelen controlar en sus hijos, son las amistades, con quienes salen o están de novios, con quienes se reúnen a estudiar y que casas y lugares frecuentan. Ellos saben que las malas amistades corrompen las buenas costumbres, como dice la Biblia: “El que anda con sabios, sabio será; / Mas el que se junta con necios será quebrantado.” (Proverbios 13:20) Por tal motivo no debe enojarse el hijo cristiano cuando sus padres controlan sus amistades. Lo hacen por su bien, para prevenir fracasos y problemas en sus hijos.

Como dice el libro de Job “Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, Y lo que saben mis labios, lo hablarán con sinceridad.” (Job 33:3), es conveniente que exista comunicación entre padres e hijos, que sea sincera y transparente, que ambos conozcan las razones que el otro tiene para prohibir o para solicitar y que finalmente se imponga la cordura.

“El necio da rienda suelta a toda su ira, / Mas el sabio al fin la sosiega.” (Proverbios 29:11) Jamás se deje llevar ninguna de las partes por la ira, ni padres ni hijos, sino que con sabiduría busquen la mutua comprensión, puesto que ambos persiguen el mismo fin: los padres quieren que sus hijos sean felices y alcancen el pleno desarrollo de sus capacidades; los hijos quieren disfrutar de su juventud, aprender un trabajo y formar una familia feliz en el futuro.

4. Necesito más libertad.
Ya hemos visto que “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.” (Proverbios 15:1) y ésta debería ser la actitud y el pensamiento que todo joven debiera saber para una buena relación con sus padres. Frecuentemente los hijos reclaman que necesitan mayor libertad, se sienten coartados por sus padres y que son tratados “como niños”. Indudablemente el hijo debe darse cuenta que para los padres no es fácil otorgar mucha libertad a sus hijos, por temor a que ellos sufran serias dificultades de toda índole, por los caminos que tomen. Un reto o advertencia del papá debe ser respetado y agradecido por el niño o joven, pues está manifestando el amor y preocupación de sus papás. Si el hijo desea mayor independencia, demuestre su capacidad para resolver problemas, su criterio y templanza.

El Evangelio nos muestra el caso de un hijo que no se siente muy convencido con las órdenes de su padre, ni le agrada cumplirla: “Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña. / Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.” (Mateo 21:28,29) Lo interesante es que este hijo recapacita y cambia de actitud, obedeciendo finalmente al mandato. Es una hermosa virtud ser capaz de reflexionar y enmendar caminos. No es deshonroso cambiar de posición, si se hace guiado por la sinceridad y el deseo de actuar bien. Un hijo puede recapacitar, decir “disculpa mamá o papá”, “lo he pensado mejor y cambiaré mi postura”. Es de mucho valor ser una persona honesta y valiente para reconocer errores.

El criterio se conoce como una “norma para conocer la verdad; juicio o discernimiento”. El filósofo y religioso español Jaime L. Balmes asegura que “La razón es fría, pero ve claro: darle calor y no ofuscar su claridad; las pasiones son ciegas, pero dan fuerza: darles dirección y aprovecharse de su fuerza. El entendimiento sometido a la verdad; la voluntad sometida a la moral; las pasiones sometidas al entendimiento y a la voluntad, y todo ilustrado, dirigido, elevado por la religión: he aquí el hombre completo, el hombre por excelencia” Todo ello conforma el criterio. El joven necesita formar un criterio propio. Por ello se habla de que ciertos libros, películas o experiencias son para “personas de criterio formado”. Ejercitar el discernimiento entre lo que conviene y lo inconveniente para el bien propio y el de la comunidad, es una tarea importantísima para el joven; como lo señala la Palabra de Dios: “pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:14)

5. Mis padres se divorciaron.
Indudablemente el divorcio no es la mejor opción para una pareja, pero es una realidad que por diversas razones un matrimonio puede llegar a su fin, lo cual trae mucho dolor y es muy difícil de aceptar a primera instancia por los hijos. Sin embargo, éstos cuando son cristianos, deben comprender que es una realidad de la vida contra la cual nada podemos hacer, aparte de orar. La Escritura dice que hay “tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar” (Eclesiastés 3:3) Es muy probable que después de un tiempo los padres inicien un nuevo matrimonio. Será el “tiempo de edificar”.

No vale la pena que los hijos se culpen a sí mismos de la separación de sus padres. Los hijos nada tienen que ver con un divorcio, sólo son espectadores de él. Los papás seguirán amándolos y preocupándose de ellos, cual más cual menos. Obviamente los niños sufrirán por esta desintegración de la vida de hogar, pero a la larga se acostumbrarán. La Biblia aconseja “Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.” (Eclesiastés 7:10) Es decir no te quejes de que las cosas cambiaron si ya son distintas y nada puedes hacer para que vuelvan a ser como eran antes, sólo te resta aceptar la voluntad de Dios y procurar seguir viviendo feliz tu vida de cristiano. Recuerda que el camino de Jesucristo no es fácil y es el camino de la cruz.

