Pedro le preguntó una vez al Señor cuántas veces tenía que perdonar a su hermano que pecara contra él. Entonces proveyó una respuesta posible a su propia pregunta. Dijo: ¿hasta siete veces?
A partir de esto el Señor dio una respuesta concisa; luego elaboró en detalle la importancia de perdonar a quienes pecan contra nosotros. ¡Deje a un lado sus preconceptos con respecto a este asunto y siga leyendo con un corazón abierto y disposición a recibir lo que la Biblia llanamente declara!
Como en otras áreas, la enseñanza de Jesús sobre este tema particular ha sido retorcida y modificada para calmar a la gente que tiene comezón de oír y deseos pecaminosos. No se deje engañar por nadie acerca de la importancia de perdonar a otros quienes pecan contra usted.
Este capítulo se enfocará primariamente sobre dos ocasiones claves en que el Señor tocó este tema (Mateo 6:14,15 y Mateo 18:21-35).
Mateo 6:14,15
En Mateo 6:14,15 el Señor enfáticamente declaró una verdad eterna con las siguientes palabras:
Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas(NVI).
Aquellas palabras acerca de perdonar a otros que pecan contra nosotros deben de haber conmocionado a los discípulos del Señor, pues esta es la primera vez en la Biblia que tal cosa es establecida. Nunca leemos de perdonar a otros para que nuestros pecados sean perdonados, en ninguna parte de todo el Antiguo Testamento. ¡Sin embargo, el Señor cambió todo eso cuando nos dio su enseñanza sobre este tema!
Esto es evidente, pues Jesús dijo vuestro Padre celestial (v. 14) y vuestro Padre (v. 15). Jesús dijo que los no salvos tenían a Dios Todopoderoso como su padre espiritual. El padre espiritual de ellos es claramente el diablo (Juan 8:42-44) y ellos son claramente hijos del diablo (1 Juan 3:10).
¡Además, el diablo no puede perdonar nuestros pecados; sólo Dios Todopoderoso puede, pero solamente si cumplimos la condición de perdonar a otros!
Este hecho acerca de las dos familias espirituales nos ayuda a ver que la enseñanza del Señor sobre el tema de perdonar a otros que pecan contra nosotros está específicamente dirigido hacia aquellos que ya han experimentado una verdadera regeneración (o salvación). ¡Esto basta para refutar a quienes dijesen que uno debe, para comenzar, tener un espíritu perdonador hacia otros, antes de que pueda venir a la salvación inicial, basados en una mala comprensión de este pasaje!
Si tal enseñanza fuera cierta, la veríamos expresada en alguna otra parte del Nuevo Testamento como un prerrequisito para la salvación inicial en alguno de los varios sermones sobre la salvación, pero ¡nunca la vemos! En lugar de esto, la enseñanza de perdonar a otros, de modo que el Padre celestial nos perdone, está siempre dirigida hacia quienes ya son verdaderamente salvos.
Esto es especialmente controvertido para aquellos que dicen que luego de aceptar a Cristo como Señor y Salvador nuestros pecados son perdonados inmediatamente.
¡Si los pecados futuros de uno fueran automáticamente perdonados, entonces no deberíamos tener que perdonar a otros, quienes pecan contra nosotros, para obtener el perdón de nuestros pecados, como Jesús claramente enseñó! ¡Alguien está enseñando falsamente sobre este tema, y sabemos que no puede ser el Señor!
Así que, de acuerdo a Jesús, una persona que ha sido salvada por la fe en él debe cumplir la condición de perdonar a otros, o sus futuros pecados cometidos después de su salvación no le serán perdonados. Esta es la enseñanza que provino de Aquel que tiene las palabras de vida eterna (Juan 6:68). ¡Esta es la verdadera enseñanza de la gracia por el mismo Señor, quien nos dio Juan 3:16 y 10:27-29! Recuerde: “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Esta odiada y tergiversada enseñanza del Señor acerca de perdonar a otros para obtener el perdón de los pecados propios está bajo el paraguas de la enseñanza de Jesús sobre la gracia.
Esto debiera ser evidente, ya en este punto, pero hay mucho más que necesita ser dicho, especialmente sobre la importancia de perdonar a otros.
