PROMESA

PROMESA

lunes, 21 de octubre de 2013

ALTAR DE HOLOCAUSTO

El primer mueble dentro del tabernáculo, en el Atrio Exterior, era el Altar del holocausto (o el Altar de bronce) donde los sacrificios de los animales eran ofrecidos (Ex. 27:1-8; 38:1-7).
Las ofrendas que debían ponerse sobre el altar serán estudiadas en otra sección de este libro. La palabra hebrea para altar significa “el lugar de matanza”. La caja de madera hecha de madera de acacia (sitim) y estaba recubierta por dentro y por fuera con bronce, haciéndola resistente al fuego, medía 5 codos de largo, 5 codos de ancho y 3 codos de alto.
Estas medidas, así como también el bronce, nos hablan del juicio divino de Dios.
Sobre este altar las cinco ofrendas levíticas eran sacrificadas, así como los sacrificios de la tarde y la mañana, y los sacrificios para los días especiales de fiesta. Así, estos sacrificios eran la expiación por el pecado del hombre para librarlo de los juicios de Dios. Era en este Altar de bronce que el derramamiento de sangre se daba y los israelitas recibían expiación por sus pecados. Levítico 17:11 dice, “porque la
vida del cuerpo está en la sangre, la cual yo os he dado sobre el altar para hacer expiación por vuestras personas. Porque es la sangre la que hace expiación por la persona”.
Espiritualmente, el altar de bronce representa el sacrificio supremo y único del Señor Jesucristo sobre la cruz, y nuestra aceptación y perdón a través de Su sangre. Él vino a ser nuestro Cordero pascual (1 Co. 5:7). Los israelitas en Egipto tuvieron que apropiarse personalmente de la sangre del cordero pascual para poder ser salvados, aplicando la sangre a los postes de sus casas. Esto es muy importante. La sangre de Cristo y Su sacrificio son efectivos únicamente para nosotros, si los aplicamos a nuestra vida y recibimos a nuestro Salvador. No es suficiente saber que Jesús es el Salvador del mundo; debemos saber personalmente que Él murió por nuestros pecados y creer en Él para poder ser salvos.
Los israelitas también tuvieron que comer la carne del cordero.
Espiritualmente, esto habla de meditar en la Palabra de Dios. Jeremías dijo: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí” (Jer. 15:16). Después de guiar a alguien a la salvación, debemos instruirles inmediatamente que deben estudiar la Palabra de Dios. Ellos deben meditar en la Palabra para ser cristianos fuertes.
Cuando los israelitas comieron del cordero pascual, tuvieron que comer con sus cintos ceñidos, con sandalias en sus pies y los bastones en sus manos (Ex. 12:11). Ellos tenían que estar listos para salir fuera de Egipto (un tipo de este mundo).
Esta es la visión que debemos poner ante los recién convertidos y los cristianos del Atrio Exterior. Debemos
enfatizar que una vez que recibimos salvación, iniciamos un viaje espiritual; no podemos quedarnos en donde estamos y continuar viviendo como antes lo hacíamos en el mundo.
¡Nuestro destino es la tierra prometida!
Sin embargo, debo recalcar que muchos de los que fueron salvos por la sangre e iniciaron su viaje, no llegaron a la tierra prometida, ellos perecieron en el desierto a causa de la desobediencia. Por lo tanto, la sangre de Cristo solamente nos cubre mientras continuamos caminando en obediencia y en la luz. 1 Juan 1:7 dice: “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado”. En la medida en que caminamos en la luz, la sangre de Jesús nos cubre y limpia de nuestro pecado. Al ministrar a aquellos que están en el Atrio Exterior, debemos continuamente presentarles esta importante verdad.
También todos los utensilios usados en las ofrendas de los sacrificios de animales estaban hechos de bronce. Leemos en Éxodo 27:3: “También harás sus bandejas para las cenizas, sus palas, sus tazones para la aspersión, sus tenedores y sus baldes. Harás de bronce todos sus utensilios” (RVA). Cada uno de estos cinco utensilios tenían una función específica.
  • Las bandejas eran usadas para quitar las cenizas de los sacrificios. 
  • Las palas se usaban para recoger las cenizas.
  • Los tazones eran usados para recibir la sangre de los animales.
  • Los tenedores eran usados para arreglar y manipular los sacrificios. 
  • Y los baldes eran usados para llevar los carbones. 