Quizás llegue para los hijos el tiempo de olvidar amarguras y desechar todo lo que no contribuye a la felicidad y progreso de la familia; como dice el sabio: “tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar” (Eclesiastés 3:6)

Sigamos el consejo del Apóstol, quitando del camino cualquier amargura, no sea que se transforme en un impedimento para ser un buen cristiano. El divorcio de los padres es una buena oportunidad para practicar el perdón: perdón al que hizo un desaguisado, perdón al que nos hirió, perdón al que no nos trató bien, perdón al que nos desilusionó, en fin perdón al padre, a la madre o a alguna tercera persona que nos ofendió. “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. / Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Efesios 4:31,32)

6. Mi papá o mamá volvió a casarse.

A un hijo no le es muy fácil aceptar la presencia de otra persona en la vida de uno de sus padres, toda vez cuando el hijo es niño y esta persona comienza a tomar el lugar de padre o madre en su vida. La adaptación a esta situación no es fácil ni rápida, va a depender también de la prudencia con que el padrastro o madrastra actúe. La Biblia nos aconseja a todos, sean niños, jóvenes, adultos o ancianos, actuar con madurez: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.” (1 Corintios 14:20)

Tenemos la siguiente historia en el Antiguo Testamento: “Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era húerfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya.” (Ester 2:7) Ester era una bella niña cuyos padres habían fallecido; entonces se hizo cargo de ella su tío Mardoqueo.

Éste la tomó por hija y procuró lo mejor para ella, hasta llegar al palacio del rey. “Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían.” (Ester 2:15)

A pesar de que Mardoqueo no era padre de Ester, ella lo amaba y respetaba como tal, pues éste le había criado. Ella recibió todos los valores y la fe de su padre adoptivo. Igual cosa debe hacer un niño o joven con su padrastro o madrastra. “Y Ester, según le había mandado Mardoqueo, no había declarado su nación ni su pueblo; porque Ester hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la educaba.” (Ester 2:20)

Cuando los padres vuelven a casarse suelen unir sus proles y surgen dificultades entre los hijos. Enfrentar esas desavenencias con sabiduría es lo que hará un hijo cristiano. Hay un principio en el Reino de Dios, que dice: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” (Romanos 12:21) La victoria del cristiano es sobre el mal y el Reino de Tinieblas. No se puede atacar o defenderse de las tinieblas con las armas de la oscuridad. Sólo se puede alcanzar victoria sobre las tinieblas con las armas de la luz. En el Reino de Dios no se aplica eso de que “el fin justifica los medios”; el fin es el cumplimiento de la voluntad de Dios y los medios para lograrlo también deben estar de acuerdo con los valores de Dios.

7. Peleo con mis hermanos.

Un niño o joven cristiano, puesto que tiene al Señor en su corazón, quisiera no pelear, discutir, herir, en fin enemistarse con sus hermanos; sin embargo es frecuente que así ocurra, por diversas razones, comenzando por aquella que Dios nos ha creado a todos diferentes. Desde los albores de la humanidad se arrastra este problema, cuando Caín tuvo envidia de Abel, lo odió y luego lo asesinó. ¿Por qué actuó así? Porque ya la semilla del pecado había germinado en él. A veces suelen ser los padres ocasionadores de una enemistad entre hermanos, como en el caso de José y sus hermanos: “Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores.” (Génesis 37:3) Es muy probable que Jacob guardara gran cariño hacia José por ser el hijo que le dejó su amada esposa Raquel además de ser el menor. Pero ello no justifica una diferencia de amor hacia un hijo ni tampoco el odio de sus hermanos.

Es cierto que habrán muchas desavenencias entre hermanos, que son personas que comparten sus padres, la crianza, la casa, etc. Todo ello puede ser motivo de discusión: si un padre demostró mayor dedicación a un hijo en especial, porque tiene que compartir el amor de la madre con sus hermanos, porque hubo más exigencias hacia uno, porque tiene que compartir ropas, habitación, etc.; porque uno es más ordenado que el otro, etc. Pero la Biblia nos enseña a vivir como buenos hermanos a todos: “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor” (Efesios 4:2) La convivencia en familia y entre hermanos de una misma sangre es una oportunidad que Dios da para desarrollar estas virtudes: humildad, mansedumbre, paciencia, tolerancia, amor.

