Hace poco estaba pensando en la imagen
dada en 1 de Timoteo 1:18-20. Ahí, encontramos a Pablo dándole instrucciones a
Timoteo:
“Timoteo, hijo mío, las cosas que te pido hacer
están de acuerdo con las profecías que se dijeron acerca de ti. Si cumples con
ellas, serás como un buen soldado que sabe pelear. 19-20 Serás un soldado que confía en Dios,
y a quien no se le puede acusar de nada malo. Algunas personas, como Himeneo y
Alejandro, dejaron de confiar en Dios. Por eso no les permití seguir en la
iglesia, para que Satanás haga con ellos lo que quiera, y así aprendan a no
insultar a Dios”
Algunos, entre los cuales estaban
Himeneo y Alejandro, sufrieron naufragio en cuanto a la fe. Esas personas no
eran incrédulas. Para sufrir naufragio en la fe, implica que alguna vez se tuvo
que haber estado en la fe. Como Pablo dice de nuevo, esta vez hablando de
Himeneo y Fileto:
2 de Timoteo 2:17-18
17 y sus malas enseñanzas se van
extendiendo, como el cáncer. Así también lo han hecho Himeneo y Fileto. 18 Ellos afirman que ya hemos
resucitado, pero eso no es verdad, y lo único que logran es confundir a los
creyentes.
Uno se desvía de la verdad cuando se
está en el camino y luego se pierde. Algo así sucedió también con Himeneo,
Alejandro y Fileto: en cuanto a la verdad, se habían desviado; en cuanto a la
fe, habían naufragado. Y desafortunadamente ellos no son los únicos. Su caso,
aunque es algo que debemos de evitar, tiene muchas cosas qué enseñarnos.
¿Mantener la fe, es algo que se da por
hecho?
Cuando recién conocí al Señor yo creía
que sí, mantener la fe es algo que se da por hecho y es imposible perderla. Sin
embargo, a través de los años vi que mi creencia no era correcta. El mantener
la fe NO es algo que se da por hecho. Si así fuera, en la Palabra de Dios no
vendrían las advertencias que hoy vemos, ni hablaría de aquellas personas que
en cuanto a la fe naufragaron. Yo creo que la vida cristiana y la fe no son
algo instantáneo, algo que termina con la confesión de Romanos 10:9. Sino que
es algo que tiene una duración, un camino que mientras vivamos debemos de
caminar. Ciertamente empieza con la confesión de Romanos 10:9-10, pero no
termina ahí.
En 2 de Timoteo 4 , Pablo, ahora alcanzando
el final de su vida, da instrucciones a Timoteo. Ahí, en los versos 6-9 da un
pequeño recuento de su vida:
Ya falta poco para que yo muera, y mi muerte será
mi ofrenda a Dios. 7 He luchado por obedecer a Dios en
todo, y lo he logrado; he llegado a la meta, y en ningún momento he dejado de
confiar en Dios. 8 Sé que Dios es un juez justo y que,
cuando juzgue a todos, me dará una corona como premio a mi obediencia. Y no
sólo a mí me la dará, sino también a todos los que esperan con ansias su
regreso.
Si la fe es algo que empezó y terminó
el día que Pablo creyó, no hubiera dicho: “HE MANTENIDO LA FE”. La fe es algo
que sin duda se debe MANTENER. Mientras que Pablo mantuvo la fe, Himeneo y
Alejandro naufragaron en cuanto a la fe misma. Mira también que Pablo, en este
recuento de su vida no dijo: “He plantado tantas iglesias, he escrito tantos
libros, he predicado frente a tantas multitudes, he hecho que miles crean”. Al
final de su ministerio, su recuento fue muy simple: HE PELEADO LA BUENA
BATALLA, HE TERMINADO LA CARRERA, HE MANTENIDO LA FE. La vida
cristiana es una batalla, una carrera, un camino que uno tiene que caminar.
Empieza el día que creímos en el Señor, pero no termina ahí. Solo al final, y
después de que había dicho primero que “estaba a punto de ser ofrecido como
sacrificio”, solo hasta ese momento Pablo habla usando tiempo pasado en cuanto
a la fe, la carrera, la batalla. Solo entonces, poco antes del final de su
jornada en esta tierra, Pablo dibuja la línea de la cuenta final.
En comparación con él, muchos hermanos
creemos que la carrera termina el día que creímos, y que nuestra fe nunca
estará en peligro. Obviamente, Pablo no estaría de acuerdo con nosotros.
Probablemente, ésta es también la razón por la cual muchos de nosotros no lo
entendemos, cuando en Filipenses 3:12-14 dice:
Filipenses 3:12-14, 17
12 Con esto no quiero decir que yo haya
logrado ya hacer todo lo que les he dicho, ni tampoco que ya sea yo perfecto.
Pero sí puedo decir que sigo adelante, luchando por alcanzar esa meta, pues
para eso me salvó Jesucristo. 13 Hermanos, yo sé muy bien que todavía
no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido,
sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. 14 Así que sigo adelante, hacia la meta,
para llevarme el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Jesucristo.
17 Hermanos míos, sigan mi ejemplo. Y
fíjense en los que así lo hacen.
En comparación con Pablo, muchos
hermanos se cuentan a sí mismos como si ya hubieran alcanzado el premio.
“Puesto que creí y fui salvo, puedo vivir como yo quiera. Ya he recibido el
premio” pensamos muchos de nosotros. La vida cristiana no era así para Pablo.
No era algo estático, “una parada para obtener la salvación, y luego seguir
como antes”. De lo contrario, era algo dinámico, una batalla, una carrera que
tenía que correr. Como dice en Hebreos 12:1-2:
“corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los
ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto
delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios.” RV-1960
La vida cristiana es sin duda una
carrera, un camino que debemos de correr poniendo los ojos en Jesús. La fe es
algo que necesitamos mantener, “Examínense para ver si están en la fe”, dice
Pablo en 2 de Corintios 13:5. ¿Estamos en la fe o vivimos nuestras vidas
basados en puntos de vista distorsionados que justifican al pecado…. porque
ahora estamos bajo la “gracia”? Vamos a examinarnos, no sea que nos volvamos
reprobados en algo. Como Pablo dice de nuevo:
1 de Corintios 9:24-27
“24 Ustedes saben que, en una carrera, no
todos ganan el premio, sino uno solo. Pues nuestra vida como seguidores de
Cristo es como una carrera, así que vivamos bien para llevarnos el premio. 25 Los que se preparan para competir en
un deporte, dejan de hacer todo lo que pueda perjudicarlos. ¡Y lo hacen para ganarse
un premio que no dura mucho! Nosotros, en cambio, lo hacemos para recibir un
premio que dura para siempre. 26 Yo me esfuerzo por recibirlo. Así que
no lucho sin un propósito. 27 Al contrario, vivo con mucha
disciplina y trato de dominarme a mí mismo. Pues si anuncio a otros la buena
noticia, no quiero que al final Dios me descalifique a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario