Así
como la Navidad, la Pascua florida, Halloween, el Año Nuevo y otras
festividades de este mundo, el Día de San Valentín es otro intento de
“encubrir” las costumbres pervertidas y las observancias de los dioses paganos
y los ídolos para “cristianizarlos”. Tan
inocente e inofensivo como pueda parecer el Día de San Valentín, sus
tradiciones y costumbres se originan de dos de los festivales paganos más
pervertidos sexualmente de la historia antigua: Lupercalia y el día de fiesta
de Juno Februata. Celebrada
el 15 de Febrero, Lupercalia (conocida como la “fiesta de licencia sexual”) fue
mantenida por los antiguos romanos en honor de Luperco, el dios de la
fertilidad y agricultura, protector de manadas y cosechas, y un poderoso
cazador — especialmente de lobos. Los romanos creían que Luperco protegería a
Roma de bandas de lobos, los cuáles devoraban ganado y personas. Ayudados
por las vírgenes vestales, los Luperci (sacerdotes masculinos) conducían los
ritos de purificación al sacrificar cabras y un perro en la cueva de Luperco en
la colina de Palatina, donde los romanos creían que los gemelos Rómulo y Remo
se habían refugiado y habían sido alimentados por una loba antes de que
finalmente fundaran Roma. Vestidos de un taparrabos hecho de cabras
sacrificadas y rociadas de su sangre, los Luperci corrían por Roma, golpeando a
las mujeres con februa, correas
hechas de pieles de cabras sacrificadas. Los Luperci creían que los azotes
purificaban a las mujeres y les garantizaban su fecundidad y un fácil
nacimiento. Febrero se deriva de februa o “medios de purificación”. Para
los romanos, febrero era también sagrado para Juno Februata, la diosa de febris
(“fiebre”) del amor, y de las mujeres y el matrimonio. El 14 de febrero, se
ponían billetes (pequeñas piezas de papel, cada una de las cuales tenían el
nombre escrito de una adolescente) en un contenedor. Los jóvenes adolescentes
entonces escogían un billete al azar. Los muchachos y muchachas cuyos nombres
fueron escogidos se convertían en “pareja”, uniéndose en juegos eróticos en
festivales y fiestas por toda Roma. Después del festival, ellos permanecerían
como parejas sexuales por el resto del año. Esta costumbre fue observada por
siglos en el Imperio Romano.
Lea
lo que Dios ordena a su pueblo con respecto a las costumbres y tradiciones
paganas: “No aprendáis de las naciones…Porque las costumbres de los pueblos son
vanidad” (Jer. 10:2-3). También observe las palabras de Cristo en Mateo 15:9:
“…Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”. A
través de la Biblia Dios describe a los “paganos” como aquéllos que adoran
cosas que Él ha creado (animales, el sol, la luna, estrellas, arboles, etc.), o
los ídolos hechos por hombres, o cualquier cosa
excepto el único verdadero Dios. Él llama paganas a tales personas y sus
prácticas. Los verdaderos cristianos entienden que Dios odia cualquier
costumbre, prácticas y tradiciones que tienen sus raíces en el paganismo. Pero
¿Cuán serio es Dios acerca del paganismo?
Cuando
Él rescató a las doce tribus de Israel de la esclavitud brutal y las guio fuera
de Egipto, les mandó: “No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual
morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os
conduzco, ni andaréis en sus estatutos” (Lev. 18:3). Dios demandó que los
israelitas no se contaminaran con las prácticas y costumbres paganas de las
naciones alrededor (vs. 24-29). “Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las
costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis
en ellas. Yo el Eterno vuestro Dios” (ver. 30). Dios
maldijo a Egipto — una nación de adoradores de la naturaleza — con diez plagas
y liberó a Israel de la esclavitud. Él rescató a Israel del ejército del Faraón
dividiendo el Mar Rojo y guiando a su pueblo a la seguridad. Él alimentó a los
Israelitas con maná — pan especial hecho por Dios — del cielo. Él los protegió
de los ejércitos gentiles en una batalla difícil, liberándolos hacia la Tierra
Prometida y expulsando a sus enemigos. Pero
en cambio, ¿cómo trató Israel a Dios? “Nuestros padres en Egipto no entendieron
tus maravillas; No se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias, sino
que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo…Bien pronto olvidaron sus obras; no
esperaron su consejo: se entregaron a un deseo desordenado en el desierto, y
tentaron a Dios en la soledad…Hicieron becerro en Horeb, se postraron ante una
imagen de fundición. Así cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come
hierba. Olvidaron al Dios de su salvación, que había hecho grandezas en Egipto;
Maravillas en la tierra de Cam, cosas formidables sobre el Mar Rojo…Pero
aborrecieron la tierra deseable; No creyeron a su palabra: Antes murmuraron en
sus tiendas, Y no oyeron la voz del Eterno…Se unieron asimismo a Baal-peor, Y
comieron los sacrificios de los muertos. Provocaron la ira de Dios con sus
obras” (Salmos 106:7, 13-14, 19-22, 24-25, 28-29). Dios
explícitamente le ordenó a Israel que lanzara y destruyera totalmente a todas
las naciones que ocupaban la Tierra Prometida (Canaán). Sobre todo, su pueblo
no debía hacer alianzas políticas con ellos ni casarse entre sus familias (Dt.