Lo que a continuación se detalla no debe existir entre los hermanos: “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.” (Colosenses 3:8) La ira es ciega, es el enojo llevado a su máxima expresión, sin ningún límite. Antes de molestarse u ofenderse, procure calmarse, pensar por qué está el otro actuando así, póngase en su lugar, obre con empatía y controle sus reacciones, controle su lengua. No sea mal pensado, no piense que su hermano o hermana está haciendo o hablando algo para dañarle a usted, o que anda en malos pasos, no sea malicioso, no de lugar a pensamientos sucios en usted acerca del otro. Cuide su vocabulario, nuestro lenguaje cristiano debe ser respetuoso y delicado con todas las personas. No insulte, tal vez usted no diga grosería pero sus palabras a veces son tan violentas e hirientes que dañan más que un “garabato”.

Necesitamos todos los cristianos, no sólo los niños y jóvenes, aprender a comunicarnos adecuadamente con el prójimo y que ese lenguaje sea edificante. “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.” (Colosenses 4:6) ¿Cuál será la sal que necesitamos para que nuestro hablar sea realmente una bendición, un “buen decir”?

8. Quiero huir de casa

¿Por qué un niño o joven quiero huir de casa? Varias pueden ser las razones que conduzcan a un menor a hacer algo así: que esté sufriendo en su hogar por causa de malos tratos, que se sienta atraído por diversiones o experiencias fuera del hogar, que vaya tras sus propias fantasías influido por libros o amigos, etc. Cualquiera sea la razón de su huida, está indicando una falta de comunicación con los padres. Tanto los papás como el joven no están intercambiando ideas y sentimientos, y finalmente el menor opta por huir, creyendo que fuera de casa encontrará una realidad menos hostil y más satisfactoria. Este no es el deseo de Dios para los hijos. Él quiere que jovencitos y jovencitas salgan del hogar cuando llegue el momento de casarse. “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. / Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:23,24) Hoy en día no estamos actuando así, pues los jóvenes se van de casa a convivir con sus novias o a vivir una vida de solteros, fuera de la tutela de sus papás.

Otro es el caso de aquellos que reciben el llamado de Dios para evangelizar a las naciones. En cierto modo Jesucristo se refirió a ellos en estas palabras: “…De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, / que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.” (Marcos 10:29,30)

Hablando de hijos que se van de casa, podemos referirnos a la Parábola del hijo pródigo: “11 …Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” (Lucas 15:11-32)

Pródigo es un derrochador, uno que dilapida lo suyo, disipador, manirroto, que desprecia la vida u otra cosa estimable. Este hijo menor que nombra la parábola “desperdició sus bienes viviendo perdidamente” en una lejana provincia. Después de gastarlo todo en fiestas y prostitutas, cayó tan bajo que “deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos” Entonces comparó su experiencia con el tipo de vida que llevaba en la casa paterna. En ese momento valoró el amor, la protección, el trabajo y las comodidades del hogar: “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” Sería muy bueno que los jóvenes hicieran esta reflexión, sin necesidad de vivir la experiencia del hijo pródigo. No es necesario pasar por una porqueriza para aprender a valorar cuánto amor de Dios tenemos en el hogar.

Quizás la principal razón por la que un hijo o hija abandonan el hogar sea que quiere una vida con menos disciplina y mayor libertad de acción, sin restricciones. La respuesta de Dios para ello es taxativa: “Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.” (Lamentaciones 3:27)

9. Necesito amigos verdaderos
El joven siente la necesidad de agruparse con otros de su misma edad e intereses. Quiere tener amigos con los cuales confidenciar sus sueños, sus gustos, sus amores. Pero ¿cuáles serán los amigos que le convengan? Aquellos que no le conducirán al despeñadero, sino los que le darán buenos consejos y advertirán de los peligros; esos que cuando él manifieste deseos o actividades que no son provechosas o peligrosas, le salvarán comunicándoselo si es necesario, a los adultos; esos que estarán con él tanto en buenos como en malos tiempos. El buen amigo es fiel, es correcto, busca nuestra persona y no nuestros bienes, es leal y nos ama. “En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.” (Proverbios 17:17)

Las compañías definen en gran medida nuestro futuro, como dice la Palabra de Dios: “El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado.” (Proverbios 13:20) Indudablemente juntarnos con personas que no viven la vida de acuerdo a la voluntad de Dios, nos traerá muy malos resultados, terminaremos siendo tan insensatos como ellos.