En Mateo 18:21-35 tenemos la más exhaustiva enseñanza de la Biblia sobre este tema de perdonar a otros que pecan contra nosotros. En esos quince versículos, se observan muchas cosas a medida que uno medita en ellos.
Algunas observaciones son:
(1) Jesús nunca sugirió siquiera que en este mundo no se pecaría contra algunos de sus discípulos. Esto es muy básico, pero de todos modos, es un punto importante para subrayar.
¡Usted no es el único que ha sido “apuñalado por la espalda” por otros que jamás debieran haberle tratado mal!
¡Además, si continúa viviendo por mucho más, pronto se pecará de nuevo contra usted! Esta era está desenfrenada con tal clase de cosas. No hay modo de evitar ser maltratado por otros, si uno está cerca de la gente. Se pecó injustamente contra muchas personas piadosas:
José por sus propios hermanos, la esposa de Potifar y el copero principal (Génesis 37-50);
Moisés por sus propios hermano y hermana (Números 12:1-13); y
David por el rey Saúl quien personalmente trató de matarlo más de una vez (1 Samuel 18:11; 19:10).
(2) En el momento de nuestra salvación, nuestra inmensa deuda de pecado que fue perdonada es asemejada a diez mil talentos. Cuando alguien peca contra nosotros, esto es asemejado a solamente cien denarios. ¡Eso es una relación de cerca de 500,000 a 1 entre ambos valores! En otras palabras, ofendimos a Dios 500,000 veces más severamente a través de los años pecando contra él, que lo que lo hace la gente cuando peca contra nosotros!
(3) ¡El hombre que recibió un perdón personal en Mateo 18:21-35, pero se rehusó a perdonar al hombre que le debía sólo cien denarios fue llamado un siervo malvado! Esta misma descripción es usada en Mateo 25:26 y allí aprendemos que tal gente será arrojada a la oscuridad donde habrá llanto y rechinar de dientes (Mateo 25:30).
Limitar un corazón no perdonador a un bloqueo del compañerismo es, obviamente, subestimar grandemente las consecuencias de la falta de perdón:
Ahora déjeme continuar y decir que si una persona se torna un cristiano, y luego más tarde hay una situación en donde hay un corazón no perdonador de parte del cristiano, tenemos aún que darnos cuenta de que la Escritura dice que no hay condenación para quienes están en Cristo Jesús. De modo que el cristiano no será condenado por tal falta de perdón, pero yo creo que habrá un bloqueo del compañerismo.
(4) ¡El mismo modo en que aquel siervo malvado fue tratado es como el Padre celestial le tratará a usted a menos que perdone de corazón a su hermano, versículo 35! Así que, ¿cómo fue tratado? El versículo 34 dice:
Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. (Biblia de las Américas).
¡Increíblemente, él fue de nuevo hecho responsable de pagar su deuda previamente cancelada! En otras palabras, bajo esas circunstancias, sus pecados pasados perdonados en el punto de su salvación inicial le fueron puestos de nuevo a su cargo.
Dios espera, incluso exige, de aquellos que han recibido una increíble misericordia de Él, la cual llegó hasta salvarlos, que en adelante muestren misericordia perdonando a otros.
Cómo detesta el diablo la luz que resplandece desde la palabra de Dios. Esto es así porque él desea condenar a tantos como pueda mediante el engaño, pero la palabra de Dios es un obstáculo fundamental. Con esto en mente, debiera ser evidente por qué usted raramente, si alguna vez, ha oído estas simples verdades con respecto a la importancia de perdonar a otros, como se cita en estos claros pasajes.
¿Qué significa perdonar?
Ahora que usted sabe que debe perdonar a otros que pecan contra usted o su Padre celestial no le perdonará, ¿qué significa perdonar? La palabra perdonar (griego afiemi) significa, entre otras cosas, dejar ir o abandonar.(3) Esta es la misma palabra que se encuentra en Juan 4:28 y 1 Corintios 7:11:
Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres ... (Biblia de las Américas).
Y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer (Reina-Valera 1960).