7:1-3, 5, 16). “Porque desviará a tu hijo de en pos de mí y servirán a dioses
ajenos” (ver. 4).
Pero
los israelitas pensaron que sabían más que Dios. Ellos decidieron hacer las
cosas su propia manera. “No destruyeron los pueblos que el Eterno les dijo;
Antes se mezclaron con las naciones, Y aprendieron sus obras, y sirvieron a sus
ídolos, los cuales fueron causa de su ruina. Sacrificaron sus hijos y sus hijas
a los demonios, Y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de
sus hijas, que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán, Y la tierra fue
contaminada con sangre. Se contaminaron así con sus obras, Y se prostituyeron
con sus hechos” (Salmos 106:34-39). Para
despertarlos y hacerlos volver al camino como la nación modelo que había
pensado originalmente, Dios entregó a Israel a sus enemigos. Israel se
arrepintió y clamó a Dios. Dios los rescató. Con sus vientres repletos y sus
vidas protegidas, los israelitas volvieron a seguir a otros dioses. Dios
castigó a Israel otra vez. Israel se arrepintió y clamó a Dios. Y
así fue el ciclo de liberación — idolatría — castigo — arrepentimiento (vers.
40-46), hasta que finalmente, Dios no tuvo otra elección sino de divorciarse de
la infiel Israel (Jer. 3:6-11). Él
utilizó a los asirios, una de las naciones de guerreros más brutales en la
historia, para invadir, conquistar, esclavizar y trasladar el reino completo
del norte de Israel (II Reyes 17). Habiendo “desaparecido” de la historia, los
descendientes modernos de aquéllas diez tribus “perdidas” son ignorantes de su
verdadera identidad aún hasta este día. Más
tarde, Dios envió al reino del sur de Judá (principalmente las tribus de Judá,
Benjamín y Leví) hacia el exilio Babilónico (II Reyes 24 y 25). A causa de que
ellos guardaron (por lo menos físicamente) el verdadero sábado de reposo, el
cuál es una señal especial que identifica al único verdadero Dios y su pueblo (Ex.
31:12-18), los judíos fueron capaces de retener su verdadera identidad. Los
Israelitas fueron severamente castigados a causa de que codiciaron las
costumbres paganas, rituales, tradiciones y prácticas. Como usted puede ver,
Dios no toma a la ligera el paganismo.
¿Por
qué Dios odia cualquier cosa que asemeja las costumbres paganas? ¿Es posible
“encubrir” o “cristianizar” las prácticas paganas y hacerlas limpias? ¿Está
bien practicar costumbres paganas siempre y cuando usted “adore a Dios”?
Note
lo que Dios dice en Levítico capítulo 18. Después de rescatar a Israel de la
esclavitud, Dios les advirtió que no practicaran las costumbres que habían
tomado de Egipto, ni aprendieran los caminos, costumbres y tradiciones de las
naciones gentiles que encontrarían en la Tierra Prometida (vers. 1-3). En lugar
de eso, Dios mandó a Israel a seguir Sus caminos (vers. 4-5).
Dios
entonces describe los caminos paganos de estas naciones impías en gran detalle.
En los versículos del 7-20, Él condena toda clase de relaciones heterosexuales
que caen fuera de las fronteras santas del matrimonio (incesto, fornicación,
adulterio, etc.). En los versículos 22-23, Dios condena la homosexualidad y
bestialidad. Juntos, estos pecados rompen y destruyen la unidad de la familia
que Dios había creado e instituido con amor.
Note
lo que Dios enlaza a estas perversiones: “Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por
fuego a Moloc; no contamines así el nombre de tu Dios. Yo el Eterno” (ver. 21).
Dios ata las prácticas sexuales perversas de las naciones paganas con
sacrificios humanos — ¡padres ofreciendo las vidas de sus hijos a dioses
paganos!
La
Biblia muestra que Israel no sólo desobedeció a Dios y abrazó
incondicionalmente la inmoralidad sexual de los Gentiles, ellos aún fueron más
allá.
“Y
me volvieron la cerviz, y no el rostro; y cuando los enseñaba desde temprano y
sin cesar, no escucharon para recibir corrección. Antes pusieron sus abominaciones
en la casa [el templo en Jerusalén] en la cual es invocado mi nombre,
contaminándola. Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle
del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc;
lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hicieran esta abominación,
para hacer pecar a Judá” (Jer. 32:33-35).