Hay una amistad ejemplar en la Biblia, la de Jonatán con el rey David. Este último llegó a quererlo como un hermano de sangre: “Aconteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.” (1 Samuel 18:1) Este tipo de amistad hay que valorarla, apreciarla y ser siempre leal a ella. A veces los amigos son más unidos que un hermano, “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano.” (Proverbios 18:24)

El buen amigo siente como nosotros, es compasivo y no nos ofende ni arremete, no es envidioso, es fraternal y siempre tiene misericordia cuando nos encontramos en dificultades, como enfermedad, pobreza, etc. “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables” (1 Pedro 3:8)

Jesús consideró a Sus apóstoles verdaderos amigos, pero resaltaba que sería así sólo si ellos ponían por obra Sus enseñanzas, es decir si compartían Sus valores. “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” (Juan 15:14)

10. Mis compañeros me presionan.
El joven y el niño cristiano tienen que convivir en un mundo que está en tinieblas, donde no se manejan los valores de convivencia en el amor al prójimo, y es presionado por sus pares a actuar muchas veces en contra de sus principios. Le invitan a fumar, a robar, a maltratar a otro compañero de estudios, a proceder de modo innoble con una joven, desobedecer a los adultos y otras tropelías. La Biblia nos llama a no dejarnos manipular por esas malas compañías y no advierte: “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.” (Mateo 15:14)

Ya que nos sabemos conocedores de la verdad expuesta en la Sagrada Escritura y poseemos principios universales dados por Dios, los cristianos no debemos callar sino hablar sin temor en defensa de los valores cristianos, cuando estamos siendo presionados o cuando vemos que otras personas no están actuando correctamente. Así le sucedió al apóstol Pedro cuando procedía de un modo con los judíos y de manera diferente con los gentiles. ¿No es acaso este ejemplo muy común en nuestros días? A veces guardamos una apariencia de santidad con los hermanos en la fe y somos muy de acuerdo a las costumbres mundanas con los inconversos. Observe lo que cuenta el apóstol Pablo acerca de esto: “11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. / 12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. / 13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. / 14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?” (Gálatas 2:11-14) El pecado de Pedro era la simulación y la hipocresía, fácilmente podemos caer en eso que hoy se llama “doble Standard”

Ante la presión social, ante la exigencia de otros a hacer lo incorrecto, debemos resistir. Resistid a la tentación. Los incrédulos procuran obligarnos a hacer lo que no debemos tentándonos por medio de nuestras propias debilidades: el dinero, la vergüenza, las pasiones, los deseos incumplidos, el miedo, temor al ridículo, etc. No todos son así, hay personas no creyentes pero muy éticas, esas son las buenas amistades que necesitamos cultivar. La influencia mutua que pueden darse los amigos y buenos compañeros de estudio o trabajo, se destaca en este proverbio: “El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado.” (Proverbios 13:20)

11. Mi apariencia.

Para el joven es muy importante la apariencia externa, quizás porque ha despertado a la sexualidad y le interesa conquistar al otro sexo, quizás porque está formando una personalidad propia y el cuerpo es parte de ella, quizás porque sienta inseguridad acerca de su apariencia; como sea es comprensible, pero debe equilibrarse con la opinión de Dios. Él nos dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2) Esto es lo más importante: conocer la voluntad del Señor para nuestra vida. Es más interesante preocuparse por descubrir qué quiere Dios que haga con mi vida a cómo vestirme o cuidar el cuerpo, aún cuando también la Palabra de Dios nos da enseñanza sobre ello. Pero es prioritario ser transformados interiormente, ser renovados en el entendimiento.

Los jóvenes son atraídos por la moda, que es una industria muy bien montada por empresarios, publicistas y psicólogos. Actualmente la publicidad manipula hábilmente a los jóvenes para venderles bebidas alcohólicas, ropas, tarjetas de crédito, préstamos bancarios, etc. La industria de la música, que también ha penetrado en el mundo cristiano, impone modos de vestir, peinar, adornarse el cuerpo y, junto con ello, valores y antivalores. ¿Qué nos dice la Biblia?: “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Yhwh, ésa será alabada.” (Proverbios 31:30) Sobre la gracia externa y apariencias, está el temor de Dios, principio de la sabiduría.

No sólo los más jóvenes se preocupan tantas veces de la apariencia, es un error que también cometen los adultos. Es el caso de Samuel cuando buscaba al futuro rey de Israel: “Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Yhwh está su ungido. / Y Yhwh respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Yhwh no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Yhwh mira el corazón.” (1 Samuel 16:6,7) Aquí claramente se define lo que Dios valora: el corazón del ser humano, que sea recto, honesto, obediente a Él, sumiso, amante de Su Verdad. Eso es lo que el Señor busca y es lo que los cristianos necesitamos valorar, sobre todo en la actual sociedad superficial y materialista.

