PROMESA

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viernes, 21 de junio de 2013

LA BATALLA GANADA

Aunque Jesús ascendió al cielo y está sentado a la diestra del Padre, la verdad sigue haciendo libre a la gente hoy, y Jesús es la verdad.
El Señor tiene un plan específico para su libertad . Él sabe exactamente lo que usted necesita, cuándo lo necesita y de dónde debe venir.
Nuestras ideas pueden parecer muy astutas en el fragor de la batalla. La tentación es apoyarse en nuestro propio entendimiento más que confiar en el Señor con todo nuestro corazón.
El Señor promete guiar nuestros pasos cuando le reconocemos en todos nuestros caminos. Necesitamos la guía de Dios para hallar la raíz que causa el miedo y la pura gracia de Dios para vencerlo.
Tenemos que dejar de someternos al miedo y someternos a Dios. Someterse significa soltar las riendas y ponerlas en manos de alguien que tiene rango superior. Someternos a Dios es someterse bajo su autoridad. 
La esencia de la humildad es “no teniendo confianza en la carne y optar por fortalecerse en el Señor y en el poder de su fuerza”. 
Si colgarse de las riendas de la vida sólo ha producido miedo y ansiedad hasta ahora, ¿No revela claramente la futilidad de tal opción?
Es mucho más seguro que nos pongamos en las manos de nuestro Padre celestial que es absolutamente suficiente en y para todo, mucho más que confiar en la falsa seguridad que viene de confiar en nuestros propios recursos.
 No podemos insistir bastante en lo necesario que es ponerse bien con Dios primero.
David escribió:” Busqué al Señor, y Él me oyó, y me libró de todos mis temores.
Los que miraron a Él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó, y le oyó el Señor, y lo libró de todas sus angustias. El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”.
Después de la asombrosa victoria en Jericó, Josué y los israelitas pusieron sus ojos en la próxima conquista. El pueblito de Hai parecía débil comparado con la poderosa ciudad amurallada que acababa de caer delante de ellos. Pero Josué escuchó el consejo de los espías que mandó a espiar la ciudad en lugar de consultar a Dios. Así fueron derrotados. Josué se quejó de Dios por la derrota recibida.
La pregunta real es “¿Qué o a quién creemos?” Usted pudiera optar por creer que ni siquiera tiene caso tratar de vencer sus miedos, pero eso no es verdadero. 
Dios es el Dios de toda esperanza y nada hay difícil para Él. Así usted podría determinar una gran cantidad de creencias falsas. Esas creencias falsas no son neutras ni inocuas porque lo que no es de fe es pecado. La raíz de toda temor es una creencia que no se basa en la verdad. Estas falsas creencias tienen que ser desarraigadas y reemplazadas por la verdad de la Palabra de Dios.
Usted tiene que conocer y optar por creer la verdad para que ésta lo haga libre.
 Anote las mentiras que ha creído por cada miedo y la verdad de la Palabra de Dios que corresponda. Lógicamente para hacer eso usted tendrá que empezar a leer la Biblia, si no lo ha hecho.
 El paso siguiente es determinar la manera en que el miedo le ha impedido llevar una vida responsable, obligándolo a hacer lo irresponsable. Ahora llega el momento de experimentar la limpieza de Dios por medio de la confesión y el arrepentimiento:
 Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
Recuerde, es la bondad de Dios lo que le guía al arrepentimiento. El arrepentimiento es la opción de abandonar el pecado y andar por fe en Dios
El miedo es como un espejismo en el desierto. Parece tan real hasta que uno se acerca, entonces se desvanece en el aire. Pero, a medida que retrocedemos ante el miedo, nos acosa y se agigantará.
En Cristo todos recibimos una medida de fe. Debemos tener un sano juicio para ejercer esa fe. Debemos dar el primer paso en la dirección correcta para llegar a la meta de la libertad completa. Si su plan para vencer el miedo comprende confrontar a otras personas, sirve determinar de antemano cómo responderá usted a sus reacciones positivas o negativas.
Enfrentar los miedos puede ser una de las cosas más difíciles que hagamos, pero Dios prometió a estar con nosotros en eso.
Que el Señor le dé el valor para confrontar sus miedos y conocer la paz que David debe haber conocido cuando escribió:

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo, tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4).


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