Estos vasos hablan de los diversos ministerios en el Cuerpo de Cristo.
El apóstol Pablo explica esto en 2 Timoteo 2:20-21: “Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra”.
Todos tenemos una función en el Cuerpo de Cristo, y queremos ser vasos de honra, no de deshonra.
Sobre el centro del altar para fuego, estaba colocada una rejilla.
Éxodo 27:4-5 dice: “Y le harás un enrejado de bronce de obra de rejilla, y sobre la rejilla harás cuatro anillos de bronce a sus cuatro esquinas. Y la pondrás dentro del cerco del altar abajo; y llegará la rejilla hasta la mitad del altar”.
Esta rejilla estaba hecha de barras de bronce entrecruzadas unas con otras, y sobre estas se ponían los animales sacrificados y eran quemados sobre el fuego de forma ordenada. Había cuatro aros en las esquinas del Altar de bronce que servían para cargarlo cuando, junto con la congregación, el tabernáculo era movido durante la travesía por el desierto. De esto extraemos una importante verdad espiritual. Dondequiera que estemos alrededor del mundo, continuamente debemos ofrecer al Señor nuestros cuerpos como sacrificio vivo sobre el altar (Ro. 12:1). También debemos ofrecer el fruto (o el becerro) de nuestros labios y cantar alabanzas a nuestro Señor en todo tiempo y en todo lugar (Os. 14:2).
Como vemos en las instrucciones dadas a los sacerdotes, la madera tenía que ser puesta en el altar de forma ordenada.
Con Dios, nada es fortuito. Esto se puede traducir en una verdad espiritual. Cuando pasamos por pruebas de fuego y se requiere que ofrezcamos nuestra vida sobre el altar como sacrificio vivo para el Señor, necesitamos darnos cuenta que Dios ha ordenado esa prueba en particular y a aquellos que nos afligirán en cada circunstancia.
En nuestra vida, Dios usa a las personas como a la madera sobre el altar, como combustible para el fuego que consume el sacrificio. La mayoría de nuestras pruebas giran alrededor de las personas. Dios usa a otros, incluyendo a hermanos en Cristo, para purificarnos. Nuestras pruebas son orquestadas por el Señor; así que, amados, animémonos.
Dios le dijo a Moisés que hiciera varas para que los israelitas pudieran cargar el Altar de bronce cuando viajaran. “Harás varas para el altar, varas de madera de acacia, y las recubrirás de bronce. Las varas se meterán por los aros. Esas varas estarán a los dos lados del altar cuando sea transportado.
Harás el altar hueco, hecho de tablas. De la manera que te fue mostrado en el monte, así lo harán”. (Ex. 27:6-8). Estas varas de madera estaban recubiertas de bronce. Todos los muebles eran portátiles, debido a que el tabernáculo iba a ser movido de lugar en lugar. Las varas fueron removidas cuando el Templo de Salomón fue elegido, pues ese fue el lugar final de reposo.
En conclusión, recordemos que cuando los israelitas de antaño pasaban a través de la Puerta del Tabernáculo, inmediatamente eran confrontados con el Altar de bronce y con las ofrendas y sacrificios. Esto era para recordarles que su entrada a la presencia de Dios y el ser aceptados por Dios podía ser únicamente a través de sacrificios de sangre. Espiritualmente, esto habla de Cristo, el Cordero de Dios, como el sacrificio sobre la cruz por nosotros. Es por Su sangre derramada sobre la cruz del Calvario que nosotros tenemos acceso al Padre y podemos entrar al Reino de Dios (Ef. 2:18).

No hay comentarios:

Publicar un comentario