”Ustedes, pueblo de Dios,
son tan tontos que no entienden.
Si fueran más listos,
sabrían el castigo que les espera a sus enemigos.
¿Cómo se explican ustedes
que uno solo de ustedes
hizo huir a mil soldados?
¿Cómo se explican que dos
hicieron huir a diez mil?
¡Si yo no cuidara de ustedes
ni les hubiera dado la victoria,
ustedes no habrían podido vencerlos!”
»Bien saben nuestros enemigos
que sus dioses no tienen poder;
¡el poder es de nuestro Dios!
Ellos son como la gente
de Sodoma y de Gomorra.
Son como los malos viñedos,
que sólo dan uvas amargas;
¡hasta el vino que producen
parece veneno de serpientes!
»Nuestro Dios ha dicho:
“Muy pronto habré de castigarlos,
¡muy pronto habré de destruirlos!
¡Sólo espero el momento oportuno
para darles su merecido!”
»Cuando ya no tengamos fuerzas,
nuestro Dios nos defenderá;
cuando él nos vea reducidos a nada,
tendrá compasión de nosotros
y les dirá a nuestros enemigos:
“¿Dónde están los dioses
en quienes ustedes tanto confían?
¿Dónde están esos dioses
a quienes les llevaban ofrendas?
¡Pídanles que vengan a ayudarlos!
¡Dense cuenta ahora
de que yo soy el único Dios!
Sólo yo sano las heridas;
¡sólo yo doy la vida,
y sólo yo puedo quitarla!
¡De mí no se escapa nadie!
”Levanto mi mano al cielo,
y juro por mi vida eterna,
que voy a afilar mi espada,
para vengarme de mis enemigos.
¡Voy a darle su merecido
a esa gente que me odia!
¡Voy a empapar mis flechas
en la sangre de los prisioneros!
¡Voy a cortarles la cabeza
a todos sus capitanes!”
Alégrense junto con el pueblo de Dios,
porque él habrá de vengarse
de la muerte de su gente.
¡Dios perdonará a su pueblo
y limpiará de pecado su país!»
No hay comentarios:
Publicar un comentario