Es introducida como una princesa fenicia, hija del rey Ithobaal I de Sidón, que se casa con el rey Acab del Reino del Norte durante la época en que la nación de Israel estaba dividida en los reinos del norte (Israel) y sur (Judá). Esta reina alejaba a Acab de la deidad de los israelitas Yahvé (que, en este contexto, era adorado solamente por los habitantes de Judá) y lo llevaba a adorar al dios de los sidonios Baal.
Acab y Jezebel permiten que funcionen templos dedicados a los Baales (El, Baal, Asera...) en Israel, y la religión pagana recibe respaldo legal. Además, la reina usa su control sobre Acab para llevar a los hebreos a la idolatría, la corrupción y la "inmoralidad sexual", sometiéndolos a una tiranía (ver episodio de la viña de Nabot 1 Reyes 21:1-16). El plan de Jezabel fue que al estar recién casada con el rey de Israel se sometió a la fe israelita en Yahve, Dios temporalmente. Sin embargo después se impuso a los ancianos de Israel y al mismo rey, la mujer astuta sedujo a su marido para ir modificando el modo de vida de Israel, adoptando el sistema de vida permitido por el dios El (y Baal) y obligó que se le rindiera culto en todo Israel, cosa abominable a los ojos de Yahvé.
Así Jezabel y Acab hicieron pecar a Israel por la idolatría, provocando celo a Dios.
Ya más tarde, Jezabel hizo que dejaran las veneraciones a Yahvé y descaradamente siguieran los preceptos establecidos por los ídolos fenicios y cananeos (Baales), Asera (Astarot o Ishtar) la reina del cielo, y otros dioses ajenos o extraños al Dios de Israel. Es ahí cuando Yahvé Dios se enoja con Jezabel e Israel por este pecado y envía profetas al rey Acab, más tarde al profeta Elías para resarcir la ofensa del rey y la reina de Israel.
Tras haber masacrado Jezabel a los profetas de Yahvé, el profeta Elías desafía a 450 profetas de Baal a una prueba para saber cuál es el verdadero dios (1 Reyes 18); se sacrifica a dos animales, uno para cada dios, y se espera a ver cual dios, tras la invocación pertinente, enciende el fuego del sacrificio. Mientras que Baal no aparece, Yahve sí, el fuego enviado por Yahve consumió incluso el agua que habían vertido sobre el sacrificio y hasta las piedras del altar. Elías y el pueblo, con el respaldo de Yahve, masacran a los profetas de Baal, ganándose la enemistad de Jezabel.
Tras la muerte de Acab, Jezabel continúa mandando a través de su hijo Ahaziah. Cuando Ahaziah muere en una batalla, ella continúa ejerciendo el control a través de su otro hijo, Jehoram.
Como se refiere en 2 Reyes, 9:1-10, Yahve habla a través del profeta Eliseo (sucesor de Elías), y sitúa a uno de sus siervos, el ungido Jehú, como rey en lugar de Jehoram', ordenándole: "golpea la casa de Acab...". Respondiendo a esta demanda para la revolución, Jehú asesina al rey Jehoram cuando intenta escapar.
Jehú se enfrenta luego a Jezabel en Jezrael y anima a sus eunucos a asesinar a la reina madre tirándola por una ventana. Lo hacen y la dejan en la calle para que sea comida por los perros. De Jezabel solo quedan el cráneo, los pies y las manos.
Su final cumple la profecía de Elías (1Reyes, 21:22-26).
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