Imagine.
¡Israel cometió un pecado tan vil, tan repugnante, que aún sacudió a Dios!
Pero
eso fue entonces. ¿Qué acerca de hoy? Seguramente, los padres no sacrifican a
sus hijos a los dioses paganos hoy — ¿o lo hacen?
No
esté tan seguro. Tal vez sus vidas no están siendo sacrificadas — ¿pero qué
acerca de su inocencia?
Los
padres hoy esperan que sus pequeños se “enamoren” y tengan novios y novias.
Ellos
piensan que es “lindo” cuando los niños pequeños y las niñas se toman de las
manos y actúan como una pareja, robando uno o dos besos cuando nadie lo está
viendo. Algunos padres se preocupan cuando sus hijos no muestran interés
romántico en el sexo opuesto.
Ellos
constantemente les preguntan, ¿Aún no tienes novio? O ¿Quién es tu novia?”
No
obstante estos mismos padres se sorprenden cuando sus adolescentes “pequeñas
niñas” se embarazan. O cuando adquieren una enfermedad transmitida sexualmente.
O tienen un aborto a sus espaldas.
El
Día de San Valentín es sólo una de las muchas herramientas que el “dios de este
mundo” (2° Co. 4:4) utiliza para conseguir que los padres sacrifiquen la inocencia
de sus hijos.
Cuándo
los adolescentes escogen los nombres de otros en un sorteo y envían tarjetas de
San Valentín y regalos unos a otros, declarándose su “amor”, ellos están
aprendiendo los primeros pasos de relaciones íntimas que el Dios Creador
designó específicamente para adultos emocionalmente maduros. En lugar de
abrazar la inocencia sin preocupaciones de la juventud, creciendo sin los
dolores de cabeza y las penas de la edad adulta (como buscar un empleo, pagar
las cuentas, el matrimonio, criar una familia, etc.), los hijos hoy están
siendo enseñados a codiciarse unos a otros. Están atrapados en un drama diario
de “Si me amas puedes dormir conmigo; Estoy embarazada; No es mío, ella tuvo un
aborto”. Para cuando ellos alcanzan la edad adulta, virtualmente cada trozo de
la inocencia, sinceridad y decencia moral han sido robados de ellos. Drenados
emocionalmente, tienen las actitudes hastiadas del mundo de “ya he estado ahí,
ya lo he hecho”. Y sus vidas están sólo empezando.
Este
es por qué vivimos en un mundo donde las adolescentes vírgenes son raras de
encontrar. Donde lo que solía ser llamado “amantes” y “vivir en pecado” es
ahora simplemente “vivir juntos”. Donde el sexo es nada más que una recreación
física sin sentido — sin cariño emocional, sin cuidado, sin interés. Donde las
personas cambian de pareja sexual tan convenientemente como ellos cambian de
ropa. Donde los solteros de veinte o treinta ya han tenido por lo menos cinco parejas sexuales — y eso es
considerado un número bajo, especialmente en los Estados Unidos. Donde los
hombres no son mencionados como “mi esposo”, o “mi prometido”, sino como “el
papá de mi segundo bebé”.
¡Cuán
patético!
Satanás
ha engañado al mundo entero (Ap. 12:9) en múltiples formas — especialmente
cuando se trata de relaciones íntimas. El Día de San Valentín es sólo una de
estas herramientas de engaño.
“Salid de ella, pueblo
mío”
Con
respecto al futuro cercano, cuando el mundo del hombre influenciado por Satanás
esté cerca de colapsarse, Dios dice: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y
se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y
albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han
bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han
fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido
[incrementado] de la potencia de sus deleites” (Ap. 18:2-3).
Acerca
de este sistema pagano y satánico, Dios ordena a los verdaderos cristianos,
“Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis participes de sus pecados, ni
recibáis parte de sus plagas” (ver. 4).
El
Día de San Valentín se origina del paganismo antiguo de este mundo influenciado
por Satanás. Este día está diseñado para engañar a la humanidad apelando a los
deseos de la carne — o como la Biblia los llama, las
obras de la carne. Y manifiestas son [hechas obvias] las obras de
la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
idolatría…borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” (Gál. 5:19-21).
¿Alguna de estas le suena como Lupercalia?
Fundamentalmente,
“los que practican tales cosas no heredaran el reino de Dios”. Un verdadero
cristiano está enfocado en el pronto venidero reino de Dios (Mat. 6:33) y el
mundo por venir — no en los fuertes deseos carnales de este mundo. Un verdadero
cristiano debe esforzarse para “remover el viejo hombre” y activamente imitar
el perfecto, recto ejemplo de Jesucristo. Un cristiano sabe que debe salir
activamente de este mundo, fuera de sus costumbres, prácticas y tradiciones
infectadas del paganismo.
¡Los
cristianos no celebran el Día de San Valentín!
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