En otras palabras, lo que aquella mujer hizo con su cántaro, y lo que el marido no debe hacer con su esposa, es lo que debemos hacer con cualesquiera inquinas, sentimientos de rencor o venganza hacia quienes pecan contra nosotros, para que nuestros pecados sean perdonados después de la salvación inicial.
En otras palabras, dejar que aquellas cosas se vayan. ¡No albergue amargura o un deseo de venganza contra aquellos que han pecado contra usted! La venganza es de Dios. Permita que él retribuya. Vea Romanos 12:19.
¡Más allá de toda sombra de duda, su enemigo espiritual, el diablo, intentará colocarlo en un estado de falta de perdón para poder destruirlo! Le recordará sus heridas pasadas que ocurrieron hace años, si esto le sirve a él. Al parecer él le hizo esto a David, usando un doloroso incidente pasado con Simí (2 Samuel 16:5-14; 19:18-23; compare 1 Reyes 2:8,9). ¡Recuerde que para él todo sirve!
Usted puede detectar sus destructivos pensamientos y sugestiones comparando lo que haya estado viniendo a su mente con la Palabra de Dios. Si los pensamientos, imaginaciones y sugerencias que han estado viniendo a su mente no entran en la categoría de la simple obediencia a la Palabra de Dios, ¡son del Tentador! ¡No medite ni se entretenga en tales pensamientos, ni por un momento! Resistir estos pensamientos es resistir al diablo (Santiago 4:7). Su enemigo está tratando de hacer que usted los medite lo suficiente para que usted se torne espiritualmente impuro. Resista las tentaciones del diablo.
Cuando el diablo le da tentación sobre alguna herida pasada, tratando de conducirlo a la falta de perdón (o mantenerlo allí), está tratando de iniciar algo en su corazón y su mente que más tarde lo destruirá a usted a menos que le resista activamente. De nuevo, no ceda a estos pensamientos. ¡Usted puede resistir al diablo cuando viene este tipo de ataque, orando por la persona o las personas que han pecado contra usted (Lucas 6:28)! Esteban oró por quienes lo estaban matando (Hechos 7:60).
¡Orar por quienes le ofenden le resultará mucho más fácil si mantiene en mente su deuda de diez mil talentos que Dios le canceló en el momento de su salvación y que esa ofensa contra usted fue de sólo cien denarios! Como se citó antes, se pecó contra la gente piadosa del pasado tanto como contra usted o aun peor. ¡Esto, por supuesto, no achica la herida por actos o palabras crueles que vienen de un amigo de confianza, una persona amada, o incluso alguien a a quien usted ayudó mucho y que luego se vuelve contra usted!
A través de los siglos, los cristianos han sido grandemente heridos y totalmente traicionados por sus cónyuges, padres, hermanos, hermanas, nietos, vecinos, mejores amigos, colaboradores, maestros, jefes, etc. Considere cómo la gente se dio vuelta con Jesús. La misma multitud que él alimentó, sanó y enseñó más tarde gritaba: Crucifícale.
Pese a cómo la gente pueda tratarnos, Jesús dijo que debíamos perdonarlos para que nuestros propios pecados fueran perdonados. Pídale a Él que quite todo resentimiento de su corazón. Lave de su mente esos pensamientos hirientes empleando el tiempo atentamente en la Biblia y escuchando música edificante. ¡Silbar o cantar canciones basadas en las Escrituras para usted mismo durante todo el día puede significar la diferencia entre la victoria y la derrota en esta área, cuando vienen ciertos ataques con falta de perdón!
“Simplemente no puedo perdonar”
¡Decir que usted no puede perdonar es mostrarse a usted mismo como ya completamente engañado por el diablo! No solamente puede usted perdonar: Usted debe perdonar. Perdonar a otros no es fácil para nadie que es ofendido, especialmente ya que el diablo estará haciendo su mejor esfuerzo por llevarlo a la falta de perdón o mantenerlo en ella. Use las armas espirituales que Dios le ha dado, que son poderosas por medio de Él (2 Corintios 10:4), y resista las tentaciones del diablo a ser no perdonador. No se confíe en sus sentimientos para medir su propio perdón hacia otro.
¡Por favor, sepa que es posible perdonar a otro y sin embargo no confiar en esa persona hasta el punto en que pueda herirlo de nuevo, o incluso peor que antes!
