La visión que tenemos del matrimonio, boda o desposorio, como quiera que se llame en tu país, esta alterada por lo que el sistema novelista ha distorsionado.
Se preguntaran que quiero decir con esto.
Desde principios del siglo pasado, nuestra visión de lo que es un matrimonio se desvió del diseño original, que es el de un pacto legal entre dos personas.
Las novelas rosas en especial latinoamericanas, nos presentan una pareja que luego de superar las vicisitudes de su entorno llegan a la meta final, él esperándola frente al sacerdote y ella entrando vestida de blanco, para ser por siempre felices.
A medida que avanzaron los años, la previa incluía uno que otro hijo, por lo general perdido al nacer. El novio incluso podía cambiar del primer amor a varios candidatos en el camino, que intentaron asumir el puesto de amor eterno.
La historia ya no concluyo en el "Felices por siempre" ya que perseguía y esa pareja perfecta que atrapo nuestros corazones varios capítulos se separa por infidelidades mutuas, a medida que pasaban los años, le añadían una pizca de esto y esto otro, y a la madre soltera se le unió, el divorcio, el sexo prematrimonial, el adulterio, la homosexualidad y el hedonismo (placer por placer)
Ustedes dirán que es parte del sistema, sí, es verdad, un sistema en el que todos nosotros estamos inmersos, y nos llevaron a salirnos del Diseño Divino para la familia.
Este comenzaba con una boda. Donde la mujer y el varón eran vírgenes, donde él tenía un tiempo previo para preparar el lugar donde ambos vivirían, ya sea en un lugar especialmente preparado para la nueva familia, o en un caso extremo, en la misma casa paternal construía un departamento, en especial si era hijo único, ya que una de sus responsabilidades a pesar de estar casado era el honrar a sus padres, en especial en la vejez, por lo tanto el nuevo hogar de la pareja estaría en el mismo terreno de la casa paterna.
De ahí el dicho " El que se casa, casa quiere", tenían su espacio aparte de los padres de ambos ya que el "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y serán una sola carne" de Génesis 2:24 no era una opción, era una ley que se cumplía.
Hasta no muchos años atrás una pareja que viviera en concubinato o juntados (así le dicen en argentina) era algo chocante, nadie decía abiertamente "él es mi concubino" o "ella es mi concubina", incluso para evitar los comentarios, algunos presentaban a la "compañera" como la que le cuida la casa, y que además entre otras cosas le cuidaba la cama, el bolsillo, y ohhh casualidad le daba hijos.
Pero eso es otro tema.
El diseño perfecto de la BODA se perdió, entre novelas y modernismo.
Porque, no hay que ser retrógrados.
La visión de un esposo y una esposa se deterioro tanto que ya no podemos como sociedad entender a quienes llevan mas de 30 años juntos, los que cumplieron 50 años de matrimonio nos asombran y preguntamos cuál es el secreto. Porque en nuestra mente vivir tanto tiempo con la misma persona es algo extremadamente inusual.
¿Es qué acaso no es así en la Palabra?
Pues no, en la Palabra la Boda no es así.
- EL NOVIAZGO O DESPOSORIOS
Una promesa de matrimonio de los tiempos bíblicos podía ser acuerdo sin compromiso formal.
Podían haber varios compromisos de esta clase que se quebrantaban. Eran los
desposorios los que unían, más que una sencilla promesa. La promesa podía
hacerse a un lado, pero el contrato de esponsales era considerado final. Los
desposorios como un pacto. Entre los antiguos hebreos los desposorios
constituían un pacto hablado.
Ezequiel representa a Dios como casándose con
Jerusalén, y las siguientes palabras son las que él usa: "Y te di juramento, y entré en pacto contigo, dice el Señor . Y fuiste
mía" (Ez. 16:8). Después del exilio de Israel los desposorios incluían
un documento escrito y firmado de matrimonio.
- LA CEREMONIA DE DESPOSORIOS
- LOS VESTIDOS DEL NOVIO Y DE LA NOVIA
Cuando llegaba la noche en que debían principiar las festividades del
matrimonio, y era tiempo de ir por la novia, el novio se vestía de rey, tanto
como era posible. Si era lo suficientemente rico para afrontar la situación,
llevaba una corona de oro. De otra manera sería una guirnalda de flores, recién
cortadas. Sus vestidos eran perfumados con incienso y mirra, su cinto era de seda
de brillantes colores, sus sandalias cuidadosamente adornadas con listones, y en
esto daba la impresión de capas sueltas con
gracioso donaire peculiar de las tierras del Oriente.
Por el momento el
campesino parece un príncipe entre sus compañeros, todos le dan la deferencia
debida a su exaltado rango. Esta preparación del novio para su matrimonio ha
sido ampliamente descrita en la profecía de Isaías, "Porque me vistió de
vestidos de salud, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como
a novia compuesta de sus joyas" (Is. 61:10). El adorno de la novia era un
asunto muy costoso y primoroso. Se concedía mucho tiempo para la preparación de
su persona, ponía todo el esfuerzo para hacer su rostro brillante y lustroso un
lustre parecido al mármol. Las palabras de David deben sido el ideal de ella:
que "nuestras hijas sean como las esquinas labradas a la manera de las de
un palacio" (Sal. 144:12). Las guedejas oscuras de su cabello estaban
siempre adornadas con perlas. Era ataviada con todas las piedras preciosas y
las joyas la familia había heredado de sus generaciones pasadas. Las que eran muy pobres para afrontar todo esto, pedían prestado lo que podías de sus amigas.