12. No estoy contento conmigo.
A veces no estamos satisfechos con lo que somos. Para el joven se presenta un futuro que dependerá del esfuerzo que él ponga en sus estudios, de la atención que brinde a los consejos de sus padres, maestros y pastores. Necesita comprender que de su responsabilidad actual dependerá su futuro. Un descuido en estos aspectos puede ser decisivo para su felicidad en la vida, como la Palabra de Dios asegura: “¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja condición.” (Proverbios 22:29)

Comprender y valorar el servicio al prójimo como base de cualquier trabajo en la sociedad, hará del futuro adulto un hombre de bien, satisfecho consigo mismo y agradable a Dios y el prójimo. El espíritu de servicio es un principio básico del Reino de Dios. En el mundo se valora las posiciones de autoridad y la notoriedad pública, mas Jesucristo nos dice: “43 Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, / 44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. / 45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10:43-45)

Solemos envanecernos por nuestra apariencia, inteligencia, situación económica, etc. A veces sobrevaloramos algunas capacidades personales. El Señor nos llama a la humildad, a pensar acerca de nuestra persona con realismo, sin menoscabarnos ni tampoco sobrestimarnos. “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” (Romanos 12:3) La sencillez y la humildad son hermosas virtudes cristianas.

13. Me deprimo.
Depresión significa abatido, derribado y es un trastorno del estado de ánimo que se presenta como un estado de abatimiento e infelicidad que puede ser transitorio o permanente. Suele ser frecuente en los jóvenes. En la mayoría de los casos, según los especialistas, no se trata de un simple estado de tristeza, sino más bien de una enfermedad que requiere de tratamiento médico para su superación definitiva. Desde el punto de vista médico “se denomina depresión al trastorno de la afectividad que provoca una variación en la percepción, en el sueño y por lo tanto, en la forma de vivir.” Existen dos tipos de depresiones:
a) Endógenas, provocadas por un problema cerebral biológico;
b) Distimias tristes, causadas por factores ambientales. Ambas necesitan tratamiento médico para ser superadas. Pensar que cualquier persona puede dejar atrás este tipo trastornos por sus propios medios es uno de los errores más comunes. Hoy por hoy, se encuentra perfectamente demostrado que sólo un porcentaje mínimo de jóvenes entre 20 y 30 años con depresiones leves consiguen salir del problema por sí mismos.

A propósito de depresión, la Biblia nos habla de un personaje llamado Epafrodito. Él era un líder de la iglesia en Filipos, quien realmente amaba a su congregación. Pero el Espíritu Santo decidió apartarlo de su iglesia de Filipos y llevarlo a Roma con el apóstol Pablo. Epafrodito era una bendición espiritual para Pablo, igual que el Apóstol era para Epafrodito. Recién entonces la congregación comenzó a apreciar realmente a Epafrodito. Los filipenses no solamente apoyaron financieramente a su pastor sino también al apóstol durante los próximos veinte años de ministerio. Pablo y Epafrodito tuvieron más que lo suficiente. Después que Nerón liberó a  Pablo, éste usó ese dinero para viajar por todo el mundo antiguo, incluyendo España. Epafrodito enfermó gravemente. Cuando sus discípulos oyeron que él estaba por morir y tal vez nunca más le verían, la congregación desesperó. Como él tenía una gran capacidad para amar, se deprimió al pensar que traía malestar a sus hermanos; estaba afligido porque los Filipenses estaban afligidos al saber de su terrible enfermedad. La Iglesia de Filipos amó tanto a este hombre que no quería que él muriese. La solución que da Pablo a este problema es muy práctica, les devuelve a Epafrodito por un tiempo, para que todos se gocen: “25 Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades; / 26 porque él tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado. / 27 Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. / 28 Así que le envío con mayor solicitud, para que al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza. / 29 Recibidle, pues, en el Señor, con todo gozo, y tened en estima a los que son como él; / 30 porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida para suplir lo que faltaba en vuestro servicio por mí.” (Filipenses 2:25-30)

La experiencia del dolor, la tribulación, la prisa, la persecución, estar en el suelo… son frecuentes en la vida de cualquier persona, no sólo de los cristianos de épocas conflictivas. Todos los seres humanos vivimos tiempos de crisis y necesitamos aprender a enfrentarlos. Los discípulos de Jesucristo contamos con algo que la Escritura llama “tesoro en vaso de barro”. El vaso de barro es la naturaleza humana débil y pecadora, el tesoro es Dios, Su Espíritu Santo, la Palabra de Dios, el Evangelio. Esta Presencia en el interior del cristiano le da las claves para no llegar a la angustia, ni a la desesperación, ni al desamparo, ni a la destrucción. El cristiano no se deprime porque hace uso de ese poder Divino presente en su interior: “7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, / 8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; / 9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:7-9)

