PROMESA

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jueves, 10 de octubre de 2013

EL ATRIO EXTERIOR

El Atrio Exterior era el área externa más grande del  tabernáculo, este era accesible a todos los israelitas, y en términos espirituales podemos decir, que para todo creyente.
Medía 100 codos de largo, 50 de ancho y 5 codos de alto. (De acuerdo a la mayoría de referencias, 1 codo equivale a 1 pie y 1/2 (46cm aprox.). Por lo tanto, el atrio del tabernáculo mediría 150 pies de largo (46 m aprox) y 75 pies de ancho (23m aprox), con cortinas de lino de una altura de 7 pies y 1/2 (2.3 m aprox.)
Estaba rodeado de paredes de lino y solamente tenía una entrada, la puerta en el lado este. El Atrio Exterior es el lugar en donde se experimenta la salvación y el perdón de los pecados, y en donde los recién convertidos son traídos al rebaño de Cristo, el Buen Pastor.
Cien nos habla de un cristiano fructífero. Como Cristo lo ilustró en la parábola del sembrador, cuando la Palabra de Dios es sembrada en nuestro corazón, nuestra condición de corazón determina si el Evangelio llevará fruto al treinta, sesenta o al ciento por uno (Mt. 13:23). Estos son los tres niveles para medir la cantidad de fruto. Como Cristo dijo en Juan 15, podemos llevar fruto, más fruto y mucho fruto. Nuestro máximo deseo es llegar a ser un cristiano que dé fruto al ciento por uno, como Isaac (Gn. 26:12), llevando mucho fruto para el Señor. Por esto, a través de las medidas del Atrio Exterior, el Señor está mostrando que Su deseo es que Su Pueblo sea fructífero en todas las áreas de su vida.
Leemos en Éxodo 27:9-19 acerca de la construcción del Atrio del tabernáculo:
 “Asimismo harás el atrio del tabernáculo.Al lado meridional, al sur, tendrá el atrio cortinas de lino torcido, de cien codos de longitud para un lado. Sus veinte columnas y sus veinte basas serán de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. De la misma manera al lado del norte habrá a lo largo cortinas de cien codos de longitud, y sus veinte columnas con sus veinte basas de bronce; los capiteles de sus columnas y sus molduras, de plata. El ancho del atrio, del lado occidental, tendrá cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, con sus diez basas.

Y en el ancho del atrio por el lado del oriente, al este, habrá cincuenta codos. Las cortinas a un lado de la entrada serán de quince codos; sus columnas tres, con sus tres basas. Y al otro lado, quince codos de cortinas; sus columnas tres, con sus tres basas. Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos, de azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, de obra de recamador; sus columnas cuatro, con sus cuatro basas. Todas las columnas alrededor del atrio estarán ceñidas de plata; sus capiteles de plata, y sus basas de bronce la longitud del atrio será de cien codos, y la anchura cincuenta por un lado y cincuenta por el otro, y la altura de cinco codos; sus cortinas de lino torcido, y sus basas de bronce. Todos los utensilios del tabernáculo en todo su servicio, y todas sus estacas, y todas las estacas del atrio, serán de bronce”.
Las cortinas de lino colgaban sobre 60 columnas de bronce, y servían como “pared” o cercado del Atrio Exterior (Ex. 27:9-19, 38:9-20).
Las cortinas o pared de lino medían 5 codos de alto. El número cinco, según la numerología bíblica, nos habla de la gracia,pero también del juicio, como vemos en la parábola de las diez vírgenes, cinco recibieron gracia para entrar al banquete de las bodas, mientras que cinco quedaron fuera (Mt. 25:1-13).
Únicamente podemos entrar al tabernáculo celestial, del cual el Tabernáculo de Moisés es un tipo, por medio de la gracia de Dios (habilidad divina). Aquellos que son excluidos del Reino de Dios son juzgados por sí mismos, indignos de la vida eterna, pues ellos han rechazado al Hijo de Dios.
Su juicio en el infierno es definitivo e irrevocable.
Pablo dijo a los judíos de Antioquia, quienes rechazaban el evangelio de Jesucristo: “A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles”. (Hch.13:46). Por lo tanto, clamemos a Dios para que nos dé gracia para poder entrar al tabernáculo espiritual y tener comunión con Él.
Esta cubierta de lino blanco era una clara línea que marcaba la separación entre aquellos que estaban fuera y los que estaban dentro del tabernáculo. Esta pared de lino es muy importante. En la Palabra de Dios, el lino nos habla de la justicia de Dios. Leemos en Apocalipsis 19:7-8: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. El vestido de bodas de la Esposa está hecho de sus acciones justas y buenas obras.
Queremos estar cubiertos con la justicia del Señor y no con la nuestra, pues nuestra justicia es como “trapo de inmundicia” (Is. 64:6). Recuerden la advertencia del Señor en Mateo 5:20, “...que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.
Es únicamente la justicia de Dios la que nos puede dar entrada al tabernáculo celestial y hacernos partícipes de la vida eterna. No solamente debemos experimentar este acto de cubrirnos a nosotros mismos, pero también debemos presentar la justicia de Dios a otros.
Consideremos ahora nuestro ministerio en el Atrio Exterior, veamos cómo el apóstol Pablo testificó a un gobernante incrédulo, en Hechos 24:25.
Pablo razonó con Félix, acerca de la “justicia, del dominio propio y del juicio venidero”.
Este mensaje hizo que Félix temblara  Debemos definir claramente a los no creyentes y a los recién convertidos lo que la justicia de Dios es y lo que no es. Ezequiel 18:5-9 enumera diecisiete actos de un hombre justo. En contraste, Gálatas 5:19-21 enumera diecisiete obras de la carne. Debemos advertir a las personas que si practican cualquiera que sea de estos pecados, no podrán entrar al reino de Dios.
El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. (Ro. 14:17). Uno de los primeros mensajes que debemos exponer a las personas es la justicia de Dios, representada por la pared de lino en el Tabernáculo de Moisés. La justicia del Señor es el factor divisorio, les niega a las personas el acceso o les da una plena entrada al reino de Dios. Estemos siempre vestidos con la justicia del
Señor y tratemos que aquellos a quienes ministramos también sean justos. Tengamos hambre y sed de justicia, pues entonces seremos saciados (Mt. 5:6). 
    

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