Las festividades matrimoniales y especialmente el vestido de novia, siempre
serían recordados por ella. El profeta Jeremías hace una referencia a este
pensamiento. "¿Olvidase la virgen de su atavío y la desposada de sus
sartales?" (Jr. 2:32). El apóstol Juan vio a la nueva Jerusalén
"dispuesta corno una novia ataviada para su ritual" (Ap. 21:2).
- EL NOVIO VA A TRAER A LA NOVIA
- LA PROCESIÓN MATRIMONIAL
El novio sale con la novia de la casa de su padres, y le sigue una gran procesión por todo el camino hasta su casa. Las calles de las ciudades asiáticas son oscuras, y es necesario que cualquiera que se aventura por ellas en la noche, lleve una lámpara o antorcha (Sal. 119:105). A los convidados que no fueron a la casa de la novia, se les permite unirse a la comitiva por el camino, y van con todo el grupo a la fiesta del matrimonio. Sin lámpara o antorcha no pueden unirse a la procesión, o entrar a la casa del novio. Las diez vírgenes esperaron la procesión a que llegara al punto en que ellas esperaban, y las cinco prudentes pudieron unirse porque ellas tenían reserva de aceite para sus lámparas. Pero las vírgenes Insensatas no tenían reserva de aceite y así, no estando preparadas, no pudieron entrar a las bodas (Mt. 25:1-13). Las lámparas que llevaban estas vírgenes han sido descritas : "Las lámparas consistían en un receptáculo redondo para poner resina o el aceite para la mecha. Esta se colocaba en una taza, o en platillo hondo... que estaba afianzada por el cabo aguzado a un madera, con el cual era llevada en alto". Al ir de la casa de la novia a la del novio, ella dejaba su cabello suelto flotando, y su cara estaba cubierta con un velo. Algunos de sus propios parientes le precedían en la procesión, y regaban mazorcas de maíz tostado para los niños a lo largo del camino. Había demostraciones de alegría en todo el trayecto hasta su destino. Parte de la procesión eran hombres que tocaban tambores y otros instrumentos musicales, y danzaban por todo el trayecto. Uno de los castigos profetizados por Jeremías para los judíos, por causa de su pecado, era el quitarles las alegrías del matrimonio. "Y haré cesar de Judá, y de las calles de Jerusalén, voz de gozo y voz de alegría voz de esposo y voz de esposa" (Jr. 7:34).
- EL ARRIBO A LA CASA DEL NOVIO
- LA FIESTA MATRIMONIAL
Esto es lo que el pueblo hebreo tenía por costumbre realizar, para una boda.
¿Cuándo es que cambian las costumbres?
A medida que las naciones se hacían poderosas, los líderes hacían alianzas políticas a través de los matrimonios, estás alianzas eran verdaderos tratados que incluían porciones territoriales. Eso en cuanto a los poderosos.
La gente de clase media, durante generaciones, en muchos casos era esclava o sierva de algún poderoso señor feudal , y para poder realizar algo tan básico como una boda, debía pedir autorización, en su mayoría negada por lo tanto la costumbre o el diseño se perdió. Eso es para la clase baja.
Lo que nosotros conocemos como "matrimonio" tal cual lo vemos hoy en día, el ritual tanto religioso como legal era uno solo, ya que se presentaban en la Iglesia mas cercana con un permiso o autorización, y se leían las amonestaciones, estas son una figura tradicional dentro de la ceremonia nupcial que ha caído un tanto en desuso en nuestros días. A grandes rasgos por amonestaciones se entiende el anuncio público que deben hacer los novios de su intención de contraer matrimonio. Este anuncio suele llevarse a cabo unos seis meses antes de la boda, ya sea mediante una notificación escrita colgada en un tablón de anuncios de la iglesia, ya sea verbalmente durante alguna ceremonia religiosa. Las bodas civiles no están exentas de esta notificación.
El motivo que llevó a instaurar esta costumbre siglos atrás, en época medieval, fue la excesiva proliferación de matrimonios consanguíneos. Mediante el público anuncio, se aseguraba que si existía algún impedimento para la boda este saliera a la luz a tiempo para evitar el matrimonio, se aseguraba también que los contrayentes fueran libremente a la ceremonia, por propia voluntad, y que éstos tuvieran los mínimos conocimientos religiosos sobre doctrina necesarios para abordar la ceremonia nupcial.
Ahora ante esta nueva visión de lo que es una Boda podremos comprender mejor la expresión "LA ESPOSA DEL CORDERO"
“Entonces vino a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas delas siete últimas plagas, y me dijo: "Ven, y te mostraré la novia, la esposa del Cordero"Me llevó en espíritu a un grande y alto monte, y me mostró la gran ciudad santa,la Jerusalén que descendía del cielo, de Dios.Resplandecía con la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante a una piedrapreciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.” Apocalipsis 21: 9 – 11.
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