Jesús también es una Persona sensible. Lo observamos cuando murió su amigo Lázaro. Él se emocionó con la tristeza de los deudos y por la pérdida del amigo. Algunos espiritualizan el asunto y dicen que lo hizo por la falta de fe de ellos, su poca confianza en Él, pero creo que es algo más sencillo lo que este evangelio quiere transmitirnos: Dios es capaz de sentir tristeza y llorar junto con nosotros, más Él, que es la Resurrección y la Vida, no llega hasta la angustia: “33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, / 34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. / 35 Jesús lloró. / 36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.” (Juan 11:33-36)
Para la depresión el Señor tiene una sola respuesta y solución: “Echa sobre Yhwh tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.” (Salmo 55:22) En el Nuevo Testamento se expresa así: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” (1 Pedro 5:7)
Finalmente digamos a los jóvenes, como a todo cristiano: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. / Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6,7)
14. Me siento muy solo.
El joven comienza a separarse de sus padres como un proceso natural. Desea construir su propio mundo, tener amistades de su edad, compartir con jóvenes del otro sexo, pero no siempre le es fácil lograrlo. Entonces, se siente solo. La Palabra de Dios dice: “18 …No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. / …/ 23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. / 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:18,23,24) La compañía más adecuada para un hombre es una mujer y viceversa. Dios ha hecho así nuestra naturaleza. Por lo tanto, lo más natural será que tanto jóvenes como jovencitas quieran tener novio o novia.

Quien se siente o está solo tal vez sea a causa de timidez o falta de sociabilidad. Necesitamos agrandar nuestro círculo de amistades, ser más sociables, como dice la Escritura “ensanchar el corazón”. Hay personas que son espontáneamente sociables, amistosas; de ellas debemos aprender los cristianos y jamás nos sentiremos solos. Quizás ese sentimiento provenga de cierta actitud egoísta. El apóstol Pablo le reclamaba y exhortaba a los hermanos de Corinto:“11 Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado. / 12 No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón. / 13 Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros.” (2 Corintios 6:11-13)

Practicar el amor al prójimo, la preocupación por otros, la generosidad, nos reportará con el cariño del prójimo y nuestra alma será saciada de afecto, jamás volveremos a sentirnos solos, como dice el proverbio: “El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado.” (Proverbios 11:25)

15. Soy tímido.
Un joven tímido es un niño temeroso, que medra ante cualquier circunstancia difícil en que tenga que enfrentar los caracteres de otras personas o una situación difícil. Es un joven que puede aparecer encogido físicamente, no se atreve y puede, por ese motivo, ser burla de sus compañeros de estudio. Como es corto de ánimo preferirá la soledad, las actividades solitarias y tal vez desarrolle condiciones para el estudio, las artes, la investigación. Pero la timidez no es una cualidad cristiana.

En el Antiguo Testamento encontramos un personaje que, a pesar de tener en sí muchas condiciones para el liderazgo, se presentó muy tímido ante Yhwh: “1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Yhwh. / …/ 10 Entonces dijo Moisés a Yhwh: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. / … /13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.” (Éxodo 4:1,10,13) Moisés dudaba de si mismo, de sus capacidades y estaba temeroso de asumir una misión tan grande como la que el Señor le encargaba. ¿Les habrá sucedido así a otros?

Al parecer el discípulo de Pablo, Timoteo, era un joven un tanto tímido. Podría sentirse menoscabado por su edad e inexperiencia ante personas más maduras. Por ello el apóstol le aconseja: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.” (1 Timoteo 4:12)

Le recuerda que el Señor ha dado a los cristianos Su Espíritu Santo, el cual está lleno de valentía, arrojo para enfrentar a las tinieblas, nos “nos ha dado Dios espíritu de cobardía” sino un Espíritu poderoso para vencer toda circunstancia difícil. “6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. / 7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. / 8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios” (2 Timoteo 1:6-8) No se avergüence el joven de testificar de Jesucristo, de confesar que él es cristiano y cree en la vida eterna, piense que muchos en el mundo están acompañándole en esta noble y sublime misión. Pero también afirme su carácter en toda situación de estudio, romance, trabajo, etc. Deje a un lado la timidez y crea que el Señor le acompaña con Su espíritu poderoso.
16. Quiero dejar la escuela / no me agrada estudiar / no aprendo.
La sabiduría y el conocimiento son útiles. “1 Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel. / 2 Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes, / 3 Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad; / 4 Para dar sagacidad a los simples, Y a los jóvenes inteligencia y cordura. / 5 Oirá el sabio, y aumentará el saber, Y el entendido adquirirá consejo, / 6 Para entender proverbio y declaración, Palabras de sabios, y sus dichos profundos. / 7 El principio de la sabiduría es el temor de Yhwh; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” (Proverbios 1:1-7)

El alma de los diligentes prosperará. “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada.” (Proverbios 13:4)

Es bueno conocer nuestras limitaciones. “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” Mateo 6:27)

17. Me molestan (El bullyng bíblico)
El acoso escolar, también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar o por su término inglés bullying, es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia (12-13 años), siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.