Hay algunas personas en este mundo con quienes nosotros no seremos nunca capaces de reconciliarnos totalmente - quienes continuarán odiándole e hiriéndole tan a menudo como puedan. Encarémoslo, existe tal cosa.
Perdonamos a tales personas, esto es, no albergamos amargura ni deseo de venganza, pero mejor no confiemos en esta singular clase de persona. David nunca confió en la invitación de Saúl para regresar a Jerusalén, ni siquiera después que Saúl aparentemente se arrepintió (1 Samuel 26:21-27:1).
¡También podemos suponer que Pablo perdonó a Alejandro el herrero, quien le hizo mucho daño, pero aún así advirtió a Timoteo contra este mismo hombre (2 Timoteo 4:14,15)! Al parecer, Pablo no pensaba que Alejandro fuera a cambiar.
Más que un obstáculo para la oración
Limitar la seriedad de la falta de perdón a ser sólo un obstáculo a sus oraciones, como lo hacen algunos maestros, es subestimar peligrosamente sus consecuencias. Esto se hace habitualmente a partir de Marcos 11:25. Ese versículo dice:
Y cuando estés orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas (Reina-Valera 1960).
¡Claramente vemos aquí, como en los versículos mencionados más arriba, que bloqueamos nuestro propio perdón al ser no perdonadores! También, debiéramos revisar nuestros propios corazones en busca de cualquier falta de perdón tan a menudo como oremos. En otras palabras, ésta debiera ser un área constante de autoxamen. ¡Qué victoria debe de estar ganando a través de la falta de perdón en las vidas de la mayoría!
De nuevo, no piense que su negativa de perdonar a otros que pecan contra usted meramente obstaculizará su comunión con Dios. ¡Esto nunca se afirma como la única consecuencia de rehusarse a perdonar (Mateo 6:14,15; 18:21-35; Marcos 11:35; Lucas 6:37; 11:4), sino que es otro engaño para disminuir la seriedad de la falta de perdón! No se engañe en esto. Debe perdonar a otros para que sus pecados le sean perdonados. Con esto en mente, medite Santiago 1:14,15:
Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha sido concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte.
Note que la muerte espiritual es el resultado final del pecado, que comienza con deseos pecaminosos y tentaciones. Este principio está ejemplificado por el Pródigo (Lucas 15:24,32; Romanos 8:13). Ya que la muerte espiritual es el resultado final del pecado no perdonado, entonces que se nos niegue el perdón por causa de nuestra negativa a perdonar a otros tiene que llevar con ello el potencial de ser espiritualmente fatal.
Debe ser por esto que algunos cristianos se tornan tibios y luego se enfrían después de un período con el Señor. Cuando esto ocurre, el diablo ha sido exitoso con sus maquinaciones (Efesios 6:11; 2 Corintios 2:11). ¡No deje que esto le pase a usted!
Viva en paz
Adicionalmente, aunque la falta de perdón no se menciona claramente en Gálatas 5:15, ciertamente está sobreentendida:
Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros
¡Pablo afirmó que ellos podían destruirse unos a otros! Con esto en mente, el diablo debe tener gran deleite en las divisiones en las iglesias locales.
También, en Hebreos 12:14 se lee:
Busquen la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor
Además de ser santos, hemos de “buscar la paz con todos,” es decir, en la medida en que no sacrifiquemos la verdad o los valores cristianos para obtener esta paz. Esto es cuán intensamente deberíamos tratar de evitar el estado de falta de perdón o cualquier cosa que pueda llevar a tal cosa.
¡Recuerde que ser no perdonador hacia otro no destruirá a la persona que lo maltrató! En lugar de esto, lo destruirá a usted, la persona que no perdona. Es por eso que el diablo emplea frecuentemente esto contra la parte ofendida.
Para continuar caminando con el Señor y tener vida espiritual, debemos perdonar a quienes pecan contra nosotros.
Perdonar a otros es tan importante como obtener el perdón de sus propios pecados, pues sin lo primero no ocurrirá lo segundo, de acuerdo al Señor Jesús.
Medite en esto ...
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