El caso de Isaac: “8 Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac. / 9 Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. / 10 Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo. / 11 Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. / 12 Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. / 13 Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente. / 14 Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el muchacho, y la despidió. Y ella salió y anduvo errante por el desierto de Beerseba.” (Génesis 21:8-14)

El caso de José: “4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. / … / 11 Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto. / … / 20 Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños.” (Génesis 37:4,11,20)
A nadie que nos haga daño debemos responder mal, si queremos ganarlo para Cristo. “17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. / 18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. / 19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. / 20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. / 21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” (Romanos 12:17-21)
Considera a Jesucristo que soportó el escarnio. “Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.” (Hebreos 12:3)
18. No me llevo bien con mis profesores
Todos, incluso un profesor, puede ofender, se lo proponga o no. “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.” (Santiago 3:2)

No ofusques al que está en autoridad. “Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.” (Eclesiastés 10:4)

No contestes mal a tu profesor, aunque él esté molesto contigo. “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.” (Proverbios 15:1)

19. Qué carrera escoger.
Jesús tenía su profesión secular, era carpintero, aparte del ministerio. Igual cosa Pablo, quien trabajaba haciendo tiendas de campaña. “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.” (Marcos 6:3)
Al tener una profesión colaboramos con Dios. “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.” (1 Corintios 3:9)
Lo importante, al escoger una profesión, es siempre tener en cuenta cual es la prioridad en nuestra vida cristiana: el Reino de Dios. La verdadera riqueza es Cristo, más allá del ejercicio de una profesión, el sustento y las comodidades, está la eternidad. Por ello Jesús nos enseña: “20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. / … / 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:20,33)
Hay profesionales de la orientación vocacional, acerquémonos a ellos y también a aquellos que nos conocen de toda una vida, nuestros padres. Una forma de honrar a los padres es pidiéndole consejo para escoger profesión. “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. / Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; / para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” (Efesios 6:1-3)

20. ¿Puedo tener relaciones con mi novia? ¿Cómo evito el sexo?
La Biblia nos ordena no fornicar, dejar toda impureza, dominar las pasiones de la carne, rechazar todo mal deseo: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5)

El corazón es engañoso, la carne siempre buscará satisfacción inmediata, pasando por alto los valores y virtudes. Se valdrá de diversos subterfugios hablando a nuestra mente con palabras persuasivas, como la serpiente habló a Eva, porque “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9)

Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (Mateo 15:19)

¿Cómo puede evitar el (la) joven tener sexo con su novia (o)?
1. Poniendo límites
2. Evitando situaciones peligrosas
3. Reconociendo sus limitaciones
4. Diciendo que no y en serio
5. Que alguien los acompañe
6. Desarrollando amistad con Dios

La pureza es un tesoro que debemos cuidar. Dios está interesado en la pureza del soltero. Él quiere que los discípulos solteros se conserven puros para el matrimonio. Lejos de ser una idea anticuada, esta es la voluntad del Señor. Él desea que el sexo se desarrolle dentro del matrimonio, no fuera. “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (2 Corintios 4:7)
21. Tengo dudas si es amor verdadero. No sé si casarme.
Muchos jóvenes se preguntan si realmente aman a su novia (o). Una clave para descubrir la realidad de sus sentimientos es que se hagan las siguientes preguntas:

1) ¿Estoy siendo atraído (a) por lo interno o lo externo de la otra persona? “sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” (1 Pedro 3:4)

2) ¿Tengo convicción de que ésa es la persona con quien debo formar una familia y vivir toda mi vida? ¿Tengo dudas? Si es la voluntad del Señor, no habrá dudas sino paz en mi corazón. “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Yhwh, ésa será alabada.” (Proverbios 31:30)

3) ¿Lo que siento, es amor o capricho? Una cosa es sentir amor y otra querer cumplir un capricho. Este último se define como una determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original. Una vida no se debe edificar sobre una base tan débil.

4) ¿Mi amor cumple con los parámetros bíblicos? “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; / no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; / no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.” (1 Corintios 13:4-6) Estas son las características del verdadero amor. Si usted hace el siguiente ejercicio, podrá ayudarse a descubrir si su amor es verdadero: Reemplace en estos versículos las palabras “el amor” por “mi amor por mi novia (o)”… es sufrido, es benigno, es sin envidia, no jactancioso, es sin vanidad, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, se goza de la verdad.

Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba. / Entonces dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para unirme a ella.” (Génesis 29:20,21) Jacob amaba tanto a Raquel que estuvo dispuesto a servir como empleado a Labán durante siete años, para poder casarse con ella. Tal vez la vida nos exija algunos sacrificios antes de consumar una relación matrimonial.
22. ¿Hay que ser honrado siempre?
Dios nos enseña a ser honrados, a no dar falso testimonio ni mentir. “El testigo falso no quedará sin castigo, Y el que habla mentiras no escapará.” (Proverbios 19:5)

No es correcto engañar a otros para hacer dinero: “Amontonar tesoros con lengua mentirosa Es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte.” (Proverbios 21:6)

La soberbia, la mentira, el asesinato, la discordia entre hermanos no agradan al Señor. Él quiere que llevemos una vida honrada: “16 Seis cosas aborrece Yhwh, Y aun siete abomina su alma: / 17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, / 18 El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, / 19 El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos.” (Proverbios 6:16-19)

El homicidio y la mentira son obras del diablo. “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:44)

Hijo: Camina en integridad (dicho de una persona: Recta, proba, intachable), actúa con justicia, habla sólo la verdad, no dañes a tu prójimo, no murmures de él ni admitas la murmuración, honra a los hijos de Dios, no te aproveches del pobre ni permitas el cohecho (Delito consistente en sobornar a un juez o a un funcionario en el ejercicio de sus funciones, o en la aceptación del soborno por parte de aquellos). “1 Yhwh, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? / 2 El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón. / 3 El que no calumnia con su lengua, Ni hace mal a su prójimo, Ni admite reproche alguno contra su vecino. / 4 Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, Pero honra a los que temen a Yhwh. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; / 5 Quien su dinero no dio a usura, Ni contra el inocente admitió cohecho.” (Salmo 15:1-5)
El cristiano siempre ha de ser honrado.
23. Me gusta beber.
El vino acompaña nuestras celebraciones, pero bébelo con prudencia. “Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.” (Eclesiastés 9:7)
Ten cuidado con el alcohol. A veces es preferible no beberlo. “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.” (Proverbios 20:1)

Desconfía de las bebidas alcohólicas, pues producen: adicción, distorsionan la percepción de la realidad, hacen aparecer lo malo de nuestro corazón, marean. “31 No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; / 32 Mas al fin como serpiente morderá, Y como áspid dará dolor. / 33 Tus ojos mirarán cosas extrañas, Y tu corazón hablará perversidades. / 34 Serás como el que yace en medio del mar, O como el que está en la punta de un mastelero.” (Proverbios 23:31-34)
Hay gente que bebe para alegrarse y para olvidar los dolores. ¿Será lo que quiere el Espíritu Santo? “6 Dad la sidra al desfallecido, Y el vino a los de amargado ánimo. / 7 Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no se acuerden más.” (Proverbios 31:6,7)
Jesucristo en la hora de máximo dolor escogió no adormecerse y rechazó la bebida adormecedora: “Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es: Lugar de la Calavera. / Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.” (Marcos 15:22,23)
24. Me invitaron con drogas.
Si tienes malas amistades que te invitan a drogarte, te aconsejo que:
a) Protejas tu persona y juventud. “La gloria de los jóvenes es su fuerza, Y la hermosura de los ancianos es su vejez.” (Proverbios 20:29)
b) Ni siquiera toques lo inmundo. “Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, / Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.” (2 Corintios 6:17,18)
c) No te contamines. “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” (2 Corintios 7:1)
d) No te juntes con necios dejándote llevar por sus insinuaciones. “El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado.” (Proverbios 13:20)
e) Lo que hacen muchos no siempre es lo correcto. “No seguirás a los muchos para hacer mal, ni responderás en litigio inclinándote a los más para hacer agravios” (Éxodo 23:2)
f) No te hagas esclavo de una sustancia. “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:16)
g) Permite que la sabiduría te gobierne. “10 Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere grata a tu alma, / 11 La discreción te guardará; Te preservará la inteligencia, / 12 Para librarte el mal camino, De los hombres que hablan perversidades” (Proverbios 2:10-12)
h) Sigue siendo niño en la malicia pero maduro en tu modo de pensar. “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.” (1 Corintios 14:20)



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